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OPINIÓN

Los cambios de fondo que no llegan: Fiscalías trabadas

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Opinión, por Pedro Vargas Avalos //

Desde hace unos años, se inició el proceso de cambiar el nombre de las Procuradurías de Justicia, tanto a nivel federal como estatal. La denominación que salió avante fue la de “Fiscalía General”, de tal suerte que, a nivel nacional se llama Fiscalía General, y de igual forma se le conoce en casi todas las Entidades Federativas.

En Jalisco, el mes de febrero de 2013, siendo gobernador Emilio González Márquez (el expedemista que, como neopanista, llegó a la gubernatura y en tal ejercicio nos mentó la madre a los jaliscienses), se emitió una nueva Ley Orgánica del Poder Ejecutivo, la cual liquidó a la Procuraduría General de Justicia; en su lugar aprobó crear una Fiscalía General del Estado, jefaturada por un fiscal general (art. 27).

En esa ocasión, a la nueva dependencia, además de su medular objetivo de presidir el Ministerio Público y procurar la justicia (incluyendo salvaguardar los derechos humanos), se le agregaba la función de la Seguridad Pública. Sin embargo, a pesar de que su nombramiento se hacía por mayoría calificada del Congreso, continuaba supeditado al gobernador, quien lo podía remover libremente (art. 28). Era pues un organismo más poderoso que su antecesor, pero con mayor discordancia social por no tener autonomía respecto al Ejecutivo.

Por lo que ve al sistema federal, el año de 2014, se reformó la Constitución Política nacional para crear la Fiscalía General de la República (FGR), con la característica de ser autónoma del Poder Ejecutivo y con el fin de reemplazar la vetusta Procuraduría General de la República (PGR), cuyo desempeño era marcado por su falta de independencia, evidente corrupción y sus magros resultados. Pero se previno en la reforma que, el Fiscal General de la República inicial que fungiría al declararse la autonomía de la Fiscalía, sería el Procurador en ejercicio.

La autonomía de la FGR, el Congreso de la Unión declaró que entraba en vigor, de conformidad con la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, luego que se publicó en el Diario Oficial de la Federación el 20 de diciembre de 2018. Incontinenti sería el proceso para elegir el primer Fiscal General del país. Desahogado el trámite conforme el artículo 102 constitucional, el Senado designó para tan delicado puesto al Lic. Alejandro Gertz Manero, cuyo período de 9 años vence hasta 2027.

En aquella misma fecha (diciembre de 2018) se expidió por el actual primer mandatario federal, la nueva Ley Orgánica de la Fiscalía General de la República, lo cual fue trascendental porque formula las bases para asegurar que, el fiscal general y los fiscales especializados que investigarán casos de derechos humanos, corrupción, delitos electorales y otros, serán independientes administrativa y políticamente del poder ejecutivo.

Sin embargo, lo anterior no fue replicado en los Estados de la nación. En Jalisco, si bien la ley suprema local (artículo 53 constitucional) dispone que, “La Fiscalía General del Estado es un Organismo Público Autónomo, con personalidad jurídica y patrimonio propios”, se expidió a instancias del entonces ejecutivo electo, Enrique Alfaro, una nueva Ley Orgánica del Poder Ejecutivo (decreto 27213, 4-dic-2018), que contiene la sola novedad de quitar la seguridad pública a la Fiscalía General estatal, pero dejando el anterior sistema de elección y remoción del Fiscal: el artículo 6° de dicha ley, señala que la Fiscalía es parte de la administración centralizada de la Entidad; complementariamente, el dispositivo 33 de dicho ordenamiento, expresa: “El fiscal es designado por el gobernador del Estado y debe ser ratificado por el Congreso del Estado por el voto de cuando menos, las dos terceras partes de los diputados presentes en la sesión correspondiente. El Fiscal General puede ser removido libremente por el Gobernador del Estado”. En pocas palabas, ese poderoso servidor público, en los hechos sigue dependiendo del gobernador en turno, y hasta de sus inmediatos colaboradores. Con ello, los miembros de la comunidad continúan expuestos a ser víctima de injusticias, atentados o desmanes legaloides.

