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Gran impulsor del deporte rey: Estadio de Charros ¿Aristóteles Sandoval?

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Vuelacercas, por Salvador Cosío Gaona //

Ante la tragedia que sacudió a los jaliscienses el pasado fin de semana tras conocerse la noticia del artero asesinato del que fue víctima el exgobernador Jorge Aristóteles Sandoval Díaz, es justo y merecido que los aficionados al Rey de los deportes le reconozcamos a este joven y visionario político, su inconmensurable contribución para que Jalisco pudiese contar 20 años después con el retorno del beisbol profesional a nuestra entidad con la franquicia de los Charros de Jalisco. 

Tras ese largo ayuno en que los jaliscienses estuvimos privados de contar con un equipo que participase en alguno de los máximos circuitos del juego de pelota en nuestro país; la Liga Mexicana del Pacífico (LMP), que se desarrolla en temporada invernal y la Liga Mexicana de Béisbol (LMB), que se desahoga en primavera-verano, la intervención de Sandoval Díaz fue determinante siendo muy claro que sin su ánimo y voluntad positiva, no había sido posible regresar el béisbol profesional a Jalisco.

Aristóteles no dudó en responder favorablemente a la petición que al respecto le hiciera el emprendedor Salvador Ramiro Quirarte Villaseñor, y el gobernador se convirtió en facilitador en cada paso que se dio en el proceso para llevar adelante los trámites, el cabildeo y lograr la adquisición de la franquicia de la Liga Mexicana del Pacífico (LMP), que tenía como sede en ese entonces a la pequeña ciudad de Guasave, Sinaloa, población de gran prosapia beisbolera cuyo equipo Los Algodoneros pasaban por una fuerte problemática para solventar su economía, no obstante ser una escuadra regularmente competitiva y logrante de lugares de privilegio en los standings del circuito del béisbol invernal en México, ya que aunque no alcanzó a ser campeón fueron varias ocasiones que estuvo cerca de lograrlo y casi invariablemente fue una novena poderosa participante activa en la postemporada. 

Después de lograrse la concertación para la compra de la franquicia al empresario inmobiliario Jaime Castro por parte de Quirarte Villaseñor, se generó la tarea de consolidar a la franquicia ya ungida como Charros de Jalisco a efecto de materializar el anhelo para lo cual hubo de pactar el uso de un elefante blanco construido como estadio de atletismo para los Juegos Panamericanos de 2011 y que tras esa celebración deportiva se mantuvo casi en abandono con innumerables deficiencias y necesidades de mantenimiento y de remozamiento, debiendo convertirse primero en forma temporal en instalación deportiva para el juego de pelota.

Pero gracias al éxito de la organización beisbolera se logró que se preservara como estadio de béisbol concesionado por un plazo amplio a Charros de Jalisco para que lo tuviera en exclusiva para la práctica del Rey de los deportes y acondicionándolo para convertirlo en un parque de pelota de clase mundial con una inversión que en seis años ronda cerca de 200 millones de pesos para ser lo que existe hoy, un inmueble certificado para albergar competencias internacionales del máximo nivel como lo han sido el Clásico Mundial de Béisbol en 2017, la Serie del Caribe 2018, el preolímpico Premier12 en 2019, y además ha quedado listo para albergar Juegos de Grandes Ligas tanto de pretemporada como de campaña oficial.

Como lo rememora El Informador en su edición del pasado sábado,  “con los trabajos de remodelación, el estadio Panamericano, hoy conocido como estadio de los Charros de Jalisco, quedó acondicionado y se aumentó su capacidad de ocho mil a un cupo máximo de 11 mil 500 aficionados, con lo cual los albiazules pudieron debutar el 10 de octubre de 2014 en un duelo contra Águilas de Mexicali. 

Además de haber encabezado la ceremonia para anunciar el regreso de Charros en mayo de 2014, Aristóteles recibió a todo el equipo en Palacio de Gobierno días antes de hacer su debut y constantemente manifestó su respaldo a la institución”. 

