MUNDO
Renovación en la Casa Blanca: La era Biden, mensajes y símbolos

Opinión, por Juan Raúl Gutiérrez Zaragoza (*)
Vaya momentos de tensión que se vivieron en este proceso electoral estadounidense, desde el conteo de los votos hasta el próximo pasado miércoles, pasando por el evento fatídico del Capitolio, sin embargo, no hay fecha que no se llegue ni plazo que no se cumpla, así llegó el día de la inauguración de Joseph R. Biden, Jr., como Presidente de los Estados Unidos de América.
Así es, el 20 de enero de 2021, será recordado como el día en que Biden juró como el Presidente número 46 en la historia de Estados Unidos y Kamala Harris la vicepresidenta 49, Amy Klobuchar, demócrata Senadora por Minnesota, fue la presentadora inicial del evento, donde destacó a Kamala Harris y su origen étnico.
Enseguida habló el también Senador Roy Blunt, republicano de Missouri, quien condenó el ataque al Capitolio y resaltó la necesidad de un gobierno unido en este nuevo comienzo.
Después el sacerdote Leo O’Donovan tomó la palabra y ya en el atril voltea a ver a Biden y éste se lleva la mano derecha al pecho del lado del corazón y se persigna. Sin duda, la presencia del padre católico es un símbolo de la cercanía del nuevo Presidente de Estados Unidos con el Papa Francisco. “Soñar juntos” fue la frase del jesuita cuando se refirió a Bergolio, al término de su discurso se dirigió a Biden, sin cubrebocas, para intercambiar de cerca algunas palabras.
Uno de los momentos más emotivos corrió a cargo de la popular cantante Lady Gaga quien acompañada de la Banda de Infantería de Marina y enfundada en un atuendo peculiar con falda muy amplia en rojo y azul marino la parte de la blusa, trenzando su pelo con un listón azul, aretes en forma de hoja de laurel, con un adorno al frente de una paloma con una rama en el pico en posición ascendente interpretó con una limpia voz el Himno Nacional de Estados Unidos.
Para luego la Capitana Andrea Hall, bombera de carrera, Presidenta de la Asociación Internacional de Bomberos de South Tulton, recitó el juramento de lealtad a la bandera de Estados Unidos, traduciendo ella misma en lenguaje de señas.
Singular por lo histórico, resultó que Sonia Sotomayor, primer mujer latina en ocupar un asiento como magistrada en la Suprema Corte de Justicia, le tomara el juramento a Kamala Harris como primera vicepresidenta de los Estados Unidos, en distintos foros he dicho y escrito que habrá que seguir de cerca los pasos de la abogada californiana, en el 2016, Estados Unidos no estaba preparado para una mujer presidenta con Hillary Clinton, en 2021, esta mujer afrodescendiente sudasiática, ya es la segunda al mando del poderoso país norteamericano, mi pregunta obligada, con un toque de pronóstico es ¿Estados Unidos tendrá para el año 2024 (o antes) una presidenta mujer?
Regreso a la ceremonia, Jennifer López se presentó cantando un popurrí mezclando “America the Beautiful” y “This land is your land”, la cumbre de su presentación fue la inclusión de una frase en español: “Una nación bajo Dios, indivisible, con libertad y justicia para todos”
Por fin termina la incertidumbe alrededor de todo este sobrio protocolo y Joe Biden inició oficialmente a las 10:52, del referido 20 de enero su etapa como el Presidente de los Estados Unidos, hora en la que prestó juramento ante el Presidente de la Suprema Corte, John Roberts, promesa sagrada hecha sobre una Biblia que su familia posee desde 1893 y sobre la cual juró también como vicepresidente en 2009 y 2013.
UN DISCURSO MUY PROFUNDO
Un minuto después Biden pronuncia el discurso inaugural, mismo que lo catalogo como sólido, acorde al paso firme que mostró a su llegada a este escenario, en armonía a la experiencia de 50 años en la política, maduro, sereno, sin estridencias.
“Este es el día de Estados Unidos. El día de la historia y la esperanza, de la renovación” fue la primera prosa que salió de la boca del ex vicepresidente, de esta forma inició el discurso que, literal, el mundo esperaba, uno que diera tranquilidad y que pudiera enfrentar la suma de todas las crisis actuales, de salud, económica, de seguridad, de medio ambiente, que pusiera a Estados Unidos en el camino de volver a encabezar la agenda geopolítica del que pareciera desplazado a segundos y a veces terceros lugares atrás de China, Rusia y Europa.
