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OPINIÓN

El sube y baja del uniforme neutro

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Por Isabel Alejandra María Venegas Salazar //

Francamente la intención era la de no subirnos al tren, pero terminó siendo inevitable: el uniforme neutro no solo se volvió nota por la forma en la que se presentó, cómo se difundió, luego el modo en el que se interpretó, y por último para remate, de cómo se redujo todo a casi nada.

Te propongo que vayamos por partes, la presentación:

La semana pasada, se instituyó de manera oficial el “uniforme neutro para las escuelas de educación básica” en la Ciudad de México; en un evento al que asistieron la Jefa de Gobierno, el Secretario de Educación a nivel nacional, y demás autoridades educativas locales y federales, la señora Aurea Berenice Juárez en representación de los padres de familia, agradecía la medida puntualizando su importancia como un mecanismo para abrazar la diversidad y decía “compartimos la idea de que en la escuela se mantenga el uniforme escolar no obligatorio y con la libertad de comprarlo donde nuestra economía nos lo permita; los colores dan identidad a los alumnos de un plantel y nos ayudan a que toda la comunidad participe en su seguridad…”

En la ceremonia la Dra. Sheinbaum dijo: «Quedaron atrás las épocas en donde las niñas tenían que tener falda y los niños tenían que traer pantalón, yo creo que eso ya pasó a la historia: los niños pueden traer falda si quieren y las niñas pueden traer pantalón, eso es parte de la equidad, de la igualdad”. Con estas palabras la jefa de gobierno evocaba la lucha de las mujeres desde la época de la revolución, exigiendo el mismo derecho que los hombres a portar un pantalón. Una lucha que por cierto, los hombres no han querido dar a la inversa.

Hasta ese momento, parecía que la idea iba en el sentido de la agenda por la igualdad de género, porque además la Jefa de gobierno había afirmado: “Los padres de familia quieren mantener el uniforme escolar, y eso está muy bien, pero no es necesario que las niñas siempre tengan falda, pues si los adultos nos vestimos con falda o pantalón, ¿por qué las niñas no pueden hacerlo?”

Ahí íbamos, como en una montaña rusa, subiendo lento, tratando de entender si eran lineamientos para la cosmopolita y avanzada CDMX, o también aplicaba para nuestra convencional zona metropolitana (conocida en el bajo mundo como “provincia”). Cabe recordar que en el caso de la Ciudad de México, la educación pública sigue siendo regida por el gobierno federal, y precisamente por eso los lineamientos son dictados desde el despacho del propio Secretario Esteban Moctezuma. Precisamente fue él quien hizo referencia a las palabras de Claudia Sheinbaum al referirse a ésta como una medida sencilla: “Si un gobernante se fija en las cosas sencillas, va en la ruta correcta” afirmó.

LA INTERPRETACIÓN

Más o menos íbamos entendiendo a qué se refería el uniforme neutro, cuando nuestro carrito volvió a tomar vuelo; ahora era la interpretación; había quienes hablaban sobre la maravilla del uso del pantalón por “comodidad”. Las niñas tienen frío, los tablones de la falda se desplanchan, el uniforme es incómodo y ya más entrados en gastos, es el factor clave para el abuso y la pederastia; todas estas razones parecían flotar como planetas que circundaban la idea que se había presentado en la escuela primaria Guadalupe Ceniceros de Zavaleta.

Hubo hasta quien incluyó el tema de la democratización de los asuntos educativos, entendido como un proceso de expresión de lo que verdaderamente querían los niños y las niñas. La verdad es que, hablando de democracia, las escuelas son la más fina proyección de nuestra realidad. Nadie quiere levantar la mano a la hora de escoger a los vocales, secretarios, presidentes del comité escolar; por ahí una que otra se “avienta” al ruedo cuando piden un tesorero, precisamente por la desconfianza de que alguien más vaya a cambiar el modelo de su auto con las cuotas “voluntarias”, o que sea la nueva encargada del dinero la que salga de vacaciones por ene-ésima vez a la playa.

Así suelen avanzar las reuniones de padres de familia, cuando se llega al punto de votar por el uniforme ya no tienen ganas de discutir. Es casi unánime que todos voten por lo que ya está estipulado o más aún, que se elimine del orden del día; no tiene mucho caso alegar sobre detalles tan simples, dirá la mayoría. ¿Democracia, entonces? Pareciera más bien que en nuestros espacios tan pragmáticos, lo único que importa es lo que urge: trabajar, ganar y gastar. Todo lo que tenga qué ver con la reflexión, el análisis, la quietud y la calma, son desperdicios o lujos que muy pocos se pueden o se quieren dar.

Era el momento para hablar sobre el hecho de exigir la libertad de portar la prenda que sea y el significado de la figura igualitaria, el tiempo de escuchar el argumento de querer “proteger” a las niñas de los abusos sexuales mediante la no portación de falda, como si los niños que usan pantalón no fueran víctimas de agresiones, o más aún, como si todavía no entendiéramos que la desviación de conductas así, se trata más de la enfermedad de quien la padece y no de las actitudes de los niños.

Muchos aplaudían el hecho de que el tema viniera dictado por la autoridad, que era necesario el documento para obligar a las escuelas a tomar las medidas de libertad, cuando hemos visto que ese tipo de acciones dejan vacíos en la formación socio cultural, de tal forma que en el fondo subyacen la marginación, la crítica y la agresión a lo distinto.

FRENANDO –NO TAN LENTO-

Aquí de pronto nuestro tren comenzó a desacelerar, y a tan solo 4 días de la presentación, cuando las redes sociales ardían en discusiones que iban para tantos lados diferentes, salió el Secretario de Educación Esteban Moctezuma a decir que la medida era solo para las niñas, y que se trataba tan solo de un permiso para que ellas pudieran llevar el pantalón escolar.

Si el discurso de Claudia Scheinbaum arrancaba diciendo que esta era una medida sencilla pero de gran trascendencia, la declaración de Moctezuma fue lo mismo pero a la inversa. Con un acto sencillo terminó por lapidar cualquier intento por avanzar, amén de lo cuestionable que pudiera ser la medida, dejó de estar en la mesa de debate; la afirmación la hizo varios días después, aun habiendo compartido el mismo escenario y micrófono en el evento en que con todas sus letras se dijo que los niños podrían llevar falda a la escuela.

Lo más triste de todo es que el viaje se acabó, así, casi de golpe y con un mareo social que no deja muchas ganas como para volverse a subir, pero luego viene esa sensación con un dejo de diversión, y es que en varias escuelas secundarias los chicos fueron a clases vestidos con el uniforme de falda (seguramente prestado por sus compañeras, porque francamente no creo que hubieran gastado en una prenda de tablones y calcetas largas para seguirlas usando después). Me encanta su valor y su forma de encarar lo que muchos gobernantes no pudieron o no quisieron interpretar: el currículo oculto de las escuelas es el que es, y solo se puede alterar con procesos serios y bien consensuados; si lo logras, entonces sí estás transformando la sociedad, de lo contrario, seguiremos gastando recursos en hacer el mismo recorrido con el mismo tren.

E-mail: isa_venegas@hotmail.com

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1 Comment

1 Comments

  1. Ricardo Cervantes Valencia

    10 de junio de 2019 at 9:13 PM

    Este articulo Se me hizo muy interesante, pero no de acuerdo a que los niños usaran faldas, no eso no
    Y que no se pierda la tradicion de las niñas con la falda.

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