OPINIÓN
Retos 2021: Construir una sociedad pacífica e inclusiva (pacto por la seguridad II)

Opinión, por Armando Morquecho Camacho //
Aunque no lo crean, el pensamiento filosófico griego es fundamental, nuestra cosmovisión, está en gran medida condicionada e influida por el modo de pensar de los antiguos griegos, cuya filosofía pertenece al pensamiento occidental de una manera mucho más profunda de la que creemos, ya que ésta representa el punto de arranque de una serie de teorías, especulaciones y formas de ver la vida que han durado a lo largo de los siglos.
La filosofía griega sienta las bases para el discurso político y lógico del pensamiento occidental que se caracteriza por el uso de la retórica y del pensamiento racional para resolver los problemas del ser humano usando el conocimiento y los sentidos, por ello si le dedicáramos algo de tiempo a estudiar con detenimiento y profundidad los pensamientos que nos heredaron personajes como Aristóteles, Sócrates, Platón y Demócrito, probablemente tendríamos más herramientas para hacerle frente a una gran cantidad de problemas sociales a los que hoy nos enfrentamos.
Es así, que tal vez uno de los pensamientos de mayor importancia para el desarrollo de políticas públicas y estrategias gubernamentales, es el telos, una idea que define toda una filosofía de trabajo enfocada en único objetivo. Para Aristóteles, telos es el fin o propósito en un sentido bastante restringido, es aquello en virtud de lo cual se hace algo y si queremos entender lo que es ese algo, debemos hacerlo en términos de un fin último.
Por ejemplo, si extrapolamos este pensamiento de la filosofía griega a un problema actual, como lo es la inseguridad que vive nuestro país y nuestro estado, podemos concluir de una forma muy sencilla, que el objetivo de la estrategia de seguridad es o debería ser, alcanzar la paz, y en ese orden de ideas, la estrategia en cuestión debe ser construida con una serie de pasos lógicos y ordenados que permitan alcanzar el fin último.
La semana pasada cerré mi participación en este espacio mencionando que la única manera de construir una sociedad pacífica e inclusiva, es a través de políticas públicas dirigidas a todos los grupos sociales, y con justicia para todos, pero la realidad tristemente refleja que estamos muy lejos de poder consolidar una sociedad pacifica e inclusiva, ya que en los últimos años, las diversas estrategias para combatir el mal endémico de la inseguridad han demostrado ser ineficientes y han dejado claro que probablemente el propósito en ellas, no está bien definido.
El crimen organizado ha crecido y ha rebasado por completo la capacidad de reacción de nuestras autoridades, también, los asaltos, los asesinatos, las violaciones y los feminicidios han alcanzado cifras sumamente alarmantes y esto continúa a la alza sin importar cuantas veces manden al ejército a la calle, cuantos operativos policiacos se organicen alrededor de las ciudades o que tan altas sean las penas para sancionar delitos.
Las estadísticas señalan que en México, la posibilidad de que un delito se esclarezca es del 1.3%, lo cual refleja que en nuestro país, quienes delinquen en realidad no lo hacen porque haya pocos operativos, o porque las penas para sus delitos sean pequeñas, sino que lo hacen porque saben que reina la impunidad y que las posibilidades de ser atrapados son mínimas.
Ciertamente, las estrategias para combatir los diferentes rostros de la inseguridad y la violencia en México han sido erróneas, y esto no lo digo solo yo, lo dice también la realidad y lo dicen los datos, y es que en los últimos años los planes para atacar la inseguridad se han dedicado a hablarnos de paz, enseñándonos las armas y han buscado reparar el tejido social imponiendo altas penas para los delitos, situación que nos hace pensar que el telos de la estrategia para combatir el crimen no está bien definido. ¿Qué se está buscando en realidad? ¿La paz o la intimidación?
Pero no me mal entiendan, el papel de las fuerzas armadas, de los cuerpos policiacos y de las penas son fundamentales para el desarrollo de cualquier sociedad; las fuerzas armadas, tienen la responsabilidad de garantizar la seguridad interior haciéndole frente a situaciones que pongan en riesgo el Estado de Derecho, por su parte, los cuerpos policiacos tienen el objetivo de vigilar y cuidar el orden público en el territorio que les corresponde, para así, proteger la integridad, el patrimonio y los derechos de sus habitantes, mientras que las penas, como consecuencia jurídica por la comisión del delito, no solo tiene la finalidad de sancionar una conducta indebida, también, tiene la finalidad de prevenir y de rehabilitar para lograr la reeducación y la reinserción social.
