Connect with us

OPINIÓN

Entre desgracias y catástrofes

Publicado

el

Opinión, por Miguel Ángel Anaya Martínez //

Benjamin Disraeli, nacido en Londres, Inglaterra, en el año de 1804, fue un político, escritor y aristócrata británico. Ejerció dos veces cómo Primer Ministro del Reino Unido y tres veces cómo ministro de Hacienda. A lo largo de su carrera política, se consagró por su magnífica oratoria, en la cual incluía un inusual dramatismo para la época, esto lo llevó a ser considerado como el mejor orador del parlamento.

Era amigo muy cercano de la Reina Victoria (importantísima figura; su influencia fue tal que a sus 64 años en el trono se le conoce como época victoriana), esto lo ubicaba como un reconocido opositor del Partido Liberal y por consecuencia de su líder, el también destacado político William Gladstone.

En cierta ocasión, le preguntaron a Disraeli sobre la diferencia entre una desgracia y una catástrofe, a lo que él respondió: “Si Gladstone cayera al río Támesis y se comenzara a ahogar, sería una desgracia; pero si alguien lo sacara del agua, sería una catástrofe.”

En los últimos días hemos vivido lluvias intensas en la ciudad. El agua es vida, riega los campos de cultivo, llena nuestros ríos y lagos, cubre las necesidades humanas con agua en condiciones de potabilidad… seguramente con la lluvia aumentan las ventas en las cafeterías y panaderías. La lluvia garantiza nuestra supervivencia.

A causa del cambio climático, las lluvias cada vez son más escasas, pero más intensas. Cuando era pequeño era una regla general que, en épocas de lluvias, ésta comenzara a las seis de la tarde, esto pasaba con una puntualidad impresionante; la lluvia era moderada y constante, a veces un poco fuerte. Al siguiente día por la mañana la vida continuaba con normalidad, el mayor de los problemas generalmente era mojarse al volver del trabajo o jugando en la calle, pero de ahí no pasaba.

Las lluvias de los temporales recientes se han convertido en una desgracia, la cantidad de agua que cae en pocos minutos es impresionante, al terminar el suceso meteorológico, encontramos un gran número de árboles caídos, lugares inundados, autos varados y colonias sin energía eléctrica; la acción humana convirtió esto en una catástrofe.

Se vuelve catastrófico vivir en Guadalajara durante la época de lluvias por diversas razones: primero, sus habitantes; antes éramos muchos menos, además, los tapatíos estábamos acostumbrados a barrer las banquetas y calles del lugar donde vivíamos, la vida compleja, la necesidad de que ambos jefes de familia trabajen y la construcción de desarrollos verticales han hecho que esta costumbre y responsabilidad compartida entre gobierno y ciudadanía se convierta solo en obligación gubernamental.

La mala gestión de desechos hace que se acumule la basura y la misma, generalmente termina tapando las alcantarillas y bocas de tormenta, esto provocan inundaciones y cuando una calle o colonia se inunda cuesta y cuesta caro.

A lo anterior sumamos que la cantidad de habitantes de la ciudad sigue en aumento, que nos falta incluir a la educación ambiental en nuestro día a día, que la construcción de desarrollos sin pensar en su impacto ecológico es una constante, que nos urge la renovación del drenaje y alcantarillado, además de muchos etcéteras. Esto provoca que de una u otra manera hayamos convertido una temporada de abundancia y alegría en una de caos y miedo.

Se dice de manera retórica que las cosas son como son porque fueron como fueron. Podemos perder el tiempo en señalar lo que se ha hecho mal en la ciudad de un tiempo para acá en materia de gestión de desechos y construcción de infraestructura, pero cada temporal nos recuerda que urge cambiar paradigmas, retomar buenos hábitos e invertir más y mejor nuestros recursos.

Lo que ha provocado el cambio climático y lo que se ha dejado de hacer en temas de sociedad y gobernanza es obvio y no es excusa para pensar en nuevas formas de vivir, de convivir y de gestionar los recursos económicos, humanos y ecológicos con los que contamos.

Los problemas hay que observarlos, entenderlos, solucionarlos, pero, sobre todo, cambiar métodos y exigir condiciones para que las alegrías no se conviertan en desastres y los desastres no se conviertan en catástrofes. Aún es tiempo.

Continuar Leyendo
Click to comment

Leave a Reply

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Copyright © 2020 Conciencia Pública // Este sitio web utiliza cookies para personalizar el contenido y los anuncios, para proporcionar funciones de redes sociales y para analizar nuestro tráfico. También compartimos información sobre el uso que usted hace de nuestro sitio con nuestros socios de redes sociales, publicidad y análisis, que pueden combinarla con otra información que usted les haya proporcionado o que hayan recopilado de su uso de sus servicios. Usted acepta nuestras cookies si continúa utilizando nuestro sitio web.