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OPINIÓN

Guadalajara cumplió 478 años, ¿y ahora qué?

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Opinión, por Daniel Emilio Pacheco //

La ciudad de Guadalajara llega a su cumpleaños número 478, en comparación con su hermana europea, es una adolescente destrampada sin control que ha caído en excesos.

La violencia es ahora lo que empieza a destacar por encima de lo que fue anteriormente su vocación comercial, pues precisamente, ese sector económico fue uno de los más afectados en 2019, hubo 5,771 robos a negocio que se registraron en el municipio de Guadalajara, según el Semáforo delictivo. Los asaltos en tiendas, farmacias y restaurantes se han vuelto de lo más común.

En las zonas comerciales fue donde principalmente se dieron los robos de vehículo, un total de 7,992 automóviles robados en 2019. Aquí solo se considera el robo total del automotor, el robo de piezas se puede triplicar.

Los robos a casa habitación fueron 1,577 a lo largo de 2019, y aunque parecieran pocos comparados con las cifras anteriores, son afectaciones directas a familias que deciden alterar la fisonomía de sus hogares, portones, rejas, alambre de púas que forre ventanas y puertas, todo con tal de evitar ser robado a domicilio.

Sin embargo, lo que más ha afectado al tapatío es la violencia en las calles y eso se ve reflejado en la Encuesta Nacional de Seguridad Pública (ENSU) del INEGI; donde el 82.3 de los habitantes de Guadalajara dijeron sentirse inseguros en su ciudad.

Las muertes violentas que se dieron en Guadalajara a lo largo de 2019, muestran una ciudad sin control, las ejecuciones se dieron a plena luz del día, en comercios, afuera de una tienda, mientras la víctima iba en su automóvil, o cuando abría la puerta de su domicilio, pero también, los tapatíos tuvieron que acostumbrarse a los cuerpos de personas levantadas que aparecían muertas en plena vía pública.

Según la estadística del Instituto Jalisciense de Ciencias Forenses, en Guadalajara durante 2019, hubo 415 muertes por arma de fuego, 33 muertes por estrangulación, 51 muertes a golpes, 46 muertes por arma punzocortante, 210 personas aún se investiga de qué murieron y 91 muertes ya se sabe de qué murieron, pero la causa no se encuentra en las opciones de las estadísticas.

Por si fuera poco, los excesos financieros de nuestros gobernantes, específicamente, los créditos contratados por Aristóteles Sandoval cuando era presidente municipal, nos tienen endeudados.

El crédito que se contrató en 2010 con BBVA Bancomer por $1,580,701,760.00 pesos, se terminará de pagar hasta el 31 de marzo de 2028.

En 2010 también se contrató un crédito con Banorte por $1,100,000,000.00 pesos, el último abonito lo daremos en enero de 2031.

Con HSBC se tiene un préstamo a corto plazo por $241’000,000.00 pesos, contratado en 2018.

Así pues, en este aniversario de Guadalajara llegamos gastados, robados, violentados y lo peor, sin un proyecto claro de ciudad que nos permita ver para donde vamos; más allá de las ciclovías que cada administración rehace sin justificar su existencia en arterias principales, o el proyecto claro de edificar torres de vivienda enormes en zonas con alcantarillado limitado y vías de comunicación saturadas.

Guadalajara ya llegó a los 478 años de existencia, el reto ahora es tener un proyecto de ciudad y erradicar la delincuencia; Ismael del Toro es el actual presidente municipal y tiene solo el 6.05 de aprobación en su gestión en una escala de 10, según la encuesta más reciente de Alternativa Consultores y ha gastado menos de la mitad de su periodo, ¿Le alcanzará para hacer algo?

Twitter: @depachecos

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1 Comment

1 Comments

  1. Margarita Lara Gómez

    18 de febrero de 2020 at 06:46

    Ismael del Toro un Presidente Municipal a modo, detrás de Enrique Alfaro, más con pena que con gloria; así terminará su gestión, sin nada que aplaudirle. En Guadalajara ni parece que haya presidente municipal.

