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MUNDO

Previsiones económicas para el 2022: Controlar la inflación se convierte en el gran desafío

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Economía Global, por Alberto Gómez-R. //

2022 representará importantes retos para el mundo, tanto para los individuos como para los gobiernos y, debido a la oleada de inestabilidad e incertidumbre, la gente buscará seguridades y firmeza. Grandes cambios en la economía, las finanzas, la tecnología, la geo-política y el consumo, se verán acelerados en el año que recién inicia, y reconformarán al mundo como ahora lo conocemos.

El alza en las tasas de interés en Estados Unidos seguirá creando un efecto en cadena que afectará al resto de las economías mundiales, y esto, aunado al crecimiento de la inflación, provocará una recesión económica prolongada, que impactará en el posicionamiento de aquel país como potencia económica dominante.

Michael Burry advirtió que el aumento de la inflación en EE. UU. no es simplemente un subproducto de la economía que se está abriendo nuevamente después de las restricciones pandémicas, y asintió con el hecho de que predijo el aumento, en un tweet ahora eliminado a las pocas horas.

«La inflación… ya no está reabriendo, amigos», tuiteó. «No es que nadie pudiera haber visto venir esto», agregó con sarcasmo.

El inversionista que saltó a la fama por «The Big Short» (el filme sobre la crisis financiera mundial del 2008 iniciada en EE.UU.) compartió un gráfico que muestra la inflación mes a mes y la división entre los factores de reapertura y no reapertura subyacentes a los aumentos de precios.

La mayor inflación en mayo, junio y julio fue impulsada por aumentos más pronunciados de los precios de vehículos usados ​​y de arrendamiento, seguros de automóviles, alojamiento, tarifas aéreas y comidas en restaurantes a medida que la economía se reabrió, mostró el gráfico de Burry.

Mientras tanto, el aumento sostenido en el Índice de Precios al Consumidor los últimos meses del 2021 -su mayor aumento desde 2008- fue impulsado en gran medida por los precios más altos de la energía y sectores que no reabrieron. (markets.businessinsider.com)

En otras palabras, la inflación se disparó en el verano porque la gente volvió a conducir, reservar vuelos y hoteles, y comer fuera después de los cierres durante el brote de COVID-19 en 2020 y 2021. Pero los precios subieron a la tasa anual más rápida en casi cuarenta años en octubre y noviembre, porque otras partes de la economía se recalentaron, como los picos de demanda de productos de consumo, lo que generó una escasez de estos y que contribuyó a la llamada “crisis de los contenedores” –cuellos de botella en la logística internacional-.

Burry, quien anticipó el colapso de la burbuja inmobiliaria de mediados de la década de 2000, destacó el riesgo de la inflación posterior a la reapertura ya en abril de 2020, semanas después de los primeros cierres en los EE. UU. debido a la pandemia.

Se puede comparar la trayectoria de inflación actual de Estados Unidos –que cerró con 6.8% en 2021- con el camino de la Alemania de Weimar hacia la hiperinflación en la década de 1920, luego de la derrota del Imperio alemán en la Primera Guerra Mundial, y la sobreimpresión de papel moneda para financiar la contienda; había una manía de mercado y una especulación desenfrenada entre los inversores de la nación europea antes de que los precios se elevaran incontrolablemente, un escenario muy similar al presente; en los últimos 20 meses el gobierno de Estados Unidos inyectó más de 11 billones de dólares entre estímulos para las empresas y cheques de ayuda para sus ciudadanos para aminorar el impacto en su economía por la pandemia del Covid-19, lo que incrementó el furor de las personas y las propias compañías por la compra de acciones y bonos, generando una espiral especulativa que ha elevado sus precios más allá de su valor real.

La hiperinflación de la República de Weimar (Alemania) ha sido considerada la mayor de la historia, pues durante la misma los precios de preguerra se llegaron a multiplicar por 14,000: una libra de pan llegó a costar 3000 millones de marcos; una libra de carne, 36 000 millones, y un vaso de cerveza, 4000 millones. Los salarios se cobraban en especie y los precios de los alimentos subían en muy poco tiempo: el de un café variaba entre el momento de pedirlo y el de pagarlo. (historia.nationalgeographic.com.es)

El gran reto que enfrentan actualmente los bancos centrales será el control de la inflación, que amenaza con disparase, en algunos casos a niveles impredecibles.

