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OPINIÓN

Los desaparecidos

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Los Hombres del Poder, por Gabriel Ibarra Bourjac //

Una de las grandes decisiones que ha tomado Enrique Alfaro como gobernador es encarar el tema de los desaparecidos y hablar cara a cara con los familiares de las víctimas, escuchando su dolor, sus llantos, su impotencia, toda esa rabia que provoca que te hayan arrebatado a un ser querido, sin que el Estado como gobierno haya tenido o tenga la capacidad de protegerte.

Como bien lo expresa el cardenal Francisco Robles Ortega, “una sociedad violenta que ve la muerte como solución a sus conflictos termina por deshumanizarse (…) La violencia que está caracterizando nuestras relaciones sociales no corresponde a la voluntad de Dios”, expresó el pastor espiritual de los católicos en el marco de la celebración de la llevada a la Virgen a su Santuario de Zapopan.

¿De qué tamaño es la tragedia de los desaparecidos en Jalisco? El gobernador Enrique Alfaro hace unos días abordó esta herida abierta que tiene nuestra sociedad en el país, pero que se acentúa y agudiza en Jalisco, que tristemente es la entidad líder a nivel nacional. Las cifras varían, pero en lo que si están de acuerdo es que no son ni uno, ni dos, ni diez, ni cien, sino que son miles. Tan sólo en este año de 2019 que aún no concluye se han sustraído de sus hogares a poco más de 4 mil personas y son cifras que el propio gobernador proporcionó en ese evento que hacemos referencia: “se han hablado de muchas cifras, pero la verdad es que el tamaño del problema es que nos faltan 7 mil 117 personas. Esa es la realidad oficial. No puedo hablar de cifras negras, serán seguramente más pero éstas son las denuncias que tenemos y que podemos poner a disposición de los jaliscienses”.

Hay discrepancia en cifras. El Centro de Justicia para la Paz y el Desarrollo (CEPAD), parafraseando a nuestro Presidente López Obrador, tiene otras cifras muy diferente a las del Gobernador Alfaro. La investigadora Anna Karolina Chimiak, que forma parte de este organismo, advierte que la cifra de desaparecidos que presentó Alfaro no coincide con la información que se entrega vía Transparencia ni con la que se publica en el Sistema de Información sobre Víctimas de Desaparecidos (Sisovid).

El Gobernador Alfaro en el evento que se realizó precisamente hace una semana con familiares de víctimas, afirmó que existían 8 mil 173 desaparecidos en Jalisco, desde 1965 a la fecha. Pero CEPAD considera que hasta junio pasado la cifra llegó a 9 mil 162 personas desaparecidas y nada más con cálculos a partir del 2005.

SIETE DESAPARECIDOS DIARIOS

Lo que está tremendo es que cada día desaparecen un promedio de 7 personas en la entidad. En ese encuentro del Gobernador con familiares de víctimas dio a conocer que en los últimos diez meses de este año se han reportado ante su administración 4,104 desapariciones, cada mes son 410 personas, de las cuales 1,951 están pendientes de localizar, 2,153 personas fueron localizadas, de las cuales 1,920 fueron con vida y 233 sin vida.

Para tener más claro la magnitud de este crimen de lesa humanidad en la que el Estado ha mostrado su total inoperancia ante los grupos criminales que lo generan al convertirse en dueño de las vidas, recordemos que la dictadura militar en Chile durante el periodo de 1973 a 1990 en el que permaneció la Junta Militar al frente del gobierno del país andino fueron 3,065 los muertos y desaparecidos, lo que llevó a que se hiciera una campaña mundial de varios años para que se castigara a quienes lo hicieron.

Y aquí en menos de un año son 1,951 personas que no se han localizado y hay 233 sin vida que encontraron, o sea, qué descomposición tan enorme vivimos, es peor que la ley de la selva, un caos que debería llevar una alerta mundial…siete desaparecidos diarios.

