OPINIÓN
Peter Pan se adueña de la política mexicana
Serendipity, por Benjamín Mora Gómez //
El futuro de México es incierto. Enrique Quintana, en su columna Coordenadas, en agosto de 2016, nos preguntaba: ¿Qué debiera incluir una narrativa del gobierno para ser creíble y tener impacto entre la sociedad en un contexto de descrédito de los dichos de los gobernantes? Entonces, como hoy, esta pregunta nos la deberíamos formular todos; incluso los dirigentes de los partidos.
Rebecca Keogh, investigadora de la Universidad de Carolina del Norte, nos dice que, en muchos trastornos mentales, la imaginación puede volverse incontrolable y traumática. En el caso del presidente mexicano, sus trastornos mentales le bloquean su capacidad de toma de decisiones.
Peter Pan habita en el alma de Andrés Manuel López Obrador; por ello, se resiste a asumir sus responsabilidades presidenciales. Al igual que Peter Pan, López Obrador solo es capaz de liderar a personas de eterna inmadurez.
El síndrome de Peter Pan tiene síntomas que López Obrador acumula: Altibajos emocional al ser incapaz de controlar sus iras y frustraciones; desde su aparente arrogancia, muestra su inseguridad y baja autoestima; contagia de su afán por lo inmediato; culpa a los demás de todo lo que no le sale bien; vive una realidad alterada, de fantasía; no se duele de casi nadie, acusándoles, cuando se mal se deba a sus malas decisiones, de ser sus adversarios; baja tolerancia a la frustración que lo lleva a ser intolerante a las críticas, y en su vida, ha funcionado sin grandes esfuerzos. Una de las características más importantes de este síndrome es la creencia de estar más allá de las leyes de la sociedad y las normas por ella establecidas.
Tenemos un presidente encabronado con la vida. No sabe el por qué de su dolida alma; es más, ni idea tiene de que ande enchilado con su pasado, pero todos los días amanece con la consigna de encontrar a quién endilgarle sus traumas, enojos, rabietas y metidas de pata. Lo sabemos, no es un hombre que sepa manejar sus frustraciones y controle sus emociones. No lo aprendió de niño, y ya, en su decrepitud, no lo hará.
Las traiciones partidarias en el Revolucionario Institucional están en relación directa con los triunfos de Morena. Tras el innegable resultado positivo de Morena en el proceso electoral reciente de 4 a 2, López Obrador arremetió en contra de la alianza opositora al preguntar y preguntarnos las razones profundas de sus querencias. Según su primitivo entender, el Revolucionario Institucional y el de la Acción Nacional deberían caminar por separado, políticamente, porque sus orígenes son distintos y distantes. Según su simplismo, el PAN nada gana al asociarse al PRI, aunque en esa alianza los dos hayan ganado dos las gubernaturas disputadas, la de Aguascalientes para el PAN y la de Durango para el PRI. López Obrador sabe que, en alianza, la oposición sí puede sacarle un susto al mismo diablo, incluso al diablo de Macuspana.
Recomendaría a López Obrador leer “Limpia tu enredo mental” de la doctora Caroline Leaf para ayudarse a eliminar desde su raíz la ansiedad, dependencia emocional hacia sus opositores y pensamientos tóxicos en su ya larga vida. López Obrador ataca al PRI y en ello se enreda en sus contradicciones mentales; busca que priistas de hoy se sumen al PRI de décadas atrás.
Como respuesta los delirios post electorales presidenciales y de cara al 2023 y 2024, la Alianza Va por México le respondió a López Obrador que sus iniciativas constitucionales se quedarán en el tintero por el resto de su gobierno. Eso tampoco me gusta. México no puede quedarse en el limbo total. México ya ha perdido demasiado al tener a este señor como su presidente; no se vale que el resto también se congele. Me parece más un enojo opositor que el entendimiento de la esencia de la política, olvidándose del pueblo, su elector final.
El PAN, PRI y PRD deberían presentar, desde ya, su narrativa -alterna y preventiva- a las iniciativas que el presidente enviará a los senadores y diputados federal en materia electoral (INE) y de la guardia nacional. Se trata de detener a tiempo los discursos populistas que AMLO presentará y evitar que se expandan. La oposición deberá identificar a las diferencias audiencias con las que deberá dialogar y a cada una hablarle al oído. Existen teorías y experiencias que nos orientan sobre los criterios para generar las nuevas narrativas opositoras hacia 2024 para que sean eficaces y tengan el mayor impacto en las precepciones y actitudes públicas.
De joven me dijeron que los espartanos tenían como principio el de vencer o morir, y creo que hoy, a la otra mitad de México, a quienes no creemos en la Cuarta Transformación y no nos inspira López Obrador, no nos queda de otra: vencer o morir. En nuestro entender a México se le destruye día a día y a pasos agigantados; nos hace falta una nueva narrativa política que aliente nuestra esperanza de recuperar el rumbo. Hacen falta mujeres y hombres que lideren este momento de oscuridad política.
Por décadas, fuimos llamados a volvernos demócratas construyendo instituciones que apuntalaran a esa república que ahora agoniza en los rejuegos de las grandes mentiras y pobres verdades presidenciales. Morena ganó, sin duda, gracias a las pericias priistas de un pasado anti demócrata que aun pervive. Ganó con ex priistas. Ganó desde la traición. Ganó con las mismas trampas del priismo de antes.
A México, lo perdimos todos. Quienes robaron a manos llenas de las arcas nacionales, quienes se complacieron de ser los beneficiarios de ese mal proceder, quienes cambiaron de piel política, siendo lobos cubriéndose con piel de ovejas, y quienes entregaron su voto en un momento de profundo enojo e irreflexión.
Recién vi la película española (2018) “En la piel de lobo”, extraordinaria, que nos cuenta la historia de un trampero que vive en solitario y quien negocia con un señor a sus hijas para llevárselas a la montaña como sus mujeres… primero la mayor, quien muere enferma y embarazada de alguien más, y luego la menor; ésta, para lograr su libertad, envenena al trampero con hierbas, quien muere lentamente a lo largo de varios días. Ella, por decisión del trampero, recobra su libertad y regresa con quien la vendió, su padre, y el muere consciente de quien lo envenenó. Esto nos pasa, estamos envenenando nuestra democracia y podríamos morir con ella.
