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OPINIÓN

Las lecciones de la pandemia: «O nos salvamos juntos o nos hundimos separados»

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Opinión, por Armando Morquecho Camacho //

Después de siete meses de crisis sanitaria, el factor psicológico se hace presente y creo que hablo por muchos cuando digo que las noticias referentes al número de muertos, el número de enfermos, el tiempo que tardará en desarrollarse y distribuirse una vacuna, los casos de reinfección y las batallas desde el campo político que parecen estar más enfocadas en obtener votos a través de la polémica que en buscar cómo lograr, a través del diálogo, el intercambio de información y la cooperación, diseñar una estrategia más sólida para hacerle frente a este virus, han llegado a un punto de toxicidad que nos tiene de malas o con angustia la mayor parte del día.

Cuando convivo con mi familia, con mis amigos, e incluso en mis publicaciones en redes sociales trato de evitar tocar el tema del COVID-19 ¿me informo? Sí, lo hago y ustedes deberían hacerlo (si es que no lo hacen) pero el tema prefiero guardármelo para mi y mis espacios de reflexión, ya que en lo social, prefiero hablar de cosas más positivas, más alentadoras, contar alguno que otro chiste, hablar de libros e incluso, de los Podcast que me gustan: La Cotorrisa y Leyendas Legendarias.

Sin embargo, es imposible no hablar del COVID-19 y es normal, es un evento extraordinario que en siete meses, ha logrado hacer lo que el socialismo y la izquierda no han podido hacer tras décadas de ‘’lucha’’: poner de cabeza el sistema político, económico y social alrededor de todo el mundo.

El famoso COVID-19 además de ser un evento extraordinario, es un evento sumamente complejo que está costando la vida de muchos ciudadanos y también, ha estado destrozando la economía de muchas familias, que trabajaron arduamente durante muchos años, para consolidar una situación financiera sólida capaz de hacerle frente a sus necesidades.

Pero esta semana, no quiero y tampoco creo que valga la pena desgastarme y desgastarlos haciendo énfasis en todos los problemas que enfrenta el mundo ante la COVID-19, esta semana prefiero hablar de las oportunidades y de todo lo positivo que nos deja esta crisis, ya que tal y como lo dijo un físico oriundo de Ulm, en Alemania: ‘’las crisis son necesarias para que la humanidad avance. ’’ Y por esto, tenemos que aprovechar toda esta coyuntura para impulsar ese avance y en el caso de nuestro país, ese avance tiene que venir desde abajo, desde lo más profundo, tiene que venir primero, desde nosotros, los ciudadanos.

GRILLAN CON LA PANDEMIA

Ya que aunque la pandemia ha exhibido en gran medida a nuestros gobiernos, que optaron por la grilla antes que por el bienestar de la sociedad, han implementado estrategias polémicas que más que parece estrategias sanitarias, parecen estrategias electorales, también ha exhibido a la ciudadanía que hasta la fecha y pese a los casi 80 mil muertos (probablemente cuando lean esto ya habremos rebasado esa ‘módica’ cantidad) se niega no solo a usar cubrebocas, también se niega a guardar la sana distancia y se niega a renunciar a ciertas ‘’comodidades’’ para salvar, que digo a millones, a sus familiares y seres queridos; pero eso sí, tal vez los mexicanos no crean en el virus, pero no les digas dos veces que los termómetros borran memoria y matan neuronas, cuando ya están agrediendo física y verbalmente a quienes les quieren tomar la temperatura.

¿Por qué señalo todo esto? Lo hago porque en las últimas semanas, mis redes sociales han estado llenas de personas, en su mayoría jóvenes, que se rehusan a renunciar (parcialmente) a su valiosa vida social en los antros y bares más laureados de Zapopan (todos saben que son antros pero operan como restaurantes). Y no me malentiendan, yo desde hace meses, he creído que la reactivación económica es fundamental para la recuperación financiera del Estado y del país, sin embargo, también creo que hay cosas que por su naturaleza deben esperar y ciertamente, algunas de ellas son los antros, los bares e incluso los estadios de futbol y esto lo digo aun cuando adquirí mi Pase Rojinegro.

Si bien es cierto, que esta situación social a la que nos enfrentamos representa un grave problema, también es cierto que representa una enorme ventana de oportunidad y justamente de eso se trata esta columna, de las inmensas ventas de oportunidad que tenemos para aprovechar esta crisis e impulsar un verdadero avance político, económico y social.