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MUNDO

El movimiento separatista texano: ¿Por qué una guerra civil en EEUU?

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Actualidad, por Por Alberto Gómez R. //

Durante la sangrienta Guerra Civil (1861-1865), Texas formó parte de los estados esclavistas del sur que se enfrentaron con los estados del norte por su independencia.

Joshua Blank, director de investigación del Texas Politics Project en la Universidad de Texas, en Austin, explica que el movimiento secesionista siempre ha existido, pero sigue siendo “marginal”.

Un sondeo del Texas Politics Project de febrero (2024) muestra que el 26% de sus encuestados se siente primero texano y luego “estadounidense”, frente al 27% que creía lo mismo en 2014. “Nada ha cambiado y tampoco significa que ese 26% quiera divorciarse de Estados Unidos”, dice Blank. (swissinfo.ch)

Sin embargo, los movimientos separatistas se fortalecen y se multiplica el sentimiento en contra del actual gobierno federal y sus políticas internas y externas.

El representante estatal Bryan Slaton presentó un proyecto de ley (HB 3596) en marzo de 2023, que finalmente no salió adelante. La propuesta, denominada como “Ley del Referéndum de Independencia”, de haber sido aprobada, habría convocado a un referéndum estatal sobre la secesión de Texas de Estados Unidos.

La legislación propuesta buscaba permitir que los ciudadanos texanos expresaran su opinión a través de un referéndum sobre si el estado debería separarse de la unión. Sin embargo, la propuesta no logró avanzar más allá del comité, lo que significa que nunca llegó a ser discutida y votada en el pleno de la legislatura estatal.

Hace más de 200 años que ocurrió lo que ahora los historiadores han bautizado como “Independencia de Texas” o “Revolución de Texas”. Fue entre 1835 y 1836 y, en ese entonces, Texas se independizó de México, que era el país que tenía el poder sobre este territorio.

La guerra que ocurrió entre Estados Unidos y México, en parte, fue porque México no quería que Texas fuera parte de Estados Unidos, además de la frontera entre río Grande de Texas y México. También hubo otras causas, como que EEUU quería expandir y acoger a California, pero parte de la razón fue ese asunto de la frontera entre Texas y México.

Una década después, en 1846, el estado fue anexado a Estados Unidos bajo la aprobación del presidente James Polk. En 1845, (Texas) aplicó para ser parte de la Unión de Estados Unidos y el Senado y el Congreso aceptaron a Texas para que fuera parte de la Unión. (vozdeamerica.com)

La actual situación política, social y económica de los Estados Unidos está plagada de inconformidades y odio sobre factores internos en la nación: su gobierno, los inmigrantes -legales o no- el costo de la vida, las desigualdades sociales, la interacción racial, las ideologías políticas que se han polarizado y convertido en extremas, el clasismo, el supremacismo blanco, la falta de acceso a servicios de salud universales, los altos niveles de drogadicción -sobre todo de drogas sintéticas como el fentanilo- la destrucción del tejido social, la pérdida de valores,… y un largo etcétera.

Este sentir ya se ha generalizado, tanto así que el 61% de los estadounidenses está convencido de que Estados Unidos se encamina hacia una nueva guerra civil, según los resultados de una encuesta realizada por el semanario The Washington Examiner en octubre del 2020, y ese porcentaje se ha incrementado a la fecha.

Lo que comenzó con una sola pregunta de un votante sobre los orígenes de la Guerra Civil se ha transformado en un amplio enfrentamiento político en torno a un acontecimiento monumental en la historia estadounidense, convirtiendo a la Guerra Civil en un componente importante de una elección presidencial por primera vez en la historia reciente y exponiendo nuevas divisiones sobre raza, historia y progreso.

Los republicanos argumentan que el país ha ido mucho más allá de sus pecados anteriores y no se beneficia si la gente recuerda los peores componentes que ocasionaron la Guerra Civil, y le restan importancia. Los demócratas, por el contrario, ven ese vínculo entre la historia del racismo y la su actual realidad.

