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OPINIÓN

La reingeniería, punto toral: Los directores, pieza clave para la recuperación

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Educación, por Isabel Venegas //

Esta es una escena surrealista que tiene como fondo un mapa marcado en rojo (un rojo que de pronto se ve como naranja), las máximas alertas de contagio y los peores pronósticos dichos por muchos analistas y académicos, pero al mismo tiempo la reactivación económica puesta en marcha. Se han abierto ya casi todos los negocios con medidas y protocolos que si bien dan un aire de esperanza, se parecen más a un respirador artificial del cual pocos se recuperan.

Los gimnasios por ejemplo, pueden tener abiertas sus instalaciones siempre y cuando no excedan un 25% de su capacidad habitual, cuando sabemos que la mayoría de los usuarios acude a ejercitarse hasta que ha cumplido su jornada, con lo cual la saturación de horas pico se vive tanto en los gyms como en el tráfico, los restaurantes o el transporte público.

Menuda reingeniería tendrían que inventarse los administradores para abrir en horario de 24 horas o habilitar agendas rigurosas para organizar a su clientela, ¡vaya! habrá que hacer uso de mucho ingenio y creatividad para plantear ideas sustantivas, porque si un negocio que permaneció cerrado durante tres meses cuando abre lo hace solo para una cuarta parte de sus ingresos, no se necesita ser un gran empresario para saber que solo se trata de una prolongación de la agonía, máxime cuando no se sabe si habría que permanecer así hasta octubre, noviembre o tal vez nos encuentre el 2021.

A estas alturas ya debimos haber aprendido que el pensamiento positivo no es aquel que evade la realidad y posterga la toma de decisiones, sino aquel que nos hace creer que vamos a pasar un mal rato, pero que si nos empeñamos habremos de encontrar una solución. Es innegable que hubo quienes se aprovecharon de la situación simulando que estaban trabajando, evadiendo responsabilidades o cobrando apoyos gubernamentales sin tener derecho a ellos. Cierto es que para muchos funcionó en cierto sentido, pero a la larga los costos nos vienen como sociedad y las implicaciones de seres que se interrelacionan no tienen sentido desde la individualidad.

Los impactos de esta pandemia son irreversibles y tienen una magnitud inigualable, pero las oportunidades de salir adelante, también. Esta es una coyuntura que no solo permite plantear soluciones, sino que pone los elementos para reconciliar un lazo estructural, un daño que viene teniendo un distanciamiento sedimentado, que incluso ha sido utilizado políticamente en más de alguna ocasión: trabajadores vs. directivos.

Las empresas mantienen en su discurso un compromiso con sus colaboradores (que por cierto ya casi nadie llama empleados, ni asociados), pero unas dinámicas que desconectan en ambas direcciones. Trabajadores que no dimensionan cuánto les va a afectar a ellos el hecho de que sus empleadores no tengan más recursos para seguir pagando facturas que se acumulan sin ningún incentivo, ayuda o financiamiento; pareciera no importar y reducir la preocupación al dicho del presidente de la república: nadie debe despedir a sus empleados, como si se tratara solamente de un acto de buena voluntad.

Tanto en el plano institucional como en el empresarial, muchas de las problemáticas deberían ser resueltas por directivos altamente calificados, con habilidades de gestión y organización humana, que tengan el compromiso de buscar estrategias que permitan seguir ayudando a encontrar mejores modos de vida a aquellos con los que construye la riqueza; ni el patrón puede fabricar las cosas que hace sin sus trabajadores, ni los empleados pueden con su pura voluntad construir sin la maquinaria, inversión y comercialización que se requiere.

Muchas organizaciones sindicales han pugnado por los derechos de los trabajadores, y aunque actualmente los esquemas de trabajo requieren también una renovación en la organización para la defensa de sus prestaciones, justo es que se hable de los directivos y administrativos que requiere la sociedad líquida de nuestros tiempos.