LA ESTRATEGIA DE ALFARO

Para el gobernador es enorme el reto que enfrenta y lo acepta desde que reconoce el número de desaparecidos durante su gobierno, porque contra su costumbre de echarle la culpa a otros gobiernos, reconoce que en estos últimos diez meses son miles las personas que son buscadas por sus familiares y que corresponden a su administración.

Es un buen principio, que le ponga atención al problema. Ha hablado de trabajar en una Estrategia Integral para la Atención a Víctimas de Desaparecidos, que considera a corto plazo 3 leyes para atender el problema:

  1. Ley para Personas Desaparecidas.

  2. Ley para Declaración Especial de Ausencia por desaparición de personas.

  3. Ley de Atención a Víctimas.

Habrá que revisar qué sigue de dar a conocer este “Estrategia Integral”, que por lo visto tendrá carácter transversal, esperemos que le de seguimiento y no lo deje en manos de sus asesores que han mostrado los pobres alcances que tienen para construir. Claro que el tema está muy complejo, ya que estamos en una especie de Ciudad Gótica, donde los malosos son los que mandan y los gobernantes prácticamente están borrados para que protejan nuestras vidas, conforme a la utopía que dio vida al Estado moderno y razón por la que le pegamos impuestos y le cedemos parte de nuestra libertad.

Rogamos a Dios que Alfaro se mete en este tema y esté al lado de las víctimas en los hechos más que en el discurso. De entrada es mi primera petición. Lo demás, ya lo abordaremos, porque el tema tenemos que empujarlo.

 

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NACIONALES

La conquista que no termina

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– Opinión, por Miguel Anaya

Siempre me ha parecido curioso que, quinientos treinta y tres años después, sigamos hablando de la Conquista como si hubiera ocurrido ayer, como si Hernán Cortés acabara de desembarcar en Veracruz con la mirada puesta en Tenochtitlán y el corazón lleno de encomiendas. No deja de ser fascinante la capacidad mexicana de contar la historia, no como tragedia, sino como pretexto.

Se nos enseñó que fuimos cruelmente conquistados. Lo aceptamos con un dramatismo casi teatral, como si los pueblos originarios hubieran sido un solo cúmulo de inocencias y los españoles, solamente un ejército de codicia y brutalidad.

Pero la realidad, siempre tan poco romántica, fue más compleja: hubo alianzas, traiciones, intereses, cálculos y, sobre todo, normalidad. La conquista no fue una excepción, fue la regla de una época donde conquistar territorios era tan legítimo como hoy hacer fusiones empresariales o acuerdos comerciales.
El poder siempre ha tenido el mismo rostro, solo cambia sus formas.

Nos empeñamos en sentirnos víctimas eternas. Reclamamos por la Conquista como si estuviéramos esperando una disculpa de los siglos XVI o XVII. Exigimos perdón retroactivo, pero la historia, aunque a veces cruel, no tiene oficina de quejas. Lo único que hace es avanzar, mezclando a vencedores y vencidos hasta que se olvida de qué lado viene cada quién. De esa mezcla —dolorosa, contradictoria, fecunda— nació México.

Porque, aunque duela, México no es lo que quedó de los mexicas, ni lo que impusieron los españoles: es lo que ambos se vieron obligados a inventar. Un país mestizo, con dioses de piedra y vírgenes de yeso, con voces indígenas en el eco del español y una fe que huele a copal y a incienso. Esa es nuestra conquista: haber sobrevivido al choque de mundos sin dejar de ser un poco de ambos.

Lo que llamamos sincretismo no fue solo una mezcla cultural; fue una estrategia de supervivencia. Los pueblos indígenas no desaparecieron: se mimetizaron, aprendieron el idioma del invasor y escondieron a sus dioses detrás de santos. Los españoles no triunfaron del todo: quedaron atrapados en una tierra que los absorbió, que los hizo perder el acento y, en muchos casos, amar más esta tierra que la propia. De esa contradicción nació nuestra identidad: un mestizaje que no se elige, pero que se asume.

