OPINIÓN
OPINIÓN /// Mentiras que hieren a México
Por Benjamín Mora Gómez ///
-A María Elena, mi madre, quien me enseñó el valor del silencio en la entrega.
No comprendo el por qué Andrés Manuel López Obrador mira con desprecio a la labor de las organizaciones de la sociedad civil cuando a ellas les debe, en mucho, el ser hoy el Presidente de México. No comprendo la razón por la cual las acusa de “simular que atendían las necesidades de las personas vulneradas”. No entiendo por qué miente, si por engaño propio o por engaños de otros.
| Una vez leí que la mentira y el engaño tienen fecha de caducidad, y no tengo duda de ello. Espero que, por el bien de los vulnerados, marginados, ninguneados, olvidados y menospreciados, López Obrador pronto recapacite y se encuentre con quienes han despertado conciencias y provocado compromisos, en México y el mundo, hacia niñas y niños, adolescentes, mujeres, adultos mayores y hombres. |
De siempre he señalado que los errores ingenuos devoran a quienes no logran advertirlos a tiempo. En la cancelación de los recursos públicos federales, a través de los subsidios del Instituto Nacional de Desarrollo Social, hoy hay dos posibles ingenuos: el presidente y los directivos de las organizaciones de la sociedad civil que votaron por AMLO.
AMLO parece no entender, de ahí su ingenuidad, que la sociedad civil es la gran transformadora México –años antes de que imaginara su Cuarta Transformación- pues a ella debemos: La transparencia y rendición de cuentas de los gobiernos, la promoción y defensa de los derechos humanos, el cumplimiento de la voluntad electoral de los ciudadanos, el respeto al legado de los pueblos originarios, la defensa de nuestras reservas naturales, el cuidado de las especies en peligro de extinción y sus hábitats, la convivencia armónica entre los géneros, la paridad de hombres y mujeres en los congresos, el acceso universal, la autonomía del Banco de México, los derechos de los migrantes, etc. ¿Quién en su sano juicio podría poner en duda su valor y trascendencia?
La sociedad civil organizada –haya votado o no por AMLO- pues hoy se le vilipendia, en público y a nivel nacional, sin posibilidad de defender su honor y obra, violándoles los derechos consagrados en los artículos 14 y 16 constitucionales.
¿Hoy, ante ello, qué hacer desde la sociedad civil? Sin duda, seguir el camino del honor que, en su inmensa mayoría, ha andado. No hay manera de entablar diálogo alguno cuando los prejuicios obnubilan el pensamiento y carcomen el corazón de quien ostenta el poder. No, por ahora, solo queda caminar en paralelo, o quizá en rumbos opuestos, en espera de esa nueva oportunidad de elegir que la democracia nos regala, dejando la ingenuidad que ayer se tuvo.
Ken Watanabe en Katsumoto, dijo: “Tú has recuperado tu honor. Déjame conservar el mío”. Es hora de conservar el propio honor de esas organizaciones hoy sobajadas. Éste, el honor, no puede dejársele al contentillo del presidente López Obrador, quien, sin pruebas, acusa y sentencia en sus conferencias mañaneras.
El artículo 16 de nuestra Ley Suprema ordena que “nadie puede ser molestado en su persona, familia, domicilio, papeles o posesiones, sino en virtud de mandamiento escrito de la autoridad competente”. AMLO, al acusar a las organizaciones de la sociedad civil de simular, sin pruebas y sin juicio de por medio, las molesta en su persona como organizaciones y a quienes las forman. La autoridad competente es única y exclusivamente la judicial. Se trata de un valor que nadie puede pisotear: La Certeza Jurídica, actuando con apego a la ley y a la propia Constitución. En México no caben los opresores ni los difamadores omnímodos de los ciudadanos y menos desde el poder. Duele que sea así, y preocupa saber que podría seguir siendo así por casi seis años; ojalá se reflexione y cambie esta imagen que empieza a crecer.
Para la gente de bien, sólo queda elegir lo correcto como hasta ahora y saber que la sociedad civil NO suple al gobernante en todo aquello que éste NO puede, sino que marca rumbo y destino, forma y fondo, de todo aquello que deseamos para México. No se trata, como pretende el presidente López Obrador, de entregar dinero y con ello resolver el dolor de la madre con un hijo con síndrome Down, Asperger o Autismo, o con alguna discapacidad física o mental; no se trata de entregar dinero a quien delinque para que deje de hacerlo; no se trata de entregar dinero al niño que ha quedado huérfano y en desamparo para encontrar refugio y cuidado; no se trata de entregar dinero a la niña o niño que se prostituye para que su madre comprenda que ello le daña; no se trata de entregar dinero a quien vive con alguna enfermedad terminal para pagar sus tratamientos, encontrar hogar y reconciliarse con la vida; no se trata de entregar dinero a quien sufre de alguna adicción para que la abandone… se trata, SÍ, de acompañarlos en su dolor, en su soledad, en su abandono, en su enfermedad, y eso hacen quienes dan su vida desde la sociedad civil organizada. Entregan amor, cercanía, intimidad, fe, trascendencia.
Pero esto no se entiende o no se conoce o se niega. En México hay organizaciones con más de 100 años de labor ininterrumpida. Nacieron sin la ayuda del gobierno y seguirá vivas aún sin los subsidios del gobierno de AMLO. Nacerán otras, y otras, y otras, porque se necesitan y porque es lo más humano… lo más cristiano… lo más digno. Bueno, hay quienes nacieron antes de que México fuera nación y patria.
La magnanimidad pudo estar del lado de Andrés Manuel López Obrador, pero no la aceptó. Ni modo qué hacer. Que la sociedad civil luche por su honor y AMLO por el poder; ya veremos a quién reconoce la historia.
E-mail: benja_mora@yahoo.com