Análogamente la educación ha atendido movimientos que cuestionan el papel de los profesores proponiendo reformas, evaluaciones y procesos de capacitación porque pareciera que sobre sus hombros recae toda la falta de calidad educativa, los pocos resultados y la mal entendida falta de compromiso con la labor; pero en un problema enormemente complejo se está perdiendo de vista la grandísima responsabilidad que las directivas tienen y que pocas veces se ve actuar con un compromiso que los lleve más allá de la reproducción de mecanismos, formatos y esquemas oficializados.

LA GRAN LABOR DE DIRECTORES

Engranaje medular resultan ser los directores; casos de éxito en los que tomaron la iniciativa de acompañar verdaderamente a su equipo de trabajo, de buscar solidariamente cómo atender sus necesidades para dar clases a distancia o hacer trabajo desde casa. Agentes que son factor fundamental en la organización y a quienes hay que reconocer su entrega, aunque a otros, habrá de demandarse un mayor ejercicio de su oficio o el desarrollo de habilidades blandas.

Mencionemos algunas de las soft-skills, -te recomiendo hacer una lista de cotejo para un autoexamen desde tu posición en la organización-: habilidades comunicativas, creatividad, responsabilidad, honestidad, pro-actividad, resiliencia, trabajo en equipo, empatía, adaptación al cambio, etc.

Las compañías que se encaran hacia el éxito a pesar de las circunstancias, son aquellas que entienden que no le hacen el “favor” a nadie por ser un buen empleado, ni de ser un buen jefe, sino que las circunstancias nos han puesto el sitio propicio para desarrollar nuestros mejores talentos, con el ánimo de que a través de esa colaboración podamos todos enriquecernos y vivir plenamente. La esclavitud laboral, la explotación, la falta de condiciones mínimas no pueden permanecer por mucho tiempo como temas ajenos a una comunidad que parece solo deslindar responsabilidades y pasar de mano en mano las culpas, del mismo modo que tampoco invierte en proponer ideas nuevas y resolver problemas viejos.

Hoy el teletrabajo ha desdibujado la delgada línea de la explotación laboral, la auto demanda o la indiferencia ante el compromiso adquirido; las horas de trabajo, la disponibilidad de equipos, la utilización de las líneas de internet o equipos personales, transformar una recámara en un estudio, etc. Deberán ser temas que se traten desde la directiva, porque una cosa es atender la emergencia y otra, que ya se vayan instaurando como malas costumbres.

Industrias que pueden encontrar nuevas formas de atender a su clientela de manera segura, o gerencias que prefieren simular a través de dos o tres recomendaciones a lo mucho: un gel a la entrada, empleados con cubre-bocas, y marcas en el piso. Si no encontramos formas más sustantivas, aunque dejen tener los negocios abiertos, no habrá el dinamismo económico porque o todos vamos a estar enfermos (contando a los miembros de la organización) y/o todos estaremos pobres.

La plenitud tiene mucho que ver con el lugar en el que se logra un desarrollo personal armónico, y el llamado es a asumir el reto desde cualquier postura manteniendo la encomienda de que las jerarquías laborales e institucionales desarrollen un ejercicio habitual de empatía que les permita reflexionar sobre lo que va a representar para muchas familias enfrentar los meses o años que vienen sin trabajo, para algunos incluso se sumará una precaria preparación o mucha edad. La reingeniería que implica organizar nuevos esquemas de horarios para las academias, nuevos formatos de contratación laboral, otorgar otro tipo de incentivos y prestaciones, requiere de un motor que solo los espíritus de verdadero liderazgo podrán encabezar.

El sistema empresarial, académico, policiaco, religioso, etc. desafiará retos muy particulares, pero cuenta con un gran espíritu para salir adelante; ahora que si no asumimos el reto como un gran equipo, igual tendremos que pagar los platos rotos entre todos.

Mat. y M. en C. Isabel Alejandra María Venegas Salazar

E-mail: isa venegas@hotmail.com

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