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MUNDO

Los retos que vienen para empresarios: Generación COVID-19 ¿la generación del cambio?

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Política Global, por Jorge López Portillo Basave //

Cada proceso electoral, cada temblor o cada suceso importante que impacta nuestro país, continente o el mundo se dice que es una generación del cambio… pero a los que nacimos después de la segunda guerra mundial, no nos había tocado ver algo así de dramático en todos los frentes, ni siquiera en los atentados terroristas de del famoso 9/11. De hecho, en la Segunda Guerra Mundial podríamos decir que la batalla nunca llegó a nuestras tierras.

En el 2020 la guerra se libra en varios frentes de todo el mundo. Como hemos venido advirtiendo en este espacio, el costo humano será muy alto por el factor sicológico y económico que agudiza el drama.

En la Segunda Guerra Mundial México recibió beneficios industriales que ahora podrían repetirse si los empresarios o los políticos se ponen de pie frente a la tormenta y aprenden de los libros de historia.

El reparto de las culpas internacionales y locales ya inició. Seguro habrá oportunidad para estudiar y tratar de prevenir que esto vuelva a suceder. Por lo pronto, hay empresarios y países que se reorganizan para producir los artículos de mayor demanda y prever los negocios paralelos del mediano y largo plazo.

Hemos escuchado que desde Europa hasta Norte América las empresas automotrices, textiles y de plásticos se reacondicionan para tratar de mitigar la demanda de equipos y utensilios médicos. Los alcaldes, los gobernadores las cámaras industriales, y claro, el gobierno federal, deben hacer lo propio para garantizar el abasto local y como en la Segunda Guerra Mundial apoyar a nuestros aliados que en este caso serían EUA y Canadá.

Hay muchos sectores que están trabajando a marchas forzadas y otros que están en el congelador. Los encargados de las políticas económicas e industriales deben reorientar nuestra capacidad productiva. Esos encargados siguen cobrando su salario diario aunque no trabajen, por lo que deberían de servir de algo y de inmediato atender la nueva realidad y tratar de aprovecharla para mejorar al país en lugar de dejarlo caer.

En la economía, usando la analogía de la pandemia, es como si no hicieran nada y dejasen a todos los mexicanos que se contagien a su suerte sin utilizar las herramientas médicas y preventivas para disminuir la mortandad. Los tres niveles de gobierno tiene poderosas herramientas para inyectar flujo, confianza y certeza en la población.

LA EXPERIENCIA DE LA SEGUNDA GUERRA

En los EUA y Canadá habitan varios millones de mexicanos que cada año se parten el lomo para enviar miles de millones de dólares a sus familias mexicanas. Este es el mejor momento para mostrar que cuando ellos están necesitados nosotros estamos ahí con nuestro apoyo.

La clase de historia económico-política inicia en 1941 cuando el gobierno mexicano acordó con el gobierno de EUA un plan que a la postre fomentó la urbanización e industrialización del país en un lapso muy corto de tiempo. México no producía suficientes minerales ni acero para sostener una industria pesada, ni tenÍa tecnología para industrializar el algodón u otras fibras para la industria del vestido y del calzado.

De hecho, a finales de 1941, el Presidente Manuel Ávila Camacho formó el fondo para impulsar el progreso industrial en México. Este fondo tenía tres objetivos básicos:

1.- Ayudar a las empresas existentes a reorientar y ampliar sus capacidades para adaptarse a la nueva realidad internacional, digamos hoy en día armar respiradores por un par de meses (12 al menos).

2.- Apoyar a nuevas empresas en áreas que tuviesen viabilidad económica asegurada, digamos utensilios médicos.

3.- Analizar los recursos humanos y materiales para la creación de industrias en todo México, digamos industria química que tenemos casi abandonada en el país o de alimentos empacados que en cualquier crisis de salud son altamente demandados. Llevamos casi medio siglo de diversas pandemias y esas siempre demandan el mismo tipo de equipos y de alimentos con mayor o menor número, pero siempre cosas similares.