«La inflación que obtuvimos no es en absoluto la inflación que estábamos buscando», dijo el presidente de la Reserva Federal de Estados Unidos, Jerome Powell, en su conferencia de prensa después de que el comité de política monetaria de la Fed decidiera acelerar la ‘reducción’ de sus compras de bonos hasta finalizar el programa en marzo de 2022 y sugiriese que comenzará a subir su tasa de interés de política (la tasa de ‘fondos federales’) desde cero poco después de esa fecha.

En un análisis rápido sobre las declaraciones hechas a lo largo del 2021 de los bancos centrales de las principales economías del mundo, todas las proyecciones se han quedado cortas, incluyendo las del Fondo Monetario Internacional (FMI) y del Banco Mundial acerca del crecimiento económico global.

En este espacio de análisis se expuso hace meses lo que ahora se ve a todas luces: una rampante inflación mundial, que se agravará en 2022, lo que generará una mayor profundidad en el período recesivo del ciclo económico al acelerarse la caída de la aún reinante moneda de reserva, agudizado por la dolarización de muchas economías domésticas,.

El avance de China en el terreno geopolítico, tecnológico, militar y económico, pondrán a prueba las capacidades de su principal rival: Estados Unidos. El presidente Joe Biden tendrá que matizar su discurso respecto al gigante asiático, para intentar buscar un acercamiento que suavice las fuertes tensiones políticas iniciadas por su antecesor, Donald Trump.

El gobierno de Biden deberá tener mucho cuidado con sus próximos pasos hacia China, ya que el tema de Taiwán podría generar un conflicto bélico a gran escala, un escenario que nadie desea ver, pero que probablemente pueda suscitarse en algún momento antes del 2025 dadas las declaraciones del líder Xi Jinping acerca de la inminente “reunificación” de la isla al gobierno del Partido Comunista Chino, una guerra que, de presentarse, Estados Unidos perdería indudablemente por el declive de su poder militar ante la enorme capacidad armamentística china, y su insolvencia financiera para soportar un enfrentamiento de tal magnitud.

La dependencia de Estados Unidos y muchos de sus aliados a China, representa una gran fortaleza para el gobierno de Xi Jinping; el desarrollo de la tecnología 5G, la incorporación de los más avanzados logros tecnológicos a su aparato militar, así como la manufactura de la mayor cantidad de mercancías de consumo en los mercados occidentales, y ser ahora el más atractivo mercado de consumo a nivel mundial, colocan a China en un lugar privilegiado, con gran poder de negociación para cualquier aliado o rival.

Hacia el mes de noviembre, cuando se lleve a cabo la 20ª convención del Partido Comunista Chino, Xi Jinping buscará refrendar su liderazgo al frente del gobierno. Ningún otro líder chino desde Mao Tse-Tung ha logrado acumular gran cantidad de poder.

En el otro hemisferio, el mismo mes de noviembre, en Estados Unidos habrán de llevarse a cabo las elecciones intermedias, en las que, según se proyectan las encuestas, los demócratas perderán la mayoría, tanto en el senado como en la cámara de representantes, lo que debilitará aún más a la actual administración de Joe Biden; esto en medio de una gran inestabilidad político-social que seguirá creciendo a los largo del 2022, y con graves problemas económicos acentuándose.

Las predicciones económicas para 2022 son variadas y en algunos casos contradictorias, dependiendo de sus autores e intereses, pero lo cierto es que el año que inicia será disímbolo para las distintas regiones del planeta; mientras que para algunos bloques geo-económicos será una dura prueba que superar, en otros –y en específico para ciertos países- representará grandes oportunidades de crecimiento económico que, si se saben aprovechar, pueden ser el detonador para su desarrollo sostenido a largo plazo.

ELECCIONES EN BRASIL Y COLOMBIA

Para zonas de economías emergentes como Latinoamérica, será una oportunidad de crecimiento al aprovechar la alta demanda de alimentos, insumos y productos de manufactura externa de los países desarrollados. El crecimiento de la región dependerá en gran medida del logro de cierta estabilidad político-social de cada país.

