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OPINIÓN

La aprobación del matrimonio igualitario: La LXIII Legislatura y la cámara de los secretos

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A título personal, por Armando Morquecho Camacho //

Durante la madrugada del jueves de la semana pasada, tuvo lugar una jornada con mucha actividad y también mucho debate en el Congreso del Estado, esto debido a que ese día se pusieron sobre la mesa de discusión algunos temas pendientes en materia de derechos e igualdad que son: la aprobación del matrimonio igualitario y la sanción de las ECOSIG, mejor conocidas como terapias de conversión.

Respecto a estos temas, cabe señalar que su respectiva aprobación y tipificación marca un momento histórico en nuestro estado en cuanto al compromiso y obligación de nuestros legisladores de trabajar por garantizar derechos y libertades a todos los grupos que conforman nuestra sociedad.

Sin embargo, lo que llama la atención de este debate que tuvo lugar en el Congreso del Estado, es que éste no se centró en ningún momento en los temas a tratar, sino que se centró sobre la forma en la que la votación de estos dos temas se llevaría a cabo.

Y es que los legisladores, a propuesta de la diputada Susana de la Rosa, acordaron que la votación de estas iniciativas fuera por cédula, lo cual, según palabras de la diputada de Futuro, fue con el objetivo de obtener los votos para que fueran aprobadas, estrategia que aunque fue muy cuestionada, tuvo éxito.

Este evento me recuerda un poco a la escena final de la película Vicepresidente: Más allá del poder, de Adam McKay, película que trata del vicepresidente de George W. Bush, Dick Cheney, quien gozó de un poder ilimitado durante esa administración.

En esta escena Dick Cheney, interpretado por Christian Bale, le dice a una reportera que le cuestionó por la guerra de Iraq, que él puede sentir la recriminación y los juicios de la sociedad por sus decisiones, pero realmente no le importan, ya que si alguien busca ser querido, entonces debe dedicarse al cine y no a la política, esto debido a que una vez que se llega a un cargo de representación, es necesario entender que el mundo es como te lo encuentras y debes aprender a lidiar con esa realidad, por ello, nunca pediría perdón por sus decisiones, ni mucho menos, pediría perdón por hacer lo que era su obligación.

Pero no me mal entiendan, el objetivo de esta columna no se trata de cuestionar o bien, criticar a la diputada de dicho partido, al final del día, ella tenía una meta y tomó las decisiones que consideró pertinentes para poder alcanzar un objetivo que ningún diputado había alcanzado, lo cual para mí, es muy respetable, sobre todo cuando se trata de un representante popular, y justamente por eso, traigo a colación este dato cinéfilo que me pareció ad hoc para esta situación. 

Al contrario, el objetivo de la columna de esta semana es para cuestionar a aquellos ‘’representantes’’ que optaron por el anonimato para atender un tema de esta naturaleza, ya que pareciera que un gran número de diputados parecen no entender del todo las implicaciones que tiene su trabajo, ya que continúan reacios en aceptar el costo social y político de sus decisiones. 

En virtud de lo anterior, debemos de ser muy puntuales a la hora de cuestionar este evento, y en ese tenor resulta necesario señalar, que independientemente de su postura respecto a estos tema, ya sea a favor o en contra, como representantes de la voz popular tienen una obligación de transparencia con la ciudadanía.

Ahora bien, esta obligación de nuestros representantes de informar el sentido de sus votos en este tema en particular cobra  más fuerza y sentido cuando tomamos en cuenta que anteriormente, la Suprema Corte de Justicia de la Nación, determinó la validez y constitucionalidad del matrimonio igualitario, dicho esto, creo que vale la pena preguntarnos: ¿por qué ocultar algo que jurídicamente era su obligación aprobar?

Aunado a lo anterior, surgen en mi una serie de preguntas que valdría la pena que no solo nosotros, sino también nuestros representes se formularan: ¿Qué clase de democracia es aquella en la que los representantes de la sociedad optan por el anonimato en decisiones públicas? ¿Cómo se puede incentivar una cultura de transparencia y acceso a la información cuando son nuestros representantes los primeros en ir en contra de estos elementos tan importantes en una democracia representativa?

Además, creo que si existe un espacio para desarrollar un debate de altura para confrontar posturas y buscar posteriormente una conciliación de las mismas para así aterrizar en una decisión verdaderamente consensuada, este es justamente el Congreso, el Palacio Legislativo, el ágora de la democracia moderna, que en esta ocasión fue un palacio cuyo brillo fue opacado por el miedo a rendir cuentas.

La democracia representativa, la transparencia y la participación ciudadana son probablemente las herramientas más valiosas que tenemos a nuestro alcance para transformar nuestra realidad social, pero desgraciadamente algunas de las instituciones en las que depositamos democraticamente nuestra confianza y cuya función es fortalecer estos principios, hoy carecen de legitimidad.

Por tal razón, valdría tener claro que tal y como lo determinó la SCJN,  los procesos de formación de leyes consisten en elevar la confianza en los representantes, para así favorecer el cumplimiento y aceptación de la legislación y por consiguiente, cuando la actividad legislativa, se desarrolla sin transparencia, el legislativo deja de cumplir con su obligación de representar pues pierde esa importantísima conexión que debe de existir entre el estado y la sociedad. 

La semana pasada expresé mi opinión sobre la importancia de empezar a construir, mediante la participación ciudadana una verdadera democracia representativa en la que cada expresión de la ciudadanía encuentre un eco a sus necesidades y aflicciones en los representantes.

En México aún queda un camino muy largo que recorrer, y es evidente que no solamente se requiere incentivar al ciudadano a tomar cartas en los asuntos públicos, también hace falta voluntad política de parte de quienes nos representan para conducirse con transparencia en aras de brindar certeza a la ciudadanía respecto de las decisiones que toma en su representación.

Si la ruta no cambia, y mientras nuestras ‘’voces’’ en los espacios legislativos y de representación sigan más preocupadas por la próxima elección, que en el bien común, cualquier incentivo para la participación ciudadana no será nada más que una ficción que con justa razón, la ciudadanía no podrá ‘’comprar’’ ya que realmente la practica deja mucho que desear.

En términos sociales, fue un día histórico para Jalisco, pero en términos legislativos no tanto, al contrario, esta votación anónima sentará un precedente que servirá para optar por el anonimato cuando los costos electorales pongan en riesgo proyectos. 

La votación debió ser abierta, y no en lo oscurito como lo hacía la vieja escuela.

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