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OPINIÓN

Los nuevos estilos del poder

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Por Isabel Venegas //

Tener un juicio crítico no significa vivir pensando o buscando el lado negativo de las cosas; se trata más bien de asumir la realidad para que a partir de eso se puedan encausar las acciones, corregir y mejorar; para ello es importante establecer más allá del idioma con el que la comunicación se vuelve efectiva, la forma del diálogo. En cada sexenio el presidente en turno define su estilo, su tono al hablar y la estrategia con la que piensa atender a los medios, pero es ese mismo tono de voz e incluso sus ademanes, los que se van adueñando de la escena configurando también a su gabinete y a la mayoría de los integrantes de sus equipos de administración.

Pongamos de ejemplo a Vicente Fox cuando tomó un discurso lleno de imágenes del rancho, del pueblo, cercanos al cotorreo y del que muchos otros aprovecharon la patente para llevar a sus presentaciones. Recuerdo cuando un programa de televisión llamado “Otro Rollo” que conducía Adal Ramones, fue el detonante para ese nuevo estilo de campañas políticas. Vicente rompió el rating y definió el hito entre lo que muchos calificarían como el peor momento de la democracia en México, aunque para otros, ese fue el detonante en el que la formalidad y la etiqueta ajena a la nación agonizaban para dar paso al nuevo perfil: ese político más ciudadano y más de a pie que otra cosa, montado a caballo, con botas y cinturón piteado…, que no pretendía enriquecerse robándole al pueblo, porque el pueblo era él.

Era la ocasión perfecta para que México se volviera a sentir identificado con su “representante”, la figura en la que se depositaba no solo la confianza de llevar al país a buen puerto, sino que sus expresiones, su informalidad, el carisma e incluso el albur dotaban de los elementos para enaltecerlo por sobre una capacidad que podría o no ser bien evaluada. Así se subieron a ese tren todos los candidatos, queriendo dejar a un lado una imagen que ya traía consigo facturas muy caras por pagar; quisieron competir entonces con puntos a base de hacer reír, se debían ver más humanos, más sencillos… tal vez, menos capaces, porque eso del tecnicismo y de la formación parecía ser la razón que justificaba el que un grupo de expertos pudieran haberse apoderado de tantos bienes sin el menor juicio: sabiduría mal empleada.

Recuerdo que Adal conminaba a Fox a regresar al programa, una vez que fuera presidente; era una promesa que arrancó aplausos por tan “valeroso y arrojado” compromiso. ¿Cómo iba una figura presidencial llena de símbolos y protocolos ir a un programa de chacoteo y rebane? Era ese doble sentido que todo lo permitía, pero más aún, divertía. Hacía que la política retomara un poder que veía perdido pero era tal vez el remate que habría de pagar después, mandándola a un estado de coma, es decir, de gravedad pero viva al fin.

Y sin querer evocar a ninguna de las administraciones pasadas, valorando o enjuiciando sus logros o errores, lo que pretendo poner sobre la mesa es esa continuidad en minimizar el discurso profundo de la política, banalizándolo y observando que “vende” más, entre menos contenido tenga. Eso sería un juicio duro para la formación ciudadana, sería tanto como decir que como pueblo todavía no tenemos la capacidad de digerir ideas profundas, análisis reales o debates bien dados.

Pero no es el presidente Andrés Manuel chacoteando en las mañaneras, recargado en el atril sobre su brazo derecho como si fuera Arturo de Córdova diciendo su frase “esto no tiene la menor importancia”, haciendo bromas y tomando casi todo a la ligera, con lo cual deja una estela de dominio y control sobre el tema, que a unos causa alivio, a otros encanta y a otros más hace reír. El porcentaje que se molesta, que se indigna por la forma y el tipo de respuestas que da, es el mismo porcentaje que podría llegar a perder de haber elecciones en este momento.

Y es que muchas veces erramos el concepto de valentía. La mayoría en su momento llegó a elevar a los nichos de santidad a esos conductores de televisión que se “atrevían” a burlarse de los candidatos durante la contienda electoral, chacoteando con el que al cabo de pocas semanas sería el nuevo presidente de la nación. El reclamo a Enrique Peña Nieto quien aparecía en la escena pública como el “cobarde y débil” para contestar los agravios del presidente de Estados Unidos, ponía en una muy ventajosa posición al que en su momento fuera un candidato de oposición, cuya voz enérgica y reclamante, sobresalía de entre el resto de los candidatos, incluso del que compartía la contienda abanderando el mismo partido del presidente en turno.

