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OPINIÓN

Las controvertidas contribuciones para campañas en México

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Luchas Sociales, por Mónica Ortiz //

México es país del dinero circulante. Ha sido una semana difícil para la política mexicana con las declaraciones de Emilio Lozoya y los video-escándalos donde se entregan recursos económicos para apoyos, sobornos, corrupción o impunidad.

Cualquiera puede ser el pretexto o razón, la situación se vuelve delicada para el ambiente de credibilidad de los partidos y de los políticos mexicanos, así como del uso de las instituciones judiciales para la adaptación de mecanismos que permitan debilitar previo al inicio oficial de la etapa electoral en el territorio nacional a los oponentes o adversarios políticos, mediante la presión mediática practicada desde el poder gubernamental, con el objetivo de generar en la sociedad una percepción preestablecida los estándares de corrupción e impunidad.

En este sentido, resulta indignate que en ambos casos, tanto el de Odebrecht como el del hermano del presidente, los políticos manipulen dinero del pueblo, sector empresarial, partidos políticos, para conseguir algún tipo de participación. Hay hasta quiénes invierten para obtener cargos públicos cuando estos lleguen a los gobiernos; ambas situaciones son corrupción y no existe en ninguna de ellas una coartada adecuada para que sin fiscalización y transparencia se reciba dinero que puede ser producto de fuentes ilícitas y que obviamente genera lazos, convenios o acuerdos derivados de la corrupción; resultó una mala estrategia del gobierno federal sacar los trapitos al sol de quienes consideraron pudieran ser los adversarios políticos del presidente Andrés Manuel López Obrador.

Bajo la esperanza de poder argumentar de forma efectiva lo que se pudiera ventilar en contra de su movimiento, se abrió la escena para muchas preguntas sobre el actuar presidencial, su pasivo e imprevisible accionar en torno a un sinfín de circunstancias en las que no ha logrado llevar con sabiduría y presidencialismo, como la inseguridad desbordada por delincuencia organizada, los perfiles inadecuados que le han causado graves problemas de opinión, el trato que le ha dado a grandes problemáticas del país como la pandemia por Covid-19 y el estado del sector salud, entre otros muchos contextos en los que ha sido duramente criticado y cuestionado, donde su reacción siempre auto-permisible ha sido la misma, todos mal menos yo.

En política y sobre todo en política mexicana, la premisa principal es la percepción social que se logre, conseguir la aprobación de la ciudadanía permite tanto a políticos como a gobernantes posicionarse en estándares ficticios de honorabilidad y credibilidad.

Somos un pueblo noble, capaz de otorgar a la causa que nos mueva una cantidad de dinero, aunque nos cueste el sacrificio de nuestro ahorro o un préstamo personal, para financiar campañas de personajes que creemos cambiaran las situaciones sociales combatiendo la pobreza, la violencia y la inseguridad, y que van a fortalecer las oportunidades económicas y laborales de nuestro núcleo familiar.

Así con ese sentimiento seguro, muchos mexicanos creen que donaron para vivir mejor y tener oportunidades increíbles nunca imaginadas, pero no, le dieron dinero a alguien que se sentó con el movimiento obradorista y mercantilizó un puesto alto en el gobierno, un contrato o licitación, un apoyo comercial o político para beneficio de unos cuántos, eso tiene nombre es un cáncer en nuestra sociedad se llama corrupción, es compra, es soborno, es política mexicana.

En la actualidad sabemos que aquellos que se fueron o estuvieron en los puestos de poder de otros sexenios, pudieron haber hecho negocios y acuerdos ilícitos, para beneficiarse y de hecho salieron del poder público por el hartazgo social, la sociedad mexicana se levantó en votos y bajo la esperanza del cambio de un sistema político nefasto, cedió al cambio histórico y revolucionario de los partidos y personajes de izquierda que velarían por sus derechos, fundando una sociedad productiva, solidaria y económicamente activa.

Dijeron ser los mejores para hacer que el país por fin resplandeciera, además de gozar de la paz y la estabilidad deseada. En cada discurso y promocional electoral se autonombraron diferentes y capaces, pero hoy tenemos un país con un pie en la recesión económica, con graves problemas de inseguridad, violencia, crimen organizado, desempleo y el deficientemente manejo de la pandemia, nos indica solo una cosa, llegaron al poder como todos y concurrirán como todos, solo que lo negarán bajo campañas que contrarresten el daño profundo de esta guerra de video escándalos, con manifestaciones ociosas de auto-ayuda que digan #YoContribuiConAMLO.

Nos queda observar pacientemente cómo se destrozan, analizar a fondo realmente para qué nos sirvió un cambio en México, aquel que se originó desde el hartazgo y no de la conciencia social, quizás debemos entender que no conseguiremos liberarnos de la corrupción, la impunidad, la violencia y el crimen organizado, mientras los normalicemos al grado de no razonar que recibir dinero para campañas, sin que se declare su procedencia, es corrupción y que tarde o temprano nos cobrará factura.

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