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MUNDO

Podría prolongar su gobierno hasta 2036: De la KGB a zar de todas las rusias…¡Putin forever!

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Política Global, por Jorge López Portillo Basave //

Navsegada” Putin – Putin para siempre-, decían algunos de los manifestantes que con pancartas apoyaban o rechazaban las reformas constitucionales que el Presidente Vladimir Putin había propuesto al pueblo de Rusia mismas que fueron votadas el pasado 1 de julio.

Nuestra Constitución, Nuestro País, Nuestra Decisión” decían los folletos de propaganda que impulsaban la propuesta. En Rusia existe una ley para la realización de referéndums que permitan reformar su “Carta Magna”, en ese sentido y a sus 67 años de edad el ex agente de la KGB –policía secreta- obtuvo una importante victoria política al lograr pasar el proyecto de ley que permite su reelección continua hasta el año 2036. El actual periodo de Putin Concluía en el 2024, pero decidió no esperar y en medio de la pandemia se logró reformar la constitución.

Los acontecimientos políticos de una potencia sirven de referencia para conocer lo que pueden ser tendencias o fenómenos político-sociales que se repitan en otras regiones del mundo, especialmente en una era tan intercomunicada como la actual; por ejemplo, sabemos que el Presidente de China Xi Jinping logró algo similar hace un par de años, aumentando su poder político –interno y externo- prolongando su permanencia en el cargo reformando la ley que ahora le permitirle reelecciones indefinidas. Parce que Putin no se quiso quedar atrás.

Hay varias democracias que mantienen a sus mismos gobernantes en el poder por décadas, pero en ellas los órganos del Estado son mucho más independientes y por ende se da un verdadero equilibrio de poder mediante el cual los ciudadanos pueden exigir cuentas de forma efectiva a sus gobernantes. Japón, Alemania, Inglaterra, Francia e Israel son ejemplos de este tipo de democracias que mantienen por mucho tiempo a sus gobernantes pero que pueden ser removidos en cualquier momento por medios pacíficos en caso de ser encontrados culpables por faltas graves o vía electoral permitiendo que alguien más llegue al gobierno.

En el mundo circulan videos de líderes opositores rusos y de organismos civiles de supervisión electoral en donde acusan al gobierno de haber perpetrado un fraude electoral monumental, pero el Organismo Central Electoral anunció que el 78% de los electores votaron a favor de las reformas propuestas.

UNA BUENA SEMANA PARA EL KREMLIN

La reforma constitucional tienen muchos más aspectos que la prolongación de Putin en el poder. En esta nueva Carta Magna el Presidente Ruso puede destituir a los jueces y ministros de la Corte, también se crea el Consejo de Estado integrado por el Ministro del Interior –algo así como el de Gobernación- y todos los gobernadores del país; una mezcla de CONAGO en México pero encabezada por el presidente del país.

Resaltó que en la misma se defina al matrimonio como la “Unión del Hombre y la Mujer” lo que motivó varias marchas de grupos gay y la protesta de varias embajadas en el pasado miércoles izaron en Moscú la bandera del arcoíris, símbolo mundial de la homosexualidad.

La inclusión de Dios en el texto constitucional es el último elemento que cuadra la campaña del Presidente Putin, quien se ve así mismo como el conservador de los mandatarios mundiales y defensor de la fe cristiana, lo que contrasta con su socio comunista del sur Xi Jinping. Es una extraña coincidencia que un Vladimir –Lenin- eliminó a la Iglesia de los asuntos del gobierno ruso y otro Vladimir –Putin- la regrese 100 años después.

El Kremlin es la mini ciudad amurallada en la cual está asentada la sede del poder político de Rusia a la orilla del rio “Moskva”. Pero en términos geo-políticos es el centro de gobierno que ha influido con mucha determinación en el ascenso y descenso de la mayoría de los movimientos político-económico-militares que dan forma al mundo moderno. Conquistarla fue la distracción o ambición que en 1812 costó la derrota a Napoleón lo que detuvo su avance europeo y que terminó en su primer exilio en la Isla de Elba. Lo mismo le pasó a Hitler que por abrir el frente ruso perdió el frente Occidental y ahora lo mismo le pasa a los americanos que por estar entretenidos con Rusia durante cuatro años de pleitos en Washington, están por perder el flanco asiático.

La elección se dio el miércoles 1 de julio. El jueves 2 de julio Rusia ponía en marcha una pieza más del ajedrez global que por el momento comparte con China aunque también le vende aviones militares a la India que de momento está en pleito con Beijing.

