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MUNDO

Las ventajas de la tecnología blockchain: Confianza en el bitcoin y su crecimiento

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Economía Global, por Alberto Gómez R. //

Bitcoin es ahora “demasiado importante como para ignorarlo” declaró recientemente el reconocido banco alemán Deutsche Bank. La actual capitalización de mercado del Bitcoin (BTC) es de más de un billón de dólares, una cantidad mayor a la de Tesla, Toyota, y AT&T juntos.

La capitalización total de todas las criptomonedas es actualmente de 1.8 billones (usd).

El precio y valor del BTC siguen en su carrera alcista, al tiempo que más personas e instituciones apuestan por las criptomonedas y las finanzas descentralizadas (DeFi).

Una encuesta reciente muestra que la gran mayoría de inversores acreditados en los EE. UU. (el 74%) tienen la intención de comprar Bitcoin durante 2021.

El 18 de enero, la firma CrossAngle, con sede en Singapur, encuestó a 379 inversores acreditados en EE. UU. para comprender mejor su perspectiva sobre la inversión en criptomonedas.

Según el informe «Crypto Investing in 2021» de la empresa, estos fueron algunos de sus hallazgos: el 87% «ha oído hablar de Bitcoin»; el 70% «ha invertido en Bitcoin antes»; «Solo el 27.2% de los que no habían invertido en Bitcoin lo considerarían»; el 67% ha invertido en altcoins; es probable que el 74% «invierta en Bitcoin próximamente»; el 67% «sabe sobre DeFi»; el 90% «es probable que invierta en DeFi».

El informe también mencionó que:

«Aquellos que no han invertido en Bitcoin indicaron que quieren que sea menos volátil antes de comprar. Para otros, las criptomonedas son un mercado demasiado nuevo o simplemente no han tenido la oportunidad adecuada».

«Nuestros encuestados creían que las cosas que retienen a los inversores de las criptomonedas son la falta de protección de los reguladores, las estafas y la falta de conciencia y educación en la industria».

«Si nuestros encuestados tuvieran $ 100,000 para invertir pero tuvieran que dejarlos durante cuatro años, el 31.7% elegiría Bitcoin, mientras que el 29% iría a acciones de primera clase como la mejor inversión». (cryptoglobe.com)

La confianza en las criptodivisas sigue en aumento, y todo parece indicar que un futuro cercano el Bitcoin se puede convertir en la divisa del comercio internacional, por sus características, seguridad y rapidez en las transacciones, además de la posibilidad de utilizar contratos inteligentes (smart contracts), una gran ventaja para todo tipo de transacciones comerciales.

La tecnología Blockchain, en la que está basada el Bitcoin y demás criptomonedas, ofrece grandes ventajas y beneficios.

Blockchain se puede definir como una estructura matemática (scripts) para almacenar datos de una manera que es casi imposible de falsificar, y menos de hackear. Es un libro electrónico público que se puede compartir abiertamente entre usuarios dispares y que crea un registro inmutable de sus transacciones.

Cada registro digital en el proceso (cadena) se llama bloque (de ahí el nombre), y permite que un grupo abierto o controlado de usuarios participe en el libro electrónico. A su vez, cada bloque está vinculado a un participante específico.

Blockchain solo se puede actualizar por consenso entre todos los participantes en el sistema, y ​​cuando se ingresan datos nuevos, nunca se pueden borrar. Existe un registro verdadero y verificable de todas y cada una de las entradas realizadas en el sistema.

La base de datos de blockchain no se almacena en una sola ubicación, lo que significa que los registros que guarda son verdaderamente públicos y fácilmente verificables. No existe una versión centralizada de esta información para que un hacker corrompa. Alojado por millones de ordenadores simultáneamente, sus datos son accesibles para cualquier persona en Internet.

Contrario a lo que la mayoría piensa, las cadenas de bloque son rastreables, por lo que los gobiernos y sus agencias de investigación, pueden llegar a los orígenes de transacciones ilegales.