El probable nuevo avance de los partidos social-democrátas marcaría una nueva agenda para América Latina si logran llegar al poder político en Costa Rica, Colombia y Brasil, países en los que se llevarán a cabo elecciones presidenciales, siendo estos dos últimos de gran peso en la región, y de gran importancia geopolítica. Un factor de suma importancia para el avance de las economías latinoamericanas será sin duda el control sanitario de la pandemia, y evitar nuevos cierres de negocios.

Asimismo, otro gran reto será el aumento en la factura por la importación de los alimentos que en 2021 afectó a los países en desarrollo, que gastaron en promedio 20 por ciento más por esas compras, indicó el último informe semestral de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO).

Aunque el mercado global alimentario “muestra signos de una notable resistencia a las perturbaciones a lo largo de la pandemia covid-19”, según la FAO, el rápido aumento de los precios de los alimentos, de la energía y de la logística, plantea importantes problemas a los países más pobres y a los consumidores.

La cifra global de importación de alimentos alcanzó un récord en 2021, llegando a 1,75 billones (millones de millones) de dólares, un incremento de 14 por ciento respecto a 2020 y 12 por ciento más de lo que se estimó a finales del primer semestre del 2021.

El aumento se debe a la subida de los precios de los alimentos comercializados internacionalmente, y a que los costos de transporte se multiplicaron hasta por cinco.

Solo en el mes de octubre los precios de los alimentos subieron en conjunto tres por ciento y su alza anualizada se ubicó en 31,3 por ciento.

Por ejemplo, el precio internacional de los cereales aumentó 22,4 por ciento (trigo 38 por ciento) en un año, los lácteos 15,5 por ciento, el azúcar 40 por ciento y los aceites vegetales subieron hasta 9,6 por ciento en un solo mes.

Son aumentos difíciles de asumir por las regiones en desarrollo, que concentran 40 por ciento del total de las importaciones de alimentos, y la FAO calcula que gastaron en esas compras 20 por ciento más que en 2020. (rebelion.org)

Esos países enfrentan fuertes aumentos de los precios de alimentos básicos como cereales, grasas animales, aceites vegetales y semillas oleaginosas, mientras que alimentos como las frutas y las hortalizas, los productos de la pesca y las bebidas representan la mayor parte de los incrementos en las naciones desarrolladas.

Los análisis de la FAO muestran que un aumento en los precios de los insumos, como la energía, fertilizantes, plaguicidas, piensos y semillas, se traduce inmediatamente en precios más altos para los alimentos; lo anterior, aunado al cambio climático que provoca sequías prolongadas por un lado, y torrenciales lluvias que acaban con cientos de miles de áreas de cultivo, y la contaminación de las cuencas de ríos y sobreexplotación de reservas acuíferas, acentuarán con mayor severidad la escasez de alimentos, que ya se manifiesta de manera preocupante en algunas latitudes.

Los cambios en el mundo ocasionados por la pandemia del Covid-19 han acelerado los cambios hacia la economía digital; a nivel global, los trabajos a distancia se verán colapsar por el regreso a la presencialidad, lo que llevará a la instalación de modelos híbridos, casa-oficina, y probablemente a marcar más las diferencias laborales entre hombres y mujeres, ya que será mayoritaria la presencia física de los hombres en las oficinas, mientras que las mujeres preferirán continuar mayormente en la virtualidad según lo demuestran encuestas llevadas a cabo en distintos países del mundo; por otra parte, los empleadores prefieren tener a sus empleados la mayor parte del tiempo en la oficina, por lo que se tendrá que llegar a un punto medio en la nueva realidad laboral.

De 2022 en adelante cobrarán aún mayor importancia los empleos y sectores económicos referentes a la gestión del conocimiento, nuevas tecnologías (blockchain, IA, IoT, Big Data, Cybersecurity, Quantum Computing), finanzas descentralizadas (DeFi) y tecnología financiera (FinTech), ingeniería industrial, ciencias del comportamiento, neurociencias, marketing y supply chain.

En lo relativo a las DeFi, se expandirá el uso de Bitcoin como garantía para las finanzas tradicionales, y el uso de las criptomonedas seguirá creciendo a nivel global, a la par de ir avanzando su regulación en países de los cinco continentes, incluido México, en el que ha crecido de manera exponencial el interés por el mundo cripto, lo que seguirá impulsando la creación de un marco regulatorio.

2022 será sin duda alguna un año de grandes cambios gestándose desde inicios del 2020, que verán la luz en medio de un escenario global de alta incertidumbre y desconcierto, pero también de gran esperanza de mejoría para los ciudadanos del mundo.

