OPINIÓN
La crisis de las policías municipales en Jalisco
Opinión, por Iván Arrazola //
Eran las 8:40 de la noche del 23 de junio cuando empezaron los disparos, los policías de uno de los municipios con mayores problemas de contaminación y marginación en el estado de Jalisco pedían apoyo, pero la respuesta tardó en llegar, ni la Policía Metropolitana ni la Guardia Nacional tenían unidades disponibles en ese momento para enfrentar la que se convirtió en la noche más sangrienta en el municipio de El Salto, esa noche murieron cuatro policías y ocho presuntos delincuentes.
Las imágenes de policías asesinados o atacados se han vuelto cotidianas en Jalisco, la Comisión Estatal de Derechos Humanos ha documentado 306 ataques a policías del 2019 a la fecha. Hay municipios como Tizapán el Alto que se quedaron sin policías, la mayoría renunciaron después de que asesinaron al comisario de seguridad del municipio, tampoco motiva trabajar como policía en ese lugar el ver como un grupo armado anuncia a través de un video su llegada al municipio días después de que ocurrió el asesinato. En cuatro años de 2018 a 2022 han muerto 1537 policías o expolicías (El Informador (25/06/22).
Para entender la problemática que viven actualmente las policías municipales en Jalisco es necesario analizar lo que dicen las autoridades sobre los ataques que se dieron en El Salto. Llama la atención la declaración del coordinador general estratégico del gobierno del estado, “En Jalisco le hacemos frente a la inseguridad y le hacemos frente como se debe, de manera coordinada, haciendo equipo, eso es lo que la gente quiere”.
Como si se tratara de una acción temeraria, lo importante es enfrentar al crimen sin miedo, aunque en eso se vaya la vida, esos cuatro policías no debieron de haber muerto y de eso tiene que dar una explicación la autoridad, sobre lo que salió mal.
Hay una serie de situaciones que se deben de aclarar, una versión que se maneja es que la Fiscalía investigaba un secuestro y se retira del lugar, minutos después la policía municipal recibe una llamada donde alertan sobre un secuestro, los primeros policías en llegar son forzados a entrar a la casa y ahí los acribillan, de confirmarse, esto contradice el discurso sobre una adecuada coordinación, el apoyo tardío a los policías refleja la falta de inteligencia para atender la emergencia.
No solo eso, los policías de El Salto no tienen acceso al Seguro Social, ni cuentan con seguros de vida. En esas condiciones es muy difícil que una persona dedique su vida a una actividad en la que todos los días su vida corre peligro.
Los ocho hijos huérfanos y las viudas quedarán en la incertidumbre, a pesar de la promesa de becas de estudio para sus hijos y pensiones vitalicias por parte de las autoridades, nada es seguro y lo más lamentable es que nada les regresará a sus hoy difuntos esposos.
Y a todo esto hay que añadir la inoperancia de las autoridades y de los mandos superiores. Los patrones se siguen repitiendo, las personas encargadas de brindar y procurar seguridad siguen siendo las mismas, son familiares de exfuncionarios, son exmilitares, o son viejos conocidos que han dado muestras de su ineficacia a lo largo del tiempo, todo respaldado por las autoridades.
Y las soluciones también siguen siendo las mismas, más patrullas, más chalecos, pésimas condiciones laborales para policías, falta de capacitación y de un servicio profesional de carrera, todo esto aderezado con una falta de estrategia. Ante los problemas de inseguridad se recurre a las volantas, ya que se tiene idea de que con un poco de suerte los delincuentes podrán ser atrapados en un día de laboral en el que la ciudadanía regresa cansada de sus trabajos. O ver cómo los oficiales de la policía en sus rondines interrogan a personas que van a pie, en motos o camionetas y que por su aspecto humilde o estrambótico se convierten en “potenciales” sospechosos.
Otra de las recetas favoritas de las autoridades es recitar cifras, mostrar gráficas y un panorama que le dé certeza a la ciudadanía de que la situación está controlada, que los índices de criminalidad van a la baja, sin que dichas gráficas muestren en qué consistió la estrategia para lograr dicho resultado, cifras que resultan poco creíbles cuando un 66 por ciento de las personas se sienten inseguras en el lugar que viven.
Si las policías se encuentran en este estado de vulnerabilidad es porque las autoridades gubernamentales así lo han querido, porque no le han dado el protagonismo y la atención que se merece a los cuerpos policiales, porque no han permitido que la ciudadanía se acerque a la policía y confíe más en ella. El fortalecimiento de las municipales deberá ser un tema prioritario en la agenda pública porque a todos esos policías que día con día salen a proteger a la ciudadanía los queremos vivos.