La alianza sino-rusa envió el primer tren de tecnología moderna patrocinada por Beijing conectando el comercio entre Pyongyang y Moscú. Uno podría decir que Corea del Norte es poco importante, pero estas vías recorren una distancia que por mar durarían semanas y que por aire es muy costosa para la venta de artículos industriales o de autos. La distancia es superior a la que separa a Cancún de Alaska. Este avance también permite –en plena pandemia- el aumento del comercio de mercancías chinas enviadas directamente en vagones cerrados y con rastreo satelital hasta los mercados europeos de Alemania o Francia. Es el segmento ferroviario más largo del mundo

En la reunión informativa del jueves, la Empresa Paraestatal Ferroviaria Rusa confirmó que la construcción del Tren Bala que conectará a Moscú con Beijín en recorridos de 48hrs -hoy toma siete días- va en tiempo conforme a lo planeado y que se inaugurará en el 2023. Las inversiones y construcciones para conectar los más de siete mil kilómetros están siendo a cargo de la empresa china ferroviaria pero la operación será a cargo de la entidad rusa.

Donald Trump ha pedido que Rusia sea reintegrado al G7, propuesta que Alemania y Francia rechazaron, pero ahora Rusia dice que un G7 sin Beijing “no tiene sentido, porque es simplemente imposible discutir cualquier asunto del mundo moderno sin China” declaró el 4 de julio el viceministro de relaciones exteriores de Rusia Sergei Ryabkov.

EL NEO-ZAR VLADIMIR

La gente por las calles también llevaba fotos de Putin con atuendo de Zar. “Una vez que se es agente de la KGB, siempre se será de la KGB”, declaró el Presidente Ruso. Eso nos da una clara idea de su estructura intelectual. El también abogado nació en San Petersburgo – Ciudad de San Pedro en español- ha sido el hombre fuerte de Rusia desde 1999. Su ambición por restablecer el esplendor de la Rusia Imperial mezclado con el poder de la Unión Soviética es una similitud que se puede encontrar en el Presidente chino aunque con estilos muy distintos ambos gozan de un poder casi absoluto dentro de sus países.

El fenómeno jurídico-social que por la vía electoral otorga a una sola persona el control económico-político-militar de un país por largos periodos de tiempo, no es un hecho de ideología comunista o capitalista sino de control emocional y mental de una mayoría que ve en esta forma de gobierno una oportunidad para sobrevivir por miedo o por interés. Los ciudadanos ven en al líder como al único capacitado para lograr el objetivo del Estado Moderno que es “El Bien Común” y a cambio de eso ceden sus libertades individuales al extremo. A él entregan las riendas de un Estado que es público pero que puede manejar como propio “por el bien de todos”. Siempre es más fácil responsabilizar a otros de lo que puede ser parte de nuestra propia responsabilidad. También puede ser que muchos ciudadanos prefieran a un líder respetado en el mundo aunque éste no de resultados económicos en lo local o de derechos civiles en lo local. Puede haber de los dos pero a veces hay que escoger.

Vladimir logró crear una idea de Unidad Nacional en torno a su propia persona. El nacionalismo regresa por los excesos de la globalización, irónicamente la propia globalización está cayendo víctima de su propia ambición porque el rumbo que sigue no es de globalización en el sentido de que todos los países valgan lo mismo sino de una redistribución del poder en el que un gobierno pueda imponer su ideología a los demás marcando el regreso del péndulo de la historia.

No olvidemos que el socialismo nació en Occidente, de hecho el primer pueblo socialista-comunista se creó en 1824 en EUA a manos de un inmigrante inglés, mismo que fracasó dos años después. Este experimento encabezado por Robert Owen fue practicado años antes del Manifiesto Comunista de Marx & Engels en 1848, pero tuvo su primer gran triunfo en la Rusia Comunista de 1917, Revolución patrocinada en parte por Alemania y Japón al inicio del siglo pasado en su búsqueda por distraer al Zar de Rusia de los conflictos que tenía en ese momento con los países respectivos. El sistema socialista después fue imitado por la China comunista y muchos más. Pero Putin no parece tener interés en el comunismo sino en el imperialismo liberal asociado con la China comunista.

La gran diferencia material entre un rey que hereda el gobierno a un hijo y un líder que hereda el poder a otro en un sistema semi o totalmente autoritario, es que en el primero el derecho es por sangre y en el segundo es por maniobras políticas, pero en los dos el verdadero dueño del país es un grupo de oligarcas y no una mayoría, a pesar de que en el segundo se diga que la mayoría decide, en realidad hay una “orientación para que el pueblo decida lo correcto” que es casualmente lo que el eterno líder ha pensado.

