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OPINIÓN

Sociedad vs sociedad

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Luchas Sociales, por Mónica Ortiz //

El país de la imparable violencia es nuestro, mantenemos unas tasas muy altas en este momento de inseguridad, violencia y desaparición de personas, nuestro estado Jalisco es un activo agente generador de las estadísticas nacionales, vivimos en medio de un nocivo e irreal estado de violencia exagerada, hemos quizás empezado a consentir estas situaciones, acostumbrándonos a las historias propias y cercanas, contadas ya cara a cara entre nuestro primer círculo de convivencia, debiendo ser esté el principal motivo de extraña intranquilidad de los nuestros.

La violencia de género en México no es un problema menor, nuestro país es culturalmente machista, misógino y violento, el género femenino es desde nuestras raíces ancestrales una forma de viva subyugada a los hombres lo que se asienta en el tiempo de la conquista, la colonización y la evangelización de nuestro pueblo indígena; con la cultura católica española que llegó de alguna manera a reforzar el papel de patriarcado del que hoy las mujeres buscan incesantemente emanciparse, bajo la premisa ciertamente palpable de llevar una vida sumamente violentada por el género masculino, en este contexto habrá que cuidar que no se desplome en extremos de pensamiento machista ni feminista, sino en la auténtica equidad y perspectiva de género bajo el respeto de los derechos humanos de las personas.

Entre el mayor de los problemas del país y de nuestro Estado están los altos índices de feminicidios y los casos extremos de violencia de género hacia las mujeres, como si hubiera un tiempo de negación social de nuestro actual y extremo comportamiento a los temas de género y violencia a las mujeres de todas las edades, las marchas y manifestaciones de todo tipo contra nuestra propia sociedad y las autoridades suelen ser analizadas pero no desde un contexto social a manera de fenómeno, sino con una inflexión y repudio de pensamiento social que marca la no aceptación de las situaciones extremas que vivimos las mujeres en todo el país y en el Estado, minimizar entre el sarcasmo marcando de exageradas las manifestaciones de hartazgo de lo evidente y visiblemente cierto, son conductas de confrontación social que nos alejan del entendimiento del problema comprometido de violencia de género y que a muchas familias las ha llevado a la búsqueda dolorosa de sus hijas, madres, tías y a otras a manifestar su dolor ante el feminicidio.

En este sentido habrá que entender de manera contextual que parte de nuestro gran problema de violencia de género, no se encuentra sólo en nuestra historia y cultura patriarcal machista, se tendrá que darle entrada a la ciencia y las teorías científicas que ya en otros países se manejan como parte de un fenómeno social en materia de psiquiatría y psicología de las sociedades con una enorme e innegable cantidad de trastornos de la personalidad que aunados a nuestra estructura familiar e historia cultural, son una real amenaza a las mujeres contemporáneas, pensar y analizar los perfiles de psicópatas y sociópatas que deberán entonces ser estudiados por instituciones, autoridades y profesionales, para determinar si el aumento a las penas en materia de violencia de género, serán efectivas en aquellos que su actuar y pensamiento no es gobernado por una realidad, sino por un trastorno psicológico o psiquiátrico de su personalidad y que creen que todos razonamos de la misma manera que ellos, a los que las campañas de concientización y exigencia de respeto, equidad e igualdad no les serán efectivos, ya que carecen de la capacidad y facultad de entendimiento social.

No podremos jamás entender un problema que es una polémica nacional y un peligroso asunto de inseguridad y violencia, si no generamos la investigación y las estadísticas correctas, la confianza en las instituciones públicas no se va a recuperar entre la presión de las marchas y las manifestaciones violentas para fundamentar un ojo por ojo

Tendremos que ser una sociedad capaz de llegar a la raíz del problema para generar mediadas efectivas y campañas que logren consecuentemente las metas trazadas para erradicar la violencia contra las mujeres, las obligaciones de los gobiernos están siendo evadidas de manera brutal, a causa de que no tienen las políticas públicas efectivas ni el interés genuino, los gobiernos van de pasada buscan presupuesto y poder, no resuelven ni generan condiciones de bienestar social y lo comprobamos todos los días en ambos gobiernos federal y estatal, mismos que están visiblemente perdidos en un espacio político de realidad alterna.

Sin embargo, no debemos bajar la guardia, no merecemos gobiernos ausentes de los problemas de violencia e inseguridad, ni merecemos una sociedad fría y sarcástica ante la protesta o la exigencia que en el fondo no entienden que el valor de la mujer de cualquier edad, es el mismo que el del hombre, no tenemos porqué tolerar la falta de empatía de diversos sectores sociales que consideran más importante la política y el gobierno que la vida de una persona, la ignorancia y la negación están claramente poniendo a la sociedad contra la propia sociedad, mientras nuestros gobiernos se hinchan de poder, en lo que nosotros nos repudiamos unos a otros en un país y un estado en el que la muerte, la violencia y la inseguridad gobiernan en total impunidad.

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