Y si lo anterior priva en Jalisco, con algunas modalidades en los restantes componentes del Pacto Federal, se hicieron adecuaciones normativas, con los extravíos que antes padecían las Procuradurías. Un caso elocuente lo es el del bastión panista Guanajuato, cuyo fiscal (Carlos Zamarripa) es investigado por la FGR: este personaje ejerce el cargo desde hace varios lustros, y su entidad está sumida en tristísima situación de violencia, impunidad e inseguridad jurídica. Algo parecido sucede en Morelos, por lo que en el Congreso de la Unión se busca el desafuero del Fiscal Uriel Carmona.

Un común denominador de la procuración de justicia, ya en el fuero federal como estatal, es la carencia de resultados. No se nota su lucha contra la delincuencia, tampoco se advierten mejorías en la seguridad jurídica; en cambio el burocratismo es imperante en sus procedimientos y es notorio el atraso en su equipamiento. La gente a diario se queja del tortuguismo, deficiente atención y lo peor, afirma que imperan las corruptelas y abusos.

En el ámbito federal por doquiera le llueven críticas al fiscal general, (que ya es apodado ‘tortugertz’) pues en muchísimos casos, tanto de ilícitos de los llamados de “cuello blanco”, que se imputan a exfuncionarios públicos, como los que perpetran empresarios defraudadores y capos del narcotráfico, no se ven sus acciones contra ellos, o si acaso, por la lentitud con que se conducen, apenas se advierten.

En resumidas cuentas, las fiscalías tanto federal como estatales, están sin cumplir sus objetivos de procuración de justicia, ni proceden ceñidos por los principios de legalidad, objetividad, eficiencia, profesionalismo, honradez y respeto a los derechos humanos, que las normas supremas ordenan. Cuando la sociedad las evalúa, sustenta la idea de que en sus organigramas persisten o sobreviven, hábitos y personas que no deberían estar allí, porque representan a los viejos políticos cuya trayectoria popularmente es condenada por sus saqueos y arbitrariedades, registradas cuando se desempeñaron en cargos dentro de los gobiernos llamados neoliberales.

Y esas críticas, sumadas a la desinformación que suele acompañar a sus acciones, generan desconfianzas, mismas que se agravan en el fuero local porque sencillamente, las Fiscalías estatales siguen dependiendo de los gobernantes, y con ello arrastran los mismos defectos que se imputaban a las anacrónicas y ya desaparecidas procuradurías de justicia. Porque las supresiones de éstas, en la realidad solo fueron en el papel, puesto que todas las reformas al respecto, poseen el típico estilo gatopardiano, es decir, se cambia mucho para seguir iguales.

En consecuencia, en muchos foros de abogados, y no digamos de otros profesionistas o de simples ciudadanos, se concluye que lo que hoy por hoy tenemos, en materia de procuración de justicia y ministerio público, son virtuales fiscalías trabadas, o cuando menos, aturdidas.

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JALISCO

Lemus ante el desafío histórico del SIAPA

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-Los Juegos del Poder, por Gabriel Ibarra Bourjac

La política, en su versión más superficial, se ha convertido en un escenario de promesas vacías durante las campañas, donde los candidatos abordan los grandes problemas de la ciudad con discursos grandilocuentes que, una vez en el poder, se diluyen en selfies y mensajes huecos en redes sociales.

Este “empobrecimiento de la política” se refleja en la gestión del Sistema Intermunicipal de los Servicios de Agua Potable y Alcantarillado (SIAPA), organismo responsable de abastecer de agua a cerca de seis millones de habitantes en la Zona Metropolitana de Guadalajara (ZMG).

Sin embargo, lo que alguna vez fue un modelo eficiente de gestión intermunicipal ha sido desvirtuado por prácticas políticas irresponsables que lo han llevado al borde del colapso, dejando a la ciudad en una crisis hídrica que exige soluciones urgentes.

El declive del SIAPA comenzó hace años, cuando políticos voraces lo convirtieron en un botín político. Durante el gobierno de Emilio González Márquez, el organismo se transformó en una “agencia de colocaciones” para aliados del PAN. Junto con el entonces dirigente estatal del partido, González Márquez repartió gerencias y direcciones entre alcaldes y líderes políticos, priorizando lealtades sobre la competencia técnica.

