OPINIÓN
¿Por qué fallan las encuestas? A la democracia por las matemáticas
Educación, por Isabel Venegas Salazar //
Un día me preguntaba un buen amigo, ¿las matemáticas son invento del ser humano, o es el ser humano queriendo representar lo que ya existe? Me gusta pensar que ambas propuestas son ciertas, porque básicamente son lo mismo: el ser humano -creando y utilizando- un sistema para modelar los fenómenos que suceden a su alrededor, en la naturaleza, en el cosmos, en su interior, o en las interacciones, operaciones que conforman todo un sistema de relaciones.
Las matemáticas nacieron con alma, del espíritu, y tal vez en el camino han perdido en más de alguna ocasión el rumbo, volviéndose mercantiles, utilitarias o ajenas a su esencia; una de las ramas de estudio más conocidas por esas características, es la estadística y la aplicación de encuestas. El manejo de la información con la representación de las percepciones, concepciones y preferencias de la ciudadanía sigue siendo considerada un escenario complejo, en donde no queda del todo claro si son las casas encuestadoras las que se prestan a manejos políticos, a manipulaciones del mercado o si efectivamente están captando la voz de las personas, la cual en sí misma, no toma posicionamiento o claridad.
Las aristas a considerar son muchas, pero vayamos a una, y es que entre los mismos encuestadores no se ponen de acuerdo para establecer si están ahí para pronosticar resultados o no.
En el caso de la aplicación para el tema electoral, Roy Campos de Consulta Mitovsky decía que si tuviéramos la posibilidad de predecir los resultados finales, ya no sería necesario hacer el gasto de la jornada electoral, haríamos las encuestas y ¡cierren el changarro, vámonos ya!”.
La estadística tiene un análisis predictivo y descriptivo, entonces en primera instancia nos está narrando una situación, que se refiere a cómo vive la sociedad esa contienda, amén de considerar más urgente la necesidad de predecir lo que va a suceder.
¿Qué sucede con las casas encuestadoras que fallaron en sus estimaciones? Ciertamente en nuestro país sigue siendo muy complicado aplicar un esquemas de sanción para aquellas que manipularon información, así como para las que emitieron resultados sin mostrar el sustento científico; ¿Son claros, suficientes o profesionales la definición de los tipos de muestreo? ¿Qué hay de los márgenes de confianza?
En defensa de nuestra estructura democrática, la ciudadanía ha dado muestra de su aprecio al Instituto Nacional Electoral, pero paralelo a él, van una serie de mecanismos que a veces influyen en el comportamiento de la ciudadanía, principalmente en los procesos electorales. Es en las contiendas cuando las encuestas toman un papel protagónico del ejercicio, porque van haciendo los dos papeles al mismo tiempo, el predictivo y el descriptivo, es decir, ¿cuántos ciudadanos se preguntaron más de una vez, si debían votar mejor por un candidato que estaba en segundo lugar para que fuera un “voto útil” en el supuesto de que su elección original fuera en tercer lugar?
En los procesos electorales más recientes, muchas personas han decidido en función de las encuestas que van observando, independientemente de estar a favor de la plataforma política que esa opción representara. No hay juicio para las “empresas” que lucran con información y que más allá de ser un mecanismo de apoyo, se convierten en un distractor de las bases que cada candidato dio en su plataforma electoral.
Si damos por sentada la honestidad y ética por parte de esas compañías, deberíamos señalar un punto que llama mucho la atención, la mayoría de las casas encuestadoras operan con el conocimiento de una muy baja participación por parte de la ciudadanía para salir a votar. Ya por la omnipresencia de los medios de comunicación, y por una voracidad de las campañas políticas por conquistar el mercado de la información, durante las pasadas elecciones comenzamos a ver fluir una cantidad de encuestas que querían justificar desde cada esquina del cuadrilátero, a su candidato.
Es cierto que todos los que hayan pasado por lo menos por primaria, ya cuentan con nociones de estadística elemental, sin embargo, hay un sesgo al no tener herramientas avanzadas que dificulta entender por qué los resultados que arrojan ciertas casas encuestadoras con altos niveles de confiabilidad contradicen los resultados de “nuestras” estadísticas de Facebook, por ejemplo. La elección del muestreo es un factor clave para una buena representación de la investigación.
Aunado a esa condición que a la mayoría se nos suele olvidar, también hay que considerar factores que hacen más complejo el trabajo del manejo de datos, como por ejemplo los costos que representa hacer una encuesta, de la capacitación que deben tener los aplicadores, desde el modo en el que abordan a los ciudadanos y si le hacen preguntas, cómo plantean las opciones o si le entregan una boleta en blanco, etc.
La metodología más común distribuye la muestra entre las opciones Partido A, Partido B, Partido C, y los indecisos quienes en el transcurso de la campaña electoral tomarían posicionamiento sobre alguna de las propuestas.
La jornada que se acaba de vivir en el Estado de México y Coahuila, ha servido como un laboratorio de experimentación que podemos proyectar para lo que viene en nuestro país; debemos empezar a proponer que el voto no sea tan solo un derecho, sino dar el siguiente paso para que se vuelva una obligación. Desde esa perspectiva ahora sí podríamos estar evaluando el trabajo de las casas encuestadoras, porque no se estaría midiendo sobre un 50% o 60% de participación, pero más aún, tendríamos un esquema de compromiso social mucho mayor.
Las matemáticas nos dicen cosas, nos hablan de nuestras realidades, pero en este momento nos están diciendo que no podemos seguir operando con lo que se consiguió hace años como libertad de elección y derecho a la secrecía del voto. Si la vida democrática está en nuestras manos, entonces asumamos ese compromiso con la obligatoriedad que trae consigo cada libertad. #VotoObligatorio #EducacionDemocratica #ParticipacionEfectiva