Sí, así somos, queremos todo: que sea valiente, enérgico, fuerte y atrevido, pero tierno y dulce, jocoso y amable. Que tenga dominio total sobre el ejercicio del poder, pero que no sea autoritario, que controle con mano firme, pero que nos permita hacer una que otra –travesurilla- dependiendo del papel que se juegue.

México es un país grande, diverso, desigual, en el que caben todos los reclamos, desde el gran empresario que pide que no se suban más los impuestos porque deja de ganar tanto como tenía presupuestado, al mismo tiempo que los taxistas piden que se regule el uso de las aplicaciones digitales, en tanto hay comunidades para cuyas niñas y adolescentes todavía está latente el riesgo de ser vendidas, esclavizadas o asesinadas con la mayor crueldad, porque los videos y productos derivados de ese horror también tienen su propio mercado.

Ninguna de las demandas pierde sentido frente a otras. Todas tienen su legítimo espacio para el reclamo, pero es ahí donde un gran comunicador le lleva delantera al político o estratega que en el fondo buscamos para cada puesto de elección; debemos entonces hacer preguntas más frecuentes sobre qué es lo que queremos, cómo lo queremos y cuáles son los costos o consecuencias negativas por optar entre tal o cual rumbo.

Hace casi veinte años Carlos Monsiváis escribía con respecto al cambio que el milenio traía consigo: “Para modificar el look, el político acepta la televisión ya convencido de que el porvenir no le corresponde al capaz de gobernar sino, tentativamente, al facultado para hacer reír, y éste es el nuevo training que sustituye a las horas en antesalas y a los méritos en campaña. A todo se prestan, a iluminar los semblantes ante la perspectiva de oír o decir algo divertido; a ver el naufragio de su velocidad mental ante el vértigo del animador que no le da tregua al silencio tal vez para disimular la lentitud del entrevistado…”

No nada más es el presidente de la república, ni algún gobernante o diputado en particular, es un estilo que se impone en el formato del quehacer político, pero antes de seguir ahondando en estos temas, debemos reconocer la enorme importancia que la política tiene para con todos, en todos los espacios. Deberíamos ser más democráticos, más comprensivos y más argumentativos; resulta urgente revalorar el ejercicio de la política como algo que no tiende a morir, sacándolo urgentemente de la misma casilla de la corrupción o de la ineptitud.

Probablemente este sea justo el momento en el que debamos comenzar a ver las cosas con un juicio severo pero con un sentido positivo; entender que la política en nuestro país ha sido la vía para construir grandes instituciones, muchos avances y una cultura de la que nos podemos preciar a lo largo y ancho del mundo. Nuestro sistema electoral se ha robustecido, y los mecanismos de transparencia se instalan con la intención de ir formando parte de una dinámica cada vez más común.

Este no es un acto de generosidad, no son las nuevas generaciones concediendo un voto de confianza a lo que en el pasado pareciera haber estado todo mal. Es una invitación a retomar el valor de la evaluación para recuperar lo positivo y encontrar ese justo medio en el que la autoridad se asume con total madurez y responsabilidad, habiendo evidenciado un alto nivel de compromiso y capacidad, impidiendo que el chascarrillo sea la mascarada que oculte la falta de pericia. Mucho éxito a todos, porque para exigir un buen dominio en la agenda pública, primero debemos asumir el control de nuestras propias vidas, lo cual es mucho más determinante que cualquier puesto de elección popular.

Mat. y M. en C. Isabel Alejandra María Venegas Salazar

E-mail: isa venegas@hotmail.com

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JALISCO

El líder de la paz y la estabilidad laboral

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Los Juegos del Poder, por Gabriel Ibarra Bourjac //

¿Es injusta la vida? ¿Por qué hay quienes nacen en un ambiente de abundancia o en condiciones que permiten caminar por este sendero sin mayores dificultades, y otros a los que les falta todo?

La vida no se planea, son decisiones o indecisiones las que te van marcando por ese largo caminar, de sueños y de miedos, de desafíos que se van encarando, nos dijo un día don Alfredo Barba Hernández.  

La incertidumbre es lo que envuelve a esos y esas valientes que tienen un presente lleno de dudas cuyas condiciones para salir adelante son adversas. 

El reto es romper ese escenario cuesta arriba y poder desarrollar el potencial que cada quien trae por dentro; se requiere voluntad y decisión.

Son muy pocos los que logran romper esas cadenas de atavismos para liberarse y correr por la vida, saltando obstáculos para alcanzar la cima.  

En este escenario cobra relevancia la vida de Rafael Yerena Zambrano, el líder obrero más importante de Jalisco, después del fundador de la Federación de Trabajadores de Jalisco, don Heliodoro Hernández Loza.