Aquel día en Palacio de Gobierno, el gobernador recibió por parte de todo el equipo la camiseta del equipo con el nombre de Aristóteles, y señaló:

“Estamos muy orgullosos de tener este gran equipo que regresa después de 20 años a esta gran afición beisbolera de Jalisco, que cuando empezó a surgir la noticia de que regresaban, empecé a ver en las redes sociales cómo la gente empezó a hablar y opinar, y con un ánimo muy positivo tomamos de manera decidida el timón para poder invertirle a la casa de Los Charros para que sea un digno hogar y estadio que estamos aprovechando un espacio casi sin utilizar, ahora será un espacio para las familias beisboleras de Jalisco, que seguramente veremos grandes proezas de los peloteros que nos darán muchas satisfacciones y muchos triunfos porque la mentalidad está puesta en el campeonato y sé que con la calidad que tenemos en cada uno de ustedes lo vamos a lograr”.

A partir de aquella fecha, los caporales albicelestes ya disputaron dos finales, conquistando el título en la Temporada 2018-19 y han sido asiduos participantes en postemporada.

Asimismo, habrá que dejar constancia de lo que ha significado para la entidad el impulso que el exgobernador Sandoval Díaz dio para el regreso del rey de los deportes y que tiene que ver con la derrama económica que ha representado el éxito del equipo Charros que al paso de los años se ha consolidado con su famosa charromanía generando una gran afición y que además del éxito deportivo ha logrado encajar socialmente en la comunidad al grado tal que la afluencia de público en el estadio casi se equipara, durante los cuatro meses en que se desahoga, con el número de aficionados que acuden al estadio Akron de las Chivas en la Liga de fútbol profesional mexicana. 

También es de resaltar el beneficio económico que ha significado la presencia de público proveniente de otros lugares al utilizar hotelería y servicios gastronómicos, así como las mejoras que se han realizado en el entorno habitacional del propio estadio, y mayormente importante el fomento al deporte en general y al béisbol particularmente entre jóvenes y niños, impulsando las academias del Rey de los deportes. 

Luego entonces, la gran afición mexicana, especialmente la del Pacífico-Norte, y nuestra entidad le deben un gran reconocimiento a ese indudable promotor deportivo que fue Aristóteles, ya que no obstante -y siempre lo dijo así-, su gran pasión fue el fútbol.

Debe haber gratitud para la encomiable actividad que en apoyo al fomento del béisbol generó Jorge Aristoteles Sandoval, razón por la cual,  será propicio que en el momento más oportuno, una vez que amaine la problemática provocada por la pandemia, el béisbol jalisciense le rinda un merecido homenaje y que en ese marco vuelvan con mayor fuerza a las actividades de fomento deportivo (béisbol) especialmente dirigidas a los niños y jóvenes pero también darle espacio y respaldo a muchos veteranos.

Ideal sería además, que el equipo también a manera de homenaje mejore su juego y alcance una regularidad que le permita convertirse una vez más en un firme aspirante al título. 

Y ya por último, valdría preguntarnos si su decidido apoyo para el regreso de la franquicia beisbolera a Jalisco, su convencimiento para dar a los aficionados esa alegría, su interés por fomentar y promover el béisbol entre niños y jóvenes, su disposición para transformar el estadio de atletismo y entregarle una casa a los Charros, ¿no merece que como tributo y agradecimiento se le llame al coloso -que no tiene nombre- “Estadio Jorge Aristóteles Sandoval Díaz”?. Ojalá se tome en cuenta esta propuesta como merecido homenaje a tan fundamental impulsor del béisbol. 

E-mail: opinión.salcosga@hotmail.com

Twitter: @salvadorcosio1

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Charros en ascenso: Pitcheo y racha ganadora

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Deporte Rey, por Gabriel Ibarra Bourjac //

A mitad de la temporada 2025 de la Liga Mexicana de Béisbol (LMB), con 47 de los 90 juegos del rol regular disputados hasta el sábado 14 de junio, los Charros de Jalisco han encendido las alarmas con una racha ganadora que los reposiciona en la Zona Norte.

Tras vencer en siete de sus últimos ocho encuentros, incluyendo seis triunfos consecutivos, el equipo jalisciense muestra señales de recuperación tras un bache que amenazó con descarrilar su campaña. ¿Qué impulsa este resurgimiento y qué perspectivas tienen los Caporales en la pelea por los playoffs? Para responder, consulté a dos figuras clave: Luis Alberto González, director general, y Juan Carlos González Iñigo, asesor del equipo.