Este modelo de “cuotas y cuates” se consolidó con los gobiernos posteriores, que continuaron usando al SIAPA como un espacio para colocar a allegados, sin importar su preparación. Un caso emblemático es el de la famosa publirrelacionista, quien, tras manejar relaciones públicas en el Instituto Jalisciense de Reinserción Social (INJANRESO) y firmar convenios para la venta de productos de reclusos, fue nombrada en una plaza directiva del SIAPA por decisión arbitraria de un aliado político.

Este tipo de prácticas refleja la frivolidad que ha caracterizado la gestión del organismo en las últimas décadas.

Como resultado, el SIAPA enfrenta una crisis multidimensional: administrativa, financiera y técnica. Está prácticamente en bancarrota, con un déficit estructural que lo ha dejado al borde de la quiebra.

Mientras tanto, la infraestructura hidráulica de la ZMG, con tuberías y colectores obsoletos, es incapaz de satisfacer las necesidades de una población en crecimiento. Esta situación se agrava en temporadas de lluvias, cuando las inundaciones exponen el colapso de los sistemas de drenaje, poniendo en riesgo vidas y propiedades.

La irresponsabilidad de los políticos que han manejado al SIAPA con fines clientelares ha llevado al organismo a un punto crítico, donde la inacción ya no es una opción. Este escenario ha estallado en el mandato del gobernador Pablo Lemus, quien enfrenta una bomba de tiempo heredada por décadas de negligencia.

Inicialmente, la reestructuración del SIAPA no parecía estar en su agenda prioritaria. La reciente aprobación de un aumento tarifario, impulsada con el peso político del gobierno estatal y los votos de los alcaldes metropolitanos, se llevó a cabo sin un diagnóstico claro ni un plan concreto de reingeniería. Sin embargo, el caso de la publirrelacionista, que destapó las “miserias” del organismo, junto con las crecientes quejas de la ciudadanía y actores políticos por el deficiente servicio de agua, ha obligado a Lemus a actuar.

“Estamos trabajando en una reingeniería absoluta del SIAPA, que abarca desde recursos humanos, áreas administrativas, atención al cliente, hasta la mejora en el suministro de agua potable”, afirmó el gobernador el 27 de julio de 2025.

Subrayó que, tras el incremento de tarifas, el SIAPA está obligado a mejorar: “Lo dije desde el día que se aprobaron las tarifas: el SIAPA debe dar un mejor servicio”.

Lemus ha anunciado una inversión inicial de 9,000 millones de pesos para modernizar la red hidráulica de la ZMG, un esfuerzo crucial para reemplazar tuberías y colectores obsoletos. Este proyecto requiere la colaboración de los alcaldes metropolitanos, quienes forman parte del consejo de administración del SIAPA.

El gobernador ha prometido convocar a sectores clave —técnicos, académicos, empresarios, organizaciones civiles y medios de comunicación— para presentar un plan integral que aborde no solo la gestión del organismo, sino también la infraestructura subterránea de la ciudad.

Entre las soluciones propuestas está el drenaje profundo, una medida necesaria para mitigar el caos que las lluvias provocan en una metrópoli colapsada, donde las inundaciones representan un peligro constante.

La decisión de Lemus es una de las más trascendentes en Jalisco en las últimas cuatro décadas. Rescatar al SIAPA implica no solo sanear un organismo en crisis, sino también realizar una “cirugía mayor” a las entrañas de la ciudad.

Este desafío pone a prueba la capacidad del gobernador para superar las inercias de la frivolidad política que han marcado a la entidad. Si logra ejecutar un plan transparente y efectivo, demostrará el valor de una “buena política” que priorice el bienestar colectivo sobre los intereses de grupo.

Sin embargo, el éxito dependerá de la coordinación con los municipios, la participación de la sociedad y la rendición de cuentas. La ciudadanía, cansada de promesas vacías y selfies, exige resultados concretos: un SIAPA eficiente y una ciudad que funcione, incluso en los días de temporal.

Este momento histórico puede ser un punto de inflexión para Jalisco, donde la gestión responsable del agua marque la diferencia entre el empobrecimiento de la política y un gobierno que cumpla con su mandato.

