MUNDO
El Texit y otras manifestaciones de malestar: Guerra civil en EE.UU. ¿posible futuro cercano?

Actualidad, por Alberto Gómez R. //
La secesión de Texas y California de la Unión Americana -ergo Gobierno Federal- ocurre tras el tercer mandato del presidente estadounidense, declarando su independencia para conformar otra nación, lo que provoca que el ejército traten de impedir el avance de las “Fuerzas Occidentales” -conformadas estos dos estados- hacia Washington para tomar el poder político del país, al tiempo que otros estados se unen a este movimiento separatista y se disemina la confrontación armada por todo el territorio de Estados Unidos en lo que sería la Segunda Guerra Civil.
Esta es la trama de la película “Guerra Civil” (2024), película escrita y dirigida por Alex Garland, en la se aborda un futuro distópico de los Estados Unidos sumido en una guerra interna, consecuencia de décadas del crecimiento de la inconformidad hacia el gobierno en Washington y el surgimiento de numerosos movimientos de odio racial, político y religioso; es un vistazo a la actualidad del país norteamericano, con muchos factores en movimiento que alimentan la idea del secesionismo.
Los recientes acontecimientos en Eurasia -la guerra ruso-ucraniana- y el conflicto Israel-Palestina-Irán, en los que el gobierno estadounidense es parte activa proveyendo de dinero y armamento a los bandos genocidas ucranianos e israelíes, están teniendo repercusiones en gran parte de la población estadounidense, que ahora se dan cuenta de la realidad de quienes los gobiernan, lo que ha provocado un creciente movimiento antibélico -similar al de finales década de los 60s de la guerra de Vietnam- y antisraelí en una gran cantidad de universidades a lo largo y ancho de la nación americana.
El movimiento de separación de Texas, conocido como “Texit”, es uno de los más controvertidos y populares de EE.UU. Sin embargo, parece tener más que solo el apoyo de ese estado, con una división que pone en riesgo la unión de Estados Unidos. Una reciente encuesta mostró que otras entidades están de acuerdo con la secesión, como se le conoce al acto de retirarse o separarse de una organización o entidad política.
YouGov, una firma internacional de investigación de mercados y análisis de datos, realizó una consulta en línea entre el 2 y el 5 de febrero de 2024 a más de 35.000 adultos estadounidenses, quienes fueron indagados acerca de tres temas: la separación de su estado de EE.UU., si apoyarían la secesión de otra entidad y si tenían conocimiento de lo que dice la Constitución acerca del derecho de los estados a separarse.
La investigación, que se ponderó según género, edad, raza, educación, región censal de EE.UU. y partido político, en la que solo se incluyeron 46 entidades, reveló que alrededor de uno de cada cuatro estadounidenses apoyaría la secesión de su estado. Además, mostró que la mayoría de ellos creen que hacerlo es un derecho constitucional, mientras que la mayor parte de los que se oponen creen que ese derecho no existe.
La firma también encontró que los republicanos son más propensos que los demócratas a apoyar la separación, independientemente de si viven en un estado principalmente republicano o demócrata. “Los estados más grandes y poblados, incluidos California, Texas y Nueva York, tienen más probabilidades que los estados más pequeños y menos poblados de tener una mayor proporción de residentes que están a favor de la secesión”, indican.
¿Cuáles son los estados a favor de una división en EE.UU.? Alaska se posicionó como el estado con mayor apoyo, con un 36% a favor, seguido de Texas, con 31%, y California, con 29%. La encuesta de YouGov destaca que, “si bien es probable que influyan varios factores, existe una correlación significativa entre el apoyo a la secesión dentro de un estado y el tamaño físico, así como su población”. Otras entidades que destacaron son: Oklahoma y Nueva York, ambas con 28%, y Georgia, con 25%. El estado con menor porcentaje de apoyo fue Connecticut, con 9%, seguido de Ohio y Massachusetts, ambos con 14%. (lanacion.com)
California y Texas son dos de los estados más grandes y económicamente influyentes de Estados Unidos. Ambos tienen una importancia significativa en términos económicos, políticos y sociales, y cada uno aporta distintos aspectos que contribuyen al panorama nacional:
California:
- Economía: California tiene la quinta economía más grande del mundo, siendo un líder en sectores como la tecnología, el entretenimiento, la agricultura, la manufactura y el turismo. Silicon Valley, ubicado en el norte de California, es el epicentro mundial de la innovación tecnológica y alberga a algunas de las empresas más grandes del mundo, como Google, Apple y Facebook. Además, la industria del entretenimiento en Hollywood es una fuerza importante en la economía global. La agricultura californiana es también un sector clave, siendo uno de los principales productores de alimentos en Estados Unidos.
