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OPINIÓN

Libertad relativa

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Opinión, por Armando Morquecho Camacho //

«En el siglo XXI, nuestros datos personales son probablemente el recurso más valioso que la mayoría de los seres humanos puede ofrecer, y los estamos cediendo a los gigantes tecnológicos a cambio de servicios de correo electrónico y divertidos videos de gatitos», Yuval Noah Harari.

Las tecnologías de la información y comunicación han revolucionado el mundo más de lo que nosotros creemos. A través de ellas y con apoyo de las redes sociales, hemos logrado alcanzar el sueño de construir una sociedad interconectada.

Gracias a ellas, las distancias y los límites son cada vez más cortos y las fronteras, ya no son un impedimento para extender nuestras relaciones sociales, ya que hoy en día, podemos estar conectados con cientos y miles de personas de diferentes partes del mundo, situación que también nos ha hecho entender que somos parte de un todo y que debemos buscar soluciones globales.

De manera constante y a través de Facebook, Twitter, Instagram y Zoom, estamos intercambiando opiniones, ideas e información con un gran número de personas, desde amigos y profesores hasta extraños con quienes debatimos en alguna publicación.

Es justamente esa dinámica de intercambio de ideas, opiniones e información, lo que vuelve muy útiles las TIC, pero también, es lo que las vuelve tan peligrosas y complejas, ya que todo lo que decimos, publicamos, debitamos y opinamos en cualquier red social o bien, todo lo que buscamos en páginas como Google, pasa a formar parte de una base de datos enorme que está a disposición de las grandes empresas tecnológicas.

Hace unos años ya que las redes sociales dejaron de ser simples centros de socialización y acceso a información, para convertirse en el cuartel de guerra de muchos proyectos políticos que buscan llegar a millones de usuarios no solo para promover sus agendas, sino también para promover campañas de desinformación y desprestigio en contra de sus principales oponentes. Estas situaciones han hecho que muchos volteen a ver con buenos ojos a las grandes empresas tecnológicas que almacén la información personal del electorado.

Nunca fue tan fácil para los políticos con agendas autoritarias crear campañas y proyectos hechos a la medida de los ciudadanos. En otras palabras, nunca fue tan fácil para los políticos entender cómo se siente la gente, qué opina la gente y más importante: ¿a qué le teme la gente?

La pandemia del COVID-19 y la crisis que enfrentamos desde que empezó el 2020 nos ha dado una oportunidad muy grande para repensar nuestro sistema en todos los sentidos. Pero también ha sido una oportunidad perfecta para reflexionar y pensar acerca de nuestra democracia y nuestra libertad. ¿En realidad somos tan libres de pensamiento y de elección como creemos? ¿En realidad nada externo influyó en mi decisión electoral? o ¿acaso todas y cada una de nuestras decisiones, opiniones y sentimientos están ligeramente influenciados por publicidad, imágenes o publicaciones dirigidas especialmente para cada uno de nosotros?

El próximo año enfrentaremos un proceso electoral sumamente importante, muchas cosas estarán en juego y estoy seguro que debido a la reducción de tiempos de campaña, las redes sociales y todas las empresas encargadas de manejar datos e información personal jugarán un papel fundamental a la hora de promover políticos, campañas, agendas y mensajes.

El próximo año el concepto de equidad en la contienda electoral, adquirirá una nueva y más moderna dimensión y pondrá sobre la mesa de discusión una nueva pregunta: ¿Es justo que haya ganado quien tuvo acceso a más datos e información de los votantes? Y cuando me refiero a tener acceso a más datos, no me refiero únicamente al padrón electoral del INE que hace unos años se andaba poniendo a la venta a través de mercado libre. Me refiero a toda la información que ya expuse anteriormente: nuestros miedos, nuestras aspiraciones y hasta nuestros odios.

En marzo del 2018, Christopher Wylie, ex colaborador de Cambridge Analytica, acudió al Parlamento Británico a declarar acerca de la estrategia digital utilizada por Cambridge Analytica para influir en el referéndum del BREXIT creando una campaña en redes sociales dirigida especialmente al sector de indecisos cuya información estaba en poder de la empresa.

En su declaración, Christopher Wylie realizó una pequeña analogía de la trampa y el robo de datos personales con fines electorales que les quiero compartir:

‘’Cuando no pasas el control antidopaje en los juegos olímpicos, no se cuestiona la cantidad de droga ingerida ¿cierto? No dices: ‘igual hubiera llegado primero’ o ’Solo tomó la mitad de la dosis.’ No importa. Si hiciste trampa, pierdes la medalla. Si permitimos la trampa en nuestro proceso democrático ¿qué pasará la próxima vez y la otra? No se debe ganar haciendo trampa. Decir que el Brexit se hubiera logrado con o sin la intervención de Cambridge Analytica, no es justificación alguna.’’

Frente a nosotros tenemos la gran oportunidad de repensar y reinventar nuestro sistema. Tenemos la oportunidad de poner sobre la mesa de debate temas que deben de ser atendidos.

Cuestionar la democracia no es una cuestión meramente teórica, sino práctica.

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1 Comment

1 Comments

  1. Miguel Angel Herman

    14 de septiembre de 2020 at 6:15 PM

    Unidos cada dia mas por y con las redes sociales, pero distanciados cada dia mas de la Sociedad, quien ganara las siguientes elecciones, no el más capaz, no el que más logros tenga, no el más profesional, será el que más pague e invierta en las redes, esperemos que no.
    #unidoslograremosmas

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