OPINIÓN
Aprendices de dictadores: ¡Fuera, fuera, fuera AMLO!…¿y luego qué?

Comuna México, por Benjamín Mora //
En Guadalajara, como en muchas otras ciudades de México, se multiplican las caravanas de protesta del Frente Nacional Ciudadano (FRENA) en contra de Andrés Manuel López Obrador, acusándolo de “golpes a la libertad, la democracia, la armonía, la paz, el bienestar, la justicia y la verdad”; sin duda, muy creíbles y preocupantes.
FRENA, de acuerdo con su página en Internet, busca la dimisión de López Obrador antes del 30 noviembre de 2020, usando herramientas jurídicas, mediáticas y sobre todo de presión social. De lograrse, qué sucedería: Olga Sánchez Cordero, como secretaría de Gobernación, asumiría la titularidad del Poder Ejecutivo y estaría obligada a convocar a elecciones en un plazo de 60 días.
Para FRENA, lograda la dimisión de López Obrador, el siguiente paso sería “preparar un candidato para las nuevas elecciones unificado que sea arropado por todos los partidos de oposición como deseo único del pueblo de México”; la mala redacción es de FRENA.
FRENA, sin duda, se equivoca al hacer sus cálculos de triunfo en 60 días: La oposición estaría, idealmente, integrada por los partidos Acción Nacional, Revolución Democrática y Revolucionario Institucional, principalmente, y claro, ciudadanos decepcionados y aquellos que no votaron en la elección federal pasada…pero quién de aquellos partidos tiene a alguno de sus militantes con las cualidades suficientes para encabezar tal causa así como suficientemente conocido y reconocido por sus cualidades de líder para revertir el daño de la 4T y revivir a México, o acaso Gilberto Lozano, Pedro Ferriz, Rafael Loret de Mola o Juan Bosco Abascal que son parte de esos 67 ciudadanos que esperan encabezar a FRENA.
Por ley, tal coalición de partidos de oposición debería convenir una plataforma electoral unificada y registrarla ante el Instituto Nacional Electoral, hacerla conocer a nivel nacional, y llevar a cabo una campaña casi maratónica de menos de dos días por estado de la República. Sin duda, FRENA no tiene idea de lo que nos propone. Pero pasemos a los peligros de su arrogancia.
FRENA señala en su página en Internet que se crearía “un gran conglomerado de ciudadanos organizados [para] ser el órgano supremo de vigilancia [y] conducción del destino para un México Nuevo”. Y pregunto ¿Qué acaso no es ese el papel del Congreso de la Unión, o qué, este gran conglomerado de 67 ciudadanos y/o el presidente electo darían golpe de Estado al Poder Legislativo y desconocerían a nuestra Carta Magna, golpeando también al Poder Judicial? Eso podría ser tan o más peligroso que López Obrador y su 4T. Estamos ante una posible nueva dictadura encabezada por Gilberto Lozano, Pedro Ferriz, Rafael Loret de Mola, Juan Bosco Abascal y otros 63 ciudadanos “garantes de su ideal de patria”.
FRENA excluye a todo aquel que no está con ellos, o cómo dijera López Obrador “o estás conmigo o estás contra de mi”. FRENA estable que en ellos no caben quienes apuesten a competir en 2021 para tener mayoría en el Congreso de la Unión y ser el contrapeso de López Obrador, y menos quienes busquen la revocación de mandato en el primer trimestre de 2022. ¡Esta postura me parece en extremo peligrosa por dictatorial! Pregunto cuál es la diferencia entre AMLO, que desprecia a sus opositores llamándolos mafia del poder o fifís, y FRENA que excluye a quienes creemos en el Estado de Derecho y nos ceñimos a su mandato. Quién de ante mano está más cerca de ser una dictadura.