- Política: California ejerce una gran influencia en la política nacional debido a su tamaño poblacional y económico. Es un bastión demócrata y ha sido un centro de resistencia a las políticas de la administración federal en áreas como la inmigración y el cambio climático. Además, California ha sido pionera en la implementación de políticas progresistas en temas como el medio ambiente, la atención médica y los derechos LGBTQ+.
- Sociedad: California es conocida por su diversidad cultural y su población multicultural. Es hogar de comunidades de inmigrantes de todo el mundo y es un centro de innovación y progreso social. Sin embargo, también enfrenta desafíos como la desigualdad económica, la falta de vivienda y los problemas de acceso a la atención médica.
Texas:
- Economía: Texas tiene la segunda economía más grande de Estados Unidos después de California. Es un líder en sectores como el petróleo y el gas, la energía renovable, la agricultura, la manufactura y la tecnología. Houston es un importante centro de la industria energética, mientras que ciudades como Dallas y Austin son conocidas por su próspera escena tecnológica y empresarial.
- Política: Texas es un estado conservador y republicano, aunque ha experimentado un cambio demográfico en las últimas décadas que ha llevado a un aumento en la competencia política. Tiene una gran influencia en la política nacional debido a su tamaño y su importancia económica, y ha sido un bastión republicano en las elecciones presidenciales.
- Sociedad: Texas es conocido por su espíritu de independencia y su orgullo regional. Tiene una población diversa que incluye comunidades latinas, afroamericanas y de otros orígenes étnicos. Sin embargo, también enfrenta desafíos como la desigualdad económica, la falta de acceso a la atención médica y las tensiones relacionadas con la inmigración.
Los texanos fueron independientes hace dos siglos y creen que pueden volver a serlo.
Para los impulsores del “Texit”, la confrontación entre la administración del demócrata Joe Biden y el gobierno estatal del republicano Greg Abbott evidencia una ruptura en la Unión.
“La única manera en que Texas asegure la frontera y tenga un sistema de inmigración sensato es que lo haga como una nación independiente”, dice a la AFP Daniel Miller, presidente del Movimiento Nacionalista de Texas (TNM), creado en 2005 pero que nunca “había estado tan cerca de la independencia como ahora”.
… continuará…
MUNDO
Rechaza ser deportado Hernán Bermúdez Requena de Paraguay

– Por Francisco Junco
Hernán Bermúdez Requena, el ex secretario de Seguridad Pública, nombrado por el entonces Gobernador de Tabasco, Adán Augusto López, ahora senador de la República, rechazó ser extraditado a México.
Durante la audiencia inicial, donde un juez dictó prisión preventiva, se le ofreció la extradición voluntaria, pero Bermúdez Requena, presunto líder del cartel de “La Barredora”, no aceptó.
Ahora se iniciará un proceso ordinario, que podría tardar hasta 60 días, en tanto, Bermúdez Requena, continuará bajo la custodia de la Secretaría Nacional Antidrogas de Paraguay.
En tanto, en México se informó que la Fiscalía General de la República ya presentó la solicitud de extradición contra Hernán Bermúdez Requena al gobierno guaraní.
“El Abuelo” o “El Comandante H”, como se le conoce al exfuncionario del gobierno del morenista Adán Augusto López en Tabasco, e identificado como el presunto líder del Cártel de “La Barredora”, fue detenido la madrugada del sábado, en Paraguay, en una residencia ubicada en la zona exclusiva de Marino Roque Alonso, donde permanecía escondido.
Este fin de semana, el presidente Santiago Peña, dio a conocer, en un pequeño video de 45 segundos, cómo fue el arresto de Bermúdez Requena.
En las imágenes, primero se ven aspectos de la residencia, se ve cómo las fuerzas especiales, revisaron la finca y derribaron la puerta, suben una escalera y someten a ex secretario de seguridad, lo encañonaron y lo tiraron al suelo, donde lo tenían sometido, bocabajo y un elemento le pone un pie en la espalda.
Después, el presunto líder de La Barredora, quien cuenta con una ficha roja activa de la Interpol, aparece sentado en un sillón con ropa deportiva, pelo más largo y canoso, barba larga.
Cuenta con una orden de captura en México por asociación delictuosa, extorsión y secuestro exprés.
En el video, se muestra que en la residencia, donde permanecía escondido, había fajos de dólares y guaraníes, moneda uruguaya, así como joyas, tarjetas bancarias, identificaciones y una camioneta de alta gama.
Manuel Doltane, titular de Asuntos Internacionales de la Fiscalía de Paraguay, reveló que Bermúdez, entró de manera ilegal al país.
Y es que en febrero de este año, después de hacer pública la orden de aprehensión en su contra, el ex funcionario estatal huyó del país.
