¡Ni madres!

De Frente al Poder, por Óscar Ábrego //

El escrito que el ingeniero Enrique compartió el pasado miércoles en sus redes sociales, es –por decir lo menos- incómodo e inquietante. Acaso lo más ligero que puede concluirse sobre el texto, es que el gobernador no nació con vena literaria. Sin embargo, y en virtud de que el material da para mucho, bien vale la pena hacer algunas anotaciones al respecto.

Diversas corrientes de la psicología sostienen que la manera en que un individuo expone sus ideas mediante la escritura, nos aproxima con bastante precisión a sus rasgos de personalidad. Se sabe que una de las vías cortas para llegar a conocer a alguien, es atendiendo los adjetivos y los enunciados clave que utiliza para plasmar sus pensamientos y emociones.

Así pues, el escandaloso documento que se hizo viral, describe en gran medida la identidad del líder moral del partido Movimiento Ciudadano.

Si se lee con ojo crítico, los párrafos finales son el epicentro del huracán ontológico que hizo público el mandatario de nuestra entidad.

“También vi a mi alrededor. Estaba en casa Jalisco, en donde la gente me puso para ser gobernador, estaba en el lugar en que siempre soñé estar. Dios había decidido que me tocara estar al frente de esta crisis en mi estado por alguna razón y entendí que no nos iba a dejar solos.

“No necesité más”, afirmó.

Sobre esto, dos consideraciones. Una, es inexacto que la gente lo puso para ser gobernador, fue una mayoría relativa de votantes. Y dos, resultaría aterrador suponer que Dios decidió elegirlo para estar al frente de la crisis sanitaria provocada por el coronavirus; porque de ser así, entonces Dios se estaría ensañando con nosotros, pues también lo habría puesto para enfrentar a la influenza, el dengue y la delincuencia, y en esos temas, los resultados son un verdadero desastre.

Pero lo peor es el remate: “Ni madres que nos vamos a rendir. Ni madres que vamos a aflojar el paso. Es por ellos, por nuestros hijos, por nuestros padres, por los que amamos. Es por los que hoy se fueron y por los que se irán los próximos días, es por los que están sufriendo y por los que están cuidándonos. Es por la gente consciente que cumple con su responsabilidad y también por los pendejos que siguen sin entender.

“Es por todos. Ni madres que nos vamos a rendir. A darle”.

Que un alto funcionario use expresiones del folclor nacional o acuda a los insultos como recursos para comunicarse con un auditorio hipersensible, implica riesgos absolutamente innecesarios, entre los que destacan la provocación del enojo colectivo y la pérdida de liderazgo individual.

Es evidente que Alfaro Ramírez suele desatender los protocolos básicos que impone su investidura. Fuera corbata, trajes y discursos alineados al respeto, la unidad y la diplomacia. Lo de él está en otra lógica, en extremo incomprensible y desconcertante, si consideramos los desafiantes momentos por los que atraviesa México y el mundo.

De cualquier modo, es a quien tenemos despachando como gobernador, y por eso hay que pedirle que ¡ni madres! Así no es como debe dirigirse al pueblo de Jalisco.