Hoy, tenemos la oportunidad inmejorable de recuperar la política y de impulsar grandes cambios en nuestro sistema educativo, con los cuales, se construyan las condiciones para formar mejores ciudadanos recuperando valores no solo cívicos, sino, de identidad nacional y patriotismo, que permita desarrollar una sociedad en la que los individualismos pasen a segundo plano y lo que predomine sea el colectivismo y la constante lucha por el bien común. Lo dijo Juan Rulfo: ‘’O nos salvamos juntos, o nos hundimos separados. ’’ Yo prefiero que nos salvemos juntos.

REAFIRMAR IDENTIDAD NACIONAL

Pero ¿por qué saco a la luz el término ‘identidad nacional’ como herramienta para recuperar la política y formar ciudadanos a través del sistema educativo? Porque el individualismo que se ha apoderado de la mentalidad ciudadana, ha causado grandes problemas en nuestra sociedad que van desde la incapacidad y la falta de voluntad de los ciudadanos de seguir normas con las que no se sienten identificados, hasta los problemas de corrupción generados por funcionarios públicos que solo ven por su interés personal y de partido. Por ello, el objetivo es reivindicar y recuperar el sentimiento de identidad nacional y tal y como ya lo dije, tenemos una oportunidad inmejorable.

Pero para esto, lo primero que debemos hacer, es extirpar por completo de los términos de patriotismo e identidad nacional, las ideas de racismo, extremismo, opresión, antisemitismo y xenofobia que incrustaron en ellos, en su momento, los alemanes durante la segunda guerra mundial y actualmente, Donald Trump con su presidencia.

La identidad nacional como pilar de la formación cívica va más allá de esta concepción radical del término, en la que se rechaza toda ‘’amenaza’’ que venga del exterior. Puede que suene paradójico, pero debemos entender este término con una perspectiva global. Vivimos en una sociedad plural y multicultural que nos obliga a repensar el concepto de nación para poder construir uno que sea capaz de albergar toda esta pluralidad social y cultural.

Una vez realizado lo anterior, podremos, a través de la recuperación y reivindicación del patriotismo y la identidad nacional, construir un camino a través del cual las personas, sin importar sus creencias, orientación sexual e incluso, sus ideologías políticas y de partido, puedan relacionarse con la nación a la que pertenecen, ya sea por haber nacido en el territorio, por formar parte de una comunidad o incluso, por sentir lazos de pertenencia con las costumbres y tradiciones del país y todo esto es importante, ya que tal y como lo dice, Francis Fukuyama en su libro Identidad: la Demanda de Dignidad y las Políticas de Resentimiento: ‘’Si los ciudadanos no se enorgullecen de su país, no se esforzarán por su provecho. ’’

Asimismo, este mismo proceso de reforma educativa que nos permita recuperar estos valores de identidad y pertinencia, abre por sí solo, otra gran ventana de oportunidad: fortalecer nuestra democracia.

LOS VALORES DEMOCRÁTICOS

Y al igual que con la identidad nacional, con la democracia lo primero que tenemos que hacer, es entender que los valores democráticos de México y de cualquier nación van mucho más allá de la idea de votar y ser votado, la democracia no es un barco de un solo puerto, es un trabajo constante.

La democracia es un contrato implícito entre los ciudadanos y su gobierno, según el cual, se renuncia a ciertos derechos para que el gobierno proteja otros derechos más básicos e importantes. La identidad nacional, se construye alrededor de la legitimidad y validez de este contrato y si los ciudadanos no creen formar parte del mismo contrato, el sistema, no funcionará.

Los valores democráticos y de identidad nacional, están más unidos de lo que muchos creen y es por ello, que se debe de impulsar la construcción de una nación y una democracia plural, que permita a los ciudadanos encontrar espacios para desarrollarse libre y plenamente dentro de una misma comunidad.

Estoy convencido que las democracias no podrán sobrevivir si los ciudadanos no se sienten, en cierta medida, apegados a las ideas de Gobierno Constitucional y de igualdad humana. Por ello, fortalecer, reivindicar y darle un nuevo camino a la identidad nacional y al patriotismo es fundamental.

La identidad nacional es una colección pluralista de intereses, opiniones y valores diversos que deben de ser conciliados pacíficamente a través de los procesos democráticos, por eso, una cultura de tolerancia y empatía mutua debe de ser capaz de anular las pasiones partidistas y del individualismo.