Eso fue el origen del llamado Milagro Mexicano de mediados del siglo pasado. En este ejemplar ejercicio nacional de conocimiento, promoción y desarrollo, se crearon empresas e instituciones públicas y privadas que hoy son ejemplo de calidad como el Colmex, Tec de Monterrey-MTY, Bimbo, Prisa, Farmacias Benavides, Grupo México, Pisa, Maseca, Telmex y muchas otras incluyendo las comunicaciones y el entretenimiento como la red de Televisa Radio y los Estudios Churubusco que dieron origen la llamada “Era de Oro del Cine y la Radio” y las primeras promociones internacionales a nuestros queridos Vallarta y Acapulco. Todo esto ayudó a que México lograse un crecimiento económico y desarrollo horizontal sin precedentes.

En esa época de crisis-oportunidad, México inició una importante era de industrialización en la que sustituyó importaciones e inició exportaciones masivas de productos industriales, alimenticios y textiles a EUA, a Canadá e incluso a Europa a través del Plan Marshall que después de la guerra invirtió desde EUA $364 mil millones de dólares – a valor actual-. En esa época, también se dio inicio al programa bracero. En esta “guerra”, cuando menos podríamos modernizar nuestra capacidad industrial y evolucionar nuestra fuerte capacidad agrícola-industrial como ya lo hicimos en 1941, e incluso acordar un plan para regularizar a los millones de mexicanos que viven indocumentados en el país vecino, quienes hoy igual que ayer, alimentan tanto a EUA trabajando en sus campos y fábricas, como a México enviando dinero a millones de familias en pobreza.

PROGRAMAS DE DESARROLLO

Los gobiernos de las mega-potencias (China-EUA), se están preparando para la nueva era. ¿Será que los mexicanos de hoy seremos como la generación de los 40´s?

EUA inicia la negociación de ambicioso programa de infraestructura por otros 2 millones de millones de dólares adicionales a los 6 millones de millones de dólares que están utilizando para evitar el colapso de su economía por el cierre temporal. China con su incalculable y moderna capacidad de producción e inmenso flujo económico, está en plena campaña global que nos recuerda a las campañas presidenciales del PRI, repartiendo mandiles y utilitarios de buena, mediana y mala calidad; ambos gigantes tratando de ser el país más poderoso del post COVID19.

Los gobiernos deben invertir para evitar que la crisis económica se profundice. Pero además de invertir deben desregularizar, agilizar trámites y claro, diferir pagos fiscales durante esta coyuntura en conjunto con una política de reorientación y fomento industrial, comercial y económico que nos suba a la ola económica que vendrá allá a mediados del 2021 al pasar el segundo ciclo del COVID19.

A nivel internacional, el costo del dinero está muy barato, es momento para que el gobierno agilice programas de financiamiento con interés fijo y tasas bajas. ¿Qué mejor aliado para Canadá y EUA en su búsqueda por sustituir importaciones asiáticas? Que el país que coadyuvó con mano de obra, partes, alimentos e incluso botas durante la Segunda Guerra Mundial. ¿Qué mejor oportunidad para México que esta crisis para relanzar sus capacidades de servicios y de producción?

NO TENGAN MIEDO

A mi alcalde Lemus, a mi gobernador Alfaro y a mi presidente López Obrador les pedimos que tomen esta crisis y la conviertan en éxito. Que sean humildes para valorar las virtudes y limitaciones y que sean solidarios con el pueblo que los eligió, utilizando las herramientas en su poder para superar lo que viene y alcanzar el desarrollo horizontal que permita a todos los mexicanos tener salud, trabajo, casa y alimento. No tengan miedo a desregularizar, a fomentar la inversión y a diferir pagos en todo tipo de impuestos y servicios, la gente está en crisis emocional y eso es también contagioso. La esperanza también lo es. ¡Se dirige con el ejemplo!