En 2019, las agencias de aplicación de la ley de los Estados Unidos pudieron rastrear al surcoreano de 23 años Jong Woo Son a través de sus transacciones de Bitcoin (BTC) hasta su hogar y cerraron su sitio web mundial de pornografía infantil llamado Welcome 2 Video, reportado como el sitio web de pornografía infantil más grande de la historia.

Las agencias han compartido datos del servidor incautado con las fuerzas del orden de todo el mundo para ayudar a identificar y enjuiciar a los clientes del sitio. Esto ha resultado en pistas enviadas a 38 países y derivó en los arrestos de 337 personas alrededor del mundo. La operación ha resultado en registros de residencias y negocios de aproximadamente 92 personas en los Estados Unidos. Cabe destacar que la operación es responsable del rescate de al menos 23 víctimas menores residentes en Estados Unidos, España y Reino Unido, que estaban siendo abusadas activamente por los usuarios del sitio. (justice.gov)

Durante el 2020, las transacciones con criptomonedas asociadas con actividades ilícitas disminuyeron respecto a las detectadas en el 2019. De acuerdo con el informe de la firma Chainalysis, en el año anterior, los delitos relacionados con activos virtuales representaron 0.34% de todo el volumen transaccionado vía estos instrumentos.

La firma publicó su informe Crypto Crime Report 2021, donde detalla que este 0.34% de la actividad ilícita relacionada con criptomonedas del 2020, representó un volumen de 10,000 millones de dólares, cuando en el 2019 esta cifra fue de 21,400 millones de dólares.

Los delitos relacionados con las criptomonedas están disminuyendo, siguen siendo una pequeña parte de la economía general de las criptomonedas y es comparativamente menor que la cantidad de fondos ilícitos involucrados en las finanzas tradicionales”, destaca el informe.

Ese 0.34% en operaciones ilícitas con criptomonedas –incluyendo el lavado de dinero- es prácticamente nada comparándolo con las grandes instituciones financieras internacionales, de los que algunos clientes mueven y blanquean billones de dólares al año para los cárteles internacionales de drogas, traficantes de armas, trata de personas, evasiones fiscales…todos ellos protegidos por el secreto bancario en muchos países, por lo cual resulta sumamente complicado de rastrear, perseguir y menos encarcelar a los grandes dirigentes de la delincuencia internacional.

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Edición 807: Magistrada Fanny Jiménez revoca rechazo de pruebas y defiende Bosque de Los Colomos

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LAS CINCO PRINCIPALES:

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MUNDO

Tolerancia en tiempos de algoritmos

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– Opinión, por Miguel Anaya

¿Qué significa ser conservador en 2025? La etiqueta, lejos de significar a una persona o grupo de ellas, aglutinadas en torno a la Biblia o valores cristianos, se ha vuelto un acto de rebeldía. El conservadurismo pareciera significar a una nueva minoría (o una mayoría silenciosa) que enfrenta un prejuicio constante en redes sociales.

En sociedades donde la corrección política dicta el guion, ser conservador implica defender valores tradicionales —para algunos valores anacrónicos— en medio de un mar de redefiniciones. La sociedad dio un giro de 180 grados en tan solo 20 años y aquellos que señalaban hace dos décadas, hoy son señalados.

¿Y ser liberal? El liberalismo que alguna vez defendió la libertad frente al Estado hoy se ha transformado en progresismo militante: proclamar diversidad, reivindicar minorías, expandir derechos. Noble causa, sin duda.

El problema comienza cuando esa nobleza se convierte en absolutismo y se traduce en expulsar, callar o cancelar a quien no repite las consignas del día. El liberal de hoy se proclama abierto, pero con frecuencia cierra la puerta al que discrepa. Preocupante.

He aquí la contradicción más notable de nuestro tiempo: vivimos en sociedades que presumen de “abiertas”, pero que a menudo resultan cerradas a todo lo que incomoda. Lo que antes era normal hoy puede costar reputación, trabajo o, en casos extremos, la vida. Hemos reemplazado la pluralidad por trincheras y el desacuerdo por el linchamiento mediático (“funar” para la generación Z).

