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MUNDO

Polémico plan de reforma judicial en Israel: Las protestas sociales y el cambio a la multipolaridad

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Economía Global, por Alberto Gómez-R. //

Tal como en 2019 –pocos meses antes del inicio de la pandemia del Covid-19- al parecer 2023 será también un año de protestas sociales, pero ahora con mucha más exacerbación debido a la incertidumbre económica global, y al incremento de las tensiones geopolíticas, que amenazan la paz mundial que acercan a la humanidad a una conflagración nuclear como nunca antes en la historia.

Por un lado, en Europa y otros continentes arrecian las manifestaciones sociales, no sólo en Francia con motivo de la imposición del actual presidente Emmanuel Macron de modificar la ley de pensiones, sino en países como Alemania, Italia, España, Estados Unidos, Canadá, Reino Unido, Perú, República Dominicana, Israel, y otros más.

Las actuales protestas que han tomado las calles en Tel Aviv, la capital israelí, han obligado a su primer ministro, el sionista Benjamín Netanyahu a posponer su polémica reforma judicial.

El plan le daría a Netanyahu -quien está siendo juzgado por cargos de corrupción- y a sus fieles en el gobierno, la última palabra en el nombramiento de los jueces de la nación. También le daría al parlamento, que está controlado por sus aliados, la autoridad para anular las decisiones de la Corte Suprema y limitar la capacidad de la corte para revisar las leyes.

Netanyahu ha argumentado que la reforma es necesaria para controlar un tribunal liberal y excesivamente intervencionista de jueces no elegidos. Pero sus opositores dicen que el paquete dañaría el sistema de controles y equilibrios del país al concentrar el poder en manos de los aliados de Netanyahu. También dicen que tiene un conflicto de intereses como imputado penal.

Decenas de miles de personas, en su mayoría israelíes seculares de clase media, se han unido regularmente a protestas masivas contra el plan.

Esas manifestaciones aumentaron el domingo por la noche después de que Netanyahu despidiera abruptamente al ministro de Defensa, Yoav Gallant, quien había instado al primer ministro a suspender su plan, citando preocupaciones sobre el daño al ejército israelí.

La propuesta ha sumido a Israel en su peor crisis interna en décadas. Los líderes empresariales, los principales economistas y exjefes de seguridad se han manifestado en contra del plan, diciendo que está empujando al país hacia una autocracia. Los pilotos de combate y los reservistas militares han amenazado con no presentarse al servicio, y la moneda del país, el shekel, ha perdido valor.

Cantando “el país está en llamas”, encendieron hogueras en la carretera principal de Tel Aviv, cerrando la vía y muchas otras en todo el país durante horas.

El principal sindicato de Israel, el histadrut, declaró una huelga general en lo que dijo que era la primera vez que lleva a cabo tal acción por un tema político.

El caos cerró gran parte del país y amenazó con paralizar la economía. Los vuelos que salían del principal aeropuerto internacional quedaron en tierra, dejando varados a decenas de miles de viajeros.

Grandes cadenas de centros comerciales y universidades cerraron sus puertas, y el sindicato pidió a sus 800.000 miembros que dejaran de trabajar en los sectores de la salud, el tránsito, la banca y otros. (independenttribune.com)

Al parecer el poder sionista judío va con todos sus recursos para mantener su posición global, que ahora se ve amenazado ante el surgimiento de nuevas potencias y la disputa con otros grupos de gran poder. Al igual que los Estados Unidos -la otrora potencia hegemónica que va en declive- la amenaza inminente de perder su poderío, los convierte en serios peligros para el mundo entero. Baste recordar que los judíos tienen el control del sistema financiero y la banca mundial.

Benjamín Netanyahu es la cara pública del extremismo sionista recalcitrante, que sigue creyendo firmemente que el pueblo judío es la descendencia divina, y que son ellos quienes deben controlar a todos los demás. La más reciente prueba es que con sus propuestas a las leyes militares y de seguridad, estaría creando un régimen fascista en detrimento de sus propios conciudadanos; al tiempo que los habitantes de Tel Aviv continúan en las calles protestando en contra de Netanyahu, éste ordenó nuevo ataques con misiles sobre Siria y Palestina, causando decenas de muertes. En 2023 Israel ha atacado sucesivamente al territorio palestino sin que los medios de comunicación occidentales lo reporten, y mucho menos los líderes de la OTAN condenen dicho ataques a la indefensa población de la Franja de Gaza.