A pesar de lo anterior, hay quienes añoran un pasado indígena idealizado, como si los mexicas hubieran sido una comuna perfecta; otros sueñan con una Europa que nunca los reconocerá como su reflejo. Ambos extremos son falsos, pero cómodos en la narrativa: uno ofrece la inocencia, el otro la superioridad.
El mestizaje, en cambio, exige madurez: aceptar que venimos de una violencia, pero también de una creación; de una herida, pero también de una fecundidad.

Quizá lo que más nos cueste reconocer es que seguimos conquistándonos unos a otros, porque así es el mundo, porque así es la humanidad. Los nuevos conquistadores hablan diversos idiomas y prometen inversiones; la riqueza ya no se mide en lingotes, sino en clics, bitcoins y contratos. Las conquistas no se acabaron, se digitalizaron.

Por su parte, México sigue celebrando el Día de la Raza sin saber muy bien qué raza celebra, o marchando por la Independencia confundiéndola con la revolución, porque en el imaginario popular, cabe casi todo. Tal vez esa sea nuestra mayor conquista: haber aprendido a vivir en medio de la contradicción.

No somos víctimas ni victimarios; somos descendientes de ambos. Al final, hay que entender y aceptar nuestro pasado para abandonar la narrativa de la victimización y abrazar el discurso del desarrollo, pues toda nación es el resultado de una conquista: la del tiempo sobre la memoria, la del sistema sobre el individuo, la del extraño que traspasó sus fronteras.

Y si algo nos enseña la historia es que, aun después de la conquista o aun después de la derrota, los pueblos que saben adaptarse y construir una narrativa de progreso se fortalecen.

Así fue con Japón, así fue con Alemania y así puede ser con México.

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NACIONALES

Corina Machado, «enemiga» de la presidenta Sheinbaum

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– De primera mano, por Francisco Javier Ruiz Quirrín

LOS ORGANIZADORES y directivos del Premio Nobel, enviaron un mensaje al mundo con la designación dedicada a la paz mundial de la edición 2025 de ese galardón: Un “no” rotundo a las dictaduras y un reconocimiento a quienes luchan por la democracia en las naciones.

La opositora al “chavismo” en Venezuela, María Corina Machado, recibió la noticia de haber sido elegida como ganadora del Premio Nobel de la Paz, con la emoción de quien se sabe, triunfadora histórica contra los dictadores Hugo Chávez y Nicolás Maduro en su país, Venezuela.

Sabía que el reconocimiento es un contundente mensaje del mundo en contra de una dictadura que mantiene a su pueblo sojuzgado por el Estado, con un individuo maniatado, sin libertad y con el sufrimiento de su pueblo a consecuencia de la hambruna.

Machado se ha convertido en la principal defensora de la democracia en esa nación sudamericana. Quizá haya opositores que luchan por la misma causa en Cuba y en Nicaragua, pero ella representa el triunfo electoral que, aunque contundente, recibió la dura represión de la bota “chavista”.

Y desde luego, su designación como ganadora del Premio Nobel de la Paz, trajo reacciones positivas en la mayor parte de las naciones en el mundo… excepto en México.

No debía extrañarse. El régimen iniciado por Andrés Manuel López Obrador y continuado por la presidenta Claudia Sheinbaum, se ha caracterizado por imponer por encima de los grandes intereses de la nación, su ideología, la que incluye mensajes de odio a quienes no piensan como ellos, además de llamarlos sus “enemigos o adversarios”.

En su “mañanera” en Palacio Nacional, un reportero requirió la opinión de la presidenta respecto a la noticia sobre Corina Machado y su respuesta fue lacónica: “Sin comentarios”.