Advirtió de manera sutil que va luchar por recuperar la preponderancia del país de las barras y las estrellas en el orbe, baste leer “Con la unidad podemos hacer cosas importantes. Podemos hacer de Estados Unidos una fuerza que dirige el bien en todo el mundo”.
Del análisis de la estructura de la pieza oratoria se concluye que el concepto de unidad es el que prevaleció, fue el eje de donde emergieron las menciones a los valores, sobre todo al de la verdad, que tiene destinatario conocido y que contrasta con las mentiras comprobadas de Trump, “Yo seré el presidente de todos. Lucharé por aquellos que sí me respaldaron y los que no. Nos enseñaron en las últimas semanas una verdad dolorosa: hay verdades y hay mentiras. Y llama a defender la verdad y derrotar las mentiras”.
En esta parte del discurso se sintió en el ambiente de los presentes en la ceremonia y de los millones en la televisión como retumbaban las palabras del presidente republicano Abraham Lincoln: “Puedes engañar a todo el mundo algún tiempo. Puedes engañar a algunos todo el tiempo. Pero no puedes engañar a todo el mundo todo el tiempo.”
El influyente periódico “The Washington Post” le contabilizó a Donald Trump más de 25 mil mentiras al hoy residente de la Florida, aquí algunas: su presidencia comenzó el 20 de enero de 2017, con la que aseguró había sido “la audiencia más grande que haya presenciado alguna vez una toma de posesión, punto”, absurdo por decir lo menos, continuó con la siguiente “No creo que nadie haya hecho lo que hicimos durante los primeros 100 días”, siguió señalando, , sin pruebas, que el expresidente Barack Obama había colocado un “micrófono” en “mis teléfonos”. Mintió repetidas veces sobre la atención médica, la economía, la inmigración y el comercio. Incluso llegó a afirmar que, bajo su plan fiscal propuesto, “probablemente pagaría más (impuestos) de lo que estoy pagando en la actualidad”, lo que, a diferencia del resto de sus afirmaciones, podría haber sido literalmente cierto, porque, como sabemos ahora, apenas pagó impuestos.
Pero todo eso fue apenas el comienzo. Trump mintió sobre prácticamente todo desde entonces. Mentiras grandes y pequeñas, significativas y sin sentido. Mintió sobre haber pagado por el silencio de una estrella porno. Mintió, a pesar de pruebas fotográficas, cuando dijo que nunca había conocido a una mujer que lo acusó de violación.
Mintió sobre el motivo por el que estaba siendo sometido a un juicio político, y sobre la razón por la que debió haber sido acusado, al afirmar que su llamada telefónica con el presidente ucraniano había sido “perfecta”, y al asegurar que el fiscal especial Robert S. Mueller lo había exonerado. Mintió acerca de intervenir de forma engañosa un mapa de huracanes con un marcador Sharpie.
Y así siguió, con una mentira tras otra.
Las mentiras más recientes son las más graves, tanto para los ciudadanos como para la democracia de Estados Unidos. Sin dudarlo, Trump dijo cualquier cosa sobre la pandemia que le hubiese parecido políticamente útil, sin importar si era cierto o tuviera sentido. Como olvidar éstas: el coronavirus no afecta prácticamente a nadie. Ya estamos saliendo de la pandemia. Para su campaña mencionaba repetidamente, ya casi llega una vacuna. La inmunidad colectiva nos salvará. Tenemos demasiados casos porque hacemos muchas pruebas. Los médicos y hospitales mienten sobre las muertes para conseguir dinero. La prensa habla del COVID-19 para perjudicarlo. Cuando llegue el 4 de noviembre, nunca más volveremos a saber sobre el virus.
Y fue precisamente el 4 de noviembre que nuestros vecinos registraron un récord de 104,004 nuevas infecciones y que el número de muertos superó los 233,000.
Biden vuelve a exhibir a su antecesor cuando habla de que “la democracia es preciosa, es frágil; pero en estos momentos, mis amigos, la democracia ha prevalecido”. Y como no se pronunciaría al respecto cuando Trump y sus abogados, Giuliani por delante, difamaron de manera incesante y maliciosa el proceso electoral, todas sus pruebas fueron rechazadas, a muchos nos vino a la mente las falsas afirmaciones que hizo para deslegitimar y preparar el escenario para controvertir su adverso resultado, olvidándose de la verdad, la lógica y la coherencia, incluso al precio de socavar el sistema democrático que juró proteger.
