OPINIÓN
La falsa esperanza
Luchas Sociales, por Mónica Ortiz //
Jalisco cierra el año 2021, en medio de crisis significativas en varias materias y recibe el año 2022 con altas expectativas de verdaderos y trascendentes cambios en beneficio de la población jalisciense; pero iniciamos otro año complicado en materia de salud debido a la pandemia por Covid-19, en economía local efecto de casi tres años de vivir entre semáforos indicadores de actividades abiertas o cerradas, así como problemas de seguridad pública y prevención.
También le podemos sumar una carga innegable de violencia generalizada, corrupción e impunidad, con un gobierno estatal que en realidad ha dejado mucho que desear, para el que siempre vamos bien y si no es así es culpa de la sociedad, ausentes completos de la autocrítica y de asumir responsabilidades evidentes, se maneja en absoluta negación de lo que no ha sido una administración pública exitosa y congruente de las insuficiencias de Jalisco, durante está constante y actual pandemia en el país, nuestro Estado no ha obtenido nada digno de presumir, ni de asumir en materia gubernamental.
¿Qué merecemos los ciudadanos en Jalisco? Esté 2022, después de soportar y enfrentar una de las pandemias mundiales más agresivas de los últimos 50 años la cual sigue latente; la sociedad en Jalisco requiere y urge de que los gobiernos de todos los niveles, se sensibilicen y ocupen de sus compromisos gubernamentales de tal manera que Jalisco, logre sentir estabilidad en tiempos inciertos como los que actualmente atravesamos en el país, con políticas públicas eficaces y concretas, seguridad pública y preventiva real, respeto absoluto a los derechos y la dignidad de las personas, transparencia gubernamental, justicia efectiva de acceso general, combate a la corrupción, acceso a la información pública y respeto a la libre expresión de las personas, en resumen merecemos vivir seguros y sin miedo, gozando de políticas públicas y acciones de gobierno generadoras de oportunidades de todo tipo.
Sin embargo, poseemos un gobierno estatal a cargo del actual gobernador Enrique Alfaro Ramírez, inmerso en la dura crítica y la confrontación social, por su forma de abordar los problemas y de evadir señalamientos evidentes.
Todo aquello que no le gusta, como son las críticas a su administración pública, se convierte en discursos de regaño, recriminación y manotazo, solo le complace el halago y la admiración a su figura de autoridad, no transmite empatía de ningún tipo ni a su círculo cercano ni a la sociedad, genera un ambiente de tensión cuando no se siente aprobado por acciones y decisiones, mantiene una recurrente actitud retadora y autoritaria ante la sociedad, vive sumergido en la construcción de una imagen pública, cuya prioridad es ser protagonista de luchas políticas ante el gobierno federal, tiene la mirada puesta en el próximo periodo electoral y sus posiciones a jugar.
En este sentido la sociedad debe replantearse la elección de figuras políticas y su función real vs simulaciones; la pandemia sin duda cambio a las sociedades, actualmente sabemos lo que nos cuesta en muchos sentidos, ostentar malos gobiernos, ante increíbles escenarios como la pandemia de Covid-19 y sus consecuencias generales.
Jalisco vale y debe tener gobiernos de cualquier nivel que lleguen a sus cargos, con la firme convicción de trabajar por y para la sociedad, capaz de cumplir las expectativas de sus responsabilidades. El actual gobierno no ha conseguido nada socialmente aplaudible, vegeta en una burbuja política de permanente competencia electoral local y nacional, la personalidad de esta administración pública bajo el gobierno de movimiento naranja, ha resultado tóxica, autoritaria, evasiva de sus cargas gubernamentales, ausente de prioridades y de las necesidades de la sociedad en Jalisco; mienten, simulan, ocultan y proyectan las culpas en la sociedad, no asumen cabalmente ni reconocen que sobrevivimos en un Jalisco, con miles de desapariciones de personas, presencia de la delincuencia organizada, récord de fosas clandestinas, violencia de género invariable, feminicidios, falta de reconocimiento a los derechos humanos y un gobierno amenazante, autoritario y reactivo en contra de la sociedad que lo llevó al poder.
No podemos afirmar que nos espera un futuro prometedor esté 2022, apalearemos a soportar y sobrevivir un año más a todo los que pasa en Jalisco, asumamos la responsabilidad de creer en campañas creadas para ganar que no sirven socialmente, los perfiles arbitrarios causan sin duda, un retraso importante en el desarrollo de la democracia y una sensación social de hablar con la pared, mientras nada pasa.
Así que no idealicemos, esté 2022 nos queda armarse de paciencia, para más de lo mismo, difícilmente tendremos un cambio de condiciones, no es lo importante para quienes creen que la política y el servicio público, no son una responsabilidad sino un escalón al poder; en la actualidad sabemos que los espacios de absoluto poder, en manos de quienes no son empáticos o de personalidades narcisistas o sociópatas, resultan peligrosas, manipuladoras y parasitarias, pues son incapaces de ver por los demás, pendientes de sus propias necesidades de admiración y superioridad, alimentan su ego inflado en la política y no dejan nada bueno a su paso, solo el conflicto, la mentira evidente y la simulación, son sus únicos resultados. No cambiarán las condiciones gubernamentales y lo sabemos, nos queda tomar notas precisas de lo que no sucede, lo que se omite, para el próximo periodo electoral procurar elegir de forma consiente, perfiles con capacidades de empatía probadas, servicio social y respeto a la sociedad que gobernará, luchadores de causas sociales con alto sentido de la dignidad de las personas. Hace tiempo que los perfiles de la vieja visión de la política electoral, no encajan con las nuevas sociedades, la democracia, la transparencia y los derechos humanos.