Sin embargo, aunque su rol es fundamental, es necesario entender que su papel en la estrategia debe de ser meramente preventivo y que éste, necesita estar respaldado por una estrategia en materia de seguridad con raíces tan profundas que logren alcanzar a los órganos encargados de impartir justicia que tienen el compromiso de hacer valer el Estado de Derecho garantizando certeza y seguridad jurídica, ya que cualquier cambio social, debe de ir de la mano del fortalecimiento de los sistemas encargados de impartir justicia, por ello un verdadero pacto por la seguridad, debe tener claro que cometer un delito, no es más que el segundo mal en cuanto a magnitud; pero cometerla y no ser castigado, es el primero y el más grande de los males.
Por ello, si el fin último es la paz, el pilar fundamental del proceso debería ser fortalecer al poder encargado de hacer valer y aplicar las leyes alrededor de todo el territorio nacional, para así lograr disminuir gradualmente el índice de impunidad que reina en nuestro país, para que posteriormente se pueda reiniciar un proceso de formación cívica y de conciencia social que lleva años estancado.
El ejército, los cuerpos policiacos y el populismo punitivo no pueden ser el telos de nuestra estrategia para combatir la inseguridad, a menos claro, que el fin último sí sea la intimidación, por esto, debería preocuparnos que ningún partido, ningún aspirante y ningún actor político plantea grandes cambios para nuestro sistema de justicia.
MUNDO
Musk, el gran perdedor en su choque con Trump

Los Juegos del Poder, por Gabriel Ibarra Bourjac //
El enfrentamiento entre Elon Musk y Donald Trump, dos titanes que pasaron de aliados a fieros adversarios, revela una lucha de poder con profundas implicaciones. Musk emerge como el principal perdedor, con daños a su reputación, empresas y capital político, mientras Trump consolida su autoridad y avanza su agenda.
Este choque, más allá de una disputa personal, refleja tensiones entre nacionalismo y globalismo, errores estratégicos de Musk y desafíos para países como México en un contexto de políticas proteccionistas.
Musk cometió un error al integrarse al gobierno de Trump, asumiendo que su riqueza, influencia mediática y popularidad en redes le otorgarían un rol protagónico en Washington. Subestimó la dinámica política estadounidense, donde el poder reside en cargos electos, no en asesores externos. Su visión globalista y tecnocrática chocó con el nacionalismo de Trump, especialmente en temas como aranceles y gasto público, generando fricciones con figuras clave de la administración, como Peter Navarro y Howard Lutnick.
La incursión política de Musk tuvo un costo elevado para sus empresas, particularmente Tesla. Las acciones de la compañía se desplomaron, con pérdidas estimadas en 9,000 millones de dólares en valor de mercado, tras la controversia con Trump. Esta caída, junto con las críticas a su gestión, refleja una pérdida de confianza de los inversores, quienes percibieron que Musk priorizó ambiciones políticas sobre la innovación tecnológica. La estabilidad de Tesla y su futuro están ahora en entredicho, evidenciando el impacto desastroso de esta aventura.
El choque entre Musk y Trump también fue una batalla de egos. Musk, acostumbrado a liderar, no estaba preparado para un rol subordinado en una administración que exige lealtad absoluta a Trump. La ruptura era previsible: dos personalidades dominantes compitiendo por controlar la narrativa política en un momento de reacomodo del orden global. Musk buscó influir en políticas que beneficiarían a Tesla y SpaceX, como desregulación y contratos federales, pero subestimó el costo reputacional y financiero de alinearse con Trump.
En un contexto geopolítico, la agenda proteccionista de Trump, que prioriza la economía estadounidense frente a competidores como China, chocó con la visión globalista de Musk, defensor del libre comercio.
Este desacuerdo refleja tensiones más amplias entre nacionalismo económico y globalización, con implicaciones para México. Los aranceles propuestos por Trump podrían imponer nuevas barreras comerciales, afectando la economía mexicana, que depende de su relación con Estados Unidos. México debe prepararse para negociar con una administración fortalecida tras neutralizar a Musk.