En la medida en la que los mexicanos nos sintamos miembros de una familia extendida y adquiramos altos niveles de confianza entre nosotros, es mucho más probable no solo que apoyemos programas sociales que ayuden a los más débiles sino también, que acatemos estrategias sanitarias que busquen reducir los riesgos de contagio no solo de esta pandemia, también, de todas las que faltan.

Trabajemos así y a largo plazo no solo tendremos mejores ciudadanos, tendremos también funcionarios públicos capaces de anteponer el interés colectivo por encima del interés personal o de partido.

Estas, son las oportunidades que nos da la pandemia, pa’ esto sirve el mentado COVID-19.

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CARTÓN POLÍTICO

Edición 804: Lo piden los expertos: Una nueva Corte de Justicia sin extremos ideológicos

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JALISCO

La transparencia del fiscalizador

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– Los Juegos del Poder, por Gabriel Ibarra Bourjac

En Jalisco, la transparencia y la rendición de cuentas deberían ser principios innegociables. Sin embargo, la resistencia del auditor superior del Estado, Jorge Alejandro Ortiz Ramírez, a ser auditado por la Unidad de Vigilancia del Congreso revela una paradoja alarmante: el encargado de fiscalizar el gasto público evade la supervisión.

Esta actitud, denunciada por David Rubén Ocampo Uribe, titular de la Unidad, y el diputado Alberto Alfaro García, presidente de la Comisión de Vigilancia, no solo cuestiona la integridad de la Auditoría Superior del Estado de Jalisco (ASEJ), sino que amenaza la confianza en el sistema democrático.

Desde el 10 de julio de 2025, cuando Ocampo asumió su cargo, Ortiz Ramírez ha bloqueado cualquier intento de revisión. Solicitudes de expedientes laborales, nóminas y contratos han sido ignoradas, y un encuentro institucional propuesto para el 19 de agosto quedó en el vacío. “Quería saber si todo está en regla. La respuesta fue negativa. Pedí una reunión pública con agenda común, y tampoco hubo respuesta”, relató Ocampo a Conciencia Pública.

Incluso se le prohibió a personal de la ASEJ pasarle llamadas, limitando el diálogo al secretario técnico, un subordinado que no puede sustituir al titular.

El diputado Alfaro, de Morena, califica esta resistencia como un desafío al Congreso y a la sociedad. “El auditor se siente intocable, como si fuera gobernador. Durante ocho años operó sin contralor, pero ahora que lo hay, se niega a colaborar”, afirmó.

Con el respaldo de 29 de 32 deputados al nombramiento de Ocampo, su legitimidad es incuestionable. “Sabe que abriremos la Caja de Pandora”, añadió, sugiriendo que Ortiz Ramírez teme revelar irregularidades.

La Constitución de Jalisco y la Ley de Rendición de Cuentas otorgan a la Unidad de Vigilancia facultades plenas para revisar la ASEJ sin necesidad de acuerdos previos de la Comisión de Vigilancia, como argumenta Ortiz Ramírez.

Esta interpretación “tecnicista” es, para Ocampo, un escudo para evadir la fiscalización. La pregunta es inevitable: ¿qué oculta el auditor? Denuncias internas apuntan a aviadores, nóminas infladas, “moches” por laudos laborales y tolerancia a incapacidades falsas avaladas por el IMSS.

Una figura clave en estas acusaciones es Sandra Verónica Márquez González, de la Dirección Jurídica, señalada por mantener personal inexistente en nómina y exigir pagos ilegales, prácticas que arrastra desde su paso por el Tribunal de Arbitraje y la Fiscalía, donde se le vinculó al “Clan Trevi” por cobros indebidos.

La ASEJ es un pilar estratégico del gobierno de Jalisco, con autonomía técnica y de gestión para garantizar imparcialidad en la fiscalización de un presupuesto cercano a los 200 mil millones de pesos. Su rol como contrapeso es crucial para generar confianza ciudadana.

Sin embargo, la resistencia de Ortiz Ramírez recuerda épocas oscuras de la Contaduría Mayor de Hacienda, antecesora de la ASEJ, donde se rumoraba que las cuentas públicas se “lavaban” mediante acuerdos entre bancadas legislativas. Funcionarios corruptos encontraban en estos arreglos una vía para encubrir irregularidades, otorgando un poder desmedido al titular del organismo.