«La Guerra Civil nunca abandonó realmente la política estadounidense; simplemente parece haber estallado en este momento», dijo Tim Galsworthy, historiador de la Universidad Bishop Grosseteste que está escribiendo un libro sobre el Partido Republicano y los recuerdos de la Guerra Civil. «Cuando Estados Unidos está dividido, la Guerra Civil se convierte en ese gran punto de referencia, porque es el momento máximo de división».

El tema es especialmente volátil ahora, cuando la cuestión de la insurrección vuelve a estar en el centro de atención por primera vez en 160 años. Algunos de los adversarios del expresidente Donald Trump buscan descalificarlo por intentar anular las elecciones de 2020, mientras que sus partidarios restan importancia a la gravedad del asalto del 6 de enero de 2021 al Capitolio de Estados Unidos, retratándolo como una batalla heroica contra la injusticia.

Las imágenes del ataque del 6 de enero y de una manifestación de supremacistas blancos de 2017 en Charlottesville (ambos han ocupado un lugar destacado en las campañas presidenciales de Biden) proporcionan ecos explícitos de la Guerra Civil. La manifestación de Charlottesville estalló por los planes de la ciudad de retirar una estatua del general confederado Robert E. Lee, mientras que la insurrección del 6 de enero incluyó una bandera confederada blandida a través del Capitolio por un alborotador. (washingtonpost.com)

La representante Marjorie Taylor Greene, republicana de Georgia, quiere un “divorcio nacional”. En su opinión, otra Guerra Civil es inevitable a menos que los estados rojos y azules formen países separados.

Tiene mucho eco en la derecha, donde muchos otros (el 52% de los votantes de Trump, el propio Donald Trump y destacados republicanos de Texas) han respaldado diversas formas de secesión en los últimos años. Aproximadamente el 40% de los votantes de Biden también han fantaseado con un divorcio nacional. Algunos en la izquierda instan a una ruptura interna para “que esta nación, bajo la guía de Dios, vea renacer la libertad, y que el gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo no desaparezca de la faz de la tierra”, como dijo Abraham Lincoln en su histórico discurso de Gettysburg (noviembre de 1863).

La Guerra Civil estadounidense fue un trauma nacional precipitado por la secesión de 11 estados del sur por la esclavitud. Por lo tanto, es comprensible que muchos expertos y comentaristas opinen sobre la legalidad, la viabilidad y la sabiduría de la secesión cuando otros claman por el divorcio.

Pero todo este discurso de secesión pasa por alto un punto clave que toda pareja en problemas conoce. Así como hay maneras de retirarse de un matrimonio antes de cualquier divorcio formal, también hay maneras de salir de una nación antes de separarse oficialmente. (theconversation.com)

La división de Estados Unidos, tanto política como territorialmente hablando, es poco probable que se sucediera en un solo evento, más bien gradualmente, como ya está ocurriendo. Las señales son muy evidentes y se diseminan en mayor número de estados, sobre todo en los que, ya sea por diferencias políticas, económicas, raciales o ideológicas, se han vuelto un caldo de cultivo para los movimientos secesionistas.

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OPINIÓN

La importancia de los switchers

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Opinión, por Miguel Ángel Anaya Martínez //

Conforme se acerca la jornada electoral, es normal que una de las estrategias de los partidos políticos sea presentar encuestas donde van liderando las preferencias electorales. Es normal también, que algunas casas encuestadoras presenten ejercicios tendenciosos, realmente son pocas las encuestadoras que publican resultados de trabajos serios, con profundidad y a pesar de ello, éstas también pueden presentar encuestas con márgenes de error importantes.

Las empresas, por lo general, dividen a los encuestados en los siguientes segmentos: los electores que de forma segura votarán por un partido político; son llamados “voto duro”. Segundo, los que votarán en contra del partido del gobierno actual; este tipo de voto es llamado opositor. Tercero, los votantes que están indecisos. Cuarto, los electores switchers o cambiantes, que optan por modificar la orientación de su voto, ya sea producto de las campañas electorales o alguna otra circunstancia. Finalmente, se encuentran los abstencionistas quienes no acuden a votar.