Musk podría argumentar que su incursión política buscaba beneficiar a sus empresas a largo plazo, consolidando su imagen entre los círculos conservadores que apoyan su discurso de libre mercado. Sin embargo, los resultados inmediatos muestran un fracaso: no logró influir en las políticas clave y sacrificó la estabilidad de sus compañías. Su falta de experiencia en el ámbito público lo hizo vulnerable a los juegos de poder de Washington, una lección que otros empresarios han aprendido a un costo similar.
Para recuperar su posición, Musk debe enfocarse en restaurar la confianza en Tesla y sus otras empresas, evitando futuras incursiones políticas mal calculadas. Su reputación como innovador está en riesgo, y la percepción de oportunismo político podría alejar a inversores y consumidores. Mientras tanto, Trump sale fortalecido, manteniendo el control de su administración y demostrando que, en la política estadounidense, el poder electoral supera a la influencia mediática o económica.
El caso de Musk es un recordatorio de que el poder económico no siempre se traduce en poder político. Su intento de influir en Washington, sin comprender las dinámicas de poder, resultó en un revés significativo.
México y América Latina, por su parte, enfrentan el desafío de adaptarse a un entorno de políticas proteccionistas, donde la fortaleza de Trump podría complicar las relaciones comerciales. La lección es clara: en los juegos del poder, la estrategia y la preparación son tan cruciales como la ambición.
P.D. Tras su ruptura el 5 de junio de 2025, Musk acusó a Trump en X de aparecer en los archivos de Epstein, sin pruebas. Trump lo llamó “loco” en Truth Social, amenazando con cancelar contratos del gobierno estadounidense con Musk. Tesla perdió 150 mil millones de dólares. Musk reclamó la victoria electoral de Trump en 2024; Trump lo acusó de ingratitud, marcando un quiebre definitivo.
Beisbol
Julio Urías y el sueño guinda: ¿Un regreso triunfal a Tomateros?

Deporte Rey, por Gabriel Ibarra Bourjac //
¿Es posible que en octubre veamos a Julio Urías, el talentoso pitcher mexicano, lanzar con los Tomateros de Culiacán en la Liga Arco Mexicana del Pacífico? ¿O es solo un anhelo de los aficionados que soñamos con ver al monticulista sinaloense retomar su carrera tras la sanción impuesta por la MLB, que concluirá el 17 de julio de 2025, después del Juego de Estrellas?
La afición guinda, reconocida como una de las más apasionadas de México, vibraría con el regreso de su hijo pródigo al montículo. Urías podría encabezar un roster estelar junto a ex grandes ligas como el relevista Víctor González y el poderoso Joey Meneses, formando un equipo competitivo que elevaría el espectáculo de la Liga Arco y atraería a más aficionados al estadio.
A sus 28 años, Julio Urías sigue siendo un talento excepcional. Su recta, que supera las 97 millas por hora, y su variado repertorio de pitcheos lo consolidaron como una pieza clave en la Serie Mundial de 2020 con los Dodgers de Los Ángeles. Sin embargo, su carrera se vio opacada por un caso de violencia doméstica que derivó en cinco cargos menores en Los Ángeles. Aunque la Fiscalía del Condado no presentó cargos graves, Urías se declaró no culpable a uno de los delitos, mientras que los otros cuatro fueron desestimados tras aceptar un programa de tratamiento de un año.
La MLB, tras su investigación, determinó que Urías violó la Política Conjunta de Violencia Doméstica, Agresión Sexual y Abuso Infantil, imponiéndole una suspensión que finalizará a mitad de la temporada 2025. Aunque esto le permitirá recuperar su elegibilidad, el estigma y el «pacto no escrito» entre los dueños de equipos de Grandes Ligas podrían complicar su retorno al béisbol estadounidense.
Aquí es donde surge la posibilidad de verlo en la Liga Arco con los Tomateros, el equipo de sus amores desde niño. Vestir el uniforme guinda en Culiacán, su ciudad natal, sería más que un regreso al béisbol: sería una oportunidad para reconectar con sus raíces, donde brilló en categorías infantiles y juveniles antes de ser firmado por los Dodgers a los 16 años.