En México tenemos a cuatro millones de micro y pequeños negocios que pagan impuestos y generan empleos, ellos son parte vital del tejido social nacional. Es primordial que esos negocios mantengan su viabilidad, de lo contrario en unas semanas veremos a más de 20 millones de mexicanos sin empleo.

Las universidades están desarrollando tecnología para atender la crisis sanitaria, a través de las áreas de economía de los tres niveles de gobierno debemos acercarlas a los empresarios, buscando aliviar dos malestares con una sola medicina y abastecer al mercado local, nacional e internacional de artículos en alta demanda. Debemos asegurar que las empresas que están operando no pierdan la cadena de suministro ni su salud y que las paralizadas cuenten con apoyo del Estado para que, al levantar la cuarentena, estén listas para reactivar la cadena productiva del país eso sin contar las áreas de oportunidad para reorientar como fue en los 40´s.

Esta guerra mundial no se pelearía como las otras, será mucho más dinámica y global que las dos anteriores. Aún no parece ser militar, pero si será estratégica y económica como todas. Hoy más de 200 países, equivalente al 93% de la población del planeta, están bajo algún tipo de restricción relacionada con el COVID19.

Mientras estamos preocupados por los contagios, estamos aterrados por la contracción de la economía, debemos ocuparnos en cómo salvarla y relanzarla, tanto la propia como la nacional. En el lustro de 1940 a 1941 y en plena guerra mundial el PIB de México creció a 7.3% anual. Si la aprovechamos, esta “guerra” puede ser la era del Segundo Milagro Mexicano. Aquél milagro involucró a todos los sectores de la sociedad, desde el gobierno, banqueros, trabajadores, empresarios de producción y de servicios, campesinos y podríamos decir que hasta a los líderes religiosos.

De los 40´s a los 60´s, México -como China desde los 80´s a la fecha-, creció hacia adentro y hacia fuera. ¡Ese milagro puede y debe repetirse! ¿Seremos la generación que genere un Nuevo Milagro Mexicano? O nos quedaremos siendo mediocremente la generación arrollada por el COVID19.

Según la Biblia, Dios siempre inicia la conversación diciendo… “!No Tengas Miedo!” . Vienen días muy difíciles con noticias tristes; con Dios todo es superable, roguémosle que nos ilumine e ilumine a nuestros líderes, quienes por quedar bien o no equivocarse, se dejan vencer por el miedo o la soberbia. No perdamos la fe y pongamos manos a la obra sin esperar que los demás nos resuelvan la vida.

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El nacionalismo de Donald Trump: ¿Una solución o un riesgo?

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Opinión, por Samantha Contreras Guerrero //

La victoria de Donald Trump, basada en un mensaje de fuerte nacionalismo, marca un cambio que impactará tanto a Estados Unidos como al resto del mundo. Sus promesas de traer empleos de vuelta y proteger la economía estadounidense responden al descontento de muchos de sus votantes.

Su idea de “América Primero” busca hacer que Estados Unidos sea más independiente y fuerte, pero en un mundo tan conectado, esta visión enfrenta muchos retos y posibles problemas.

Para los estadounidenses, en un mercado donde casi todo se produce a través de cadenas internacionales, enfocarse en lo nacional podría hacer que los precios aumenten y haya menos opciones para los consumidores. Este tipo de enfoque proteccionista no solo implica costos altos para las empresas, sino que podría dar una falsa idea de seguridad económica, ya que el crecimiento estaría limitado solo al mercado interno, dejando de lado oportunidades con otros países.

En el ámbito internacional, el enfoque nacionalista de Estados Unidos genera preocupación entre sus aliados. Países como México, que dependen en gran medida del comercio y la inversión estadounidense, ven en riesgo la posibilidad de mantener relaciones estables e igualitarias.