Para un candidato o partido político es fácil saber en que segmento centrarse. El voto duro es importante mantenerlo, sin embargo, únicamente con los votantes seguros no se gana una elección, hay que ir sobre todo, por los denominados switchers.

Cuando una persona contesta una encuesta y afirma estar indecisa sobre por quién votar o incluso duda si acudirá a las urnas, por lo general ya tiene una idea de lo que hará, pero prefiere no compartirla, ya sea por mantener privacidad, porque no le gusta contestar la encuesta o porque ve alguna tendencia del encuestador que va en contra de sus afinidades.

A través de los años el votante switcher se ha multiplicado y se ha vuelto la parte central de las campañas electorales. Hace unas décadas en México solo había de dos sopas: El PRI o el PAN. Cada uno representaba una serie de valores entendidos y la gran mayoría de los votantes, sufragaba pensando en la marca partidista antes que en las personas.

Posteriormente, distintos partidos fueron apareciendo en la boleta. A finales de los ochenta el PRD se presentó de forma fuerte y casi se lleva la elección presidencial, también en la década de los ochenta surgió el Partido Verde. A principios de los noventa se fundó el Partido del Trabajo y a finales de esa década apareció Convergencia que hoy es Movimiento Ciudadano. A ellos les agregamos algunos partidos políticos locales que han pasado a través del tiempo.

Los partidos políticos, en busca de la rentabilidad electoral, se aliaron entre ellos y perdieron identidad. Por dar un ejemplo el Partido Verde empezó como independiente, pero en los últimos años ha sido aliado del PAN, del PRI, del PRD y actualmente lo es de Morena. El PRI y el PAN que eran antagónicos hoy son aliados electorales.

Todo lo anterior llevó a que los diferentes partidos sonarán a lo mismo y fue entonces que los votantes se enfocaron en las personas que aparecen en la boleta por encima de las marcas partidistas; de esta manera los votantes switchers, aumentaron de manera significativa. Es por eso, que salvo Morena que tiene un segmento de ciudadanos afines que vota al partido sin importar los candidatos, el resto de los institutos políticos tiene un voto duro muy pobre.

Habrá quien considere que los switchers son prácticamente un mito, pero si volteamos a ver los procesos electorales de México y Jalisco, en las últimas tres elecciones, los candidatos a presidentes y gobernadores ganadores han provenido de partidos políticos distintos, es decir los votantes cambian de opinión constantemente. El voto duro ha servido de poco para mantener al partido en el poder.

Los bunkers de los equipos de campaña, al notar que, en muchas ocasiones, las marcas personales son más fuertes que las partidistas se han enfocado en emprender guerra sucia sobre las figuras de las y los candidatos, esperando denostarlos y que los votantes, cambiantes de opinión, eviten decantarse por cierta persona.

Faltan pocos días para la jornada electoral y seguramente, las descalificaciones, fake news y guerra sucia arreciarán y veremos un proceso turbio, esperemos que esto no desaliente la participación ciudadana.

Salgamos a votar desde el compromiso con nuestra nación, con conocimiento sobre las y los mejores candidatos. Que el humo del marketing electoral no nos nuble el juicio.

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NACIONALES

La política, la ética y el Estado

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Conciencia con texto, por José Carlos Legaspi Íñiguez //

Para millones de mexicanos la política, la ética y el Estado son elementos que, aunque conviven obligadamente, hace muchísimo que no tienen concordancia; que están desfasados entre sí y esto propicia el caos que vivimos actualmente en lo referente a nuestra integridad como nación.

Cuando hablamos de ética, vienen –irremediablemente- los conceptos del bien y del mal.

Y hablar del bien y del mal conlleva a los juicios obligados que determinan los valores de una sociedad, es decir la moral, que impera en los diferentes grupos humanos.