El apoyo de Estados Unidos ha sido crucial para Israel en su afán de conquistar los territorios de lo que antes fue Palestina. El envío de armas y tecnología militar a los israelíes ha convenido al país anglosajón que se ha beneficiado económicamente, tanto por la venta de armamento, como por el soporte financiero de la banca judía internacional para financiar guerras, pero también para el lavado internacional de dinero.

El dólar estadounidense, que fuera la moneda de reserva mundial, y en la que estaba basada el comercio internacional, está llegando a su ocaso, y con ello acelerando el declive del poderío anglosajón.

Los países del BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica) están expandiendo su área de influencia, y están firmando acuerdos para utilizar monedas alternas al dólar para sus intercambios comerciales.

El grupo BRICS planea decidir en 2023 si admite nuevos miembros y si es así, qué criterios deberán de cumplir; Arabia Saudita e Irán han solicitado formalmente su adhesión.

“Hay más de una docena de países que han llamado a la puerta”, declaró el embajador Anil Sooklal en una entrevista en Johannesburgo en febrero pasado. “Estamos bastante avanzados en la búsqueda de otro grupo de nuevos miembros”. Sudáfrica preside actualmente al grupo.

Aunque los BRICS representan el 42% de la población mundial, sus miembros tienen un muy limitado derecho a voto (menos del 15%) en el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional.

El grupo, ha tenido reuniones con mayor frecuencia, estrechando los lazos de alianza y oponiéndose abiertamente a seguir utilizando al dólar estadounidense como moneda para el comercio internacional.

El miércoles 29 de marzo, Brasil hizo un importante anuncio: llegó a un acuerdo con el gigante asiático, China, para realizar transacciones en sus propias monedas nacionales.

Intentando restarle trascendencia al dólar norteamericano, el sistema permite que las operaciones de comercio exterior o financiamiento entre estos dos países se efectúen convirtiendo reales brasileños a yuanes, y a la inversa.

Desde hace varios años, China superó a Estados Unidos como el principal socio comercial de Brasil: el comercio bilateral registró un récord de $150.500 millones de dólares en 2022, con exportaciones brasileñas por $89.700 millones.

Además, el miércoles también fueron designados los dos bancos que harán posibles esas operaciones: el Bank of Communications BBM y el Banco Industrial y Comercial de China. Por medio de estas entidades, los exportadores de uno y otro lado recibirán en su moneda los pagos efectuados en la divisa del país de origen. (eleconomista.com.ar)

La pinza del BRICS se sigue cerrando sobre la economía del dólar, lo que acelerará su caída en picada, lo que aprovecharán las economías emergentes para consolidar un nuevo orden en la economía mundial, un inevitable cambio que en el mediano plazo consolidará la multipolaridad y abrirá nuevas oportunidades para las naciones en desarrollo, entre ellas, México.

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El nacionalismo de Donald Trump: ¿Una solución o un riesgo?

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Opinión, por Samantha Contreras Guerrero //

La victoria de Donald Trump, basada en un mensaje de fuerte nacionalismo, marca un cambio que impactará tanto a Estados Unidos como al resto del mundo. Sus promesas de traer empleos de vuelta y proteger la economía estadounidense responden al descontento de muchos de sus votantes.

Su idea de “América Primero” busca hacer que Estados Unidos sea más independiente y fuerte, pero en un mundo tan conectado, esta visión enfrenta muchos retos y posibles problemas.

Para los estadounidenses, en un mercado donde casi todo se produce a través de cadenas internacionales, enfocarse en lo nacional podría hacer que los precios aumenten y haya menos opciones para los consumidores. Este tipo de enfoque proteccionista no solo implica costos altos para las empresas, sino que podría dar una falsa idea de seguridad económica, ya que el crecimiento estaría limitado solo al mercado interno, dejando de lado oportunidades con otros países.