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El nacionalismo de Donald Trump: ¿Una solución o un riesgo?

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Opinión, por Samantha Contreras Guerrero //

La victoria de Donald Trump, basada en un mensaje de fuerte nacionalismo, marca un cambio que impactará tanto a Estados Unidos como al resto del mundo. Sus promesas de traer empleos de vuelta y proteger la economía estadounidense responden al descontento de muchos de sus votantes.

Su idea de “América Primero” busca hacer que Estados Unidos sea más independiente y fuerte, pero en un mundo tan conectado, esta visión enfrenta muchos retos y posibles problemas.

Para los estadounidenses, en un mercado donde casi todo se produce a través de cadenas internacionales, enfocarse en lo nacional podría hacer que los precios aumenten y haya menos opciones para los consumidores. Este tipo de enfoque proteccionista no solo implica costos altos para las empresas, sino que podría dar una falsa idea de seguridad económica, ya que el crecimiento estaría limitado solo al mercado interno, dejando de lado oportunidades con otros países.

En el ámbito internacional, el enfoque nacionalista de Estados Unidos genera preocupación entre sus aliados. Países como México, que dependen en gran medida del comercio y la inversión estadounidense, ven en riesgo la posibilidad de mantener relaciones estables e igualitarias.

El decremento en sectores como el nearshoring —donde América Latina ha visto una oportunidad de crecimiento— podrían ser afectados con este tipo de políticas. Además, al alejarse de acuerdos internacionales, Estados Unidos podría debilitar el sistema de cooperación global, necesario para enfrentar problemas complejos como el conflicto en Oriente Medio o la crisis climática.

La gran pregunta es si este regreso al proteccionismo es una solución real a los problemas económicos actuales. La inflación y la desigualdad están en aumento en todo el mundo, y Estados Unidos no es la excepción. En lugar de cerrarse, podría beneficiarse de una política que tome en cuenta las necesidades de todos sus sectores, buscando reducir las diferencias internas como la acumulación de riquezas, sin renunciar a los beneficios del comercio global.

El nacionalismo de Trump es una reacción a los problemas de un sistema económico que ha dejado atrás a muchas personas en Estados Unidos. Sin embargo, en un mundo hiperconectado, el aislamiento no puede evitar generar preocupación. Aunque la intención de proteger a los ciudadanos es válida, esta ideología corre el riesgo de afectar a largo plazo a aquellos mismos sectores que busca ayudar, reduciendo la capacidad de Estados Unidos para influir y crecer en la economía global.

E-mail: samcg2002@gmail.com

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Querámoslo o no, Donald Trump ha vuelto

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Desde los campos del poder, por Benjamín Mora Gómez //

Lo recuerdo, era mi cumpleaños 20 y también domingo, y corría el año de 1973, y mi padre me regalaba “El Gran Gatsby”, la muy apasionante novela de F. Scott Fitzgerald, dos de sus ejes contenidos me cautivaron: La alienación y el impulso de Jay Gatsby por sentirse aceptado por una alta sociedad segregante, aun y a pesar de ser inmensamente rico, realidad que quizá se expresa más claramente en una frase de la obra: “La vida es una lucha de apariencias, una lucha de lograr y de tener más de lo que uno merece”.

Donald Trump es un claro ejemplo, muy actual y presente en el mundo, de la fuerza del impulso de tenerlo todo: Poder económico y poder político. Donal Trump está entre los hombres más ricos de Estados Unidos, y fue el 45º y será el 47º presidente de aquella nación.

Donald, quien perdió en 2020 ante Joe Biden al buscar reelegirse como presidente de Estados Unidos, cuatro años después descarriló a Biden en su también anhelada reelección, obligándolo a abandonar la carrera presidencial, y derrotó ampliamente a Kamala Harris, la relevo en el Partido Demócrata.

Donald Trump ha vuelto al poder más fuerte de lo jamás imaginado para cumplir con sus planes de preeminencia y grandeza norteamericana e imponer su visión conservadora de Estados Unidos ante sí mismo y ante el mundo. Trump es un hombre transparente; jamás deja nada a la imaginación y dudas de sus seguidores y detractores. Así, por ejemplo, para él, la Teoría de Género tiene los días contados en EEUU y sus promotores sabrán que tienen ante sí a su peor pesadilla.