Me opongo a FRENA como lo hago con la mayoría de las decisiones que ha tomado López Obrador; pues creo en el Estado de Derecho y FRENA convoca a romperlo. AMLO es un peligro para México, pero fue electo dentro de un proceso democrático y debemos vencerlo por igual medio. Así es la democracia, y no creo que ni el Jefe Diego, ni Porfirio Muñoz Ledo, ni Cuauhtémoc Cárdenas, ni José Antonio Meade, ni Enrique de la Madrid, ni Beatriz Paredes, ni nadie de su altura y nombre se preste a jugar con FRENA.
De acuerdo con el ranking Democracy Index 2010, en aquellos años, más de 2,000 millones de individuos en el mundo vivían sometidos a un régimen autoritario en más de 55 países. A lo largo de la Historia, muchos dictadores han sobresalido, de derecha e izquierda: Franco, Pinochet, Hitler, Stalin, Robespierre, Napoleón, Idi Amin y Porfirio Díaz.
Desde la Psicología se ha abordado la personalidad del dictador. Jerrold Post, director del programa de Psicología Política de la Universidad George Washington sostiene que muchos dictadores sufren patologías borderline, es decir, que se encuentran en la frontera entre neurosis y psicosis. Por su parte, Daniel Eskibel, miembro de la Internacional Society of Political Psychology, asegura que el dictador se ve dominado por una estructura cerebral situada en el tronco encefálico, sorprendentemente idéntica al cerebro que tiene cualquier reptil, que le empuja hacia el dominio, la agresividad, la defensa del territorio y la auto ubicación en la cúspide de una jerarquía vertical e indiscutida. Esta auto ubicación la tiene la cúspide de FRENA. 67 iluminados que decidirán sobre lo bueno y lo inaceptable en ese México Nuevo con que ellos sueñan, y a lo que nadie podrá oponerse.
Los dictadores estarían dominados por el gen denominado AVRP1 que, asociado a la secreción de una hormona, los hace incapaces de ser generosos con los demás, según Richard Ebstein de la Universidad Hebrea de Jerusalén. De acuerdo John Gunther, autor de libros sobre los regímenes totalitarios, “todos los dictadores son anormales. La mayoría de ellos son neuróticos”. Revisemos las conductas de los cuatro dirigentes visibles de FRENA y de AMLO y veremos que en la mayoría hay conductas neuróticas; recordemos cómo reaccionó Pedro Ferriz cuando no alcanzó el apoyo ciudadano para ser candidato presidencial independiente.
Es tiempo de tomar en serio a la democracia y no hacer el juego a aprendices de dictadores antes de que se hagan expertos. ¡Cuidado con lo que deseamos sin medir sus consecuencias!
E-mail: benja_mora@yahoo.com
JALISCO
Mis dudas razonables sobre el futuro de la transparencia en Jalisco

Los Juegos del Poder, por Gabriel Ibarra Bourjac //
¿Representa la propuesta del gobernador Pablo Lemus un retroceso en la autonomía y participación ciudadana del Subsistema de Transparencia y su Consejo Consultivo?
Lemus promete un “organismo completamente ciudadano”, integrado por rectores, empresarios y miembros de la sociedad civil. Sin embargo, el proceso de designación del titular y los consejeros del órgano desconcentrado dependerá de ternas propuestas por el Comité de Participación Social del Sistema Estatal Anticorrupción (SEA) y el Consejo Consultivo, pero la decisión final recaerá en el gobernador.
Esto genera suspicacias: ¿cómo puede ser un organismo ciudadano si el Ejecutivo tiene la última palabra?
De entrada, la transferencia de las funciones del ITEI a la Contraloría del Estado, un organismo subordinado al Ejecutivo, plantea serias dudas. Este modelo, inspirado en el federal (“Transparencia para el Pueblo”), ha sido criticado por su falta de independencia, y en Jalisco parece repetirse el mismo error.
La falta de autonomía podría convertir al órgano desconcentrado en una extensión del gobierno estatal, incapaz de sancionar la opacidad o exigir rendición de cuentas de manera imparcial, como advirtió Olga Navarro, titular del ITEI, al señalar que las autoridades serán “juez y parte”.