En el ámbito internacional, el enfoque nacionalista de Estados Unidos genera preocupación entre sus aliados. Países como México, que dependen en gran medida del comercio y la inversión estadounidense, ven en riesgo la posibilidad de mantener relaciones estables e igualitarias.

El decremento en sectores como el nearshoring —donde América Latina ha visto una oportunidad de crecimiento— podrían ser afectados con este tipo de políticas. Además, al alejarse de acuerdos internacionales, Estados Unidos podría debilitar el sistema de cooperación global, necesario para enfrentar problemas complejos como el conflicto en Oriente Medio o la crisis climática.

La gran pregunta es si este regreso al proteccionismo es una solución real a los problemas económicos actuales. La inflación y la desigualdad están en aumento en todo el mundo, y Estados Unidos no es la excepción. En lugar de cerrarse, podría beneficiarse de una política que tome en cuenta las necesidades de todos sus sectores, buscando reducir las diferencias internas como la acumulación de riquezas, sin renunciar a los beneficios del comercio global.

El nacionalismo de Trump es una reacción a los problemas de un sistema económico que ha dejado atrás a muchas personas en Estados Unidos. Sin embargo, en un mundo hiperconectado, el aislamiento no puede evitar generar preocupación. Aunque la intención de proteger a los ciudadanos es válida, esta ideología corre el riesgo de afectar a largo plazo a aquellos mismos sectores que busca ayudar, reduciendo la capacidad de Estados Unidos para influir y crecer en la economía global.

E-mail: samcg2002@gmail.com

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Querámoslo o no, Donald Trump ha vuelto

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Desde los campos del poder, por Benjamín Mora Gómez //

Lo recuerdo, era mi cumpleaños 20 y también domingo, y corría el año de 1973, y mi padre me regalaba “El Gran Gatsby”, la muy apasionante novela de F. Scott Fitzgerald, dos de sus ejes contenidos me cautivaron: La alienación y el impulso de Jay Gatsby por sentirse aceptado por una alta sociedad segregante, aun y a pesar de ser inmensamente rico, realidad que quizá se expresa más claramente en una frase de la obra: “La vida es una lucha de apariencias, una lucha de lograr y de tener más de lo que uno merece”.

Donald Trump es un claro ejemplo, muy actual y presente en el mundo, de la fuerza del impulso de tenerlo todo: Poder económico y poder político. Donal Trump está entre los hombres más ricos de Estados Unidos, y fue el 45º y será el 47º presidente de aquella nación.

Donald, quien perdió en 2020 ante Joe Biden al buscar reelegirse como presidente de Estados Unidos, cuatro años después descarriló a Biden en su también anhelada reelección, obligándolo a abandonar la carrera presidencial, y derrotó ampliamente a Kamala Harris, la relevo en el Partido Demócrata.

Donald Trump ha vuelto al poder más fuerte de lo jamás imaginado para cumplir con sus planes de preeminencia y grandeza norteamericana e imponer su visión conservadora de Estados Unidos ante sí mismo y ante el mundo. Trump es un hombre transparente; jamás deja nada a la imaginación y dudas de sus seguidores y detractores. Así, por ejemplo, para él, la Teoría de Género tiene los días contados en EEUU y sus promotores sabrán que tienen ante sí a su peor pesadilla.

El presidente Donald Trump, a partir del 20 de enero próximo, actuará con todo el poder para poner orden en su frontera con México en dos temas fundamentales, las acciones de los cárteles de la droga, declarándolos terroristas, y el tráfico humano, ambos vistos como gravísimas omisiones del expresidente Andrés Manuel López Obrador. Marco Rubio, próximo secretario de Estado norteamericano, lo ha acusado públicamente, y nos lo recordará todos los días. Rubio es de palabra dura y mano aún más dura. Para Trump y Rubio los narcotraficantes son terroristas y los perseguirá con toda la fuerza del Estado norteamericano.