El pitcheo, que representa al menos el 70% del éxito en el béisbol, ha sido el talón de Aquiles no solo de los Charros, sino de varios equipos de la LMB. La salida del abridor estelar Bryce Conley, fichado por los Nacionales de Washington tras un arranque dominante, dejó un hueco en la rotación. “Su partida nos obligó a improvisar, aunque lo anticipábamos”, reconoce Luis Alberto González.

Los abridores iniciales, tanto mexicanos como extranjeros, no rindieron como se esperaba, forzando ajustes en el bullpen. En las últimas tres semanas, Charros reforzó su cuerpo de relevistas con incorporaciones como Henry Mejía, José Fernández y Alex Bustamante, despidiendo a pitchers como Vidal Nuño, Jonathan Aro y Esteban Haro. “Ahora tenemos un bullen más confiable, clave en una liga donde un juego puede requerir hasta diez relevistas”, subraya González.

Juan Carlos González Iñigo, por su parte, destaca el potente bateo del equipo, pero coincide en que el pitcheo es la preocupación central. “La pelota está más viva y volátil esta temporada, y la altitud de estadios como el Panamericano en Guadalajara, Aguascalientes o Querétaro amplifica los batazos”, explica.

La rotación sufrió tras la salida de Conley, y pitchers como el cubano Elian Leyva y Jeremy Rhoades fueron dados de baja por bajo rendimiento, sustituidos por Pavel Hernández y Dovydas Neverauskas. Sin embargo, los mexicanos Eduardo Vera, Luis Payán y el puertorriqueño Dereck Rodríguez han mostrado mayor adaptación a las condiciones del Panamericano. “Los pitchers mexicanos se adecúan mejor por su experiencia en estas alturas”, afirma González Iñigo, citando al ex ganador del Cy Young norteamericano Trevor Bauer como ejemplo de versatilidad e inteligencia, una cualidad escasa pero vital.

La esperanza también recae en el regreso de Luis Iván Rodríguez, esperado tras el Juego de Estrellas en julio, para fortalecer la rotación junto a Vera y Payán. “Con un cuerpo de diez relevistas sólidos y abridores consistentes, somos más competitivos”, asegura Luis Alberto González. Esta reestructuración llega en un momento crucial, pues la LMB es una liga impredecible donde las rachas no garantizan el éxito en playoffs.

Hace apenas unas semanas, los Charros parecían hundirse luego de tres series perdedoras, pero su reciente racha los coloca a 4.5 juegos del líder en la Zona Norte, donde Tecolotes, Algodoneros, Sultanes, Toros y Acereros libran una cerrada batalla por la supremacía, con solo 3.5 juegos de diferencia entre el primero y el cuarto.

La clave para los Charros será mantener la consistencia en el montículo y capitalizar su bateo explosivo, que ha sido un pilar en esta campaña. Los ajustes a mitad de temporada, aunque arriesgados, parecen rendir frutos, posicionando al equipo no solo para asegurar un boleto a los playoffs, sino para competir de tú a tú con potencias como Sultanes, Toros o Acereros, que combinan experiencia y profundidad en sus rosters.

Si el bullpen sigue consolidándose y los abridores mexicanos mantienen su nivel, los Caporales podrían escalar hasta la cima de la Zona Norte antes del cierre del rol regular. Por ahora, la racha ganadora en el Panamericano, frente a rivales como Leones de Yucatán, es una señal alentadora de que los Charros están encontrando su ritmo justo a tiempo.

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La hazaña para la historia de Ronnie Camacho: 27 jonrones hace 62 años en la Liga del Pacífico

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Por Gabriel Ibarra Bourjac //

El sol se alzaba implacable sobre Empalme, Sonora, aquel febrero de 1963, tiñendo de dorado las calles polvorientas que conducían al estadio de los Rieleros. Ronaldo “Ronnie” Camacho, el “roperón de Empalme”, caminaba hacia el diamante con el peso de su pueblo sobre los hombros.