Aferrarse a una relección lo llevó a crear un mundo virtual donde todo lo que no le favoreciera en la votación era trampa, incluso mencionó que la votación por correo postal concluiría en fraude, excepto cuando la realizaron personas o lugares que lo apoyan. Afirmaba sin razón que los gobernadores demócratas enviaron boletas por correo a perros, que algunas boletas fueron “arrojadas a los ríos”, que las elecciones de 2020 fueron las más “inexactas y fraudulentas de la historia”, a pesar de que votaron por él más de 74 millones de personas, un absurdo descalificar esta elección, donde esos números arrojaron la mayor cantidad de votos alcanzada por un candidato republicano desde que existe esta forma de elegir presidente.
Toda esta trama del fraude electoral no tuvo eco más que en sus millones de seguidores, que de votantes pasaron a ser fanáticos violentos, el seis de enero quedará marcado para siempre en la historia de Estados Unidos como la fecha en que la “turba pensó que podía usar la violencia para silenciar al pueblo”, señalaba contundente Biden.
Continuó hablándole a los provocadores de los disturbios del Capitolio “este sitio tan sagrado donde hace unos días la violencia quiso sacudir los cimientos de la democracia, nos unimos para la transferencia pacífica del poder, como hemos hecho desde hace más de dos siglos”.
Me pregunto, ¿cómo sus seguidores no se comportarían de esa manera a pesar de que la conducta de Trump, no tuvo –todavía- consecuencias jurídicas de ningún tipo?, a pesar de que le comprobó al mundo racional que las acciones que le vimos en los últimos cuatro años, carecían de una lógica simple, demostró su incapacidad para ejercer el cargo, perdió sus demandas y las elecciones, pero en su mente nunca renunciará a sus acusaciones de fraude, “al final solo habrá logrado una cosa: habrá desperdiciado su última y mejor oportunidad de demostrar que podía admitir la verdad y, por una vez, hacer lo correcto para el país en vez de para sí mismo”, sentencia el rotativo del Río Potomac.
Con estos antecedentes y para que no quedara ninguna duda, el mandatario entrante para tomar más distancia aún mencionó “Les doy mi palabra de que siempre diré la verdad, defenderé la Constitución, defenderé a los Estados Unidos de América, y les daré lo mejor a ustedes”
Biden también se mostró empático con sus no votantes, les dejó claro que será el presidente de todos, que luchará por aquellos que sí lo respaldaron y los que no, pero no les entregó un cheque en blanco los llamó a defender la verdad y derrotar las mentiras.
La parte filosófica del discurso se dio en la referencia a San Agustín relacionando el amor a la verdad y al respeto, el nacido en Tagaste, defendió en Contra Académicos la capacidad racional humana para poseer la verdad, una indubitable, en la que cualquiera que sea el nivel de duda al que el hombre acceda, pueda estar cierto del principio de no contradicción: donde de dos proposiciones disyuntivas contradictorias, una es verdadera y la otra es falsa.
Si se le aplicara este principio agustiniano a Trump, quedaría de la siguiente manera: a) Le pagó a una estrella porno por su silencio y b) No le pagó a una estrella porno por su silencio, a estas alturas ya sabemos cual es la proposición verdadera y cual la falsa y así con cada una de sus mentiras.
Todo el conflicto interior que vivió el converso en su tránsito del maniqueísmo al cristianismo respecto a la fe y la razón, Biden lo resumió magistralmente en las siguientes ocho palabras: “La fe y el raciocinio nos muestran el camino”.
Me explico, para San Agustín estos dos conceptos –fe y razón-no se oponían, se complementaban, haciendo un solo pensamiento al unirlos con la verdad: la esencia de la verdad es Dios. Biden profesa la religión católica, el segundo presidente con este culto, JFK antes, por tanto no desconoce el pensamiento donde se pone a Dios como esencia de la verdad.
Biden Jr. entiende que el fundamento de la verdad está en las ideas y razones eternas, en el espíritu de Dios sabe que la verdad coincide con ellas, y ellas, las rationes, ideae, species aeternae, son las que constituyen el auténtico ser y esencia de la verdad y puesto que estas ideas son de Dios, se puede afirmar que Dios es la verdad en el pensamiento del Santo, entiendo a la perfección que para la idiosincrasia de México mezclar asuntos de Dios con la política raya en el escándalo, allende la frontera es fundamental, no se puede entender el uno sin la otra, para hacer análisis se debe mantener la mente abierta.