Rusia encabezada por Stalin fue el punto de apoyo que Occidente usó para derrotar a Hitler en la Segunda Guerra Mundial, hoy China usa a Rusia con Putin para derrotar a Occidente. No creo necesario aprender ruso -aunque debe ser interesante- pero sí comentar que hay una tendencia hacia el autoritarismo por las fallas o excesos de la democracia capitalista occidental, especialmente las fallas de gobernantes y ciudadanos que no hemos sido más exigentes con nosotros mismos siendo parte del problema nuestra propia falta de responsabilidad.

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El nacionalismo de Donald Trump: ¿Una solución o un riesgo?

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Opinión, por Samantha Contreras Guerrero //

La victoria de Donald Trump, basada en un mensaje de fuerte nacionalismo, marca un cambio que impactará tanto a Estados Unidos como al resto del mundo. Sus promesas de traer empleos de vuelta y proteger la economía estadounidense responden al descontento de muchos de sus votantes.

Su idea de “América Primero” busca hacer que Estados Unidos sea más independiente y fuerte, pero en un mundo tan conectado, esta visión enfrenta muchos retos y posibles problemas.

Para los estadounidenses, en un mercado donde casi todo se produce a través de cadenas internacionales, enfocarse en lo nacional podría hacer que los precios aumenten y haya menos opciones para los consumidores. Este tipo de enfoque proteccionista no solo implica costos altos para las empresas, sino que podría dar una falsa idea de seguridad económica, ya que el crecimiento estaría limitado solo al mercado interno, dejando de lado oportunidades con otros países.

En el ámbito internacional, el enfoque nacionalista de Estados Unidos genera preocupación entre sus aliados. Países como México, que dependen en gran medida del comercio y la inversión estadounidense, ven en riesgo la posibilidad de mantener relaciones estables e igualitarias.

El decremento en sectores como el nearshoring —donde América Latina ha visto una oportunidad de crecimiento— podrían ser afectados con este tipo de políticas. Además, al alejarse de acuerdos internacionales, Estados Unidos podría debilitar el sistema de cooperación global, necesario para enfrentar problemas complejos como el conflicto en Oriente Medio o la crisis climática.

La gran pregunta es si este regreso al proteccionismo es una solución real a los problemas económicos actuales. La inflación y la desigualdad están en aumento en todo el mundo, y Estados Unidos no es la excepción. En lugar de cerrarse, podría beneficiarse de una política que tome en cuenta las necesidades de todos sus sectores, buscando reducir las diferencias internas como la acumulación de riquezas, sin renunciar a los beneficios del comercio global.

El nacionalismo de Trump es una reacción a los problemas de un sistema económico que ha dejado atrás a muchas personas en Estados Unidos. Sin embargo, en un mundo hiperconectado, el aislamiento no puede evitar generar preocupación. Aunque la intención de proteger a los ciudadanos es válida, esta ideología corre el riesgo de afectar a largo plazo a aquellos mismos sectores que busca ayudar, reduciendo la capacidad de Estados Unidos para influir y crecer en la economía global.

E-mail: samcg2002@gmail.com

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Querámoslo o no, Donald Trump ha vuelto

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Desde los campos del poder, por Benjamín Mora Gómez //

Lo recuerdo, era mi cumpleaños 20 y también domingo, y corría el año de 1973, y mi padre me regalaba “El Gran Gatsby”, la muy apasionante novela de F. Scott Fitzgerald, dos de sus ejes contenidos me cautivaron: La alienación y el impulso de Jay Gatsby por sentirse aceptado por una alta sociedad segregante, aun y a pesar de ser inmensamente rico, realidad que quizá se expresa más claramente en una frase de la obra: “La vida es una lucha de apariencias, una lucha de lograr y de tener más de lo que uno merece”.

Donald Trump es un claro ejemplo, muy actual y presente en el mundo, de la fuerza del impulso de tenerlo todo: Poder económico y poder político. Donal Trump está entre los hombres más ricos de Estados Unidos, y fue el 45º y será el 47º presidente de aquella nación.

Donald, quien perdió en 2020 ante Joe Biden al buscar reelegirse como presidente de Estados Unidos, cuatro años después descarriló a Biden en su también anhelada reelección, obligándolo a abandonar la carrera presidencial, y derrotó ampliamente a Kamala Harris, la relevo en el Partido Demócrata.