Su infancia se desarrolló en un ejido alejado de la vida urbana, enclavado en la sierra madre occidental, donde apenas se podía estudiar hasta el cuarto de primaria.

Son dos caminos los que podemos tener enfrente en este tránsito mundano. Uno puede ser la seguridad del hogar, donde vives con cierta comodidad que te permite la familia y otro el asumir retos, el tomar la decisión de salir y buscar otros horizontes que te permitan encontrar oportunidades de crecimiento y desarrollo. 

El dejar la familia e ir a la gran ciudad para buscar ser alguien es un dilema que algunos hemos tenido en la vida. Llegar a un lugar donde eres un desconocido, sin amigos, con recursos limitados para sobrevivir y no hay alternativa más que generar los ingresos de cada día para seguir adelante.

¿Cuál es la ruta que debemos de seguir?

Es interesante conocer la vida de un personaje como Rafael Yerena Zambrano. Su vida estaba condenada a trabajar de sol a sol en una parcela de su natal Mirandilla, que era el patrimonio familiar y el futuro que su padre le había marcado.

Un mundo diminuto, rodeado de miseria, como el propio Rafael lo ha comentado, “salí de Mirandilla huyendo del hambre”. 

LA PRESENTACIÓN DEL LIBRO

El pasado fin de semana me tocó participar en Puerto Vallarta en la presentación del libro que tuve la fortuna de escribir sobre la vida de este trascendente líder sindical, “Rafael Yerena Zambrano, El líder de la paz y la estabilidad laboral”, en el que se encuadra su trayectoria desde los 12 años de su vida, cuando decidió salir de su natal ex hacienda de Mirandilla, que pertenece al municipio de Mascota.

 

La vida de Rafael Yerena Zambrano es admirable y para la reflexión. Un niño que a temprana edad mostró tener dotes de liderazgo, que era distinto a los de su generación, como lo advirtieron tanto el cura como el maestro del pueblo.

Pero su padre pensaba diferente. Rafael a los seis años demostró su talento frente a aquel Obispo con el discurso que de memoria le recitó al prelado religioso que visitó Mirandilla.

Rafael tuvo el temple para tomar la decisión. Dejar su seno familiar y asumir los riesgos que ello implicaba.

MI CONVICCIÓN

Con pleno convencimiento escribí: “Rafael Yerena es ejemplo de liderazgo responsable, cuyo talante como representante de los trabajadores ha contribuido a la armonía entre capital y trabajo, cuya síntesis es el desarrollo social y económico de una región como Puerto Vallarta, insertada hoy en el mapa del turismo mundial y que al recibe entre 6 y 8 millones de habitantes.

Su vida la consagró al servicio y defensa de los trabajadores para que pudieran tener acceso ellos y sus familias a una mejor calidad de vida desde el reconocimiento y valoración a su trabajo con una mejor remuneración y distribución más equitativa de las utilidades de la empresa.

Fue Puerto Vallarta la región que vio nacer y crecer al líder obrero que se erigiría en las últimas cinco décadas en uno de los factores fundamentales para su desarrollo y consolidación como destino turístico.

Su sensibilidad, inteligencia y capacidad de conciliación, permitiría que Vallarta viviera y viva la paz laboral y la certidumbre -que en los últimos 20 años se ha extendido también a Bahía de Banderas- para que empresarios nacionales y extranjeros invirtieran y crearan empleos bien remunerados, convirtiendo la región en polo de desarrollo que se vio transformado para estar en el mapa mundial y convertirse en uno de los dos destinos turísticos más exitosos y pujantes de México.

En el libro hacemos una retrospectiva de la vida de Rafael Yerena, desde que a los 12 años salió de la ex hacienda de Mirandilla y la ruta que siguió los 62 años siguientes.

La vida de aquel niño que triunfó en la vida, vale la pena conocerla, ver las vicisitudes y desafíos que fue enfrentando en el camino para salir adelante, como podemos advertirlo al hacer un recorrido por aquella ruta que siguió para alcanzar la cúspide del poder político y sindical, pero al que le dio una utilidad social, hacer el bien, ayudar a los demás y tanto los trabajadores como los empresarios de Puerto Vallarta, lo pueden atestiguar.

Creo que hay mucho que aprender de Rafael Yerena, particularmente de una de sus frases que nos dice mucho de lo que es el poder: “Hay gente que se sube al ladrillo y sufre mareo de montaña…yo no concibo el poder ni para alimentar el ego, ni para sobajar, ni para hacerle daño a nadie”.

Y traigo a colación otra frase: “El poder enloquece a los inteligentes y a los pendejos los enloquece”.

