MUNDO
Elon Musk y el límite del dinero

Opinión, por Miguel Anaya //
Vivimos en una modernidad superficial, un mundo donde el dinero parece comprarlo casi todo —influencia, atención, acceso—, sin embargo, hay una frontera que, tarde o temprano, se le impone incluso a los más ricos: el poder del Estado. Esa frontera la encontró recientemente Elon Musk, uno de los hombres más adinerados del planeta, cuando renunció de manera sorpresiva al Departamento de Eficiencia Gubernamental (DOGE) dentro del gobierno de Donald Trump.
Lo que en su momento pareció una jugada audaz —un titán de la innovación tecnológica incorporado al aparato gubernamental para modernizarlo— terminó revelando una verdad incómoda: el gobierno no es una empresa. Y no puede, ni debe, funcionar como una.
Desde su llegada al cargo, Musk se propuso transformar la administración pública como si se tratara de una de sus compañías: menos burocracia, más automatización, reducción de costos, enfoque en resultados medibles. Bajo esta visión, logró ejecutar una serie de reformas rápidas: eliminó miles de plazas administrativas, digitalizó procesos, promovió recortes presupuestales y redujo el gasto federal en más de 160 mil millones de dólares. Para muchos, esto representó una revolución silenciosa.
Pero esa eficiencia tenía un costo. Los despidos masivos afectaron el funcionamiento de programas sociales, los recortes alcanzaron a áreas sensibles como salud, educación y protección ambiental, y muchas decisiones se tomaron sin consultar a los actores locales o sin evaluar el impacto en comunidades enteras, generando descontento entre miles de ciudadanos, entonces, el Estado, que no opera bajo la lógica de rentabilidad, comenzó a mostrar señales de tensión.
La ruptura definitiva con Trump no se produjo solo por cuestiones ideológicas, sino por una divergencia de prioridades. Mientras Musk insistía en seguir apretando el cinturón fiscal, el presidente presentó una reforma fiscal con fuertes reasignaciones que, desde la perspectiva del empresario, anulaba todo lo logrado por el DOGE.
Para Musk, esto es un error financiero. Para Trump, es una estrategia política. Y ahí radica una de las diferencias centrales entre la lógica empresarial y la política: una empresa puede sacrificar servicios si eso mejora sus finanzas; un gobierno no puede desentenderse de sus ciudadanos en nombre de la austeridad o la eficiencia fría de los números.
En una entrevista posterior a su renuncia, Musk lo dijo sin rodeos: “Hay cosas con las que no estoy del todo de acuerdo… y no puedo comprometerme con decisiones que contradicen los principios de eficiencia que defiendo.” Sus palabras eran el eco de una frustración creciente: en el mundo corporativo, el liderazgo es vertical. En la política democrática, el poder se negocia, se limita y se contrapone.
La raíz del conflicto va más allá del desacuerdo entre dos figuras con egos enormes. Es una tensión profunda y estructural: la que existe entre la lógica del mercado y la justicia social. Musk intentó gestionar el gobierno como si fuera Tesla o SpaceX, donde sus decisiones son incuestionables y toda gira en torno al rendimiento. Pero el Estado tiene otra naturaleza.
Un gobierno no está hecho para generar utilidades ni para complacer a los inversionistas. Su función es servir a todos —ricos y pobres, productivos y vulnerables, visibles e invisibles— bajo principios de equidad, legalidad y justicia. La eficiencia, por sí sola, no puede ser el único criterio. ¿Cómo se mide la utilidad de una política de salud pública que salva vidas, pero no genera ingresos? ¿Cómo se justifica un recorte que ahorra millones de dólares, pero deja a miles sin acceso a educación?
El Estado es un facilitador social. No busca maximizar beneficios individuales, sino garantizar que exista un piso mínimo de derechos, oportunidades y seguridad para todos. Y eso implica tomar decisiones complejas, muchas veces lentas, que equilibran intereses, contextos, historias y necesidades humanas.
Actualmente, los magnates tecnológicos parecen rozar la omnipotencia. Pero incluso ellos, como Musk, deben enfrentarse al hecho de que el Estado democrático no es una herramienta privada. No es un negocio, no es una marca, no es una app. Es una construcción colectiva, imperfecta pero esencial, que se sostiene sobre leyes, consensos y el principio de que todos somos iguales ante la norma.
La salida de Musk es una lección de política para todos, ojalá los líderes locales acusen de recibido.
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Escándalo en concierto de Coldplay: CEO de empresa tecnológica captado con empleada en momento comprometedor
MUNDO
Día de Apreciación de la Inteligencia Artificial: hitos y desafíos de la tecnología que revolucionó el mundo