Donald Trump ha vuelto al poder más fuerte de lo jamás imaginado para cumplir con sus planes de preeminencia y grandeza norteamericana e imponer su visión conservadora de Estados Unidos ante sí mismo y ante el mundo. Trump es un hombre transparente; jamás deja nada a la imaginación y dudas de sus seguidores y detractores. Así, por ejemplo, para él, la Teoría de Género tiene los días contados en EEUU y sus promotores sabrán que tienen ante sí a su peor pesadilla.

El presidente Donald Trump, a partir del 20 de enero próximo, actuará con todo el poder para poner orden en su frontera con México en dos temas fundamentales, las acciones de los cárteles de la droga, declarándolos terroristas, y el tráfico humano, ambos vistos como gravísimas omisiones del expresidente Andrés Manuel López Obrador. Marco Rubio, próximo secretario de Estado norteamericano, lo ha acusado públicamente, y nos lo recordará todos los días. Rubio es de palabra dura y mano aún más dura. Para Trump y Rubio los narcotraficantes son terroristas y los perseguirá con toda la fuerza del Estado norteamericano.

La esperanza nunca debería sustentarse en la venganza. No entiendo a quiénes cifran la satisfacción de su venganza hacia López Obrador en Marco Rubio. Sea cual fuere el resultado de la dureza del nuevo secretario de Estado norteamericano, es mi deseo que México vuelva, de mutuo propio, al orden y la paz, y que el gobierno y el congreso mexicanos no nos convoquen a rasgarnos las vestiduras ante las exigencias norteamericanas. Son justas.

En México, muchos de quienes estaban a favor de Kamala Harris, hoy se muestran muy a favor de Donald Trump. Su nacionalismo se mantiene muy firme; sin embargo, aceptan que ya es tiempo de poner en orden las cosas en México pues el estado mexicano, sin duda, está doblegado y resquebrajado ante los cárteles de la droga. Claudia Sheinbaum no ha demostrado estar dispuesta a cumplir a cabalidad con su mandato presidencial en materia de seguridad a pesar de los buenos oficios de Omar García Harfuch pues, peor, no desea tomar el mando que aun detenta López Obrador.

Sheinbaum deberá entender que solo tiene de dos sopas, o se arma de valor ante los cárteles y los traficantes de gente y los combate con toda la fuerza del Estado mexicano, o los gringos cumplirán con esa su obligación constitucional, interviniendo aun en nuestro territorio. Que de nada le valdrán las bravatas de Marcelo Ebrard en materia económica ante los gobiernos norteamericano y canadiense.

Que esto nos es pleito entre escolapios en donde uno echará al otro a su padre que es bombero y lo mojará con su manguera, y el otro a su padre que es policía y lo llevará a la cárcel. Que en cosas de gobierno se actúa conforme a la ley y se cumple con los tratados internacionales. Que Naciones Unidas tiene un centro en contra del terrorismo que a México obliga.

Un adelanto de la presión internacional que el gobierno de México enfrentará en los años próximos ya lo recibimos en esta semana. La calificadora Moody’s cambió de estable a negativa la perspectiva económica de México por el debilitamiento de nuestro Estado de derecho por la reforma judicial y el deteriorado entorno institucional gubernamental, el esperado aumento en el costo de la deuda internacional de México y la mayor rigidez del gasto público, que podrían socavar nuestros resultados fiscales y económicos.

Tanto Moody’s, como los principales analistas de los futuros económicos en el mundo, coinciden en calificar como de muy alto riesgo la reciente reforma aprobada por Morena, PT y Verde al Poder Judicial. Sheinbaum, obedeciendo a López Obrador, ha decidido alterar los controles y equilibrios del poder político y económico en México, y eso se le, se nos, cobrará muy caro.

Quiero invitarte a pensar en que Trump no está para salvarnos, ni Rubio para vengarnos. Ellos tienen sus tareas más allá del Rio Bravo. De este lado, todo depende de nosotros. Vamos, ni Sheinbaum hará nada para salvarnos; a ella solo le interesa obedecer a López.

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En riesgo la hegemonía estadounidense: El retorno de Donald Trump; retos económicos y sociales

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Actualidad, por Alberto Gómez R. //

En los últimos cuatro años, la economía y la cohesión social de Estados Unidos han enfrentado un deterioro significativo, marcando uno de los periodos más complicados en su historia reciente.