Por un lado, el gobernador exalta la participación ciudadana en 15 foros con más de 3,000 asistentes; por otro, académicos critican que las propuestas de la iniciativa “Compromiso Jalisco por el Derecho de Acceso a la Información” fueron ignoradas por el Congreso del Estado.
Esta iniciativa pedía un Sistema Estatal de Transparencia robusto y un Consejo Consultivo verdaderamente ciudadano, pero los legisladores de la alianza Movimiento Ciudadano-Morena optaron por un modelo que centraliza el poder en la Contraloría.
La exclusión de estas propuestas debilita la legitimidad del nuevo sistema y refuerza la percepción de que la reforma busca cumplir con la desaparición del INAI e ITEI sin innovar ni proteger los avances de Jalisco, pionero en transparencia.
La centralización en la Contraloría podría generar conflictos de interés, especialmente en casos que involucren información sensible, como contratos, licitaciones o el ejercicio del gasto público.
Otro punto débil es la falta de claridad en temas como datos abiertos y rendición de cuentas. Aunque la iniciativa menciona transitar hacia datos abiertos y mantener la publicación de sueldos, agendas y obras públicas, la vaguedad de estas promesas las deja sin fuerza.
LAS CONTRALORÍAS MUNICIPALES
La iniciativa del gobernador contempla legislar la obligatoriedad de transparencia en los 125 municipios de Jalisco, un aspecto que la reforma federal omite. Sin embargo, esta propuesta choca con la realidad, el problema es que la gran mayoría de los municipios del estado carecen de la fortaleza económica de los ayuntamientos de la zona metropolitana.
Es positivo que se piense en los municipios, pero sin un plan robusto para capacitar y financiar sus contralorías, la transparencia municipal será una quimera. Muchos ayuntamientos ya incumplen con sus obligaciones actuales; ¿cómo esperamos que manejen un sistema más complejo?»
La carga adicional a las contralorías municipales podría generar desigualdades en el acceso a la información entre municipios urbanos (como Guadalajara) y rurales, perpetuando la opacidad en regiones marginadas.
Sin un marco claro, ¿qué garantiza que este modelo no se quede en buenas intenciones?
El ITEI, con sus limitaciones, tenía mecanismos para obligar a las autoridades a transparentar información; el nuevo sistema, en cambio, podría permitir que se eluda la publicación de datos clave, debilitando 20 años de cultura de transparencia en Jalisco.
La iniciativa de Pablo Lemus, aunque bien intencionada, resulta insuficiente al priorizar la armonización federal sobre los avances históricos de Jalisco en transparencia. El estado, que fue referente nacional, corre el riesgo de dar un paso atrás si este modelo no se fortalece con verdadera independencia y participación ciudadana. La transparencia no se decreta; se construye con hechos.
JALISCO
Transparencia en Jalisco: El costo político de extinguir el ITEI

Los Juegos del Poder, por Gabriel Ibarra Bourjac //
El 10 de junio de 2025, el Congreso de Jalisco aprobó con 27 votos a favor de Movimiento Ciudadano (MC), Morena, Hagamos, Futuro, PT y Verde, y 8 en contra de PAN y PRI, la desaparición del Instituto de Transparencia e Información Pública de Jalisco (ITEI), cuyas funciones fueron transferidas a la Contraloría del Estado.
Esta decisión, que armoniza la legislación local con la reforma constitucional federal de 2024 impulsada por Morena para eliminar organismos autónomos como el INAI, ha desatado un debate crucial: ¿fortalece o debilita la transparencia en Jalisco? La medida, aunque obligada por la federación, revela tensiones políticas, contradicciones ideológicas y un pragmatismo que podría costarle caro al gobierno de Pablo Lemus.