La esperanza nunca debería sustentarse en la venganza. No entiendo a quiénes cifran la satisfacción de su venganza hacia López Obrador en Marco Rubio. Sea cual fuere el resultado de la dureza del nuevo secretario de Estado norteamericano, es mi deseo que México vuelva, de mutuo propio, al orden y la paz, y que el gobierno y el congreso mexicanos no nos convoquen a rasgarnos las vestiduras ante las exigencias norteamericanas. Son justas.

En México, muchos de quienes estaban a favor de Kamala Harris, hoy se muestran muy a favor de Donald Trump. Su nacionalismo se mantiene muy firme; sin embargo, aceptan que ya es tiempo de poner en orden las cosas en México pues el estado mexicano, sin duda, está doblegado y resquebrajado ante los cárteles de la droga. Claudia Sheinbaum no ha demostrado estar dispuesta a cumplir a cabalidad con su mandato presidencial en materia de seguridad a pesar de los buenos oficios de Omar García Harfuch pues, peor, no desea tomar el mando que aun detenta López Obrador.

Sheinbaum deberá entender que solo tiene de dos sopas, o se arma de valor ante los cárteles y los traficantes de gente y los combate con toda la fuerza del Estado mexicano, o los gringos cumplirán con esa su obligación constitucional, interviniendo aun en nuestro territorio. Que de nada le valdrán las bravatas de Marcelo Ebrard en materia económica ante los gobiernos norteamericano y canadiense.

Que esto nos es pleito entre escolapios en donde uno echará al otro a su padre que es bombero y lo mojará con su manguera, y el otro a su padre que es policía y lo llevará a la cárcel. Que en cosas de gobierno se actúa conforme a la ley y se cumple con los tratados internacionales. Que Naciones Unidas tiene un centro en contra del terrorismo que a México obliga.

Un adelanto de la presión internacional que el gobierno de México enfrentará en los años próximos ya lo recibimos en esta semana. La calificadora Moody’s cambió de estable a negativa la perspectiva económica de México por el debilitamiento de nuestro Estado de derecho por la reforma judicial y el deteriorado entorno institucional gubernamental, el esperado aumento en el costo de la deuda internacional de México y la mayor rigidez del gasto público, que podrían socavar nuestros resultados fiscales y económicos.

Tanto Moody’s, como los principales analistas de los futuros económicos en el mundo, coinciden en calificar como de muy alto riesgo la reciente reforma aprobada por Morena, PT y Verde al Poder Judicial. Sheinbaum, obedeciendo a López Obrador, ha decidido alterar los controles y equilibrios del poder político y económico en México, y eso se le, se nos, cobrará muy caro.

Quiero invitarte a pensar en que Trump no está para salvarnos, ni Rubio para vengarnos. Ellos tienen sus tareas más allá del Rio Bravo. De este lado, todo depende de nosotros. Vamos, ni Sheinbaum hará nada para salvarnos; a ella solo le interesa obedecer a López.

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En riesgo la hegemonía estadounidense: El retorno de Donald Trump; retos económicos y sociales

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Actualidad, por Alberto Gómez R. //

En los últimos cuatro años, la economía y la cohesión social de Estados Unidos han enfrentado un deterioro significativo, marcando uno de los periodos más complicados en su historia reciente.

La administración de Joe Biden, aunque intentó implementar políticas para estimular la recuperación tras la pandemia de COVID-19, dejó profundas brechas económicas y sociales que ahora desafían al presidente electo Donald Trump. Con un escenario global en transformación y un entorno interno polarizado, Estados Unidos se encuentra en un momento crítico de redefinición de su papel como potencia mundial.

LA ECONOMÍA BAJO LA ADMINISTRACIÓN DE BIDEN

La inflación se convirtió en uno de los mayores retos durante la administración Biden. La epidemia de Covid-19 dejó tras de sí trastornos económicos; en junio de 2022, la inflación alcanzó un pico histórico del 9.1%, las tasas más altas que los estadounidenses han experimentado en 40 años, según la Oficina de Estadísticas Laborales (BLS) lo que, por supuesto, en la práctica suponía un recorte salarial. La explosión del gasto militar para apoyar las guerras en Ucrania y Gaza también ha alimentado la inflación.