La administración de Joe Biden, aunque intentó implementar políticas para estimular la recuperación tras la pandemia de COVID-19, dejó profundas brechas económicas y sociales que ahora desafían al presidente electo Donald Trump. Con un escenario global en transformación y un entorno interno polarizado, Estados Unidos se encuentra en un momento crítico de redefinición de su papel como potencia mundial.

LA ECONOMÍA BAJO LA ADMINISTRACIÓN DE BIDEN

La inflación se convirtió en uno de los mayores retos durante la administración Biden. La epidemia de Covid-19 dejó tras de sí trastornos económicos; en junio de 2022, la inflación alcanzó un pico histórico del 9.1%, las tasas más altas que los estadounidenses han experimentado en 40 años, según la Oficina de Estadísticas Laborales (BLS) lo que, por supuesto, en la práctica suponía un recorte salarial. La explosión del gasto militar para apoyar las guerras en Ucrania y Gaza también ha alimentado la inflación.

Como resultado, el nivel de vida de las y los trabajadores estadounidenses ha disminuido bajo la administración Biden, mientras que el auge del mercado de valores ha ayudado a las y los estadounidenses más ricos a hacerlo bastante bien. Este fenómeno, impulsado por interrupciones en las cadenas de suministro globales, estímulos fiscales masivos y el aumento de los precios de la energía, erosionó el poder adquisitivo de las familias estadounidenses. Aunque las medidas de la Reserva Federal lograron reducir la inflación a un 3.7% al cierre de 2024, esta cifra seguía por encima del objetivo del 2%, lo que refleja un entorno económico aún frágil.

El aumento del costo de vida se manifestó en productos esenciales. Según la Administración de Información Energética (EIA), el precio promedio de la gasolina aumentó un 40% entre 2020 y 2024. Asimismo, los alimentos básicos experimentaron un incremento promedio del 25%, afectando especialmente a las familias de ingresos medios y bajos. Esta situación exacerbó la desigualdad, ya que los salarios reales apenas crecieron un 3% durante el mismo periodo, según el Economic Policy Institute.

DÉFICIT FISCAL Y DEUDA PÚBLICA

El déficit fiscal alcanzó los $1.7 billones en 2024, mientras que la deuda pública superó los $36 billones, según la Oficina de Presupuesto del Congreso (CBO), un incremento alarmante respecto a los $27 billones reportados al inicio de la administración Biden. Este nivel de endeudamiento, alimentado por programas de estímulo económico y políticas de infraestructura, limita la capacidad del gobierno para responder a futuras crisis económicas. Además, el creciente costo del servicio de la deuda, derivado del aumento de las tasas de interés, se ha convertido en una carga significativa para el presupuesto federal.

La brecha económica continuó ampliándose durante la administración Biden. El 1% más rico de la población concentró el 38% de la riqueza total en 2023, mientras que los sectores más vulnerables enfrentaron mayores dificultades para acceder a empleos estables, y apenas aumentaron un 4% en términos reales, según un informe de la Oficina del Censo. Según el Departamento de Trabajo, el empleo precario representó el 30% de los nuevos puestos creados entre 2020 y 2024, con un aumento notable en los contratos temporales y trabajos a tiempo parcial. Esto ha exacerbado la pobreza en comunidades vulnerables, con un índice de pobreza que aumentó del 11.4% en 2020 al 14.7% en 2024.

En 2016, Hillary Clinton demostró su desprecio por los partidarios de Trump, entonces abrumadoramente blancos, etiquetándolos como “los deplorables”, en lugar de tratar de reconocer la fuente de su ira: la gran desigualdad en el statu quo económico. Ocho años después, con un apoyo a Trump mayor en prácticamente todos los grupos demográficos, es imposible ignorar la desesperación económica que alejó del Partido Demócrata a las y los electores, cuando Biden seguía presumiendo de que la economía estadounidense durante su mandato es “la más fuerte del mundo”.

FACTORES SOCIALES: POLARIZACIÓN Y RADICALIZACIÓN

La polarización política se ha intensificado, dando lugar a movimientos separatistas que, aunque minoritarios, representan una amenaza para la unidad del país. Uno de los fenómenos más alarmantes es el resurgimiento de movimientos secesionistas en estados como Texas y California.

Líderes locales y organizaciones políticas han planteado referendos para separarse de la unión federal, alegando incompatibilidades políticas y económicas. Aunque estos movimientos no tienen un apoyo mayoritario, su existencia refleja una fragmentación preocupante en la unidad nacional. Grupos como «Texit», que abogan por la independencia de Texas, han ganado tracción en sectores conservadores descontentos con las políticas federales. Estas iniciativas reflejan el creciente desencanto con el sistema político.