Enseguida hizo referencia al pretexto utilizado ahora para evitar opinar de quienes no forman parte de su cofradía: “Nosotros respetamos la autodeterminación de los pueblos”. No había terminado cuando le preguntaron sobre la caída de Dina Boluarte, presidenta del Perú, acontecimiento ocurrido unas horas antes:

“Nosotros insistimos en la liberación de Pedro Castillo (amigo de AMLO), quien fue elegido por el pueblo del Perú y que se le aplique un juicio justo”.

Y ante ello, ¿dónde quedó la actitud de respetar la autodeterminación de los pueblos?

Evidentemente, hay una incongruencia inocultable, cuando el gobierno mexicano utiliza parte de nuestros impuestos para obsequiar gasolina a la dictadura de Cuba y no poner condiciones a la llegada de un ganado enfermo proveniente de Nicaragua.

Ambos regímenes son dictaduras.

Por eso, aunque es mujer y ha entregado su vida por la democracia en Venezuela, Corina Machado no recibirá el reconocimiento de la presidenta de México, porque es “enemiga de la 4-T” al oponerse a la dictadura de Nicolás Maduro.

Aunque el mundo diga lo contrario.

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JALISCO

Inexperiencia, falta de operación política y desquites

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– Opinión, por Gerardo Rico

Lo que pudo ser un novedoso frente opositor en Jalisco, se diluyó en unas horas en sus objetivos ante la falta de oficio político y el cobro de facturas pendientes.

Lo único que vimos fue el deficiente nivel para hacer política en la actual Legislatura local y la carencia de tacto para tejer acuerdos entre los dos principales grupos parlamentarios y el resto de las bancadas.

El lunes 6 de octubre causó sorpresa la rueda de prensa de un bloque opositor que anunció la presentación en primera lectura, al día siguiente, de un dictamen para la armonización de la Reforma Judicial presentada y aprobada a nivel nacional al plano local.

Este objetivo simplemente no culminó debido a que al interior de Morena hubo desquite con la renuncia de una de sus diputadas a la fracción parlamentaria y al Movimiento Ciudadano le recordaron que ya no tiene mayoría, por lo que el gobernador Pablo Lemus entró al quite para operar políticamente la intentona de diferentes grupos parlamentarios.

No deja de ser un intento válido el acuerdo entre las fracciones del PAN-PRI-Hagamos-Futuro-PT y Morena que han esperado desde el mes de marzo de este año para hablar del tema y en su momento aprobar la armonización a las leyes vigentes en Jalisco.

Sin embargo, las circunstancias políticas se modificaron en los últimos meses. De entrada, Hagamos y Futuro perdieron su registro al no alcanzar los votos necesarios en los comicios del 2024 a nivel local y el PT sigue sin registro en Jalisco por el mismo motivo.

El PAN y el PRI, por el contrario, en coalición, declinaron impugnación alguna contra el actual mandatario estatal, luego de las elecciones del 2 de junio del año pasado y del largo proceso promovido por Morena. En las últimas semanas, el actual dirigente local blanquiazul, Juan Pablo Colín, se ha cansado de afirmar que no irán en alianza con algún partido político en los comicios del 2027 principalmente con Movimiento Ciudadano y el PRI, sin pena ni gloria en nuestro Estado y a nivel nacional.

El partido mayoritario de este bloque: Morena, se ha venido dividiendo internamente y persiste la falta de oficio político de su coordinador, Miguel de la Rosa. Al inicio de la actual legislatura el ex regidor en Zapopan, Alejandro Puerto, se declaró diputado independiente.

Y en los últimos días, con la actual coyuntura en el Congreso local, perdió a una diputada más: Brenda Carrera García, quien en junio de este año fue separada de la presidencia de la Comisión de Procesos Legislativos y acusó a De la Rosa de ser “títere” del senador Carlos Lomelí,

Durante la sesión del martes 7 de octubre, cuando se discutía en primera lectura el dictamen propuesto por dicho bloque de bancadas, Carrera García subió a tribuna solo para anunciar su salida de Morena y su integración al grupo parlamentario del Partido Verde, cobrando la factura cuando su voto resultaba muy necesario.