Como resultado, el nivel de vida de las y los trabajadores estadounidenses ha disminuido bajo la administración Biden, mientras que el auge del mercado de valores ha ayudado a las y los estadounidenses más ricos a hacerlo bastante bien. Este fenómeno, impulsado por interrupciones en las cadenas de suministro globales, estímulos fiscales masivos y el aumento de los precios de la energía, erosionó el poder adquisitivo de las familias estadounidenses. Aunque las medidas de la Reserva Federal lograron reducir la inflación a un 3.7% al cierre de 2024, esta cifra seguía por encima del objetivo del 2%, lo que refleja un entorno económico aún frágil.

El aumento del costo de vida se manifestó en productos esenciales. Según la Administración de Información Energética (EIA), el precio promedio de la gasolina aumentó un 40% entre 2020 y 2024. Asimismo, los alimentos básicos experimentaron un incremento promedio del 25%, afectando especialmente a las familias de ingresos medios y bajos. Esta situación exacerbó la desigualdad, ya que los salarios reales apenas crecieron un 3% durante el mismo periodo, según el Economic Policy Institute.

DÉFICIT FISCAL Y DEUDA PÚBLICA

El déficit fiscal alcanzó los $1.7 billones en 2024, mientras que la deuda pública superó los $36 billones, según la Oficina de Presupuesto del Congreso (CBO), un incremento alarmante respecto a los $27 billones reportados al inicio de la administración Biden. Este nivel de endeudamiento, alimentado por programas de estímulo económico y políticas de infraestructura, limita la capacidad del gobierno para responder a futuras crisis económicas. Además, el creciente costo del servicio de la deuda, derivado del aumento de las tasas de interés, se ha convertido en una carga significativa para el presupuesto federal.

La brecha económica continuó ampliándose durante la administración Biden. El 1% más rico de la población concentró el 38% de la riqueza total en 2023, mientras que los sectores más vulnerables enfrentaron mayores dificultades para acceder a empleos estables, y apenas aumentaron un 4% en términos reales, según un informe de la Oficina del Censo. Según el Departamento de Trabajo, el empleo precario representó el 30% de los nuevos puestos creados entre 2020 y 2024, con un aumento notable en los contratos temporales y trabajos a tiempo parcial. Esto ha exacerbado la pobreza en comunidades vulnerables, con un índice de pobreza que aumentó del 11.4% en 2020 al 14.7% en 2024.

En 2016, Hillary Clinton demostró su desprecio por los partidarios de Trump, entonces abrumadoramente blancos, etiquetándolos como “los deplorables”, en lugar de tratar de reconocer la fuente de su ira: la gran desigualdad en el statu quo económico. Ocho años después, con un apoyo a Trump mayor en prácticamente todos los grupos demográficos, es imposible ignorar la desesperación económica que alejó del Partido Demócrata a las y los electores, cuando Biden seguía presumiendo de que la economía estadounidense durante su mandato es “la más fuerte del mundo”.

FACTORES SOCIALES: POLARIZACIÓN Y RADICALIZACIÓN

La polarización política se ha intensificado, dando lugar a movimientos separatistas que, aunque minoritarios, representan una amenaza para la unidad del país. Uno de los fenómenos más alarmantes es el resurgimiento de movimientos secesionistas en estados como Texas y California.

Líderes locales y organizaciones políticas han planteado referendos para separarse de la unión federal, alegando incompatibilidades políticas y económicas. Aunque estos movimientos no tienen un apoyo mayoritario, su existencia refleja una fragmentación preocupante en la unidad nacional. Grupos como «Texit», que abogan por la independencia de Texas, han ganado tracción en sectores conservadores descontentos con las políticas federales. Estas iniciativas reflejan el creciente desencanto con el sistema político.

La radicalización ideológica también se ha intensificado. Los crímenes de odio aumentaron un 18% entre 2020 y 2024, según el FBI, afectando principalmente a comunidades afroamericanas, asiáticas, judías y musulmanas. Este aumento está vinculado al resurgimiento de grupos extremistas y al uso de las redes sociales como plataformas para propagar discursos de odio.