De acuerdo con las autoridades, viajó primero a Panamá, después a España, más tarde a Brasil, para terminar en Paraguay.
En medios locales del país sudamericano, como el diario ABC, informaron que la detención del ex funcionario de Adán Augusto López, se logró, gracias a que en el mes de julio se detuvo a Gerardo Bermúdez Arreola, sobrino del presunto líder de “La Barredora”.
CARTÓN POLÍTICO
Edición 807: Magistrada Fanny Jiménez revoca rechazo de pruebas y defiende Bosque de Los Colomos
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LAS NOTICIAS PRINCIPALES:
Crónica de una semana tensa en la UdeG: La rebelión estudiantil que desafía a la FEU
MUNDO
Tolerancia en tiempos de algoritmos

– Opinión, por Miguel Anaya
¿Qué significa ser conservador en 2025? La etiqueta, lejos de significar a una persona o grupo de ellas, aglutinadas en torno a la Biblia o valores cristianos, se ha vuelto un acto de rebeldía. El conservadurismo pareciera significar a una nueva minoría (o una mayoría silenciosa) que enfrenta un prejuicio constante en redes sociales.
En sociedades donde la corrección política dicta el guion, ser conservador implica defender valores tradicionales —para algunos valores anacrónicos— en medio de un mar de redefiniciones. La sociedad dio un giro de 180 grados en tan solo 20 años y aquellos que señalaban hace dos décadas, hoy son señalados.
¿Y ser liberal? El liberalismo que alguna vez defendió la libertad frente al Estado hoy se ha transformado en progresismo militante: proclamar diversidad, reivindicar minorías, expandir derechos. Noble causa, sin duda.
El problema comienza cuando esa nobleza se convierte en absolutismo y se traduce en expulsar, callar o cancelar a quien no repite las consignas del día. El liberal de hoy se proclama abierto, pero con frecuencia cierra la puerta al que discrepa. Preocupante.
He aquí la contradicción más notable de nuestro tiempo: vivimos en sociedades que presumen de “abiertas”, pero que a menudo resultan cerradas a todo lo que incomoda. Lo que antes era normal hoy puede costar reputación, trabajo o, en casos extremos, la vida. Hemos reemplazado la pluralidad por trincheras y el desacuerdo por el linchamiento mediático (“funar” para la generación Z).
La polarización actual funciona como un espejo roto: cada bando mira su fragmento y cree que posee toda la verdad. Los conservadores se refugian en la nostalgia de un mundo que quizá nunca existió, mientras que los liberales se instalan en la fantasía de que el futuro puede aceptar todo, sin limitantes.
Ambos lados olvidan lo esencial: que quien piensa distinto no es un enemigo para destruir, sino un ciudadano con derecho a opinar, a discernir y, por qué no, a equivocarse humanamente.
La violencia y la polarización que vivimos, no son fenómenos espontáneos. Son herramientas. Benefician a ciertas cúpulas que viven de dividir, a las plataformas digitales que lucran con cada insulto convertido en tema del momento.
El odio es rentable; la empatía, en cambio, apenas genera clics. Por eso, mientras unos gritan que Occidente se derrumba por culpa de la “ideología woke”, otros insisten en que el verdadero peligro son los “fascistas del siglo XXI”. Y en el ruido de esas etiquetas, el diálogo desaparece.
Lo más preocupante es que ambos discursos se han vuelto autorreferenciales, encerrados en su propia lógica. El conservador que clama por libertad de expresión se indigna si un artista satiriza sus valores; el liberal que defiende la diversidad se escandaliza si alguien cuestiona sus banderas.
Todos piden tolerancia, pero solo para lo propio. Lo vemos en el Senado, en el país vecino, tras el triste homicidio de Charlie Kirk y hasta en los hechos recientes en la Universidad de Guadalajara.
En buena medida, este mal viene precedido de la herramienta tecnológica que elimina todo el contenido que no nos gusta para darnos a consumir, solo aquello con lo que coincidimos: EL ALGORITMO.
El algoritmo nos muestra un mundo que coincide totalmente con nuestra manera de pensar, de vivir, de vestir, nos lleva a encontrarnos únicamente con el que se nos parece, creando micromundos de verdades absolutas, haciendo parecer al que piensa un poco distinto como ajeno, loco e incluso peligroso. Algo que debe ser callado o eliminado.
Occidente, en 2025, parece olvidar que lo que lo hizo fuerte no fue la homogeneidad, sino la tensión creativa y los equilibrios entre sus diferencias. Quizá el desafío es rescatar el principio básico de que la idea del otro no merece la bala como respuesta.
Solo la palabra, incluso aquella que incomoda, puede mantener vivo un debate que, aunque imperfecto, sigue siendo el único antídoto contra el silencio y la complicidad impuestos por el miedo o la ignorancia.