 

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NACIONALES

El crimen de vivir con dignidad

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-Opinión, por Miguel Anaya

La historia de Irma Hernández es una tragedia mexicana con todas las letras: una maestra jubilada, convertida en taxista para sobrevivir, asesinada por no pagar “cuota de plaza” a un grupo criminal. No es una historia de ficción ni un capítulo más del realismo trágico nacional: es la vida —y la muerte— de miles que hoy, en este país, caminan la delgada línea entre sobrevivir y caer en la estadística.

Irma educó a generaciones enteras. Fue pilar de una comunidad, sembradora de futuro. Pero cuando llegó su retiro, el sistema la premió con una pensión que no alcanzaba para comer, menos aún para sobrellevar una enfermedad o vivir con dignidad. Y es así como la maestra, que durante décadas trabajó para el Estado, terminó su vida buscando ingresos en un volante ajeno, en una ciudad tomada por intereses que no son los de la ley, ni del pueblo, ni de la justicia.

Detrás de esta historia hay una cadena de fracasos: primero, la precarización del trabajo y la miseria disfrazada de pensión. Jubilados que deben seguir trabajando no por gusto, sino por necesidad, son un símbolo de un país que castiga a quienes entregaron su vida al servicio público, a ser productivos. El jubilado no pide riqueza sino dignidad.

Segundo, la inseguridad que se ha vuelto paisaje. No la inseguridad abstracta de cifras y reportes vacíos, sino la concreta: la que se siente en cada esquina, la que decide quién vive y quién muere, la que cobra derecho de piso como si se tratara de una tarifa institucional.

Tercero, el monstruo de la extorsión, esa epidemia silenciosa que arruina comercios, desaparece oficios, y también se cobra vidas. Hoy es más común de pago la cuota de plaza que la del impuesto predial. Se paga por miedo, se paga por costumbre, se paga porque ya no hay autoridad que proteja a nadie que no tenga escoltas, y a veces ni con ellos ajusta.

Y finalmente, el más devastador de todos: la normalización. Hemos dejado de conmovernos. A veces, ni siquiera nos indignamos. Solo registramos el hecho, lo compartimos un par de veces, y seguimos. Como si no se tratara de una tragedia nacional, sino de una rutina ineludible.

Pero en el fondo, lo más alarmante es esto: el crimen organizado ha ocupado las funciones del Estado. Cobran impuestos —llámese derecho de piso—, brindan “seguridad” —a cambio de sumisión—, y regulan el trabajo —con amenazas y violencia. Son, de facto, autoridades paralelas. No solo porque actúan con impunidad, sino porque llenan el vacío que los gobiernos, en todos los niveles, han dejado crecer por cobardía, complicidad o simple ineptitud.

El Estado ya no manda en vastas regiones del país. No gobierna, no protege, no impone justicia. Delegó su deber en el crimen, y este lo ha asumido con eficacia perversa. Las calles ya no responden a las leyes escritas en papel, sino a las que dictan los cárteles con plomo, miedo y silencio.

Irma no fue víctima del azar. Fue víctima de un sistema fallido, de un país que castiga al que trabaja y premia al que amenaza. Su asesinato no es un hecho aislado. Es una muestra de que, en México, hay zonas donde ser honesto y valiente puede costarte la vida.

Hoy Irma es nombre propio, pero mañana puede ser cualquier otro. Porque mientras no se recupere el control del territorio, mientras el Estado no asuma su deber de proteger, mientras no haya justicia ni condiciones de vida dignas para los más vulnerables, este país seguirá siendo eso: un territorio compartido entre los que mandan sin ley… y los que mueren sin voz.

 

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NACIONALES

Abrazos, sablazos y silencio presidencial

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-Conciencia con Texto, por José Carlos Legaspi Íñiguez

Diría el que dijo que las banalidades, intrascendencias y trivialidades “le vienen como anillo al dedo” al horno en que se queman a diario las figuras y figurines de la 4ª transformación.

Poco a poco se agota la estrategia gubernamental de minimizar hasta el punto de la desvergüenza los hechos en los que se muestran claramente las ligas, asociaciones y nexos con las actividades del crimen organizado (sector privado) de connotados miembros del partido en el poder.

