OPINIÓN
Las cortes y sus víctimas: Los casos del Chapo y Nassón
 
																								
												
												
											Luchas Sociales, por Mónica Ortiz //
Para la reflexión social lo ocurrido en la cortes de justicia americana, los mexicanos Joaquín “El Chapo” Guzmán y Naasón Joaquín García, quienes en manos de las cortes de justicia del vecino país son vistos y juzgados de una manera muy distinta a su propio país, son dos casos de extremos sociales en México, el narcotráfico y la religión combinadas con el poder, deberemos entonces suponer que algo anda mal en nuestro territorio para que sean los americanos, quienes encuentren motivos y razones bastas para que paguen por actos delictivos.
En México el sistema de justicia penal, pertenece al poder judicial mediante tribunales que deberían aplicar imparcialmente penas y medidas de seguridad a los presuntos inculpados en un proceso criminal, hasta llegar a la sentencia que buscará la justicia a través de la aplicación de penalidades a quienes cometen actos constitutivos de delito, procurando y garantizando mantener el equilibrio social, el estado de derecho y la paz en el país.
En este contexto, resulta increíble que contando con sistema penal de tribunales y juzgados, el caso de Naasón Joaquín García “El apóstol”, no fue nunca detectado en México ni en Jalisco, sin que se diera ninguna denuncia por delitos sexuales en todo el país, que su poder y su dinero, lo hubieran llevado a las puertas de la política nacional, colocando piezas políticas en los congresos, ahora resulta que según la corte americana y la evidencia del caso, son más de 26 cargos por violación, asalto sexual, pornografía y otros, parece una realidad alterna.
Éste es un caso insólito, nos deja la carga de la impunidad a nosotros como sociedad, es un tema profundamente grave de impunidad, si en México la actividad de abuso sexual a su propia comunidad y bajo su calidad de líder apóstol de la iglesia la Luz del Mundo, Naasón Joaquín García era en nuestro país un hombre honorable y recto, es ilógico y absurdo porque entonces lo que realmente era el líder de esta iglesia es ser poderoso social, económica y políticamente en el país, pero lo peor de tan denigrante realidad es que nos tiene el asunto completamente indiferentes, incrédulos y poco interesados en tan nefasto caso criminal de casa, llevado en cortes americanas.
En este sentido y hablando de criminalidad, en el caso de Joaquín Guzmán Loera “El Chapo”, el juicio está parcialmente concluido, quizás una apelación cambie algunas circunstancias de la sentencia, el capo escapó de la justicia mexicana, cuantas veces se le dio la gana, como espectáculo fue tratado cada una de esas veces, entraba y salía cada que sentía que debía coordinar su organización delictiva, para muchos es un eje importante de la política y del control de plagas de organizaciones del crimen, se vendió muy bien al gobierno mexicano como necesario, una importante generación lo idolatró y lo llamo señor, hoy otra se conmueve por la sentencia que implica un aislamiento cruel, sin embargo parece que nos olvidamos de las verdaderas víctimas del narcotráfico y la delincuencia organizada durante los últimos 30 años.
Del análisis se debe desprender que este país carece de auto-empatía a los grandes males de la sociedad en materia de impartición de justicia, los poderosos se quedan visiblemente impunes hasta que son incontrolables, es cuando la justicia americana aparece y ejerce sobre ellos juicios que en México son simplemente improbables, el cáncer de la corrupción y la impunidad no nos permite llevar a la justicia a quienes en cierto momento tocan la política, la sociedad y el poder al mismo tiempo, volviéndose de alguna manera extremadamente peligrosos, adquieren una personalidad desbordada, sin embargo esto no les quita el hecho de ser criminales y no son víctimas de ningún sistema político, son culpables de su propio sistema, por eso están o estarán en las cortes para pagar y ser sentenciados, donde su inmenso poder no tenga ni forma ni manera de pervertir, pagar, pedir o exigir a título propio ser y parecer inocentes.
Nos queda, saber que tenemos nuevos gobiernos y presumir de una democracia completamente participativa, aplaudir el avance de la Suprema Corte de Justicia de la Nación en materia y socialización de los derechos humanos en el país como posibles progresos pero muy pequeños, al lado de estos temas de criminalidad, delitos e impunidad, no tenemos la capacidad ni las herramientas necesarias para enfrentar juicios del peso de estos dos personajes culpables y con derecho a su defensa, porque en territorio mexicano eran libres (a veces), necesarios y poderosos.

