OPINIÓN
Las contradicciones del presidente: Ignorar a Maquiavelo es de necios
Comuna México, por Benjamín Mora //
Aprendí que, para ser bien valoradas por el pueblo, las acciones de los gobiernos deben ser oportunas y eficaces, y beneficiarle; todo lo demás carece de sentido y propósito.
Tras la masacre de miembros de la familia LeBarón en Bavispe, Sonora, el presidente López Obrador no se presentó; Marcelo Ebrard solo fue a ver el estado de los automóviles incendiados. Para no hacer un show y cuidar la investidura presidencial, López Obrador se negó a recibir a Javier Sicilia, fundador del Movimiento de Paz con Justicia y Dignidad, en Palacio Federal; sin embargo…
Andrés Manuel López Obrador ya terminó de estar como presidente de la República y jefe de Estado mexicano, y aun no empieza nada que le permita trascender, transformar y hacer historia. López Obrador parece no comprender que el mandato presidencial conlleva la libertad de elegir sus palabras y acciones, pero también sus consecuencias; no comprende que el Poder Ejecutivo se ejerce en medio de la soledad republicana, mientras los otros poderes, el Legislativo y el Judicial, son colectivos.
Según Maquiavelo, “la política no tiene relación con la moral”, pero tampoco puede ser inmoral, descaradamente inmoral.
López Obrador fue a Badiraguato, Sinaloa, a saludar a la mamá del Joaquín “El Chapo” Guzmán, descuidando la investidura presidencial que dijo priorizar. Me llama la atención lo dicho por José Luis González Meza, abogado de la familia Guzmán, a Azucena Uresti: “Cuantas veces vaya a Sinaloa, el presidente va a estar protegido”.
Andrés Manuel López Obrador no aprende, y por ello es un peligro. En noviembre de 2019, Donald Trump reveló a Bill O’Reilly, expresentador de Fox, que planeaba incluir a «los carteles» de la droga mexicanos en lista de «grupos terroristas», tras la matanza de los LeBarón y la liberación de Ovidio Guzmán. Ello haría posible la intervención directa del ejército o de agencias antidrogas norteamericanas en nuestro territorio. Se detuvo en aquel momento, pero hoy todo podría cambiar y revivir la amenaza de declarar grupos terroristas a los narcos o narco a un gobierno… a nuestro gobierno. Todo se vale en el mundo de Trump si con ello se reelige.
¿Por qué tal atrevimiento? ¿O será verdad, como dijera El Chapo, que los amigos sobran cuando hay billetes? Y si así fuese, de quién son los billetes en juego y quién los obtuvo.
Arthur Schopenhauer afirmaba que la mosca es símbolo de la impertinencia pues, mientas los demás animales le huyen al hombre, aquella se posa sobre su nariz misma. Hoy, la mamá del Chapo y abuela de Ovidio, por medio de una carta, pide al presidente López Obrador interceda ante el gobierno de Donald Trump para que ella pueda visitar a su hijo en la cárcel de máxima seguridad en Florence, Colorado, o de plano, que mejor se lo traiga de regreso a México. Nadie cumplirá los deseos de la mamá de Joaquín Guzmán ni nadie atenderá a un presidente que ha perdido prestigio y credibilidad a nivel global, ni Trump no se jugará su reelección. Creer lo contrario es no saber de poder, de gobierno, de política. En ésta hay intereses, no amigos.
Decía mi madre: La vida se encarga de explicar lo que hoy no tiene sentido. Hoy parece quedar claro por qué el Gabinete de Seguridad ordenó la liberación de Ovidio Guzmán tras ser detenido en Culiacán, Sinaloa, y por qué López Obrador se dijo conmovido con la condena del Chapo y calificar a su prisión como hostil, dura e inhumana. Por su parte, mi padre me insistía en que las deudas se pagan y los favores se agradecen. En la relación de López Obrador con Guzmán Loera hay una gran deuda; una enorme deuda, casi impagable, que se adivina. ¡Ojalá la cuerda de la gratitud del presidente no estrangule a México -parafraseando a Friedrich Nietzsche- ni lo vuelva un estado rendido ante el narco!
Por la manera en que López Obrador ha actuado ante la indignación y el reclamo de los grupos feministas, las descoordinaciones del gobierno –rebasado por la sociedad- ante el coronavirus como enfermedad, el impacto económico del coronavirus en las pymes y las grandes empresas, y su encuentro con la mamá del Chapo, pareciera que ha caído en una espiral de conductas autodestructivas que prevén un final prematuro de su gobierno. Los paradigmas de su Cuarta Transformación jamás fueron claros y hoy son aún menos fiables porque han perdido utilidad.
Hoy conocemos mejor a López Obrador. Sabemos de él lo que nunca antes imaginamos: sus valores reales, sus principios negociables, sus relaciones extrajudiciales, las razones de su negativa en usar a la fuerza del Estado en el combate de los delincuentes, sus ideales tras su proclama de abrazos y no balazos, sus sueños de una nación sin instituciones y sin programas sociales con reglas claras de operación.
La única alternativa que hoy tiene López Obrador es la de detenerse y detener lo superfluo –Dos Bocas y Tren Maya- en tiempos de dolor, muerte y destrucción; reflexionar sobre sus necedades y hacer un acto de contrición y arrepentimiento sobre sus yerros para poder seguir y terminar su gobierno, pero no, eso jamás lo hará porque ello le genera angustia. Debería, idealmente, abrir sus ojos ante los vacíos que va dejando, escuchar los silencios de su gente y los reclamos airados de los otros, y aguardar a que algo nuevo emerja sin meter sus manos.
Leer El Príncipe de Maquiavelo no nos hace doctos en su pensamiento ni hábiles en sus estrategias de poder y gobierno, pues hay quien se empecina con alcanzar el poder pero que no se prepara para ejercerlo.
Si la decepción social crece y el enojo ciudadano se aviva, y no se cambia de rumbo, AMLO solo tendrá una opción de huida que queda muy muy lejos, más allá de Macuspana. Se irá hasta la… o más allá.