No es gratuito ni creíble que una presidente de la república dedique un buen de su tiempo en la maña…nera a la futilidad surgida por las declaraciones del “Chicharito” Hernández y eluda hablar de casos que estremecen por la crueldad, la saña y la impunidad con que actúan a plena luz del gobierno los sicarios, narcos, huachicoleros y no pocos legisladores así como de las acusaciones y señalamientos en contra de funcionarios sobre su participación o complicidad en delitos que ejecutan los “ejércitos y gerentes” de las diferentes “empresas” delincuenciales.

Se desconoce a ciencia cierta si estas noticias que muestran el lado oscuro de MORENA han salido a la luz “gracias” a la información que los capos sinaloenses presos en Estados Unidos de Norteamérica han proporcionado a la opinión pública, porque son los diarios, la televisión, la radio y las redes sociales donde se han ventilado esos bochornosos casos que muestran a “altas personalidades” implicadas en las ilícitas e ilegales actividades atribuidas a los cárteles del crimen organizado (sector privado).

Las declaraciones del Chicharito sobre la masculinidad y las féminas; los chismes de la farándula y las giras promocionales de los gobernantes, llenas de incienso auto promovido, ya no les alcanzan para desviar la atención del problema principal que vive México: la implicación de buen número de funcionarios y militantes de MORENA en las actividades que se catalogan como del Crimen Organizado.

Este contubernio entre delincuentes y políticos no es exclusivo ni de ahora. Viene de hace muchos sexenios. Lo que admira es que los actuales gobernantes llegaron al poder merced a su discurso acusatorio a los “emisarios del pasado” y aseguraron que “todo cambiaría” por el sólo hecho de llegar su partido al poder. Se está viendo que el dicho aquel de “quítate tú para ponerme yo” es lo que realmente ocurrió.

La gente puede ser engañada algunas veces, pero no por siempre.

Los “gringoleaks” irán destapando la cloaca que hace decenas de años se inició entre los narcotraficantes y la gente del poder (políticos, pero también empresarios).

Si los norteamericanos han encendido la mecha para que estalle esta carga de dinamita política es porque existe el material explosivo. ¿Hasta cuándo se dejará de proteger a los implicados en los escándalos, ya por ser parte de las actividades, por “disimulo” o por ser beneficiarios de las muy jugosas ganancias de ese dinero mal habido?

Es así como se ha revelado que los huachicoleros no son solamente perforadores de ductos para “ordeñarlos”. Existe una red de huachicoleo que maneja cantidades industriales de petróleo y sus derivados, con refinerías y redes de distribución y exportación a EEUU, incluidas. Pemex está quebrada; se pretende “inyectarle” miles de millones de pesos para que no sucumba financieramente.

Mientras el gobierno federal busca dinero para resucitar al cadáver de Pemex, los huachicoleros, los peones, alfiles y reyes de esta actividad ilícita, obtienen ganancias exorbitantes que bien podrían refaccionar a la paraestatal sin necesidad de deuda pública. Si hubiera una verdadera acción para arrancar de las negras manos el negro líquido, “blanqueado” por los criminales que lo usufructúan.

Ahí no para el asunto. ¿Si se logra rescatar a Pemex para quién será el beneficio? ¿Para la nación o para quienes se han apoderado de la empresa ahogándola en deudas, ineficiencias y piraterías desde dentro y por afuera?

La punta del iceberg asoma apenas. Si hay “voluntad política” y la misión de sanear al país de tan grave y grande corrupción se terminará la política aquella de “abrazos y sablazos” que no combatió a la ilegalidad lo ilícito y, en cambio, prohijó casos como el de Pemex, Segalmex, Tren Maya, trata de personas, impunidad a los facinerosos en las extorsiones, secuestros, tráfico de drogas, delitos varios y el enriquecimiento muy explicable de los jeques y sultanas de esta nueva ola de políticos que ejercen el poder sin recato, sin escrúpulos y sin moderación.

Ojalá la presidente no desperdicie la oportunidad de oro de establecer su impronta al gobernar y comience a mandar de acuerdo con su leal saber y entender que, se espera, sea para bien de todos los mexicanos.

El humor de los mexicanos es incorregible. Que al gritarle “¡no estás solo!” a Adán Augusto López en realidad las huestes morenísticas aludían a que también están en el ajo, otros miembros del partido acusados de varios delitos, incluso de violación y que la han “librado” porque como dijo Juárez: “Al enemigo, justicia y gracia; al amigo…sólo gracia”.

 

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