Pero la moral alude al acuerdo social de lo que es bueno, justo, deseable para un grupo de personas, pero…que puede diferir de lo que otro grupo u otra sociedad considera como tal.

Por ello en las distintas entidades de la República Mexicana se tienen conceptos diferentes sobre la actuación de los políticos en su ejercicio público.

¿Hay entonces moral de diseño para cada grupo social? Se pudiera decir que sí, porque en el plano colectivo son los usos, las costumbres, las tradiciones, la cultura, inclusive el género, los que pueden dar la orientación, el estilo o la forma en que esos grupos sociales consideran lo que es el bien y lo que es el mal en sus comunidades.

Esa es la moral pública. La que tienen todos pactada, sin necesidad de papeleo, simplemente porque “así es”. 

Los problemas surgen cuando los acontecimientos, conductas y comportamientos atentan en contra de esos acuerdos morales que existen en grupos sociales definidos. Quienes transgreden dichos acuerdos pueden ser señalados con índice de fuego, pueden ser penados socialmente o sufrir condenas creadas específicamente para “castigar” a quienes se han atrevido a violar dichos arreglos colectivos.

La moral, como otras situaciones, cambia de acuerdo a las circunstancias sociales. No es lo mismo hoy que hace 50 años. Por ejemplo, hace medio siglo se “castigaba” a las madres solteras incluso desde la autoridad, puesto que en las actas de nacimiento se clasificaba como “hijo natural” al niño cuyo padre no se hacía responsable o no daba su “nombre” por diversas situaciones morales.

Otro castigo social era para quienes no se casaban por lo civil o la Iglesia, puesto que se les negaban servicios religiosos o se les estigmatizaba por atentar contra las buenas costumbres que entonces imperaban. Hoy en día esas “conductas inmorales” carecen, en la mayoría de las sociedades, de exclusiones o sanciones sociales y oficiales.

La moral evolucionó. La moral cambió. Las sociedades evolucionaron, cambiaron y los acuerdos tácitos morales también mudaron de piel.

Algunos grupos sociales no reconocen ni dan validez a conceptos que predominan en las diferentes sociedades. La moral del norte de México, por ejemplo, dista bastante de la moral de las entidades del sureste o las del centro del país.

Algunos políticos parecen descarados cuando aceptan que sí robaron, “pero nomás poquito” y vuelven a pedir el voto y la confianza del electorado. Otros han sido incluso condenados por delitos, pero salen de la cárcel y vuelven a las andanzas políticas y a las inmoralidades.

El dicho famoso de que “en política la moral es un árbol que da moras” no es producto de la casualidad. Es consecuencia de la desfachatez, lo sinvergüenza y el cinismo que impera entre aquellas personas dedicadas a la política.

Sin embargo, la ética la política y el Estado no pueden estar sujetos a los vaivenes de la moral o a las veleidades morales.

La búsqueda del bien común es la finalidad de todas las sociedades; pero no será posible lograrlo con políticos rapaces, mentirosos, viles, falsos, acomodaticios, desleales, faltos de integridad personal, deshonestos, cínicos y sin compromisos sociales, de moral adaptada a su codicia, a sus ambiciones de grupo que los alejan de los valores fundamentales humanos.

Sobran los ejemplos de esta clase política que sólo actúa en función de un interés individual, de una conveniencia de partido o con sus cerradas miras ideológicas impuestas desde el poder que detentan. Sobran los ejemplos de esta clase política que dice una cosa y hace lo contrario; que se compromete a efectuar acciones benéficas y, con descaro, sin miramientos, destruye lo que beneficia a las mayorías, argumentando falsos preceptos de honradez, honestidad e integridad personal.

¿Cómo identificar a estos amorales, inmorales y políticos faltos de ética? Basta y sobra revisar sus palabras, sus discursos, sus diatribas y compararlos con sus actos de gobierno. Siempre salen perdiendo, aunque la percepción generalizada sea de connivencia.

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Tendencias

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