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OPINIÓN

Panorama mundial incierto: El calentamiento global ¿cómo llegamos a Glasgow?

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A título personal, por Armando Morquecho Camacho //

Del 31 de octubre al 12 de noviembre del año en curso, más de 130 Jefes de Estado, así como miles de diplomáticos, se reúnen en Glasgow, Escocia, con motivo de la conferencia sobre el calentamiento global organizada por la ONU, también conocida como COP26, esto con el objetivo de refrendar compromisos y trazar nuevas metas para reducir las emisiones de la quema de carbón, petróleo y gas que comprometen seriamente nuestra existencia en este planeta.

Aunque esta conferencia se celebra cada año, esta edición tiene algunos ingredientes extra que le dan más sabor e importancia al evento.

El primero de ellos corresponde a todos y cada uno de los desastres naturales que hemos presenciado a lo largo de este año y del anterior, tales como las inundaciones en Alemania, los incendios forestales en Australia y las olas de calor que azotaron Italia, mientras otro corresponde a las advertencias a través de las cuales la comunidad científica ha instado a los gobiernos a alejarse de una forma drástica e inmediata de los combustibles fósiles, esto si quieren evitar los efectos más catastróficos del cambio climático.

Aunque muchos esperarían que debido a los contundentes mensajes que han mandado tanto la madre naturaleza, como la comunidad científica, este año los líderes mundiales llegarían con un poco de su tarea en materia ambiental aventajada, pero la realidad es completamente diferente, y se puede decir, que salvo algunas pequeñas excepciones, el panorama se ve estancado.

Asimismo, la edición de este año tiene muchos contrastes.

Por un lado, tenemos un bloque dividido en 3: en el primer grupo, están un número mínimo de países (especialmente de la Unión Europea) que han dado pasos agigantados en cuanto a transición energética, tales como Islandia, donde casi el 100% de la electricidad que se consume proviene de la energía renovable y donde 9 de cada 10 viviendas se calientan mediante energía geotérmica.

En el segundo grupo tenemos a un importante número de países que están totalmente perdidos en el engaño populista y que parecería diseñan discursos con falsas e inalcanzables promesas solamente con el objetivo cumplir con su participación en el evento, tal como Brasil, que dicho sea de paso, su presidente, Jair Bolsonaro, ni si quiera asistirá a la conferencia.

Mientras tanto, en el último grupo están países como China y Rusia que al parecer, están más preocupados por salir victoriosos de la lucha política y económica que emprendieron de manera muy sutil contra Estados Unidos, que en tomar acciones concretas contra el cambio climático.

En cuanto a Estados Unidos, nuestro vecino del norte ocupa un bloque relativamente especial, y aunque se volvieron a unir al acuerdo de París, refrendando así su compromiso con el medio ambiente, los fantasmas del populismo y de Donald Trump que rondan la discusión política en la Cámara de Representantes y en el Senado, hacen que las promesas del ‘’Green new deal’’ de Joe Biden, se vean un poco lejanas.

Acompañando a Estados Unidos en ese bloque, nos encontramos también nosotros, y es que en el caso de nuestro país, el medio ambiente parecería que se ha convertido en una simple moneda de cambio dentro del juego político, y aun cuando la discusión sobre la Reforma Energética se ha aplazado para abril del 2022, el futuro en la materia para nosotros es un poco más incierto que el de Estados Unidos.

Por último, en otro bloque, se encuentran aquellos países que desgraciadamente requieren más que metas y buena voluntad para refrendar su compromiso en la lucha contra el cambio climático, sino que adicional a esto, requieren también de un esquema de cooperación y solidaridad por parte de países más ricos que les permita alcanzar dichas metas, esto, toda vez que debemos tener muy presente que en muchos países del mundo, una mala implementación de la transición energética, podría causar nuevas desigualdades.

En 2015, en el marco de la COP21, los líderes mundiales llegaron a un acuerdo histórico para frenar el cambio climático al comprometerse a mantener el incremento de la temperatura media del planeta debajo de los 2°C y al mismo tiempo, limitar el aumento a los 1.5°.

No obstante, 6 años después, resulta preocupante que los líderes mundiales no se reúnen a compartir logros y experiencias como tal, sino que se reúnen para mandar el mismo mensaje de hace 6 años, y a su vez, para refrendar una serie de compromiso por los que no se ha hecho mucho en los últimos años.

En ese orden de ideas, y atendiendo a la pregunta del título de esta columna: ¿cómo llegamos a Glasgow? Bueno, considero que llegamos con muchos retos frente a nosotros, pero también, con muchos riesgos que lamentablemente, han aumentado de manera considerada debido a la negligencia y omisión de aquellos que deliberadamente optaron por ignorar una serie de compromisos que lejos de verse como una nueva esperanza o bien, como una segunda oportunidad para nuestra especie, fueron vistos, en su mayoría, como un dolor de cabeza que interfiere con los intereses de una industria altamente contaminante.

Aun así, las expectativas alrededor de este evento son altas, ya que también, este año los líderes mundiales llegan a esta fundamental conferencia con un factor que hoy más que nunca puede ser determinante: la consciencia colectiva que ha despertado en los últimos años y que ha fortalecido el papel de la sociedad civil que no solo está preocupada por el cambio climático, sino que también, está ocupada en el desarrollo de propuestas y en el impulso de proyectos de emprendimiento social con los que algunos ciudadanos buscan poner su granito de arena en esta lucha que definitivamente no podemos enfrentar solos.

Por otro lado, el surgimiento de figuras como Greta Thunberg, aun cuando su legitimidad como defensora de la causa ambiental puede ser cuestionada por muchos, manda un mensaje a la clase política y deja claro que hoy más que nunca, las decisiones ya no pueden ser tomadas o discutidas dejando fuera a la colectividad, ya que actualmente tiene un lugar más que importante dentro de las discusiones sobre lo público y que además, poco a poco adquiere más legitimidad a la hora de abanderar ciertos temas.

¿Qué esperar en el cierre de la COP26? Ante los últimos días de la conferencia, esperemos se puedan escuchar mensajes de unidad haciendo énfasis en la importancia que tiene que todos se sumen a esta lucha y que al mismo tiempo, se pueda promover un proyecto de comunidad que permita dotar de herramientas a los países en condición de desventaja económica, de tal forma que esta lucha a contra reloj, pueda desenvolverse en igualdad de circunstancias y condiciones.

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