JALISCO
Sin votos, ¿no hay dinero?
Opinión, por Miguel Ángel Anaya Martínez //
Corría el año de 2017, Pedro Kumamoto era la joven promesa de la política jalisciense, había llegado al Congreso Local en el año 2015 tras una elección histórica, compitiendo de forma independiente. Su lema, “Los muros sí caen” convenció a la mayoría de los votantes del Distrito X de que él era la opción correcta para representarlos, su figura creció tanto que se llegaba a pensar que podría ser el próximo alcalde de Zapopan.
Pedro no estaba solo, era empujado por un grupo de jóvenes que parecían tener una idea más fresca de la administración pública. En medio de su auge político y orillado por su ideología, por el clamor ciudadano o por pensar que él era quien traía el grueso de los votos en la zona metropolitana promovió la famosa ley “Sin votos no hay dinero”.
La iniciativa causó polémica pues proponía que se redistribuyeran los recursos con los que se financiaban los partidos políticos, planteaba una operación matemática que contara el número de ciudadanos inscritos en el padrón electoral y así obtener porcentajes, de esta manera el 30% del total del presupuesto se dividiría de manera igualitaria y el 70% restante de los recursos se asignarían a las instituciones políticas dependiendo del número de votos obtenidos en el proceso electoral.
Esta ley prometía ahorrar hasta 180 millones de pesos reduciendo drásticamente el presupuesto a los partidos pequeños. Hay que recordar que para hacer política se necesita equidad presupuestal para una sana competencia electoral, así que de fondo se proponía matar a estas instituciones. Una ley pensada para aquellas corrientes políticas que tuvieran estructura, votos o dinero. A pesar de las impugnaciones del Partido Verde y Nueva Alianza la iniciativa fue validada por la Suprema Corte y entró en vigor rumbo al proceso electoral de 2018.
Llegó el 2018 y de manera un tanto extraña, Pedro, con una fuerza política concentrada en Zapopan y Guadalajara decidió buscar un lugar en el Senado y tuvo que salir a buscar votos por todo Jalisco. A pesar de arrollar electoralmente en la ZMG, el poco apoyo obtenido en el interior del estado lo llevó a quedar en tercer lugar de preferencias. MC y Morena ganaron los espacios del Senado y parecía que el movimiento se acababa, pues al competir de manera independiente no podía acceder al dinero público que sí obtenían los partidos y para hacer política se necesitan recursos.
Entonces, la ideología cambió y en la búsqueda de recursos para sobrevivir los muros se volvieron a levantar, pues aquellos independientes se institucionalizaron; la expresión ciudadana se convirtió en partido político y desgraciadamente en nuestro país si algo tiene mala fama son precisamente, los partidos políticos. Rumbo a 2021 el movimiento se fragmentó entre los que decidieron apartarse y los que decidieron continuar como el partido político llamado “Futuro”.
Después de la derrota en 2018, los ciudadanos decidieron voltear la cara al movimiento de Kumamoto, en 2021, Pedro obtuvo solo el 15% de las preferencias y su partido fue el sexto lugar en número de votos al solo obtener alrededor de 100 mil en todo el estado, el otro partido nuevo, Hagamos, consiguió 118 mil. A pesar de que Futuro se quedó sin futuro después del proceso electoral, el poder acceder a recursos públicos le garantizó la sobrevivencia por un tiempo más, sin embargo, la repartición de dinero entre partidos de índole federal y estatal hacía que con la “ley Kumamoto” los partidos locales accedieran a sumas millonarias a pesar de contar con una cantidad mínima de votos.
En 2022 entre Futuro y Hagamos recibieron 59 millones de pesos y para 2023 esperaban casi 70. ¿Y el ahorro para el ciudadano? ¿Y la coherencia?
La semana pasada se revocó esa ley que increíblemente solo aplicaba para Jalisco, ahora falta ver cuánto, como y en que se aplicarán los recursos públicos que se asignen a los partidos políticos, además, se deberá buscar la forma de eficientar la aplicación de estos y evitar el gasto en aquellas instituciones políticas que poco o nada aportan al desarrollo social y económico de nuestro estado. Mientras exista el despilfarro de recursos no habrá futuro prometedor para Jalisco.