 

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Beisbol

Armando Navarro, el hombre que trajo al Toro a Charros

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Deporte Rey, por Gabriel Ibarra Bourjac //

En Jalisco, como en mi estado natal Sonora hay mucha gente que quiere al beisbol y que dedica gran parte de su vida a la promoción del deporte rey. Puedo citar a dos grandes promotores de este deporte que tantas emociones provoca, como son Bardo Galindo y Eliseo Villarreal, quienes han sembrado por años la semilla del beisbol en la niñez y juventud aquí y ya vemos los frutos de su labor de años.

Pero hay otro gran personaje a quien Jalisco le debe mucho, como es Armando Navarro, el apasionado del beisbol que trajo a Fernando “Toro” Valenzuela a Charros de Jalisco, quien lamentablemente la pasada semana el mundo del beisbol sufrió su pérdida, sin duda el lanzador mexicano más exitoso en Grandes Ligas, su gran año fue 1981 que hoy se recuerda cuando fue novato del año, Premio Cy Young y además haber ganado el primer juego para Dodgers ante Yankees cuando el legendario equipo de las rayas había ganado los dos primeros juegos del Clásico de Otoño.

Me tocó conocer a Fernando Valenzuela en una comida a la que me invitó allá por 2019 Armando Navarro en la ciudad de Mexicali. Fuimos a paladear la comida china. Hombre muy parco Fernando.

Fue Armando Navarro y nadie más quien trajo a Fernando Valenzuela a Charros en 1992 y así me lo platicó, a propósito que aparecen algunos personajes que se quieren adjudicar la iniciativa de haber traído a El Toro a la tierra del tequila y del mariachi.

Armando Navarro, no olvidemos, fue quien trajo de nuevo el beisbol profesional a Jalisco en 2014, convenciendo al entonces gobernador Aristóteles Sandoval de que apoyara la iniciativa con la aportación del estadio Panamericano para que fuera la sede del conjunto en su participación en Liga Mexicana del Pacífico.

Platiqué con Armando sobre aquella atinadísima decisión de cómo convenció al Toro de que jugara con Charros y esto me relató:

“En marzo de 1992 los Angelinos anunciaron la baja del jugador Fernando Valenzuela. Ese mismo día le pedí a mi gerente José Luis Gutiérrez me comunicara con Tony de Marco, el apoderado de Fernando para invitarlo a jugar con Charros.

“Me contestó la llamada y me dijo que de inmediato hablaría con Fernando y me devolvería la llamada”.

“Al día siguiente me llamó Tony de Marco y me dijo que Fernando Valenzuela estaba agradecido de la invitación y lo autorizo a tratar conmigo”.

“Nos vimos el fin de semana en Puerto Vallarta y logré la firma para Charros de Fernando”.

“El principal acuerdo fue que venía solo como prestado y en cualquier momento podía dejar Charros si un equipo de Grandes Ligas lo llamaba y ganar un peso más que el mejor pagado de la liga”.

“Se logró la firma por haberlo intentado”.

“Cuando avisé a la liga se me dijo que los derechos de retorno de Fernando Valenzuela eran de Yucatán por lo que se convocó a junta extraordinaria urgente y tuvimos que pagar los derechos”.

“Se hizo el anuncio oficial y fue una locura de medios. Se programó el debut el 28 de abril contra Campeche, recuerdo que en preventa se vendió toda la serie y se agotaron los 3 juegos vendiendo 45 mil boletos”.

“Desafortunadamente el 22 de Abril fueron las explosiones del Sector reforma que impidieron los juegos y devolvimos las entradas y se reprogramó para el 1 de Mayo el debut de Fernando contra Yucatán”.

TODA UNA TRAGEDIA LAS EXPLOSIONES

“Tuvo 10 victorias Fernando con llenos en todos los parques donde jugó esa temporada”.

“Para 1993 regresó a Grandes Ligas”.

“En 1994 regreso a Charros y a media temporada se fue a Orioles”.

“Nos hicimos grandes amigos ambas familias”.

“Para el año 2014 que regresó el béisbol a esta ciudad con los Charros de Jalisco en la liga del Pacifico firmé al Torito Valenzuela como jugador de Charros e invité a Fernando a que se retirara oficialmente con Charros en un juego contra Navojoa, lo cual aceptó”.

“Para nuestra sorpresa su primer lanzamiento lo hizo a la primera base a el Torito Jr.”

“La directiva le hizo en el estadio una estatua como reconocimiento al mejor beisbolista mexicano de toda la historia y a su ejemplo para todos los mexicanos”.