El presidente Donald Trump, a partir del 20 de enero próximo, actuará con todo el poder para poner orden en su frontera con México en dos temas fundamentales, las acciones de los cárteles de la droga, declarándolos terroristas, y el tráfico humano, ambos vistos como gravísimas omisiones del expresidente Andrés Manuel López Obrador. Marco Rubio, próximo secretario de Estado norteamericano, lo ha acusado públicamente, y nos lo recordará todos los días. Rubio es de palabra dura y mano aún más dura. Para Trump y Rubio los narcotraficantes son terroristas y los perseguirá con toda la fuerza del Estado norteamericano.

La esperanza nunca debería sustentarse en la venganza. No entiendo a quiénes cifran la satisfacción de su venganza hacia López Obrador en Marco Rubio. Sea cual fuere el resultado de la dureza del nuevo secretario de Estado norteamericano, es mi deseo que México vuelva, de mutuo propio, al orden y la paz, y que el gobierno y el congreso mexicanos no nos convoquen a rasgarnos las vestiduras ante las exigencias norteamericanas. Son justas.

En México, muchos de quienes estaban a favor de Kamala Harris, hoy se muestran muy a favor de Donald Trump. Su nacionalismo se mantiene muy firme; sin embargo, aceptan que ya es tiempo de poner en orden las cosas en México pues el estado mexicano, sin duda, está doblegado y resquebrajado ante los cárteles de la droga. Claudia Sheinbaum no ha demostrado estar dispuesta a cumplir a cabalidad con su mandato presidencial en materia de seguridad a pesar de los buenos oficios de Omar García Harfuch pues, peor, no desea tomar el mando que aun detenta López Obrador.

Sheinbaum deberá entender que solo tiene de dos sopas, o se arma de valor ante los cárteles y los traficantes de gente y los combate con toda la fuerza del Estado mexicano, o los gringos cumplirán con esa su obligación constitucional, interviniendo aun en nuestro territorio. Que de nada le valdrán las bravatas de Marcelo Ebrard en materia económica ante los gobiernos norteamericano y canadiense.

Que esto nos es pleito entre escolapios en donde uno echará al otro a su padre que es bombero y lo mojará con su manguera, y el otro a su padre que es policía y lo llevará a la cárcel. Que en cosas de gobierno se actúa conforme a la ley y se cumple con los tratados internacionales. Que Naciones Unidas tiene un centro en contra del terrorismo que a México obliga.

Un adelanto de la presión internacional que el gobierno de México enfrentará en los años próximos ya lo recibimos en esta semana. La calificadora Moody’s cambió de estable a negativa la perspectiva económica de México por el debilitamiento de nuestro Estado de derecho por la reforma judicial y el deteriorado entorno institucional gubernamental, el esperado aumento en el costo de la deuda internacional de México y la mayor rigidez del gasto público, que podrían socavar nuestros resultados fiscales y económicos.

Tanto Moody’s, como los principales analistas de los futuros económicos en el mundo, coinciden en calificar como de muy alto riesgo la reciente reforma aprobada por Morena, PT y Verde al Poder Judicial. Sheinbaum, obedeciendo a López Obrador, ha decidido alterar los controles y equilibrios del poder político y económico en México, y eso se le, se nos, cobrará muy caro.

Quiero invitarte a pensar en que Trump no está para salvarnos, ni Rubio para vengarnos. Ellos tienen sus tareas más allá del Rio Bravo. De este lado, todo depende de nosotros. Vamos, ni Sheinbaum hará nada para salvarnos; a ella solo le interesa obedecer a López.

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MUNDO

En riesgo la hegemonía estadounidense: El retorno de Donald Trump; retos económicos y sociales

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Actualidad, por Alberto Gómez R. //

En los últimos cuatro años, la economía y la cohesión social de Estados Unidos han enfrentado un deterioro significativo, marcando uno de los periodos más complicados en su historia reciente.

La administración de Joe Biden, aunque intentó implementar políticas para estimular la recuperación tras la pandemia de COVID-19, dejó profundas brechas económicas y sociales que ahora desafían al presidente electo Donald Trump. Con un escenario global en transformación y un entorno interno polarizado, Estados Unidos se encuentra en un momento crítico de redefinición de su papel como potencia mundial.