-Por Redacción Conciencia Pública
Desde el año 2021 cada 16 de julio se celebra el Día de Apreciación de la Inteligencia Artificial, una fecha dedicada a reconocer los avances y el impacto transformador de esta tecnología.
Esta fecha fue impulsada originalmente por la empresa estadounidense A.I. Heart LLC como parte de la promoción de una película independiente llamada A.I. Eve. Con el tiempo, la iniciativa trascendió su origen comercial y se transformó en una oportunidad para reflexionar sobre los avances, desafíos éticos y el impacto social y económico de la inteligencia artificial en nuestras vidas.
Aunque no cuenta con el reconocimiento oficial de organismos internacionales como la ONU o la UNESCO, el 16 de julio ha sido adoptado por diversas compañías tecnológicas.
Además de resaltar sus beneficios en sectores como la medicina, la educación y la automatización, la efeméride busca fomentar una discusión ética sobre su desarrollo y uso responsable en la sociedad.
El crecimiento acelerado de la inteligencia artificial, especialmente de los modelos generativos, ha traído consigo grandes oportunidades, pero también desafíos importantes. Problemas como la pérdida de privacidad, los sesgos en los algoritmos, el desplazamiento laboral y la manipulación de información requieren atención urgente para garantizar que esta herramienta beneficie a todos.
En México, la IA está revolucionando actualmente al entorno empresarial, con un uso creciente en la personalización de experiencias, la automatización de servicios y el análisis de datos. La meta es ofrecer respuestas más relevantes y contextuales a través de tecnologías como los agentes conversacionales inteligentes, que ya operan en múltiples plataformas como WhatsApp, correos electrónicos o audios.
Aunque América Latina se ha centrado más en aplicar que en desarrollar modelos de IA, la región tiene un gran potencial por su talento en ciencias exactas. Este día de apreciación se presenta como una oportunidad no solo para valorar el presente de la IA, sino para imaginar un futuro donde países como México jueguen un papel más activo en la evolución global del sector.
Un recorrido por la historia de la IA
Aunque muchos creen que la IA es un fenómeno reciente, sus raíces son mucho más profundas. Apareció por primera vez como un dispositivo narrativo en obras de ficción como Frankenstein de Mary Shelley, donde ya se exploraban las preguntas éticas que hoy son centrales.
Los hitos de la IA clave incluyen:
Principios de 1900: Filósofos y matemáticos estudiaron el razonamiento mecánico.
1950: Alan Turing publica Computing Machinery and Intelligence, donde propone el famoso Test de Turing para evaluar si una máquina puede “pensar” o simular inteligencia humana. Es uno de los textos fundacionales del campo.
1943: Se crea la primera IA reconocida en el diseño formal de McCulloch y Pitts para las neuronas artificiales Turing-completas.
1956: Nace el término inteligencia artificial en una conferencia de Dartmouth. John McCarthy, Marvin Minsky, Nathaniel Rochester y Claude Shannon usan por primera vez el término Artificial Intelligence. Se considera el nacimiento oficial de la disciplina.
1966: Joseph Weizenbaum desarrolla ELIZA, un programa capaz de simular una conversación con un terapeuta. Fue pionero en procesamiento de lenguaje natural y en interfaces conversacionales.
1997: La supercomputadora de IBM Deep Blue derrota al campeón mundial de ajedrez Garry Kasparov. Marca un punto de inflexión en la percepción del poder computacional y de la IA.
2011: Otro sistema de IBM, Watson, vence a los campeones humanos del programa de trivia Jeopardy! con un procesamiento de lenguaje natural, búsqueda semántica y aprendizaje automático. Impulsa el uso de IA en salud y empresas.
2022: En noviembre se presentó y abrió al público en general ChatGPT, el modelo de lenguaje generativo que revolucionó la forma de interactuar con la IA. Inicia la era de la inteligencia artificial generativa.
Deportes
Checo Pérez cerca de volver a la F1 con Cadillac como piloto en 2026

-Por Redacción Conciencia Pública
El regreso de Sergio «Checo» Pérez a la Fórmula 1 podría estar a punto de concretarse. Según el sitio especializado Autoevolution, el piloto mexicano habría alcanzado un acuerdo con la escudería Cadillac, que debutará en la máxima categoría en 2026.
El anuncio oficial estaría previsto tras el Gran Premio de Hungría, a celebrarse entre el 1 y 3 de agosto, lo que marcaría el fin del año sabático que tomó Pérez tras su salida de Red Bull Racing en 2024.
El medio señala que Pérez sería el piloto estelar del nuevo equipo y que el acuerdo incluye importantes beneficios económicos. También se menciona que el empresario Carlos Slim estaría involucrado en el proyecto como parte del respaldo financiero.
Entre los posibles compañeros de Checo destacan los nombres de Valtteri Bottas y Mick Schumacher, ambos con experiencia en la F1 y recientemente vinculados al equipo Cadillac.
Aunque aún no hay confirmación oficial por parte del piloto ni del equipo, de concretarse este movimiento, significaría una nueva etapa en la carrera de Pérez. Sería una oportunidad para liderar desde el inicio un proyecto ambicioso, aportando su experiencia y peso comercial para consolidar a Cadillac como una escudería competitiva en su debut dentro de la Fórmula 1.