¿Cómo lo va a tomar el elector local? ¿Qué tanto le va a afectar a Movimiento Ciudadano ir con Morena en esta decisión de desaparecer al ITEI? Pablo sacrifica parte de la autonomía regional que demandó en campaña contra el centralismo chilango -así le llamó- para evitar conflicto con la presidenta Claudia Sheinbaum
La reforma federal, respaldada por el expresidente Andrés Manuel López Obrador y la presidenta Claudia Sheinbaum, extinguió el INAI y reasignó sus tareas a la Secretaría Anticorrupción y Buen Gobierno, una dependencia del Ejecutivo.
En Jalisco, el Congreso tuvo hasta el 18 de junio de 2025 para alinear su marco legal, optando por disolver el ITEI y crear un órgano desconcentrado dentro de la Contraloría. Aunque Lemus no inició esta reforma, su decisión de alinearse con Morena en el Congreso local contrasta con la postura combativa de su antecesor, Enrique Alfaro, quien desafió al gobierno federal en defensa de la autonomía estatal. Este pragmatismo sugiere que Lemus prioriza la gobernabilidad y una relación tersa con Sheinbaum, pero a un costo político que aún está por definirse.
Movimiento Ciudadano enfrenta una contradicción evidente. En el Senado, su coordinador, Clemente Castañeda, defendió con vehemencia la autonomía del INAI durante las discusiones de 2024, calificando su eliminación como un retroceso democrático que socavaría la rendición de cuentas y la lucha contra la corrupción.
En el foro “Diálogos Abiertos por la Transparencia” de noviembre de 2024, Castañeda respaldó a expertos que alertaron sobre los riesgos de centralizar funciones en el Ejecutivo, como la pérdida de la Plataforma Nacional de Transparencia y la falta de independencia en la gestión de información pública.
Sin embargo, en Jalisco, los legisladores de MC votaron junto a Morena para extinguir el ITEI, exponiendo una dualidad discursiva que podría confundir a su base electoral, especialmente en un estado donde MC ha construido su identidad en torno a la autonomía regional y la crítica al centralismo.
El ITEI, hay que reconocerlo, no era un bastión de imparcialidad. Durante el sexenio de Alfaro, expertos en transparencia acusaron al organismo de ser cooptado por el Ejecutivo, funcionando más como una extensión del poder estatal que como un contrapeso al servicio de la sociedad. Gabriel Torres Espinoza, académico y analista, cuestiona la utilidad de los Organismos Constitucionalmente Autónomos (OCA), describiéndolos como “burocracias politizadas, independientes solo en el papel”. En su opinión, muchos OCA, incluido el ITEI, se convirtieron en espacios para colocar aliados en la nómina o tejer redes de influencia con fines de lucro, desviándose de su propósito original. “Deben ser contrapesos reales, no simulaciones ni monumentos vacíos”, sentencia Torres, reflejando un escepticismo compartido por sectores críticos que ven en la extinción del ITEI una oportunidad para replantear la transparencia, siempre que se garantice su efectividad.
Consciente de las críticas, Lemus propuso un nuevo modelo dentro de la Contraloría, con participación de universidades, sociedad civil y actores independientes, para preservar la transparencia y el acceso a la información. Sin embargo, PAN y PRI han acusado al gobierno de convertirse en “juez y parte” al subordinar estas funciones a un organismo dependiente del Ejecutivo, lo que podría comprometer la imparcialidad.
La alianza de MC con Morena, su rival directo en las elecciones intermedias de 2027, añade una capa de complejidad. En campaña, Lemus prometió resistir el “centralismo chilango”, pero su voto conjunto con Morena podría alienar a votantes que valoran la autonomía regional, especialmente en un contexto donde la polarización política está en aumento.
El impacto electoral de esta decisión es incierto, pero significativo. MC ha dominado Jalisco en los últimos años, pero la percepción de que Lemus cede ante el gobierno federal podría erosionar su capital político, particularmente entre los sectores urbanos y jóvenes que apoyaron su discurso de independencia. Además, la transferencia de funciones a la Contraloría plantea desafíos operativos: ¿tendrá la capacidad técnica y la autonomía necesaria para manejar solicitudes de información y garantizar la protección de datos? La inclusión de la sociedad civil en el nuevo modelo es un intento de mitigar estas dudas, pero su éxito dependerá de la transparencia en su implementación y de la vigilancia ciudadana.