En su mirada se mezclaban la determinación y el nerviosismo: sabía que la penúltima serie del rol regular en la Liga Mexicana del Pacífico sería su prueba de fuego.

Los Naranjeros de Hermosillo, líderes de la liga, llegaban a retarlo, y con ellos, dos titanes del bateo, Héctor Espino, el “Supermán de Chihuahua”, y Saúl Villegas. Ronnie cargaba 24 jonrones; Espino y Villegas, empatados con 23, acechaban su corona. El aire vibraba con la expectativa de 15 mil fanáticos que abarrotaban las gradas, ansiosos por presenciar una batalla que pasaría a la historia.

Desde el primer juego, el estadio se convirtió en un caldero de emociones. Ronnie, con su bat al hombro, sentía cada mirada mientras se paraba en la caja de bateo. El pitcher de los Naranjeros lanzó una recta alta, y el sonido del impacto resonó como un trueno: jonrón 25. La multitud estalló en un rugido que hizo temblar las gradas de madera.

Al día siguiente, en el segundo juego, otro cuadrangular surcó el cielo, el 26, y la afición ya soñaba con la gloria. Pero fue en el cuarto y último juego de la serie cuando Ronnie selló su leyenda. Con un swing poderoso, la bola voló más allá de las bardas, marcando su jonrón 27. El récord estaba hecho, y Empalme se rindió a sus pies. Ese récord, implantado hace 61 años, sigue intacto, solo igualado por Bob Darwin en 1971-1972 con Hermosillo.

El sonido que nunca se olvida

Días atrás, sentado frente a mí en una tarde cálida de junio de 2025, le pregunté a Ronnie cuál de esos jonrones había gozado más. Sus ojos, cargados de nostalgia, se iluminaron mientras respondía: “Nada es más hermoso que escuchar el sonido del impacto del bat con la bola y verla viajar arriba de las bardas”. Su voz temblaba al recordar aquel invierno del 63, cuando en su tierra natal, con los Rieleros, superó a Espino y Villegas para conquistar la corona de jonrones. “Fue una emoción inmensa”, añadió, “sentir que no le fallé a mi gente”.

Ronnie, junto a Espino, fue uno de los bateadores más temidos de México, un bombardero que acumuló 457 jonrones en su carrera: 317 en la Liga Mexicana de Béisbol (LMB) y 140 en la del Pacífico, un poder que aún resuena en la memoria colectiva.

Una vida dedicada al diamante

Ronnie Camacho nació el 26 de octubre de 1935 en Empalme, un pueblo ferroviario de Sonora donde el béisbol era más que un deporte: era un rito. A los 17 años, en 1953, debutó con Fresno en la Liga de California, sucursal de los Cardenales de San Luis, siendo el más joven del equipo. En 1958, ya con los Rieleros, ganó la triple corona de bateo en la Liga Invernal de Sonora, preludio de lo que sería su gloriosa carrera.

Durante más de 20 años y 2,200 juegos, Ronnie brilló en México y Estados Unidos, jugando para equipos como Águilas de Mexicali, Tecolotes de Nuevo Laredo y Pericos de Puebla, hasta su retiro en 1975 con Aguascalientes. En 1983, su nombre ingresó al Salón de la Fama del Béisbol Profesional de México, un reconocimiento a su legado inmortal.

Un homenaje que une pasiones

El eco de sus hazañas llegó hasta Guadalajara, donde tuve el privilegio de rendirle homenaje en el Palacio Municipal, durante el último año de la administración de Enrique Alfaro, con Enrique Ibarra como alcalde interino.

Como relató Diego Morales Heredia en Conciencia Pública, destaqué a Ronnie como un ícono mexicano, un ejemplo de profesionalismo y entrega que inspira a la juventud. “Cuando hay talento, pasión y vocación, se puede lograr”, dije, emocionado, mientras recordaba mis inicios en el periodismo, nacidos de mi amor por el béisbol.

Rodeado de la peña beisbolera más apasionada del occidente, con 150 miembros, celebramos a este sonorense que encarna la grandeza del rey de los deportes. Su récord de 27 jonrones en la Liga del Pacífico, y los 39 en la LMB, lo convierten en el protagonista de las mayores proezas cuadrangulares del béisbol mexicano, un legado que sigue motivando a generaciones.

