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OPINIÓN

La búsqueda del poder: Campaña por el ego

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Opinión no pedida, por Armando Morquecho Camacho //

En mi opinión, probablemente uno de los eventos más importantes en la historia de la humanidad es la Revolución Francesa, a través de este movimiento político, social y económico,  se logró acabar con el feudalismo y el absolutismo en Francia, este acontecimiento permitió abrirle camino a un nuevo régimen en el que la burguesía, que era apoyada en algunas ocasiones por las masas populares, logró convertirse en una  fuerza política en el país sacudiendo las bases del sistema monárquico, además, fue este evento el que sentó las bases de la democracia moderna y de un nuevo pensamiento político. 

De la revolución y del antiguo régimen creo que hay mucho que decir, y probablemente podríamos pasar un largo tiempo hablando de los aspectos teóricos, políticos, sociales y bélicos que influyeron para lograr derrocarlo, pero creo que una de las razones por la que el antiguo régimen, y en general, las monarquías absolutas han fracasado, se debe a dos males que aun rondan los pasillos de los partidos políticos, del Congreso, del Senado y más recientemente, de las oficinas del INE y del IEPC: el ego y el narcisismo.

En su momento, entre el siglo XVII y XVIII un grupo de personas determinó que la sociedad debía estar basada únicamente en el privilegio que gozaban los nobles y los clérigos, y también, determinó que no existiría la movilidad social, es decir, quien naciera en la pobreza, moriría en ella.. 

Asimismo, esta idea política que predominaba en gran parte de Europa, señalaba que el monarca tendrá un poder absoluto y que éste, no tiene que rendirle cuentas a nadie de lo que hace más que a Dios, ya que su poder deriva de la voluntad de Dios. 

Está situación generó un fuerte y doloroso sentimiento de hartazgo,  especialmente dentro de los integrantes del tercer estamento o grupo social que no solo carecían de poder, sino que se sentían olvidados por aquellos grupos o estamentos que tenía el poder en todos los sentidos.

En el siglo XVIII, un grupo de personas se unió y decidió que sabían lo que era bueno para toda una nación, determinaron que ellos tenían la verdad absoluta, pero no se dieron cuenta de que estaban cometiendo errores bastante graves y que habían construido un sistema endeble en todos los sentidos. 

Pero su sistema no era endeble por cuestiones religiosas, ni mucho menos porque la monarquía fuese una forma de gobierno errónea desde su origen, su sistema fue endeble porque no fueron capaces de ver más allá de su realidad y por ello, construyeron un orden político para servirse a ellos mismos y a un grupo de personas cuyas circunstancias no eran para nada similares que la del grueso poblacional, sin embargo, su ego y su narcisismo, les hizo creer, debido a su realidad, que ellos tenían no solo la verdad absoluta, sino que eran los únicos capaces de mantener el orden. 

Hay una frase atribuible a varios pensadores que dice: “quien no conoce su historia, está condenado a repetirla”. Aunque esta, definitivamente es una frase totalmente cliché, eso no significa que carezca de sentido ni mucho menos de razón, al contrario, creo que en su simplicidad, está una de las lecciones más importantes del ser humano; esta frase ni si quiera le exige a la sociedad atravesar por acontecimientos catastróficos para aprender y corregir el rumbo, lo único que nos exige es mantener presente la historia de nuestro mundo, para que justamente de esa manera, podamos evitar acontecimientos dañinos para nuestra sociedad.

Lamentablemente,  me atrevo a decir que muchos individuos, especialmente aquellos que participan en el terreno político se niegan a conocer su historia, y esto es algo que se ha podido ver reflejado después de una semana de campañas, y es que al igual que en Francia en siglos pasados personas cegadas por el ego y el narcisismo cometieron errores estructurales, actualmente, aunque con distintos matices, la clase política también está cometiendo errores que muy pronto nos pasarán factura tanto a nosotros como ciudadanos, como a nuestras instituciones. 

Ciertamente, la política se ha abaratado y los actores de este medio han dejado muy claro, que los valores, los ideales, la identidad y el compromiso de abanderar de manera legítima causas es algo que ya no tiene cabida en la vida política de México y que todo esto, ha sido absorbido por el ego y la lucha para alcanzar el poder que cada uno ha emprendido para lograr validarse.

Lo anterior, ha generado que nosotros hoy en día, estamos en medio de una campaña de críticas protagonizada por un grupo de personas que pareciera que lo único que buscan, es validar su ego señalando que todos sus contrincantes son lo peor, y ellos, no solo son la mejor opción, sino que son los únicos capaces de solucionar los problemas de su comunidad, pero esto ha llegado a un absurdo, ya que la realidad es que estos personajes, ni siquiera son capaces de señalar por qué son mejores, simplemente, dan por hecho su condición de superioridad. 

En consecuencia, después de una semana, al menos yo no he escuchado una sola propuesta concreta y viable por parte de los candidatos, pero tristemente lo que sí he escuchado son las razones por las cuales según su criterio, deben de ganar. ¿Cuáles son sus razones? ‘’nosotros no somos corruptos’’, ‘’nosotros somos la única opción’’, ‘’somos infalibles’’.

Pero yo me pregunto ¿cómo van a ser mejores que los demás si su incursión política se basa en servirse a sí mismos, y no en servir a los demás?. 

Ahora, ojo, lo que vuelve más preocupante a toda esta situación es que cuando digo ‘’servirse a sí mismos’’ ya ni si quiera me refiero exclusivamente a la corrupción o al desfalco descarado de las arcas del gobierno, me refiero también a que su proyecto político lo construyen en base a sus circunstancias y a la manera en la que ellos ven su realidad. Parten de la idea que sus necesidades son las del resto de la población y terminan aspirando a gobernar solo para unos cuantos.

La búsqueda de poder y las ganas de validarse a sí mismos, han superado cualquier ideal que existe, por ello, hoy cambiar de partido es más fácil que cambiar de camisa, porque los principios que rigen la vida institucional de los mismos, se han vuelto desechables, mientras que las causas y el compromiso con las luchas no son nada más que una estrategia para generar simpatías . 

Hace unos meses, quienes decían ser la solución para Zapopan, hoy, por alguna razón que desconozco, compiten por un cargo de elección popular en Guadalajara, quienes hace unos meses decían que el PRI es el único partido capaz de gobernar, hoy están en MORENA, hace unos meses, quienes señalaban estar listos para defender Jalisco, hoy, luchan para llegar al poder desde el Partido Verde Ecologista, hace unos años, quienes aseguraban que acabarían con los privilegios del sistema de partidos, hoy, hacen campaña desde un partido político y probablemente se beneficiaran de los privilegios que antes criticaban.

Pero al final del día, nada de esto importa, ya que el objetivo al parecer es llegar al poder para demostrarle a todos que sí son los mejores.

Para despedirme de esta edición, me gustaría que los lectores que ya tienen decidido su voto se pregunten lo siguiente: ¿en realidad saben para qué quiere ganar su candidato? 

Tienen hasta el 6 de junio para responderse eso. 

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