OPINIÓN
Montonean al Poder Judicial
Columna Tercera Instancia, por Modesto Barros González //
Por todos lados están golpeando al Poder Judicial, tanto del estado de Jalisco, como el Federal y tal parece que los poderes ejecutivos quieren a toda costa tener el control total en la designación de jueces y magistrados y no tardarán en extender su poder sobre los consejeros de las respectivas judicaturas.
A toda costa el Presidente de la República Andrés Manuel López Obrador y el gobernador de Jalisco Enrique Alfaro Ramírez, se han echado a cuestas el “limpiar” los respectivos órganos de gobierno que conforman el poder judicial, mientras que los ahora perseguidos se disciplinan y no quieren enfrentarse a los dos poderes del ejecutivo.
Tanto los miembros del Supremo Tribunal de Justicia del Estado como los ministros de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, hasta el momento se han dejado mangonear al gusto de las autoridades y además de recibir señalamientos de corrupción en las respectivas dependencias.
Si bien es verdad que existen graves anomalías en esos órganos de gobierno, afortunadamente no son todos los jueces y magistrados que son corruptos, sin embargo en declaraciones generalizan los señalamientos.
Cada que inicia un gobierno estatal o el federal, se inicia la cacería e intimidación contra los impartidores de justicia, sin embargo al pasar de los días todo queda en declaraciones y pocas persecuciones verdaderas.
En todos los juzgados del país se quejan algunos litigantes porque no pueden solucionar los juicios que llevan o porque les dan “palo” en la sentencia, pero también es sabido que se quedan muy “calladitos” cuando el fallo es a favor de su cliente, aunque participen en la corrupción con la clásica mordida.
Lo peor del asunto es que cuando llega el “agua a los aparejos” los responsables del Ejecutivo aparecen como “fieles” perseguidores de la corrupción imperante en el Poder Judicial, pero se tapan los ojos en aquellas en las que participan malos elementos de corporaciones.
De los casos vergonzosos de malos jueces y magistrados hay varios, como los señalamientos que en su tiempo se hicieron contra quien era el Presidente del Supremo Tribunal de Justicia de Jalisco, Jorge Saracho Álvarez, quien tuvo que ser destituido en 1980 por las fundadas notas periodísticas que se publicaron en su contra por la corrupción que se señalaba, en la administración del desaparecido gobernador Flavio Romero de Velasco.
También hace algunos años, cuando era gobernador Emilio González Márquez, tuvo que salir “pitando” pero muy protegido el entonces titular del Poder Judicial Celso Rodríguez González, quien llegó al cargo en forma extraña sin haber sido procesado por algunas de las acusaciones que entonces se le hicieron.
Por lo pronto faltan varios meses de dimes y diretes, de jalones y estirones para ver quién de contendientes se salgan con las suyas y logren los cambios que tanto anhelan.
AL QUE LE URGE LE URGE
Para algunas acciones de gobierno le ponen celeridad y para otras lo hacen muy despacio, tal es el ejemplo que se puede notar entre las reformas a la Ley de Educación y la formación y operación de la llamada Guardia Nacional.
Tan sólo un botón para muestra, cuando los flamantes integrantes del poder legislativo federal discutieron y analizaron la integración legal de la Guardia Nacional y en su momento se remitió el resultado a los congresos de los estados del país, por instrucciones supremas de AMLO, se tuvieron que recabar las aprobaciones de todos, no sólo de la mitad más uno que era más que necesario sino de la totalidad.
Meses después los miembros del legislativo también hicieron el esfuerzo y sacaron adelante la reforma a la Ley de Educación y entonces fue remitida la aprobación constitucional los legisladores del país, pero aquí nadie dijo nada y se conformaron a que la aprobara la mayoría simple de la mitad más uno.
Así que con todo y que faltan las leyes reglamentarias y otros ordenamientos legales, la Guardia Nacional va muy lenta con todo y que han sido desplazados elementos por todo el país, total las “cosas de palacio, van despacio” para cuando el gobernante quiere.