Joe Biden se dio tiempo para hacerle un guiño a sus aliados ubicados en la extrema izquierda Sanders, Alexandra Ocasio, y para los movimientos sociales de Antifa y Black Live Matters “Pocos momentos han sido más desafiantes para nuestra nación. Y hablo del impacto de la pandemia del coronavirus, del grito de justicia racial. Tenemos que confrontar la supremacía blanca, el terrorismo doméstico. Para restaurar el alma de Estados Unidos se requiere más que palabras”.
Otro ingrediente que resalto es el hecho de que el Presidente de los Estados Unidos es abogado, fue Senador, presidió la Comisión de Justicia de la Cámara Alta de 1987 a 1995, por ello mencionó en repetidas ocasiones el concepto de justicia que integrado a los de fe, razón y verdad, darán el contenido sustancial a todas las futuras acciones del gobierno recién inaugurado.
Como usted amable lector se habrá dado cuenta, tratar de analizar en un espacio tan breve de manera multidimensional y dialéctica, éste que debiera ser catalogado como uno de los mejores discursos de la historia contemporánea de los Estados Unidos, incluso superior a los del expresidente Barak Obama, -tan solo por las circunstancias que vive el planeta y el propio país vecino-, es una tarea titánica, ya en los días subsecuentes se irán desarrollando, comentando y analizando los temas que se plantearon.
En tanto ansío el regreso de la axiología a la política hago votos para que el mensaje del fin del odio llegue hasta donde tenga que llegar:“Tenemos que terminar con esta guerra civil que pone el rojo contra el azul, republicanos contra demócratas, conservadores contra liberales”. Palabras que son atemporales válidas en épocas pretéritas, presentes y futuras, vigentes para todos los líderes y seguidores de todos los países del mundo, que desean de que por fin predomine la inteligencia emocional.
*Candidato a Doctor en Administración Pública por la Universidad Anáhuac
MUNDO
Rechaza ser deportado Hernán Bermúdez Requena de Paraguay

– Por Francisco Junco
Hernán Bermúdez Requena, el ex secretario de Seguridad Pública, nombrado por el entonces Gobernador de Tabasco, Adán Augusto López, ahora senador de la República, rechazó ser extraditado a México.
Durante la audiencia inicial, donde un juez dictó prisión preventiva, se le ofreció la extradición voluntaria, pero Bermúdez Requena, presunto líder del cartel de “La Barredora”, no aceptó.
Ahora se iniciará un proceso ordinario, que podría tardar hasta 60 días, en tanto, Bermúdez Requena, continuará bajo la custodia de la Secretaría Nacional Antidrogas de Paraguay.
En tanto, en México se informó que la Fiscalía General de la República ya presentó la solicitud de extradición contra Hernán Bermúdez Requena al gobierno guaraní.
“El Abuelo” o “El Comandante H”, como se le conoce al exfuncionario del gobierno del morenista Adán Augusto López en Tabasco, e identificado como el presunto líder del Cártel de “La Barredora”, fue detenido la madrugada del sábado, en Paraguay, en una residencia ubicada en la zona exclusiva de Marino Roque Alonso, donde permanecía escondido.
Este fin de semana, el presidente Santiago Peña, dio a conocer, en un pequeño video de 45 segundos, cómo fue el arresto de Bermúdez Requena.
En las imágenes, primero se ven aspectos de la residencia, se ve cómo las fuerzas especiales, revisaron la finca y derribaron la puerta, suben una escalera y someten a ex secretario de seguridad, lo encañonaron y lo tiraron al suelo, donde lo tenían sometido, bocabajo y un elemento le pone un pie en la espalda.
Después, el presunto líder de La Barredora, quien cuenta con una ficha roja activa de la Interpol, aparece sentado en un sillón con ropa deportiva, pelo más largo y canoso, barba larga.
Cuenta con una orden de captura en México por asociación delictuosa, extorsión y secuestro exprés.
En el video, se muestra que en la residencia, donde permanecía escondido, había fajos de dólares y guaraníes, moneda uruguaya, así como joyas, tarjetas bancarias, identificaciones y una camioneta de alta gama.
Manuel Doltane, titular de Asuntos Internacionales de la Fiscalía de Paraguay, reveló que Bermúdez, entró de manera ilegal al país.
Y es que en febrero de este año, después de hacer pública la orden de aprehensión en su contra, el ex funcionario estatal huyó del país.
De acuerdo con las autoridades, viajó primero a Panamá, después a España, más tarde a Brasil, para terminar en Paraguay.
En medios locales del país sudamericano, como el diario ABC, informaron que la detención del ex funcionario de Adán Augusto López, se logró, gracias a que en el mes de julio se detuvo a Gerardo Bermúdez Arreola, sobrino del presunto líder de “La Barredora”.