La afición culichi, conocida por su lealtad, recibiría a Urías con los brazos abiertos, ofreciéndole el apoyo que necesita tras los momentos difíciles. Este retorno cumpliría un sueño que el propio pitcher expresó en 2021: jugar con el equipo de su tierra. Más allá de lo deportivo, sería un capítulo de redención personal, un mensaje de que los errores no definen el futuro de un talento generacional.
Si Urías demuestra un cambio genuino y compromiso, su incorporación a los Tomateros no solo revitalizaría su carrera, sino que también inspiraría a peloteros y aficionados, mostrando que la perseverancia puede superar los tropiezos. Su llegada sería un hito para la Liga Arco, un impulso para el béisbol mexicano y una narrativa de superación que combina datos, pasión y emoción.
Aunque no hay certeza de que Urías juegue con los Tomateros, la posibilidad existe. Todo dependerá de si un equipo de MLB lo contrata tras el fin de su sanción o si decide regresar a casa para escribir un nuevo capítulo en su historia. La pelota está en el aire, y los aficionados guindas ya sueñan con verla cruzar el plato.
MUNDO
El rompimiento de Musk con Trump

Los Juegos del Poder, por Gabriel Ibarra Bourjac //
El quiebre se anticipaba, lo que muchos preveían ocurrió antes de lo esperado: la ruptura entre el magnate Elon Musk y el presidente Donald Trump. Musk, quien había apoyado fervientemente a Trump durante su reelección en 2024 y fue nombrado jefe del Departamento de Eficiencia Gubernamental (DOGE), anunció su separación del gobierno trumpista, frustrado por políticas que calificó de “absurdas” y decepcionantes.
Críticas contundentes a la política fiscal
El 3 de junio de 2025, Musk arremetió en la plataforma X contra la ley “One Big Beautiful Bill Act”, aprobada por la Cámara de Representantes, que incluye recortes de impuestos por billones de dólares y un aumento en el gasto de defensa. La describió como una “abominación repugnante”, advirtiendo que incrementará el déficit presupuestario en $600 mil millones para el próximo año fiscal, según señaló en CBS News.
Musk, quien logró ahorros estimados en $175 mil millones a través de DOGE, criticó que el proyecto contradice sus esfuerzos de austeridad, alertando que “este nivel de gasto excesivo llevará a Estados Unidos a la esclavitud de la deuda”, con un déficit proyectado de más de $2 billones anuales y un 25% de los ingresos gubernamentales destinados a intereses.
Tensiones económicas y políticas
Análisis independientes de la Oficina Presupuestaria del Congreso respaldan las preocupaciones de Musk, estimando que la ley podría elevar el déficit entre $2.3 y $3.8 billones en una década, aunque cuestionan la efectividad de las cifras de DOGE por inconsistencias. Además, la eliminación de incentivos para vehículos eléctricos en el proyecto afecta directamente a Tesla, lo que podría influir en la postura de Musk, cuya empresa ya enfrenta protestas y caídas en ventas por su asociación con Trump.
Mientras tanto, Trump defiende los recortes fiscales, aunque reconoce aspectos mejorables, y su administración, a través de Stephen Miller, niega que la ley agrave el déficit, contradiciendo los análisis.
Un rompimiento con repercusiones
La ruptura no solo refleja diferencias ideológicas sobre el gasto público, sino también tensiones comerciales, como los aranceles que Musk ya había criticado por su impacto en Tesla. Aunque Trump no ha confrontado directamente a Musk, la influencia del magnate podría complicar el avance de la ley en el Senado, donde enfrenta resistencia de republicanos fiscalmente conservadores.
Este quiebre evidencia las complejidades de una relación marcada por intereses económicos y políticos en conflicto, dejando un escenario incierto para ambos.
Un futuro incierto en el tablero del poder
El rompimiento entre Elon Musk y Donald Trump no solo sacude la política fiscal estadounidense, sino que también podría redefinir alianzas en el escenario global. La salida de Musk del gobierno trumpista, junto con su capacidad para influir en la opinión pública y en el Senado, amenaza con frenar la ambiciosa «One Big Beautiful Bill Act», mientras las tensiones comerciales y los intereses de Tesla agravan el distanciamiento.
Este quiebre podría debilitar la cohesión del bloque republicano, afectar la credibilidad de Trump en temas económicos y abrir un nuevo capítulo de incertidumbre, donde la voz de Musk, aún poderosa, podría moldear el rumbo de Estados Unidos en un momento crítico.
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