Un faro para los nuevos peloteros

Ronnie Camacho no es solo un nombre en los libros de récords; es un faro para las nuevas generaciones de peloteros que sueñan con el éxito. Su historia enseña que el talento, forjado con disciplina y amor por el juego, puede romper barreras y conquistar hazañas eternas.

En cada swing de un joven bateador, en cada grito de la afición, resuena el eco de aquellos 27 jonrones de 1963, un recordatorio de que, con pasión y entrega, el diamante siempre recompensa a quienes lo honran. Ronnie, el “roperón de Empalme”, sigue siendo la chispa que inspira a los futuros campeones del béisbol mexicano.

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Julio Urías y el sueño guinda: ¿Un regreso triunfal a Tomateros?

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Deporte Rey, por Gabriel Ibarra Bourjac //

¿Es posible que en octubre veamos a Julio Urías, el talentoso pitcher mexicano, lanzar con los Tomateros de Culiacán en la Liga Arco Mexicana del Pacífico? ¿O es solo un anhelo de los aficionados que soñamos con ver al monticulista sinaloense retomar su carrera tras la sanción impuesta por la MLB, que concluirá el 17 de julio de 2025, después del Juego de Estrellas?

La afición guinda, reconocida como una de las más apasionadas de México, vibraría con el regreso de su hijo pródigo al montículo. Urías podría encabezar un roster estelar junto a ex grandes ligas como el relevista Víctor González y el poderoso Joey Meneses, formando un equipo competitivo que elevaría el espectáculo de la Liga Arco y atraería a más aficionados al estadio.

A sus 28 años, Julio Urías sigue siendo un talento excepcional. Su recta, que supera las 97 millas por hora, y su variado repertorio de pitcheos lo consolidaron como una pieza clave en la Serie Mundial de 2020 con los Dodgers de Los Ángeles. Sin embargo, su carrera se vio opacada por un caso de violencia doméstica que derivó en cinco cargos menores en Los Ángeles. Aunque la Fiscalía del Condado no presentó cargos graves, Urías se declaró no culpable a uno de los delitos, mientras que los otros cuatro fueron desestimados tras aceptar un programa de tratamiento de un año.

La MLB, tras su investigación, determinó que Urías violó la Política Conjunta de Violencia Doméstica, Agresión Sexual y Abuso Infantil, imponiéndole una suspensión que finalizará a mitad de la temporada 2025. Aunque esto le permitirá recuperar su elegibilidad, el estigma y el «pacto no escrito» entre los dueños de equipos de Grandes Ligas podrían complicar su retorno al béisbol estadounidense.

Aquí es donde surge la posibilidad de verlo en la Liga Arco con los Tomateros, el equipo de sus amores desde niño. Vestir el uniforme guinda en Culiacán, su ciudad natal, sería más que un regreso al béisbol: sería una oportunidad para reconectar con sus raíces, donde brilló en categorías infantiles y juveniles antes de ser firmado por los Dodgers a los 16 años.

La afición culichi, conocida por su lealtad, recibiría a Urías con los brazos abiertos, ofreciéndole el apoyo que necesita tras los momentos difíciles. Este retorno cumpliría un sueño que el propio pitcher expresó en 2021: jugar con el equipo de su tierra. Más allá de lo deportivo, sería un capítulo de redención personal, un mensaje de que los errores no definen el futuro de un talento generacional.

Si Urías demuestra un cambio genuino y compromiso, su incorporación a los Tomateros no solo revitalizaría su carrera, sino que también inspiraría a peloteros y aficionados, mostrando que la perseverancia puede superar los tropiezos. Su llegada sería un hito para la Liga Arco, un impulso para el béisbol mexicano y una narrativa de superación que combina datos, pasión y emoción.

Aunque no hay certeza de que Urías juegue con los Tomateros, la posibilidad existe. Todo dependerá de si un equipo de MLB lo contrata tras el fin de su sanción o si decide regresar a casa para escribir un nuevo capítulo en su historia. La pelota está en el aire, y los aficionados guindas ya sueñan con verla cruzar el plato.

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