OPINIÓN
Jalisco no se saldrá del pacto fiscal: Un capricho llamado consulta
Con todo respeto, por Jorge Zul de la Cueva //
“Si un necio entiende, entonces las cosas son como son; pero si no lo entiende, entonces las cosas siguen siendo como son”, proverbio oriental.
En Jalisco este proverbio no lo conocen o no les interesa; aquí los magnicidios se resuelven aunque no estén resueltos; las alcancías ladronas de los camiones no son ladronas y el modelo es moderno aunque robe dinero; el agua sube de precio como si fuese un excelente servicio, a pesar de que hubo colonias que por meses no tuvieron una gota y es potable aunque sea color chocolate; no hay opacidad en materia de deuda, aunque no sepamos bien a bien en qué están gastando la mayor parte del dinero o con qué criterios y objetivos, ni hay irregularidades aunque de ahí se paguen facturas de bares. Aquí no ajusta el dinero para hacer un museo porque hacen falta hospitales, pero podemos tirarlo en hacer una consulta incomprensible y caprichosa.
Si quienes deciden tuvieran contacto con la realidad externa a su círculo de aplaudidores, si pudieran tomárselo con calma y analizar sin vanas pasiones el acto de gobernar, no impulsarían a sangre y fuego una consulta incomprensible que lo único que tiene que ver con el Pacto Fiscal es el nombre.
Lo preocupante, ni siquiera es que el objetivo sea claramente recuperar un poco de notoriedad nacional para que Alfaro siga jugando al candidato a la presidencia de México, aunque en todas las encuestas de medición de gobernadores va en caída libre. El problema estriba en que a pesar de que resulta evidente que no va a funcionar y que esto ya no prendió en la población, no pongan dique a su necedad y se sostengan en un capricho que sólo tiene costos y no atrae beneficios.
En resumen, lo malo no es que estén en un agujero, sino que se nieguen a dejar de cavar. Cito a Churchill “Quien no es capaz de cambiar de opinión, no es capaz de cambiar nada”.
El chasquido del látigo que ha caído sobre la espalda de los burócratas, los maestros y la nómina en general, ha sido burdo y grosero. Mi correo está saturado de conocidos y desconocidos que se quejan de varias situaciones incómodas. Las filtraciones en sí mismas demuestran descontentos importantes aunque no queramos darles peso o razón. Mucha gente está harta y esto va empezando.
Lo que señalan los que se sienten agraviados no es nada nuevo: Que si les piden una lista de 20 personas para ir a votar, que si los regañan porque no se está hablando lo suficiente del tema en redes, que si los obligan a asistir a cursos. Cosas que parecen sacadas del manual de acarreo gubernamental desesperado que suele verse en el partido en el poder durante las elecciones con una diferencia notable: este no es periodo electoral y están haciendo que mucha gente los odie para lograr NADA. En elecciones, si el partido gana, medio se desinfla el enojo por que sigue un periodo de paz, en el que quienes sufrieron estas medidas tienen garantizado de nuevo su trabajo por tres años y sienten que algo ganaron. Esto no va a pasar aquí.
Porque ganada o perdida la votación, la dichosa consulta está condenada al fracaso. ¿Qué va a pasar? Van a salir algunas notas, van a seguir con su cantaleta y si la cosa va muy bien el gobernador Enrique Alfaro va a salir en algunas entrevistas, presumiendo que le tomó la palabra a López Obrador y que Jalisco se defiende mientras nos hundimos en un caos de fosas, desaparecidos y homicidios resueltos por decreto. Lo que no va a pasar es que nos salgamos del Pacto Fiscal y si insisten y llevan el tema al Congreso del Estado y hacen mesas de discusión, van a convertir la indiferencia de la mayoría en hartazgo, en burla, en pena ajena.
Por ahora, la población, seguirá sintiendo cósmica indiferencia en torno al tema y los burócratas rencor por la excesiva presión a la que han sido sometidos. Vendrá la Navidad y el saldo será negativo.
Me parece que Margarita Sierra, encerrada en su burbuja, recuerda las viejas glorias de la Ratificación de Mandato en Tlajomulco que fue, en su momento, un ejercicio novedoso y simpático que generó la promesa de un gobernador que se sometería al mismo. “El pueblo pone, el pueblo quita”, decían y lo convirtieron en política pública hasta que dejó de serles conveniente. ¿En qué momento creyeron que podían sustituirlo como si nada, con un costoso e intrascendente cuestionario en el que lo único que queda evidenciado, de manera abrumadora, es el desinterés de la mayoría, el acarreo de los que no les queda de otra y la terquedad a prueba fuego de quienes la impulsan?
Hoy el cada vez más reducido coro de porristas aplaude, con una mano, la apertura democrática de su consulta y con la otra critica el ejercicio de Revocación de AMLO. La diferencia, es que si Alfaro hubiese hecho un ejercicio de revocación, algo real se estaría jugando, cumpliría una promesa de campaña y ahí estaríamos votando.
La consulta y sus objetivos avanzan en curso de colisión con la obcecada realidad que nada más no cede a los caprichos.