La polarización actual funciona como un espejo roto: cada bando mira su fragmento y cree que posee toda la verdad. Los conservadores se refugian en la nostalgia de un mundo que quizá nunca existió, mientras que los liberales se instalan en la fantasía de que el futuro puede aceptar todo, sin limitantes.

Ambos lados olvidan lo esencial: que quien piensa distinto no es un enemigo para destruir, sino un ciudadano con derecho a opinar, a discernir y, por qué no, a equivocarse humanamente.

La violencia y la polarización que vivimos, no son fenómenos espontáneos. Son herramientas. Benefician a ciertas cúpulas que viven de dividir, a las plataformas digitales que lucran con cada insulto convertido en tema del momento.

El odio es rentable; la empatía, en cambio, apenas genera clics. Por eso, mientras unos gritan que Occidente se derrumba por culpa de la “ideología woke”, otros insisten en que el verdadero peligro son los “fascistas del siglo XXI”. Y en el ruido de esas etiquetas, el diálogo desaparece.

Lo más preocupante es que ambos discursos se han vuelto autorreferenciales, encerrados en su propia lógica. El conservador que clama por libertad de expresión se indigna si un artista satiriza sus valores; el liberal que defiende la diversidad se escandaliza si alguien cuestiona sus banderas.

Todos piden tolerancia, pero solo para lo propio. Lo vemos en el Senado, en el país vecino, tras el triste homicidio de Charlie Kirk y hasta en los hechos recientes en la Universidad de Guadalajara.

En buena medida, este mal viene precedido de la herramienta tecnológica que elimina todo el contenido que no nos gusta para darnos a consumir, solo aquello con lo que coincidimos: EL ALGORITMO.

El algoritmo nos muestra un mundo que coincide totalmente con nuestra manera de pensar, de vivir, de vestir, nos lleva a encontrarnos únicamente con el que se nos parece, creando micromundos de verdades absolutas, haciendo parecer al que piensa un poco distinto como ajeno, loco e incluso peligroso. Algo que debe ser callado o eliminado.

Occidente, en 2025, parece olvidar que lo que lo hizo fuerte no fue la homogeneidad, sino la tensión creativa y los equilibrios entre sus diferencias. Quizá el desafío es rescatar el principio básico de que la idea del otro no merece la bala como respuesta.

Solo la palabra, incluso aquella que incomoda, puede mantener vivo un debate que, aunque imperfecto, sigue siendo el único antídoto contra el silencio y la complicidad impuestos por el miedo o la ignorancia.

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MUNDO

De espectador a jugador: El Plan México y los nuevos aranceles

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– A título personal, por Armando Morquecho Camacho

En la historia de la política internacional, las decisiones económicas suelen asemejarse a partidas de ajedrez: cada movimiento no solo busca ganar terreno en el presente, sino también anticipar jugadas futuras que podrían definir la victoria o la derrota.

México, con el anuncio de aranceles de hasta un 50% a productos provenientes de países sin acuerdos comerciales —particularmente China—, ha hecho una jugada que puede parecer arriesgada, pero que revela un cálculo estratégico más amplio: equilibrar una balanza comercial desigual y, al mismo tiempo, alinearse con el tablero donde Estados Unidos y China libran una guerra cada vez más abierta.

La presidenta Claudia Sheinbaum ha justificado la medida bajo dos argumentos centrales: primero, la necesidad de equilibrar la balanza comercial con China, que hoy refleja una brecha difícil de ignorar; y segundo, el impulso del llamado Plan México, su proyecto estrella para transformar la economía y fomentar la producción nacional.

Visto desde esa óptica, el arancel no es un simple impuesto, sino un muro de contención frente a la dependencia excesiva de productos chinos y, al mismo tiempo, una palanca para reconfigurar las cadenas de valor en territorio mexicano.

El gesto tiene también una lectura geopolítica. Estados Unidos ha reactivado una estrategia de confrontación comercial contra China y la Unión Europea ha hecho lo propio. México, tercer socio comercial de Estados Unidos y pieza clave en la industria automotriz de Norteamérica, no podía permanecer neutral. Imponer aranceles de este calibre es enviar una señal de lealtad estratégica a Washington, asegurando que México no será el eslabón débil en la cadena norteamericana.