Pero en Movimiento Ciudadano no se quedaron atrás, olvidaron que ya no tienen la mayoría como en otras legislaturas y también fue notoria la falta de oficio político, del coordinador José Luis Tostado, pues logró que todos los grupos parlamentarios se unieran, pero en su contra. Lo que significa una llamada de atención a la manera de hacer política dentro del Congreso del Estado.

El bloque opositor necesitaba 26 votos para su objetivo, pero solo obtuvo 20 en la primera lectura. Confiaban en convencer a Yussara Canales del Verde, pero no dialogaron ni compartieron el dictamen con los legisladores verdes. Canales y Buenrostro votaron en contra, al igual que los panistas Isaías Cortés y Marco Tulio. Carrera García, integrada al Verde, también se opuso.

LOS CALAMBRES

Vendría la intervención del gobernador Pablo Lemus, quien en un mea culpa el jueves 9 de octubre admitió que se descuidó el diálogo con la oposición y anunció su disposición personal para platicar con las diferentes bancadas en el Congreso local, llamó a establecer un nuevo proceso de diálogo abierto, técnico y participativo para construir una reforma judicial en Jalisco.

Propuso que, además de los poderes Ejecutivo y Legislativo, se integren a la discusión representantes de universidades, colegios de abogados, organizaciones civiles, observatorios ciudadanos y el propio Poder Judicial. La respuesta del llamado bloque opositor fue tibia y sus integrantes condicionaron que las reuniones se realicen en la sede del Congreso del Estado.

Entre la guerra de declaraciones de Morena y MC defendiendo sus posturas en torno a la Reforma Judicial en Jalisco, quedan en el aire muchas preguntas y más dudas que respuestas sobre el tema. Lo que sí se debe reconocer al bloque opositor es que, ante la soberbia del poder de MC lo que resultaba más que imposible se dio, es decir, la unión entre el PAN y Morena para agilizar la aprobación de dicho dictamen.

Aunque la coordinadora panista en el Congreso local, Claudia Munguía, aclaró en entrevista radiofónica que “ni de broma caminaremos con Morena en procesos o alianzas electorales, pues simplemente no coincidimos en nada”.

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CULTURA

El maestro del apocalipsis: László Krasznahorkai, Premio Nobel de Literatura 2025

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– Conciencia en la Cultura, por Luis Ignacio Arias

László Krasznahorkai ganó el premio nobel de literatura 2025. El anuncio se realizó el jueves 9 de octubre y la ceremonia de entrega se llevará a cabo el próximo 10 de diciembre en Oslo, Suecia. El premio le fue otorgado “por su fascinante y visionaria obra que, en medio del terror apocalíptico, reafirma el poder del arte”. Así lo dio a conocer la academia en sus redes sociales.

Krasznahorkai de 71 años es el escritor número 123 en recibir el reconcomiendo de la Academia Sueca, el cual consiste en una medalla de oro, un diploma y una suma económica de 11 millones de coronas suecas, equivalente a 1,156,652.86 millones de dólares o 21,517,155.00 pesos.

László Krasznahorkai nació en 1954, en Gyula, una ciudad discreta al sur de Hungría, y desde entonces su vida pareció moverse entre el olvido y el derrumbe. Creció en un entorno de aislamiento y vigilancia, quizás por eso, aprendió temprano a mirar el mundo desde sus grietas. Estudió derecho y letras, pero, como muchos otros, se decidió por la literatura. Durante los años ochenta trabajó como editor y traductor, mientras escribía en silencio, hasta la publicación de Sátántangó en 1985 convirtiéndose desde entonces en una referencia de la literatura húngara.