El decremento en sectores como el nearshoring —donde América Latina ha visto una oportunidad de crecimiento— podrían ser afectados con este tipo de políticas. Además, al alejarse de acuerdos internacionales, Estados Unidos podría debilitar el sistema de cooperación global, necesario para enfrentar problemas complejos como el conflicto en Oriente Medio o la crisis climática.

La gran pregunta es si este regreso al proteccionismo es una solución real a los problemas económicos actuales. La inflación y la desigualdad están en aumento en todo el mundo, y Estados Unidos no es la excepción. En lugar de cerrarse, podría beneficiarse de una política que tome en cuenta las necesidades de todos sus sectores, buscando reducir las diferencias internas como la acumulación de riquezas, sin renunciar a los beneficios del comercio global.

El nacionalismo de Trump es una reacción a los problemas de un sistema económico que ha dejado atrás a muchas personas en Estados Unidos. Sin embargo, en un mundo hiperconectado, el aislamiento no puede evitar generar preocupación. Aunque la intención de proteger a los ciudadanos es válida, esta ideología corre el riesgo de afectar a largo plazo a aquellos mismos sectores que busca ayudar, reduciendo la capacidad de Estados Unidos para influir y crecer en la economía global.

E-mail: samcg2002@gmail.com

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Querámoslo o no, Donald Trump ha vuelto

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Desde los campos del poder, por Benjamín Mora Gómez //

Lo recuerdo, era mi cumpleaños 20 y también domingo, y corría el año de 1973, y mi padre me regalaba “El Gran Gatsby”, la muy apasionante novela de F. Scott Fitzgerald, dos de sus ejes contenidos me cautivaron: La alienación y el impulso de Jay Gatsby por sentirse aceptado por una alta sociedad segregante, aun y a pesar de ser inmensamente rico, realidad que quizá se expresa más claramente en una frase de la obra: “La vida es una lucha de apariencias, una lucha de lograr y de tener más de lo que uno merece”.

Donald Trump es un claro ejemplo, muy actual y presente en el mundo, de la fuerza del impulso de tenerlo todo: Poder económico y poder político. Donal Trump está entre los hombres más ricos de Estados Unidos, y fue el 45º y será el 47º presidente de aquella nación.

Donald, quien perdió en 2020 ante Joe Biden al buscar reelegirse como presidente de Estados Unidos, cuatro años después descarriló a Biden en su también anhelada reelección, obligándolo a abandonar la carrera presidencial, y derrotó ampliamente a Kamala Harris, la relevo en el Partido Demócrata.

Donald Trump ha vuelto al poder más fuerte de lo jamás imaginado para cumplir con sus planes de preeminencia y grandeza norteamericana e imponer su visión conservadora de Estados Unidos ante sí mismo y ante el mundo. Trump es un hombre transparente; jamás deja nada a la imaginación y dudas de sus seguidores y detractores. Así, por ejemplo, para él, la Teoría de Género tiene los días contados en EEUU y sus promotores sabrán que tienen ante sí a su peor pesadilla.

El presidente Donald Trump, a partir del 20 de enero próximo, actuará con todo el poder para poner orden en su frontera con México en dos temas fundamentales, las acciones de los cárteles de la droga, declarándolos terroristas, y el tráfico humano, ambos vistos como gravísimas omisiones del expresidente Andrés Manuel López Obrador. Marco Rubio, próximo secretario de Estado norteamericano, lo ha acusado públicamente, y nos lo recordará todos los días. Rubio es de palabra dura y mano aún más dura. Para Trump y Rubio los narcotraficantes son terroristas y los perseguirá con toda la fuerza del Estado norteamericano.

La esperanza nunca debería sustentarse en la venganza. No entiendo a quiénes cifran la satisfacción de su venganza hacia López Obrador en Marco Rubio. Sea cual fuere el resultado de la dureza del nuevo secretario de Estado norteamericano, es mi deseo que México vuelva, de mutuo propio, al orden y la paz, y que el gobierno y el congreso mexicanos no nos convoquen a rasgarnos las vestiduras ante las exigencias norteamericanas. Son justas.