LA ECONOMÍA BAJO LA ADMINISTRACIÓN DE BIDEN

La inflación se convirtió en uno de los mayores retos durante la administración Biden. La epidemia de Covid-19 dejó tras de sí trastornos económicos; en junio de 2022, la inflación alcanzó un pico histórico del 9.1%, las tasas más altas que los estadounidenses han experimentado en 40 años, según la Oficina de Estadísticas Laborales (BLS) lo que, por supuesto, en la práctica suponía un recorte salarial. La explosión del gasto militar para apoyar las guerras en Ucrania y Gaza también ha alimentado la inflación.

Como resultado, el nivel de vida de las y los trabajadores estadounidenses ha disminuido bajo la administración Biden, mientras que el auge del mercado de valores ha ayudado a las y los estadounidenses más ricos a hacerlo bastante bien. Este fenómeno, impulsado por interrupciones en las cadenas de suministro globales, estímulos fiscales masivos y el aumento de los precios de la energía, erosionó el poder adquisitivo de las familias estadounidenses. Aunque las medidas de la Reserva Federal lograron reducir la inflación a un 3.7% al cierre de 2024, esta cifra seguía por encima del objetivo del 2%, lo que refleja un entorno económico aún frágil.

El aumento del costo de vida se manifestó en productos esenciales. Según la Administración de Información Energética (EIA), el precio promedio de la gasolina aumentó un 40% entre 2020 y 2024. Asimismo, los alimentos básicos experimentaron un incremento promedio del 25%, afectando especialmente a las familias de ingresos medios y bajos. Esta situación exacerbó la desigualdad, ya que los salarios reales apenas crecieron un 3% durante el mismo periodo, según el Economic Policy Institute.

DÉFICIT FISCAL Y DEUDA PÚBLICA

El déficit fiscal alcanzó los $1.7 billones en 2024, mientras que la deuda pública superó los $36 billones, según la Oficina de Presupuesto del Congreso (CBO), un incremento alarmante respecto a los $27 billones reportados al inicio de la administración Biden. Este nivel de endeudamiento, alimentado por programas de estímulo económico y políticas de infraestructura, limita la capacidad del gobierno para responder a futuras crisis económicas. Además, el creciente costo del servicio de la deuda, derivado del aumento de las tasas de interés, se ha convertido en una carga significativa para el presupuesto federal.

La brecha económica continuó ampliándose durante la administración Biden. El 1% más rico de la población concentró el 38% de la riqueza total en 2023, mientras que los sectores más vulnerables enfrentaron mayores dificultades para acceder a empleos estables, y apenas aumentaron un 4% en términos reales, según un informe de la Oficina del Censo. Según el Departamento de Trabajo, el empleo precario representó el 30% de los nuevos puestos creados entre 2020 y 2024, con un aumento notable en los contratos temporales y trabajos a tiempo parcial. Esto ha exacerbado la pobreza en comunidades vulnerables, con un índice de pobreza que aumentó del 11.4% en 2020 al 14.7% en 2024.

En 2016, Hillary Clinton demostró su desprecio por los partidarios de Trump, entonces abrumadoramente blancos, etiquetándolos como “los deplorables”, en lugar de tratar de reconocer la fuente de su ira: la gran desigualdad en el statu quo económico. Ocho años después, con un apoyo a Trump mayor en prácticamente todos los grupos demográficos, es imposible ignorar la desesperación económica que alejó del Partido Demócrata a las y los electores, cuando Biden seguía presumiendo de que la economía estadounidense durante su mandato es “la más fuerte del mundo”.

FACTORES SOCIALES: POLARIZACIÓN Y RADICALIZACIÓN

La polarización política se ha intensificado, dando lugar a movimientos separatistas que, aunque minoritarios, representan una amenaza para la unidad del país. Uno de los fenómenos más alarmantes es el resurgimiento de movimientos secesionistas en estados como Texas y California.

Líderes locales y organizaciones políticas han planteado referendos para separarse de la unión federal, alegando incompatibilidades políticas y económicas. Aunque estos movimientos no tienen un apoyo mayoritario, su existencia refleja una fragmentación preocupante en la unidad nacional. Grupos como «Texit», que abogan por la independencia de Texas, han ganado tracción en sectores conservadores descontentos con las políticas federales. Estas iniciativas reflejan el creciente desencanto con el sistema político.