Su obra se caracteriza por un barroco exagerado y distópico, se mueve entre la esperanza y la decepción en sociedades que han caído en decadencia esperando que llegue un salvador. En su obra, el desastre es el motor de la narración, de la acción; todo el aparente orden se desmorona con el leve toque del cambio. Un elemento nuevo, diferente o incapaz de integrarse trastoca toda la frágil estructura de la realidad que tanto se trata de proteger. No hay dioses o destino a los cuales culpar, es la naturaleza del hombre.

Entre sus libros destacan Sátántangó donde un pueblo devastado por el fin del comunismo es visitado por dos hombres que prometen redimirlos, pero cuya aparición sólo profundiza la miseria y la desconfianza. La historia, de tono bíblico, despliega una crítica feroz a la ilusión de salvación y a la repetición infinita del fracaso colectivo. La melancolía de la resistencia (1989) repite la escena del desastre bajo otra forma: un circo que exhibe una ballena muerta desata el caos en un pueblo que se hunde en el miedo y la violencia, donde el orden social no es más que una ilusión a punto de caer.

En Guerra y guerra (1999), la decadencia se traslada al interior del individuo: un archivero, convencido de haber hallado un manuscrito que contiene la verdad del mundo, viaja a Nueva York para publicarlo en internet, persiguiendo una trascendencia imposible. En Bárbaros, un relato de civilización (2016), un viejo noble regresa a su pueblo buscando reconciliación, y sólo encuentra la indiferencia y la ruina.

Así, de un libro a otro, Krasznahorkai reitera una visión del mundo que se deshace, una humanidad que espera un milagro que nunca llega, y un lenguaje que, en su exceso y su lucidez, se convierte en la última forma posible de resistencia.

Característica de su escritura son sus inusuales frases largas, las cuales pueden abarcar varias páginas. Este estilo crea una sensación de movimiento continuo, como si el lector estuviera dentro del pensamiento del personaje o siguiendo el flujo ininterrumpido de la realidad. Las oraciones parecen avanzar sin pausa, reflejando el caos y la confusión de los mundos que describe. Algo similar ocurre en los libros de José Saramago, quien también usa frases extensas y pocos signos de puntuación.

Sin embargo, mientras Saramago lo hace para dar un tono más cercano, conversacional y humano a sus historias, Krasznahorkai lleva esa técnica a un extremo más intenso, sus frases buscan envolver al lector en una especie de trance, haciéndolo sentir el peso del tiempo, la desesperanza y la vulnerabilidad que hay en sus personajes. Krasznahorkai, utiliza esta escritura extensa, profunda e incluso caótica para mostrar cómo el mundo se desmorona en el interior de sus personajes.

Krasznahorkai se nutre del trabajo de Kafka, así como de Bernhard Shaw, entre otros. Los sistemas opresivos, burocratizados y deshumanizados de Kafka, también se encuentran la obra de Krasznahorkai. Un esfuerzo desesperado por mantener un orden impuesto que se sostiene a base de violencia, aunque salte a la vista el sinsentido de todo.

La influencia de Thomas Bernhard Shaw se percibe sobre todo en la repetición obsesiva y la intensidad de la crítica a la estupidez humana. Al igual que Shaw, construye frases que vuelven sobre sí mismas, amplificando la frustración y la ironía ante un mundo que parece condenado a la mediocridad y al fracaso. Esta técnica genera un ritmo casi hipnótico que refleja la obsesión de sus personajes y la imposibilidad de escapar de su entorno, convirtiendo la repetición en un instrumento tanto de tensión narrativa como de reflexión filosófica.

Con la premiación de Krasznahorkai la academia parece haber dado con la tecla este año. La crítica comparte el merecimiento artístico y social del autor, y además se da difusión a la obra de un escritor no tan conocido entre el grueso de los lectores. Esto contrasta con otros años, en los que las premiaciones han generado desacuerdos y polémica, tanto en el interior de la propia academia como con la crítica, como ocurrió en 2004, con la escritora Elfriede Jelinek, en 2016 con el cantante y compositor Bob Dylan o 2022 con la también escritora Annie Ernaux.

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