Hoy, la ASEJ debería ser un modelo de integridad. El Plan Estatal de Desarrollo y Gobernanza 2024-2030, liderado por Cynthia Cantero Pacheco, establece la transparencia y la participación ciudadana como ejes rectores de la gestión pública. Este plan, construido con la voz de más de 675,000 jaliscienses, vincula el presupuesto a resultados medibles, exigiendo apertura y rendición de cuentas.

La opacidad de Ortiz Ramírez contradice este espíritu, debilitando la credibilidad de una institución que debería ser ejemplo.

La pasividad de otros actores institucionales agrava el problema. El silencio del Congreso en pleno y la inacción de la Fiscalía Anticorrupción alimentan percepciones de complicidad o indiferencia. Mientras, rumores de una posible reelección de Ortiz Ramírez, tras ocho años en el cargo, generan rechazo. “Un gobernador dura seis años y se va. Este señor pretende quedarse otros ocho. Es inadmisible”, sentenció Alfaro.

¿Cómo puede hablarse de rendición de cuentas si el fiscalizador se coloca por encima de la ley? La resistencia de Ortiz Ramírez no es un simple desencuentro burocrático; es una afrenta al sistema de pesos y contrapesos.

“La opacidad reina en la Auditoría. Si el auditor desconoce la ley, ¿cómo fiscaliza al estado?”, cuestiona Ocampo. La sociedad, cada vez más vigilante, exige respuestas. Ortiz Ramírez tiene una oportunidad: abrir las puertas de la ASEJ, entregar la información solicitada y demostrar que no hay nada que ocultar. De lo contrario, su silencio seguirá alimentando sospechas de irregularidades.

La transparencia no es negociable, y Jalisco merece una Auditoría Superior que predique con el ejemplo. Es hora de que el fiscalizador rinda cuentas.

 

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JALISCO

MC: espejismos de unidad y fractura a la vista

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– Crónicas de Pacheco, por Daniel Emilio Pacheco

Movimiento Ciudadano en Jalisco ya abrió el telón de su renovación interna con la elección de 64 nuevos coordinadores municipales en la vieja casona de Av. La Paz. En apariencia, un ejercicio de normalidad partidista: discursos de unidad, promesas de cercanía con la gente, rostros nuevos para el escaparate y la certeza de que el partido naranja seguirá marcando la pauta en la política local.

Una postal impecable para las páginas de los diarios amigos… pero un espejismo apenas capaz de ocultar las fracturas internas que corroen al partido naranja. Pues, bajo el barniz del entusiasmo, se esconde un mapa con claroscuros que la dirigencia difícilmente podrá negar.

Los números de la elección de 2024 fueron generosos en sus bastiones metropolitanos: Guadalajara, Zapopan y Tlajomulco volvieron a confirmar la hegemonía emecista. En la capital, 308 mil votos aseguraron la continuidad; Zapopan, con 323 mil sufragios, consolidó la plaza más codiciada del estado; y Tlajomulco refrendó, una vez más, su condición de vivero político del grupo alfarista con 94 mil papeletas a su favor. Una trinidad metropolitana que otorga poder y recursos, pero que no resuelve la fragilidad en el resto del estado.

Porque más allá del brillo urbano, MC perdió terreno en Puerto Vallarta —joya turística entregada al PVEM en sociedad con Morena—, cedió Ciudad Guzmán, enclave agroindustrial del sur, y vio escaparse Tepatitlán, bastión alteño que durante años se pensó inmune a los embates opositores. En Tlaquepaque y Tonalá, el retroceso fue aún más doloroso: en el primero, los 109 mil votos no alcanzaron para retener la presidencia municipal; en el segundo, apenas 47 mil sufragios lo relegaron a un segundo lugar incómodo detrás de Morena. Un tropiezo estratégico en el oriente metropolitano que desnuda la vulnerabilidad del proyecto.

Mirza Flores, encargada de administrar esta renovación interna, habla de “liderazgos de territorio, cercanos a la gente”. El discurso suena bien, pero la tarea es monumental: reconstruir la cohesión de un partido que, en su expansión, ha multiplicado corrientes, intereses y pleitos internos. Porque el problema no es solo perder municipios: es perderlos mientras el partido se enreda en disputas de candidaturas, pugnas entre cuadros y una dirigencia que debe demostrar que puede arbitrar sin fracturar.