La analogía podría entenderse si imaginamos un puente colgante sobre un río. Durante décadas, México ha cruzado ese puente que fue construido con materiales chinos y que servían de soporte a la industria nacional. Ahora, la decisión de elevar aranceles implica retirar varios de esos tablones y reemplazarlos con productos propios o con piezas de otros socios.

No es una tarea sencilla. Estos cambios en un inicio podrían debilitar el puente, pero esto se hace con la finalidad de consolidar la estructura y hacerla menos dependiente de un solo proveedor.

Los críticos señalan que el golpe puede resultar contraproducente. La industria automotriz mexicana, uno de los grandes motores de la economía, ha construido buena parte de su competitividad sobre la base de insumos chinos.

No obstante, esta medida podemos verla desde otra perspectiva y no solo como una medida para eliminar de golpe la presencia china, sino que esta busca generar incentivos para que la inversión y la producción se instalen en territorio mexicano o en países con reglas más claras.

Esta jugada puede entenderse también como una apuesta al futuro del nearshoring, el fenómeno que ha llevado a empresas globales a trasladar operaciones de Asia a países más cercanos al mercado estadounidense. México, por su ubicación geográfica y su red de tratados, se ha convertido en uno de los destinos más atractivos.

Para capitalizar esa ventaja era necesario enviar una señal firme: que el país está dispuesto a reordenar su comercio exterior y a reducir su dependencia de un socio con el que no comparte compromisos de largo plazo.

No obstante lo anterior, en lo político, México también gana margen de maniobra. Al mostrar una postura clara frente a China, fortalece su posición en la relación con Estados Unidos, con quien compartimos más que fronteras. Recordemos que, en el contexto sociopolítico actual, el T-MEC exige disciplina y coordinación en temas comerciales, especialmente en la industria automotriz, que es clave tanto en México como en Estados Unidos.

El reto, sin embargo, será enorme. La transición hacia cadenas de suministro menos dependientes de China implicará costos de corto plazo, ajustes en la industria y tensiones con empresarios acostumbrados a la eficiencia y el bajo precio de los insumos chinos.

Pero en la economía, como en la vida, no siempre se trata de elegir el camino más fácil, sino el que garantiza mayor estabilidad y desarrollo a largo plazo. Si el Plan México logra que las fábricas, en lugar de importar piezas, empiecen a producirlas en territorio nacional, la apuesta habrá valido la pena.

Imaginemos por un momento la industria del automóvil como un gran árbol. Sus raíces se extienden en múltiples direcciones: hacia Estados Unidos, hacia Europa y, en las últimas dos décadas, con fuerza, hacia China. Lo que hoy propone el gobierno mexicano es podar algunas de esas raíces para que el árbol no dependa en exceso de un solo suelo.

Es verdad que hay incertidumbre. Nadie puede asegurar que los aranceles funcionarán como palanca de desarrollo interno y no como un freno a la producción. Nadie puede anticipar hasta qué punto las tensiones con China podrían derivar en represalias.

Pero lo que sí es claro es que seguir con una dependencia de 130 mil millones de dólares en importaciones de China, frente a apenas 15 mil millones en exportaciones de México, es caminar sobre una cuerda floja demasiado delgada.

México está intentando, con esta decisión, dejar de ser un simple espectador en la guerra comercial de Estados Unidos contra China, para convertirse en un jugador que elige con quién y cómo quiere relacionarse. El Plan México puede ser la brújula que oriente esta transición, y los aranceles, la herramienta que marque el rumbo.

No se trata de cerrarse al mundo, sino de abrirse de manera más inteligente, cuidando que el intercambio económico no se convierta en una relación de dependencia.

Al final, lo que está en juego no es solo la balanza comercial con China ni la competitividad de la industria automotriz, sino la posibilidad de que México aproveche este momento de reconfiguración global para fortalecerse como un país capaz de producir, innovar y sostener su crecimiento sin depender de los caprichos de una sola potencia. El puente que hoy tambalea puede convertirse, si se refuerza con visión, en la vía sólida hacia un futuro de mayor autonomía económica.

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