La radicalización ideológica también se ha intensificado. Los crímenes de odio aumentaron un 18% entre 2020 y 2024, según el FBI, afectando principalmente a comunidades afroamericanas, asiáticas, judías y musulmanas. Este aumento está vinculado al resurgimiento de grupos extremistas y al uso de las redes sociales como plataformas para propagar discursos de odio.

RETOS ECONÓMICOS Y SOCIALES

Con la reelección de Donald Trump, Estados Unidos se adentra en un periodo de grandes desafíos. Su promesa de «recuperar la grandeza estadounidense» enfrenta múltiples obstáculos, tanto internos como externos.

Trump ha anunciado un ambicioso plan para reindustrializar Estados Unidos y reducir la dependencia de las cadenas de suministro globales. Sin embargo, implementar esta estrategia requerirá superar barreras como la resistencia de aliados comerciales y la necesidad de inversiones masivas en infraestructura. También deberá manejar las tensiones con China, el principal socio comercial de Estados Unidos, en un momento en que las relaciones bilaterales están en su punto más bajo en décadas.

El presidente electo ha prometido recortes de impuestos para estimular el crecimiento económico, pero esta medida podría agravar el déficit fiscal si no se acompaña de reducciones en el gasto público. Además, la capacidad de implementar estas políticas dependerá de su habilidad para negociar con un Congreso dividido, donde los demócratas probablemente resistirán cualquier iniciativa que reduzca programas sociales.

El enfoque de Trump en políticas ultraderechistas, incluida la restricción de la inmigración y la eliminación de regulaciones ambientales, podría generar más divisiones. Aunque estas medidas cuentan con el apoyo de su base electoral, enfrentan la oposición de sectores progresistas y moderados, lo que podría derivar en mayores tensiones sociales.

EL FIN DE LA HEGEMONÍA ESTADOUNIDENSE

El bloque BRICS+ ha emergido como un desafío significativo para la hegemonía estadounidense. Con la inclusión de nuevos miembros como Arabia Saudita, este grupo busca crear un sistema financiero alternativo que reduzca la dependencia del dólar. Según el Banco Mundial, el comercio intrabloque creció un 15% anual durante los últimos cuatro años, fortaleciendo su influencia económica y política.

El dólar, pilar del sistema financiero internacional, está perdiendo su posición dominante. Según el Fondo Monetario Internacional (FMI), la proporción de reservas globales en dólares cayó del 61% en 2020 al 55% en 2024. Este descenso refleja una creciente diversificación hacia monedas como el yuan chino y el euro, impulsada por iniciativas del BRICS+ y otros bloques emergentes.

En el ámbito militar y geopolítico, Estados Unidos enfrenta el ascenso de China como potencia dominante en el Pacífico y la reactivación de Rusia en Europa del Este. Además, la influencia de potencias regionales como Irán y Arabia Saudita en el Medio Oriente limita la capacidad de Estados Unidos para mantener su dominio en esta región estratégica.

El futuro socioeconómico de Estados Unidos dependerá en gran medida de la capacidad de la administración Trump para manejar una economía debilitada, una deuda insostenible y una sociedad fracturada. La reconciliación política y la creación de un camino inclusivo para el desarrollo serán cruciales para evitar una crisis prolongada.

Aunque Trump tiene un historial de promover el crecimiento económico, los riesgos asociados con su estilo confrontacional y sus políticas divisivas no pueden ser ignorados. El equilibrio entre reformar el status quo y evitar una mayor radicalización será la prueba definitiva para su liderazgo.

Estados Unidos enfrenta uno de los periodos más complejos de su historia contemporánea. La administración Biden dejó un legado de desafíos económicos y sociales que el presidente electo Donald Trump deberá abordar en un contexto de polarización interna y competencia internacional.

El éxito o fracaso de las políticas de Trump determinará no solo el rumbo de Estados Unidos, sino también el equilibrio de poder en el mundo. Sin embargo, para superar estos retos, será necesario un liderazgo que trascienda la retórica divisiva y busque soluciones inclusivas y sostenibles. En un mundo cada vez más multipolar, el destino de Estados Unidos dependerá de su capacidad para adaptarse a las nuevas realidades globales sin perder de vista los principios democráticos y la cohesión interna que alguna vez lo definieron como nación.

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