Los números distritales tampoco ayudan: de 20 distritos locales, MC apenas ganó 6; de los federales, ninguno y los plurinominales fueron para los exfuncionarios que necesitaban fuero y los “liderazgos” escogidos. Esto significa que, aunque controla alcaldías claves, su voz legislativa es reducida y carece de peso real en el Congreso federal.

Un contraste brutal: músculo en los municipios, anemia en las cámaras. Y esa asimetría no se corrige con discursos ni asambleas, sino con operación política en campo, con la capacidad de seducir al votante rural, al comerciante alteño, al campesino del sur que aún ve en el naranja una marca citadina, aburguesada y distante.

Pero lo verdaderamente corrosivo no está en las urnas, sino en los pasillos. La disputa Alfaro–Lemus ha dejado de ser un rumor y se ha convertido en un hecho palpable. Enrique Alfaro se resiste a entregar el control de candidaturas y cuadros, mientras Pablo Lemus mueve sus piezas con paciencia quirúrgica, tejiendo su propia red de operadores que responden solo a él. Entre ambos, Mirza Flores aparece como árbitro incómodo, obligada a conciliar lo irreconciliable: mantener la disciplina de un ejército que ya no reconoce un solo general.

El grupo Alfaro–Lemus sabe que esta es su última gran prueba antes de 2027. Si logran ordenar candidaturas y mantener la paz interna, MC llegará con posibilidades de sostener el gobierno estatal. Pero si insisten en los métodos de imposición y en los arreglos de cúpula, el costo será alto: perderán distritos clave, y con ellos, la capacidad de negociar en el Congreso y de sostener el control territorial.

Los cuadros históricos, los que alguna vez creyeron en la “ola naranja” como una alternativa fresca, se encuentran marginados o desplazados por nuevas caras que responden a intereses de grupo. La operación interna dejó cicatrices: candidaturas impuestas, militantes que sienten haber sido utilizados y un éxodo silencioso hacia Morena y el PVEM que ya se empieza a notar en las regiones.

En política, decía siempre la vieja guardia, no basta con administrar victorias: hay que blindarlas. Movimiento Ciudadano gobierna hoy con holgura en las ciudades, pero su debilidad en la periferia y en el interior del estado es evidente. Las plazas que perdió en 2024 son recordatorio de que el poder es un animal volátil: se escurre por las rendijas más pequeñas y muerde cuando menos se le espera.

La renovación municipal, que en el discurso se vende como ejercicio democrático, en los hechos es un intento de tapar grietas con retórica. En lugar de cohesión, lo que se advierte es una carrera por controlar posiciones rumbo al 2027. Cada comité local es, en realidad, una ficha en el tablero de negociación entre Alfaro y Lemus.

La batalla del 2027 no se jugará únicamente en los edificios de avenida Hidalgo o en los mítines de funcionarios públicos en la Casa Ciudadana. Se librará en los tianguis de Tonalá -donde el Ayuntamiento ha prendido focos rojos-, en los talleres de Arandas -Cuando se habla de la inseguridad que hay en las carreteras de la zona-, en los mercados de Lagos de Moreno -Al momento de hablar de un nuevo ejecutado o desaparecido- y en las colonias populares de Tlaquepaque -Explicando por qué el SIAPA no otorga el servicio que cobra: agua-. Ahí, donde los discursos sobran y lo que cuenta son los servicios públicos, la seguridad y la cercanía real de quienes gobiernan.

La verdadera batalla de 2027 no será contra Morena ni contra el PVEM. Será contra sí mismo. Porque, como tantas veces en la historia política de este país, los partidos no caen por la fuerza del adversario, sino por la podredumbre que incuban dentro.

Hoy MC es un cascarón brillante en la superficie, pero carcomido por dentro. Se vende como movimiento fresco, pero huele ya a partido viejo: facciones enfrentadas, candidaturas negociadas en lo oscurito y un liderazgo que se desgasta en administrar pleitos en lugar de ganar territorios.

Si no corrigen el rumbo, el espejismo de unidad que hoy pregonan se desmoronará al primer soplo de la contienda. Y entonces, la historia no hablará de una derrota electoral, sino de un suicidio político en cámara lenta. Una crónica que, como tantas en la política mexicana, no se escribirá con tinta… sino con epitafios.

En X: @DEPACHECOS

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