“Una persona sencilla, íntegra, con una gran familia”

“En mi opinión el mejor deportista mexicano de todos lo tiempos”.

 

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MUNDO

La importancia del servicio civil de carrera

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Columna invitada, por Raúl Gutiérrez Zaragoza //

El servicio civil de carrera es un pilar fundamental en la administración pública moderna. Este sistema, que se basa en la profesionalización y estabilidad de los empleados públicos, busca garantizar una gestión eficiente, transparente y orientada al bien común lo que se convierte en base angular para el funcionamiento del Estado y el bienestar de la sociedad.

André Molitor ha sido un destacado académico en el campo de la administración pública, en su obra, ha enfatizado la importancia de la formación y profesionalización de los funcionarios públicos para asegurar una administración eficiente y efectiva

En mi experiencia de más de treinta y cinco años dedicados a la administración pública, me he percatado que uno de los principales beneficios del servicio civil de carrera es la profesionalización de los empleados públicos. A través de procesos de selección rigurosos y basados en el mérito, se asegura que los funcionarios posean las competencias y conocimientos necesarios para desempeñar sus funciones de manera efectiva. Esto no solo mejora la calidad de los servicios públicos, sino que también fomenta una cultura de excelencia y responsabilidad en la administración.

De igual forma es relevante mantener la estabilidad laboral que ofrece este servicio civil, ya que permite a los empleados públicos desarrollar una carrera a largo plazo dentro de la administración. Esta continuidad es esencial para la implementación de políticas públicas sostenibles y coherentes. Las y los funcionarios con experiencia y conocimiento acumulado pueden contribuir de manera significativa a la formulación y ejecución de estrategias que requieren un enfoque a largo plazo, evitando así los cambios abruptos y la improvisación.

Por otra parte, concuerdo con Christopher Pollitt, quien es conocido por sus estudios sobre la reforma administrativa y la gestión pública, cuando argumenta “que un servicio civil de carrera bien estructurado es esencial para la implementación de políticas públicas coherentes y sostenibles”.

El servicio civil de carrera también juega un papel crucial en la promoción de la transparencia y la rendición de cuentas. Al estar sujetos a normas y procedimientos claros, los empleados públicos deben actuar con integridad y en conformidad con los principios éticos. Además, la estabilidad en el empleo reduce la influencia de intereses políticos y personales, lo que contribuye a una administración más imparcial y justa.

Es innegable que la profesionalización y estabilidad del servicio civil de carrera de la que escribo, crean un entorno propicio para la innovación y la mejora continua. Los empleados públicos, al sentirse valorados y seguros en sus puestos, están más dispuestos a proponer y adoptar nuevas ideas y tecnologías que puedan mejorar la eficiencia y efectividad de los servicios públicos. Este espíritu de innovación es vital para que la administración pública pueda adaptarse a los cambios y desafíos del entorno.

Sostiene mi afirmación anterior con lo que Oscar Oszlak, reconocido experto en administración pública en América Latina, ha escrito extensamente sobre la profesionalización del servicio civil y su impacto en la eficiencia y transparencia de la gestión pública.

De igual forma se expresa Rafael Martínez Puón, que nos da luz al referir que “la profesionalización de la función pública en Latinoamérica, cómo un servicio civil de carrera puede mejorar la calidad y continuidad de los servicios públicos”.

Otro aspecto para destacar es que el servicio civil de carrera fortalece la democracia, al asegurar que la administración pública opere de manera independiente y al servicio de todos los ciudadanos, sin favoritismos ni discriminaciones. Un cuerpo de funcionarios públicos profesional y estable es esencial para la implementación equitativa de las políticas públicas y para garantizar que los derechos y necesidades de la población sean atendidos de manera justa y eficiente.

Pareciera que hay suficiente evidencia que permite señalar que el servicio civil de carrera es una pieza clave para el buen funcionamiento de la administración pública. Su enfoque en la profesionalización, estabilidad, transparencia, innovación y fortalecimiento de la democracia contribuye de manera significativa al desarrollo y bienestar de la sociedad.

Ahora que, en México, se viven cambios de gobierno en sus tres órdenes federal, estatal y municipal, la aspiración fundamental que tenemos los ciudadanos es que los gobiernos entrantes continúen apoyando y fortaleciendo este sistema para asegurar una gestión pública eficiente y al servicio del bien común.

En los gobiernos, en sus distintos niveles, existen diversas áreas de oportunidad dentro de las administraciones para darle continuidad al aspiracional servicio civil de carrera, las Contralorías de los estados parecieran un buen ejemplo de ellas.

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Tendencias

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