En última instancia, la extinción del ITEI refleja un dilema más amplio: cómo equilibrar la armonización con las reformas federales sin sacrificar los principios de autonomía y transparencia que Jalisco ha defendido. Lemus apuesta por un enfoque pragmático, pero el costo político y social de esta decisión podría manifestarse en las urnas y en la confianza ciudadana, especialmente si el nuevo modelo no logra desterrar las prácticas de control que marcaron al ITEI en el pasado.
JALISCO
Un gobernador de redes sociales: La diplomacia según Lemus y el silencio que delata…

Crónicas de Pacheco, por Daniel Emilio Pacheco //
Pablo Lemus quiso jugar a la diplomacia. Se colocó su traje de “estadista internacional”, abrió su cuenta de X y decidió pronunciarse —veinticuatro horas después— sobre un conflicto que ni le competía ni le concernía directamente, pero que olía a oportunidad política: una funcionaria menor de Morena, Melissa Cornejo, fue cancelada —en redes y en visa— por el exembajador Christopher Landau, actual vicecanciller estadounidense. Lemus, con más cálculo que convicción, tomó aire, y escribió: “Eso no es Jalisco”.
Pero, ¿qué es Jalisco para Lemus? ¿Es acaso ese estado ejemplar que presume ante los diplomáticos gringos mientras, al mismo tiempo, sufre una de las tasas más alarmantes de desapariciones en el país? ¿Es ese “pueblo hermano” que, según él, mantiene relaciones respetuosas con los Estados Unidos, mientras la impunidad se pasea libremente entre sus aliados políticos, como Enrique Alfaro en Madrid, sin rendir cuentas por los más de 17 mil desaparecidos?
En su intento por desmarcarse de Melissa Cornejo —una joven militante que se inmoló en un tuit rabioso contra el imperio migratorio estadounidense— Lemus no midió que estaba exponiendo su propia desnudez política. Porque es muy cómodo condenar un mensaje soez desde la altura del poder, pero es más difícil responder cuando la diputada Itzul Barrera le devuelve el golpe con los datos que Lemus no publica en sus redes: alcaldes de su partido presos por crimen organizado, crisis hídrica en medio estado, y una Mesa de Seguridad donde el gobernador prefiere scrollear a intervenir.
Lemus no defendió a Jalisco. Se defendió a sí mismo. Se posicionó como el “buen mexicano”, el que sabe hablar inglés, el que presume relaciones internacionales y que, como todo buen político tecnócrata, se sube a los trending topics con frases bien medidas para caerle bien a los de afuera.
Pero en casa, su voz suena hueca. ¿Dónde está el mismo Lemus para condenar las ejecuciones extrajudiciales que policías municipales han protagonizado en su administración? ¿Dónde está para exigir justicia para las madres buscadoras hostigadas o desaparecidas? ¿Dónde estaba cuando Itzul Barrera le respondió con datos y él no supo replicar más que con silencio?
Este es el verdadero problema: Lemus no ve el fondo, solo la forma. Mientras Melissa Cornejo borra sus redes, él limpia su imagen con trapos ajenos. Mientras el vicecanciller Landau pontifica sobre los “glorificadores de la violencia”, el gobernador guarda silencio sobre los desaparecidos del 5 de mayo, los cuerpos embolsados en el río Santiago o los feminicidios en la zona metropolitana.
Y todo, para quedar bien con Washington.
Como decía un viejo columnista —al que esta pluma sigue rindiendo tributo—, “los políticos no son lo que dicen, sino lo que callan”. Y Lemus, al callar frente a los escándalos reales que le competen, pero alzar la voz solo cuando hay reflector extranjero de por medio, se pinta de cuerpo entero: es un gobernador de redes, no de gobierno.
En X @DEPACHECOS
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