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OPINIÓN

Ex cathedra política: La herencia que dejará AMLO; canonjías al Ejército y la Marina

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Opinión, por Benjamín Mora Gómez //

La intolerancia es lo que lleva a los crímenes de odio y discriminación que, desde el poder, conduce al abuso hasta volverse dictadura y fascismo” 

En la universidad leí a Mario Bunge de su Filosofía de la Ciencia. Recuerdo una frase muy fuerte: “Uno puede ser intolerante con las teorías falsas, pero tolerante con quienes las sustentan, a condición de que no medren con ellas.”

En política, el debate de ideas y principios ideológicos, respetuosos, mantienen viva la esperanza del pueblo en la democracia y la seguridad de caminar por senderos de paz y armonía que le permitirá elevar su vida y de los suyos.

Cuentan que el papa Juan XXIII ante los estudiantes del Pontificio Colegio Griego declaró con una sonrisa: “Ío non sono infallibile” —“Yo no soy infalible”—, y que, ante el asombro de los estudiantes, el papa Juan añadió: “Solo soy infalible cuando defino ex cathedra, pero nunca lo haré”.

Cada mañana, desde el púlpito presidencial, se dictan supuestas verdades ex cathedra que dividen y confrontan al pueblo de México. Desde un inmisericorde dogmatismo, el presidente Andrés Manuel López Obrador hiere, una y otra vez, el espíritu de nuestra democracia incipiente, empecinándose en sus verdades particularísimas. El presidente bloquea cualquier avance que conduzca a otro lugar distinto del suyo, quiere, o al menos quisiera que el Estado mexicano se centrara en su persona sin reparar que, al igual que el Rey Luis XVI, podría caer al perder la cabeza… la razón.

El presidente se cree mejor que los demás, incluso que aquellos que le siguen y obedecen con ceguera voluntaria e irreflexiva. Hugo Weaving, autor de la saga Hobbit, nos pregunta: ¿para qué el diálogo si se puede utilizar la fuerza?

No pretendo exacerbar los ánimos tan encrespados en un año político que hierve y arde a quien en él se adentra; sin embargo, no se vale escribir en detrimento de la realidad y la verdad: El presidente López Obrador no es infalible y su discurso da tropezones con las piedras que él, su familia y su equipo le ponen como los excesos de su hijo en Houston.

Sé de sacerdotes católicos, en especial legionarios de Cristo, que están en la mira inquisidora del gobierno por atreverse a criticar al presidente, su gobierno y su proyecto. Aquí viene a mi memoria un pequeño diálogo de la película “V de Vendetta” que comparto:

  • Muere. Muere. ¿Por qué no mueres? ¿Por qué no mueres?, pregunta Peter Creedy.

  • Bajo esta máscara hay algo más que carne y hueso. Bajo esta máscara hay unos ideales, señor Creedy. Y los ideales son a prueba de balas.

Nadie, en el gobierno de la 4T o desde las mañaneras pejelianas, ha dado respuesta puntual a las criticas de los sacerdotes católicos; simplemente se les advierte y ordena callar. Ello me parece cobarde y estúpido, no solo por ser torpe, sino porque no demuestran la menor inteligencia. El tabú hacia la Iglesia católica de López Obrador tiene orígenes que merecen profundizarse más ampliamente y que haré en otro momento; sin embargo, bloquear la crítica sacerdotal o, en lo más visible, de medios de comunicación, jamás alimentará a la democracia.

Se desprecia a quien difiere y se le condena a la hoguera inquisidora para luego sepultarles. Por fortuna, México seguirá después de la 4T y ésta pasará al oscurantismo que promueve.

La Constitución Dogmática del Concilio Vaticano I del 24 de abril de 1870, reconocía la valía de la luz natural para la razón humana a fin de conocer con certeza lo creado; hoy, pareciera que, sin argumentar ni fundamentar, Andrés Manuel López Obrador quiere que nuestra inteligencia le dé la razón en todas y cada una de sus ocurrencias nacidas en sus desvelos mañaneros. La inteligencia y la libertad humanas jamás son serviles. Hoy, como dijera el papa Pablo VI en una audiencia de 1969: “La Iglesia defiende […] el valor de la razón”. Es su mandato y los sacerdotes deben cumplirlo.

la “verdad” de López Obrador no es, cómo lo pretende, cosa dogmática.

Hasta hoy, me decía un amigo, el presidente ha tenido dos actos en positivo: sus contagios por Covid. Me parece torpe el actuar del presidente pues no encuentra soluciones a los problemas que enfrenta y que él miró con simplicidad irresponsable en el proceso electoral que lo hizo presidente, de ahí que culpe al pasado de lo que él no lograr entender y atender, y menos advertir.

Jonnathan Lee Miller, en su serie de televisión Elementary nos dice: “Las mentes pequeñas confunden la intolerancia con la sinceridad”, y hoy, en el gobierno Federal abunda la pequeñez de miras, corazón y alma. Esta intolerancia es prueba de una verdadera falta de carácter como sostiene Paulo Coelho en su libro El Don Supremo.

López Obrador nos heredará problemas que difícilmente resolveremos. Las desbordantes canonjías al Ejército Mexicano y la Marina Armada son claras y todos las miramos y tememos. López Obrador dio un golpe de Estado y lo entregó a los militares. Nos llevó de vuelta al México de los generales de la primera mitad del Siglo XX. Desde ya, los impactos de la Cuaternaria Transformación se miran incontrolables.

E-mail: benja_mora@yahoo.com

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