En México, muchos de quienes estaban a favor de Kamala Harris, hoy se muestran muy a favor de Donald Trump. Su nacionalismo se mantiene muy firme; sin embargo, aceptan que ya es tiempo de poner en orden las cosas en México pues el estado mexicano, sin duda, está doblegado y resquebrajado ante los cárteles de la droga. Claudia Sheinbaum no ha demostrado estar dispuesta a cumplir a cabalidad con su mandato presidencial en materia de seguridad a pesar de los buenos oficios de Omar García Harfuch pues, peor, no desea tomar el mando que aun detenta López Obrador.

Sheinbaum deberá entender que solo tiene de dos sopas, o se arma de valor ante los cárteles y los traficantes de gente y los combate con toda la fuerza del Estado mexicano, o los gringos cumplirán con esa su obligación constitucional, interviniendo aun en nuestro territorio. Que de nada le valdrán las bravatas de Marcelo Ebrard en materia económica ante los gobiernos norteamericano y canadiense.

Que esto nos es pleito entre escolapios en donde uno echará al otro a su padre que es bombero y lo mojará con su manguera, y el otro a su padre que es policía y lo llevará a la cárcel. Que en cosas de gobierno se actúa conforme a la ley y se cumple con los tratados internacionales. Que Naciones Unidas tiene un centro en contra del terrorismo que a México obliga.

Un adelanto de la presión internacional que el gobierno de México enfrentará en los años próximos ya lo recibimos en esta semana. La calificadora Moody’s cambió de estable a negativa la perspectiva económica de México por el debilitamiento de nuestro Estado de derecho por la reforma judicial y el deteriorado entorno institucional gubernamental, el esperado aumento en el costo de la deuda internacional de México y la mayor rigidez del gasto público, que podrían socavar nuestros resultados fiscales y económicos.

Tanto Moody’s, como los principales analistas de los futuros económicos en el mundo, coinciden en calificar como de muy alto riesgo la reciente reforma aprobada por Morena, PT y Verde al Poder Judicial. Sheinbaum, obedeciendo a López Obrador, ha decidido alterar los controles y equilibrios del poder político y económico en México, y eso se le, se nos, cobrará muy caro.

Quiero invitarte a pensar en que Trump no está para salvarnos, ni Rubio para vengarnos. Ellos tienen sus tareas más allá del Rio Bravo. De este lado, todo depende de nosotros. Vamos, ni Sheinbaum hará nada para salvarnos; a ella solo le interesa obedecer a López.

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En riesgo la hegemonía estadounidense: El retorno de Donald Trump; retos económicos y sociales

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Actualidad, por Alberto Gómez R. //

En los últimos cuatro años, la economía y la cohesión social de Estados Unidos han enfrentado un deterioro significativo, marcando uno de los periodos más complicados en su historia reciente.

La administración de Joe Biden, aunque intentó implementar políticas para estimular la recuperación tras la pandemia de COVID-19, dejó profundas brechas económicas y sociales que ahora desafían al presidente electo Donald Trump. Con un escenario global en transformación y un entorno interno polarizado, Estados Unidos se encuentra en un momento crítico de redefinición de su papel como potencia mundial.

LA ECONOMÍA BAJO LA ADMINISTRACIÓN DE BIDEN

La inflación se convirtió en uno de los mayores retos durante la administración Biden. La epidemia de Covid-19 dejó tras de sí trastornos económicos; en junio de 2022, la inflación alcanzó un pico histórico del 9.1%, las tasas más altas que los estadounidenses han experimentado en 40 años, según la Oficina de Estadísticas Laborales (BLS) lo que, por supuesto, en la práctica suponía un recorte salarial. La explosión del gasto militar para apoyar las guerras en Ucrania y Gaza también ha alimentado la inflación.