CARTÓN POLÍTICO
Edición 807: Magistrada Fanny Jiménez revoca rechazo de pruebas y defiende Bosque de Los Colomos
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LAS NOTICIAS PRINCIPALES:
Crónica de una semana tensa en la UdeG: La rebelión estudiantil que desafía a la FEU
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Tolerancia en tiempos de algoritmos

– Opinión, por Miguel Anaya
¿Qué significa ser conservador en 2025? La etiqueta, lejos de significar a una persona o grupo de ellas, aglutinadas en torno a la Biblia o valores cristianos, se ha vuelto un acto de rebeldía. El conservadurismo pareciera significar a una nueva minoría (o una mayoría silenciosa) que enfrenta un prejuicio constante en redes sociales.
En sociedades donde la corrección política dicta el guion, ser conservador implica defender valores tradicionales —para algunos valores anacrónicos— en medio de un mar de redefiniciones. La sociedad dio un giro de 180 grados en tan solo 20 años y aquellos que señalaban hace dos décadas, hoy son señalados.
¿Y ser liberal? El liberalismo que alguna vez defendió la libertad frente al Estado hoy se ha transformado en progresismo militante: proclamar diversidad, reivindicar minorías, expandir derechos. Noble causa, sin duda.
El problema comienza cuando esa nobleza se convierte en absolutismo y se traduce en expulsar, callar o cancelar a quien no repite las consignas del día. El liberal de hoy se proclama abierto, pero con frecuencia cierra la puerta al que discrepa. Preocupante.
He aquí la contradicción más notable de nuestro tiempo: vivimos en sociedades que presumen de “abiertas”, pero que a menudo resultan cerradas a todo lo que incomoda. Lo que antes era normal hoy puede costar reputación, trabajo o, en casos extremos, la vida. Hemos reemplazado la pluralidad por trincheras y el desacuerdo por el linchamiento mediático (“funar” para la generación Z).
La polarización actual funciona como un espejo roto: cada bando mira su fragmento y cree que posee toda la verdad. Los conservadores se refugian en la nostalgia de un mundo que quizá nunca existió, mientras que los liberales se instalan en la fantasía de que el futuro puede aceptar todo, sin limitantes.
Ambos lados olvidan lo esencial: que quien piensa distinto no es un enemigo para destruir, sino un ciudadano con derecho a opinar, a discernir y, por qué no, a equivocarse humanamente.
La violencia y la polarización que vivimos, no son fenómenos espontáneos. Son herramientas. Benefician a ciertas cúpulas que viven de dividir, a las plataformas digitales que lucran con cada insulto convertido en tema del momento.
El odio es rentable; la empatía, en cambio, apenas genera clics. Por eso, mientras unos gritan que Occidente se derrumba por culpa de la “ideología woke”, otros insisten en que el verdadero peligro son los “fascistas del siglo XXI”. Y en el ruido de esas etiquetas, el diálogo desaparece.
Lo más preocupante es que ambos discursos se han vuelto autorreferenciales, encerrados en su propia lógica. El conservador que clama por libertad de expresión se indigna si un artista satiriza sus valores; el liberal que defiende la diversidad se escandaliza si alguien cuestiona sus banderas.
Todos piden tolerancia, pero solo para lo propio. Lo vemos en el Senado, en el país vecino, tras el triste homicidio de Charlie Kirk y hasta en los hechos recientes en la Universidad de Guadalajara.
En buena medida, este mal viene precedido de la herramienta tecnológica que elimina todo el contenido que no nos gusta para darnos a consumir, solo aquello con lo que coincidimos: EL ALGORITMO.
El algoritmo nos muestra un mundo que coincide totalmente con nuestra manera de pensar, de vivir, de vestir, nos lleva a encontrarnos únicamente con el que se nos parece, creando micromundos de verdades absolutas, haciendo parecer al que piensa un poco distinto como ajeno, loco e incluso peligroso. Algo que debe ser callado o eliminado.
Occidente, en 2025, parece olvidar que lo que lo hizo fuerte no fue la homogeneidad, sino la tensión creativa y los equilibrios entre sus diferencias. Quizá el desafío es rescatar el principio básico de que la idea del otro no merece la bala como respuesta.
Solo la palabra, incluso aquella que incomoda, puede mantener vivo un debate que, aunque imperfecto, sigue siendo el único antídoto contra el silencio y la complicidad impuestos por el miedo o la ignorancia.