La radicalización ideológica también se ha intensificado. Los crímenes de odio aumentaron un 18% entre 2020 y 2024, según el FBI, afectando principalmente a comunidades afroamericanas, asiáticas, judías y musulmanas. Este aumento está vinculado al resurgimiento de grupos extremistas y al uso de las redes sociales como plataformas para propagar discursos de odio.

RETOS ECONÓMICOS Y SOCIALES

Con la reelección de Donald Trump, Estados Unidos se adentra en un periodo de grandes desafíos. Su promesa de «recuperar la grandeza estadounidense» enfrenta múltiples obstáculos, tanto internos como externos.

Trump ha anunciado un ambicioso plan para reindustrializar Estados Unidos y reducir la dependencia de las cadenas de suministro globales. Sin embargo, implementar esta estrategia requerirá superar barreras como la resistencia de aliados comerciales y la necesidad de inversiones masivas en infraestructura. También deberá manejar las tensiones con China, el principal socio comercial de Estados Unidos, en un momento en que las relaciones bilaterales están en su punto más bajo en décadas.

El presidente electo ha prometido recortes de impuestos para estimular el crecimiento económico, pero esta medida podría agravar el déficit fiscal si no se acompaña de reducciones en el gasto público. Además, la capacidad de implementar estas políticas dependerá de su habilidad para negociar con un Congreso dividido, donde los demócratas probablemente resistirán cualquier iniciativa que reduzca programas sociales.

El enfoque de Trump en políticas ultraderechistas, incluida la restricción de la inmigración y la eliminación de regulaciones ambientales, podría generar más divisiones. Aunque estas medidas cuentan con el apoyo de su base electoral, enfrentan la oposición de sectores progresistas y moderados, lo que podría derivar en mayores tensiones sociales.

EL FIN DE LA HEGEMONÍA ESTADOUNIDENSE

El bloque BRICS+ ha emergido como un desafío significativo para la hegemonía estadounidense. Con la inclusión de nuevos miembros como Arabia Saudita, este grupo busca crear un sistema financiero alternativo que reduzca la dependencia del dólar. Según el Banco Mundial, el comercio intrabloque creció un 15% anual durante los últimos cuatro años, fortaleciendo su influencia económica y política.

El dólar, pilar del sistema financiero internacional, está perdiendo su posición dominante. Según el Fondo Monetario Internacional (FMI), la proporción de reservas globales en dólares cayó del 61% en 2020 al 55% en 2024. Este descenso refleja una creciente diversificación hacia monedas como el yuan chino y el euro, impulsada por iniciativas del BRICS+ y otros bloques emergentes.

En el ámbito militar y geopolítico, Estados Unidos enfrenta el ascenso de China como potencia dominante en el Pacífico y la reactivación de Rusia en Europa del Este. Además, la influencia de potencias regionales como Irán y Arabia Saudita en el Medio Oriente limita la capacidad de Estados Unidos para mantener su dominio en esta región estratégica.

El futuro socioeconómico de Estados Unidos dependerá en gran medida de la capacidad de la administración Trump para manejar una economía debilitada, una deuda insostenible y una sociedad fracturada. La reconciliación política y la creación de un camino inclusivo para el desarrollo serán cruciales para evitar una crisis prolongada.

Aunque Trump tiene un historial de promover el crecimiento económico, los riesgos asociados con su estilo confrontacional y sus políticas divisivas no pueden ser ignorados. El equilibrio entre reformar el status quo y evitar una mayor radicalización será la prueba definitiva para su liderazgo.

Estados Unidos enfrenta uno de los periodos más complejos de su historia contemporánea. La administración Biden dejó un legado de desafíos económicos y sociales que el presidente electo Donald Trump deberá abordar en un contexto de polarización interna y competencia internacional.

El éxito o fracaso de las políticas de Trump determinará no solo el rumbo de Estados Unidos, sino también el equilibrio de poder en el mundo. Sin embargo, para superar estos retos, será necesario un liderazgo que trascienda la retórica divisiva y busque soluciones inclusivas y sostenibles. En un mundo cada vez más multipolar, el destino de Estados Unidos dependerá de su capacidad para adaptarse a las nuevas realidades globales sin perder de vista los principios democráticos y la cohesión interna que alguna vez lo definieron como nación.

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