RETOS ECONÓMICOS Y SOCIALES

Con la reelección de Donald Trump, Estados Unidos se adentra en un periodo de grandes desafíos. Su promesa de «recuperar la grandeza estadounidense» enfrenta múltiples obstáculos, tanto internos como externos.

Trump ha anunciado un ambicioso plan para reindustrializar Estados Unidos y reducir la dependencia de las cadenas de suministro globales. Sin embargo, implementar esta estrategia requerirá superar barreras como la resistencia de aliados comerciales y la necesidad de inversiones masivas en infraestructura. También deberá manejar las tensiones con China, el principal socio comercial de Estados Unidos, en un momento en que las relaciones bilaterales están en su punto más bajo en décadas.

El presidente electo ha prometido recortes de impuestos para estimular el crecimiento económico, pero esta medida podría agravar el déficit fiscal si no se acompaña de reducciones en el gasto público. Además, la capacidad de implementar estas políticas dependerá de su habilidad para negociar con un Congreso dividido, donde los demócratas probablemente resistirán cualquier iniciativa que reduzca programas sociales.

El enfoque de Trump en políticas ultraderechistas, incluida la restricción de la inmigración y la eliminación de regulaciones ambientales, podría generar más divisiones. Aunque estas medidas cuentan con el apoyo de su base electoral, enfrentan la oposición de sectores progresistas y moderados, lo que podría derivar en mayores tensiones sociales.

EL FIN DE LA HEGEMONÍA ESTADOUNIDENSE

El bloque BRICS+ ha emergido como un desafío significativo para la hegemonía estadounidense. Con la inclusión de nuevos miembros como Arabia Saudita, este grupo busca crear un sistema financiero alternativo que reduzca la dependencia del dólar. Según el Banco Mundial, el comercio intrabloque creció un 15% anual durante los últimos cuatro años, fortaleciendo su influencia económica y política.

El dólar, pilar del sistema financiero internacional, está perdiendo su posición dominante. Según el Fondo Monetario Internacional (FMI), la proporción de reservas globales en dólares cayó del 61% en 2020 al 55% en 2024. Este descenso refleja una creciente diversificación hacia monedas como el yuan chino y el euro, impulsada por iniciativas del BRICS+ y otros bloques emergentes.

En el ámbito militar y geopolítico, Estados Unidos enfrenta el ascenso de China como potencia dominante en el Pacífico y la reactivación de Rusia en Europa del Este. Además, la influencia de potencias regionales como Irán y Arabia Saudita en el Medio Oriente limita la capacidad de Estados Unidos para mantener su dominio en esta región estratégica.

El futuro socioeconómico de Estados Unidos dependerá en gran medida de la capacidad de la administración Trump para manejar una economía debilitada, una deuda insostenible y una sociedad fracturada. La reconciliación política y la creación de un camino inclusivo para el desarrollo serán cruciales para evitar una crisis prolongada.

Aunque Trump tiene un historial de promover el crecimiento económico, los riesgos asociados con su estilo confrontacional y sus políticas divisivas no pueden ser ignorados. El equilibrio entre reformar el status quo y evitar una mayor radicalización será la prueba definitiva para su liderazgo.

Estados Unidos enfrenta uno de los periodos más complejos de su historia contemporánea. La administración Biden dejó un legado de desafíos económicos y sociales que el presidente electo Donald Trump deberá abordar en un contexto de polarización interna y competencia internacional.

El éxito o fracaso de las políticas de Trump determinará no solo el rumbo de Estados Unidos, sino también el equilibrio de poder en el mundo. Sin embargo, para superar estos retos, será necesario un liderazgo que trascienda la retórica divisiva y busque soluciones inclusivas y sostenibles. En un mundo cada vez más multipolar, el destino de Estados Unidos dependerá de su capacidad para adaptarse a las nuevas realidades globales sin perder de vista los principios democráticos y la cohesión interna que alguna vez lo definieron como nación.

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