JALISCO
Punto de inflexión en la universidad: Cambio en la UdeG, ¿avance real o simple ilusión?
Crónicas de Pacheco, por Daniel Emilio Pacheco //
La Universidad de Guadalajara (UdeG), una institución fundamental en la vida educativa, social y política del estado de Jalisco atraviesa por días que algunos califican de históricos, mientras otros observan con cautela.
La reciente transición en su Rectoría General, desde Ricardo Villanueva Lomelí hacia Karla Alejandrina Planter Pérez, supone no solo un cambio en los mandos superiores, sino también una posible redefinición en las prioridades y estrategias institucionales.
Ricardo Villanueva Lomelí deja tras de sí un legado marcado por el crecimiento cuantitativo. Durante sus seis años al frente de la UdeG, incrementó notablemente la matrícula universitaria, sumando más de 51 mil nuevos espacios educativos. Esto, sin lugar a dudas, representó una ampliación en la cobertura que permitió acceder a la educación superior a muchos jóvenes que, de otra forma, habrían quedado excluidos.
La infraestructura universitaria también floreció bajo la dirección de Villanueva. Se establecieron nuevos centros universitarios y se expandieron significativamente los servicios hospitalarios con nuevas instalaciones del Hospital Civil, lo cual representó una mejora considerable en la oferta médica pública del estado.
Pero ¿ha sido esta expansión suficiente para garantizar una calidad educativa sostenida y efectiva? La administración de Villanueva que presume las inversiones en infraestructura, inaugurando nuevos centros universitarios y anunciando el aumento en la cobertura del sistema de salud mediante la creación de nuevas instalaciones hospitalarias, no menciona que, la construcción y mejoras de instalaciones universitarias fueron determinadas y administradas económicamente desde la oficina del gobernador Enrique Alfaro; es decir: No fue voluntad de la administración universitaria únicamente la inversión en infraestructura, fue más un negocio desde el gobierno del estado.
Sin embargo, más allá del crecimiento tangible, subyacen cuestionamientos válidos sobre la sustentabilidad y la calidad educativa a largo plazo, especialmente en carreras críticas y altamente demandadas. ¿Qué tan profundo ha sido realmente el cambio institucional? ¿Es esta expansión sostenible financieramente en el tiempo?
Además, durante su gestión se implementaron reformas estructurales como la del sistema de pensiones -donde la operación política de Chuy Becerra al frente del SUTUdeG fue determinante-, logrando asegurar, al menos en el papel, la viabilidad financiera del futuro universitario.
Este tipo de iniciativas demuestra claramente su capacidad para manejar con solvencia los aspectos técnicos y administrativos de la institución, aunque a la vez también puso sobre la mesa el debate sobre la autonomía universitaria, al surgir inevitables vínculos entre su liderazgo académico y sus conexiones políticas previas.
Pero más allá de estas conquistas, la gestión de Villanueva no estuvo exenta de controversias y dudas razonables. Su desempeño anterior en altos cargos políticos, incluido el papel clave como secretario de Planeación y Finanzas del Gobierno de Jalisco, suscitó permanentes cuestionamientos sobre el nivel de independencia política y autonomía real de la universidad, más ahora que la movilización de las bases de la UdeG es a favor de MORENA. Este punto no es menor, pues revela las complejas relaciones entre poder político e institucionalidad universitaria en Jalisco.
A este panorama ambiguo llega Karla Alejandrina Planter Pérez, una académica y periodista con más de tres décadas de trayectoria en la universidad, conocida especialmente en círculos académicos y mediáticos por su compromiso con valores progresistas como la inclusión, la equidad y la transparencia. Su elección marca un hito en la historia institucional al ser la primera mujer en dirigir esta importante casa de estudios en sus 232 años de existencia.
Planter asume la rectoría con una agenda que promete cambios importantes en la cultura universitaria. Entre sus propuestas destaca la creación de una administración paritaria, donde la equidad de género no sea solo simbólica, sino una realidad cotidiana en la distribución del poder institucional. También ha manifestado un interés especial en modernizar y actualizar los planes de estudio, alineándolos con las necesidades profesionales futuras y con una perspectiva integral del desarrollo de los estudiantes.
Una de sus promesas más ambiciosas es enfrentar frontalmente los casos de violencia laboral y sexual dentro de la universidad. Esta tarea, aunque absolutamente necesaria, presenta enormes dificultades, especialmente considerando las estructuras culturales e institucionales profundamente arraigadas en muchos sectores universitarios, donde históricamente ha predominado una fuerte resistencia al cambio… Empezando por el Sanedrín universitario.
Otro aspecto relevante de la gestión que inicia es su compromiso por fortalecer la relación entre la universidad y la sociedad jalisciense. Su propuesta de crear una red regional de hospitales civiles, así como incentivar proyectos culturales, señala claramente una intención de posicionar a la universidad como un actor clave en el desarrollo social del estado.
La comparación entre ambos liderazgos es inevitable y necesaria. Villanueva fue un rector con un perfil claramente operacional y político, hábil para manejar relaciones externas y lograr objetivos de expansión institucional visibles y medibles. En cambio, Planter presenta un perfil más académico y socialmente sensible, enfocado hacia una transformación más profunda, pero quizás menos visible de inmediato. Este contraste plantea una interrogante crucial sobre la capacidad real de Planter para llevar adelante sus proyectos y lograr cambios significativos y duraderos.
La formación académica y mediática de Planter es, sin duda, una ventaja notable para comunicar y promover su agenda transformadora, pero su limitada experiencia en altos cargos administrativos públicos podría representar inicialmente un desafío importante para gestionar eficazmente una institución tan compleja y políticamente influyente como la UdeG.
La gran prueba del liderazgo de Planter será mantener el impulso heredado y, simultáneamente, generar cambios institucionales que trasciendan la mera retórica política. Su agenda es audaz y potencialmente transformadora, pero el verdadero desafío radica en su implementación concreta y efectiva frente a resistencias internas significativas.
En este contexto, la comunidad universitaria enfrenta un panorama complejo. Si bien existe optimismo exagerado mediáticamente por la histórica llegada de una mujer a la rectoría y por las posibilidades de cambio que esto simboliza, también es palpable un sano escepticismo respecto a la capacidad de superar las barreras institucionales y culturales.
La UdeG, como una institución clave en Jalisco, no solo refleja los cambios sociales y políticos, sino que también puede ser motor de ellos. La gestión de Karla Planter, entonces, será crucial no solo para la universidad, sino también para la sociedad jalisciense en general. Los próximos meses serán decisivos para observar si esta transición realmente significa un punto de inflexión positivo en la historia institucional o si, por el contrario, quedará atrapada en los discursos y promesas incumplidas que, lamentablemente, suelen abundar en los ámbitos académicos y políticos… ¡Cambiar para que todo siga igual!
En X @DEPACHECOS