Como resultado, el nivel de vida de las y los trabajadores estadounidenses ha disminuido bajo la administración Biden, mientras que el auge del mercado de valores ha ayudado a las y los estadounidenses más ricos a hacerlo bastante bien. Este fenómeno, impulsado por interrupciones en las cadenas de suministro globales, estímulos fiscales masivos y el aumento de los precios de la energía, erosionó el poder adquisitivo de las familias estadounidenses. Aunque las medidas de la Reserva Federal lograron reducir la inflación a un 3.7% al cierre de 2024, esta cifra seguía por encima del objetivo del 2%, lo que refleja un entorno económico aún frágil.

El aumento del costo de vida se manifestó en productos esenciales. Según la Administración de Información Energética (EIA), el precio promedio de la gasolina aumentó un 40% entre 2020 y 2024. Asimismo, los alimentos básicos experimentaron un incremento promedio del 25%, afectando especialmente a las familias de ingresos medios y bajos. Esta situación exacerbó la desigualdad, ya que los salarios reales apenas crecieron un 3% durante el mismo periodo, según el Economic Policy Institute.

DÉFICIT FISCAL Y DEUDA PÚBLICA

El déficit fiscal alcanzó los $1.7 billones en 2024, mientras que la deuda pública superó los $36 billones, según la Oficina de Presupuesto del Congreso (CBO), un incremento alarmante respecto a los $27 billones reportados al inicio de la administración Biden. Este nivel de endeudamiento, alimentado por programas de estímulo económico y políticas de infraestructura, limita la capacidad del gobierno para responder a futuras crisis económicas. Además, el creciente costo del servicio de la deuda, derivado del aumento de las tasas de interés, se ha convertido en una carga significativa para el presupuesto federal.

La brecha económica continuó ampliándose durante la administración Biden. El 1% más rico de la población concentró el 38% de la riqueza total en 2023, mientras que los sectores más vulnerables enfrentaron mayores dificultades para acceder a empleos estables, y apenas aumentaron un 4% en términos reales, según un informe de la Oficina del Censo. Según el Departamento de Trabajo, el empleo precario representó el 30% de los nuevos puestos creados entre 2020 y 2024, con un aumento notable en los contratos temporales y trabajos a tiempo parcial. Esto ha exacerbado la pobreza en comunidades vulnerables, con un índice de pobreza que aumentó del 11.4% en 2020 al 14.7% en 2024.

En 2016, Hillary Clinton demostró su desprecio por los partidarios de Trump, entonces abrumadoramente blancos, etiquetándolos como “los deplorables”, en lugar de tratar de reconocer la fuente de su ira: la gran desigualdad en el statu quo económico. Ocho años después, con un apoyo a Trump mayor en prácticamente todos los grupos demográficos, es imposible ignorar la desesperación económica que alejó del Partido Demócrata a las y los electores, cuando Biden seguía presumiendo de que la economía estadounidense durante su mandato es “la más fuerte del mundo”.

FACTORES SOCIALES: POLARIZACIÓN Y RADICALIZACIÓN

La polarización política se ha intensificado, dando lugar a movimientos separatistas que, aunque minoritarios, representan una amenaza para la unidad del país. Uno de los fenómenos más alarmantes es el resurgimiento de movimientos secesionistas en estados como Texas y California.

Líderes locales y organizaciones políticas han planteado referendos para separarse de la unión federal, alegando incompatibilidades políticas y económicas. Aunque estos movimientos no tienen un apoyo mayoritario, su existencia refleja una fragmentación preocupante en la unidad nacional. Grupos como «Texit», que abogan por la independencia de Texas, han ganado tracción en sectores conservadores descontentos con las políticas federales. Estas iniciativas reflejan el creciente desencanto con el sistema político.

La radicalización ideológica también se ha intensificado. Los crímenes de odio aumentaron un 18% entre 2020 y 2024, según el FBI, afectando principalmente a comunidades afroamericanas, asiáticas, judías y musulmanas. Este aumento está vinculado al resurgimiento de grupos extremistas y al uso de las redes sociales como plataformas para propagar discursos de odio.

RETOS ECONÓMICOS Y SOCIALES

Con la reelección de Donald Trump, Estados Unidos se adentra en un periodo de grandes desafíos. Su promesa de «recuperar la grandeza estadounidense» enfrenta múltiples obstáculos, tanto internos como externos.

Trump ha anunciado un ambicioso plan para reindustrializar Estados Unidos y reducir la dependencia de las cadenas de suministro globales. Sin embargo, implementar esta estrategia requerirá superar barreras como la resistencia de aliados comerciales y la necesidad de inversiones masivas en infraestructura. También deberá manejar las tensiones con China, el principal socio comercial de Estados Unidos, en un momento en que las relaciones bilaterales están en su punto más bajo en décadas.

El presidente electo ha prometido recortes de impuestos para estimular el crecimiento económico, pero esta medida podría agravar el déficit fiscal si no se acompaña de reducciones en el gasto público. Además, la capacidad de implementar estas políticas dependerá de su habilidad para negociar con un Congreso dividido, donde los demócratas probablemente resistirán cualquier iniciativa que reduzca programas sociales.

El enfoque de Trump en políticas ultraderechistas, incluida la restricción de la inmigración y la eliminación de regulaciones ambientales, podría generar más divisiones. Aunque estas medidas cuentan con el apoyo de su base electoral, enfrentan la oposición de sectores progresistas y moderados, lo que podría derivar en mayores tensiones sociales.

EL FIN DE LA HEGEMONÍA ESTADOUNIDENSE

El bloque BRICS+ ha emergido como un desafío significativo para la hegemonía estadounidense. Con la inclusión de nuevos miembros como Arabia Saudita, este grupo busca crear un sistema financiero alternativo que reduzca la dependencia del dólar. Según el Banco Mundial, el comercio intrabloque creció un 15% anual durante los últimos cuatro años, fortaleciendo su influencia económica y política.

El dólar, pilar del sistema financiero internacional, está perdiendo su posición dominante. Según el Fondo Monetario Internacional (FMI), la proporción de reservas globales en dólares cayó del 61% en 2020 al 55% en 2024. Este descenso refleja una creciente diversificación hacia monedas como el yuan chino y el euro, impulsada por iniciativas del BRICS+ y otros bloques emergentes.

En el ámbito militar y geopolítico, Estados Unidos enfrenta el ascenso de China como potencia dominante en el Pacífico y la reactivación de Rusia en Europa del Este. Además, la influencia de potencias regionales como Irán y Arabia Saudita en el Medio Oriente limita la capacidad de Estados Unidos para mantener su dominio en esta región estratégica.

El futuro socioeconómico de Estados Unidos dependerá en gran medida de la capacidad de la administración Trump para manejar una economía debilitada, una deuda insostenible y una sociedad fracturada. La reconciliación política y la creación de un camino inclusivo para el desarrollo serán cruciales para evitar una crisis prolongada.

Aunque Trump tiene un historial de promover el crecimiento económico, los riesgos asociados con su estilo confrontacional y sus políticas divisivas no pueden ser ignorados. El equilibrio entre reformar el status quo y evitar una mayor radicalización será la prueba definitiva para su liderazgo.

Estados Unidos enfrenta uno de los periodos más complejos de su historia contemporánea. La administración Biden dejó un legado de desafíos económicos y sociales que el presidente electo Donald Trump deberá abordar en un contexto de polarización interna y competencia internacional.

El éxito o fracaso de las políticas de Trump determinará no solo el rumbo de Estados Unidos, sino también el equilibrio de poder en el mundo. Sin embargo, para superar estos retos, será necesario un liderazgo que trascienda la retórica divisiva y busque soluciones inclusivas y sostenibles. En un mundo cada vez más multipolar, el destino de Estados Unidos dependerá de su capacidad para adaptarse a las nuevas realidades globales sin perder de vista los principios democráticos y la cohesión interna que alguna vez lo definieron como nación.

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