OPINIÓN
Un acto de barbarie con Luz Raquel: ¿Y qué vamos a hacer sociedad y gobierno
Mujeres y Hombres del Poder, por Gabriel Ibarra Bourjac //
Le ha llovido al Gobernador Enrique Alfaro con su declaración que hizo en torno al acto brutal que se cometió con Luz Raquel, que fue quemada viva por sus asesinos, un acto de barbarie, de odio profundo que se da en el seno de la sociedad misma.
Alfaro expresó: (Debemos) “Reflexionar como sociedad porque me parece que sería una conclusión equivocada simplemente pensar que éste solamente es un problema de actuación de la autoridad (…) es un problema que evidencia una descomposición social brutal y es necesario hacer un ejercicio de reflexión”.
Sí, tiene toda la razón, estos hechos que nos denigran como seres humanos sucede entre particulares, entre vecinos y como sociedad hemos llegado a esto, a tanta violencia, tanta destrucción, tanto odio, tanta maldad, donde a nada y a nadie se respeta.
Lo que no tiene razón y es allí donde le echan en cara es que el gobierno sea omiso, no atienda los gritos de auxilio, que haya funcionarios indolentes, irresponsables, inconscientes, incapaces que pudieron haber evitado este grito de ayuda que lanzó desde sus redes Luz Raquel, con un gobierno sordo y ciego que no pudo o que no quiso actuar de acuerdo a la gravedad del caso.
Tiene razón el Gobernador Alfaro cuando refiere la descomposición brutal que vive la sociedad, pero también el Estado, el Gobierno está colapsado, con tanto feminicidio, tantos desaparecidos, tantos homicidios que son cometidos todos los días con tanta impunidad, cuya principal preocupación de ellos es convencernos con su narrativa que vamos bien, que le están ganando la guerra a la criminalidad, cuando ellos saben que no es cierto. ¿Cómo le van a estar ganando la guerra a los criminales cuando desaparecen a diario entre 4 y 6 personas y la mayoría ya no regresa a sus casas? Si fiera un caso esporádico, entonces sí, que están acotando y superando a los malosos, entonces, empezaríamos a reconocerles.
Pero no son casos esporádicos, son diarios, los padres de hijas e hijos tenemos miedo que un día ellas y ellos ya no regresen, que se conviertan en estadística.
El negarnos la realidad que vivimos es jugarle al Tío Lolo, porque cómo va a cambiar la percepción ciudadana de inseguridad, de miedo y psicosis, cuando vemos casos como el de asesinato la madrugada registrado de este domingo en un bar de la zona de Andares o el asesinato múltiple en una colonia de la zona sur de Guadalajara.
LA DESCOMPOSICIÓN
Sí, vivimos una descomposición grave como sociedad, una descomposición que no nació ayer, ni el pasado mes, ni el pasado año, ni cuando Alfaro empezó de Gobernador. Esta descomposición viene de cuando menos tres décadas, cuando empezamos a perder las calles y las plazas de la ciudad, cuando ya nuestros hijos e hijas dejaron de jugar en la vía pública. En forma silenciosa, no la vimos o no la quisimos ver, empezó a manifestarse la violencia, empezaron a registrarse los feminicidios, infanticidios, violaciones, desapariciones. Y fueron creciendo.
Sí, es una responsabilidad de la sociedad, de los padres de familia, pero también de nuestras autoridades, porque son nuestros gobernantes los que establecen las estrategias y las políticas públicas para combatir la ilegalidad, evitando el quebranto del estado de derecho y el imperio de la impunidad.
Habría que preguntarnos y preguntarle al Gobernador Alfaro, si Jalisco es más seguro hoy que hace cuatro años que empezó su gobierno o siete años cuando inició su periodo como presidente municipal de Guadalajara. ¿Cuál es su aportación para cambiar ese estado de cosas tan negativo que heredó? ¿Dónde están los cambios cualitativos y estrategias con la sociedad jalisciense para derrotar a esos enemigos que tanto daño nos hacen?
¿Para qué quiso ser Gobernador? ¿Para buscar resolver problemas, hacer esta ciudad más humana, más segura, más solidaria donde la ley impere? Entiendo que esa fue la finalidad o más bien es un asunto de ego, vanidad de tener poder, de mandar, de ser el Gran Señor.
Es en este punto precisamente donde se nos pierden los gobernantes. Se convierten en rehenes de la lisonja, la cortesanía, se sienten los grandes señores, ser muy importantes, inaugurando y presumiendo obras y compararse con otros que le antecedieron para decir, vean, qué fregón soy…pero no, la gran tarea del gobernante es que nos sintamos seguros en nuestra casa, en nuestra colonia, en las calles por las que circulamos, en el trabajo, en el super mercado y que aquel que agrede, que roba, que extorsiona, que mata, sea castigado.
Allí es donde está el punto de un gobernante, que todo delito, por menor que sea, se castigue, se sancione. Si el vecino amenazó de muerte a Luz Raquel, si ésta recibió mensajes que la quemarían viva, los denunció y la ignoraron, pues allí como qué.
Hay mucho por pensar y repensar, en efecto, tiene razón Alfaro cuando nos dice que este acto brutal e ignominioso de quemar a un ser humano es un problema que evidencia una descomposición brutal, pero tenemos también a un Estado que no le sirve a los ciudadanos y los números fríos allí están, si lo ponemos a la luz de los actos criminales que se han realizado en todo un gobierno y cuál es el grado de aciertos, de efectividad.
¿Por dónde empezamos Gobernador? ¿Cuándo iniciamos la reflexión? Aquí en este espacio, como periodista y comunicador presento mi angustiada visión y concluyo: Tanto sociedad como gobierno estamos enfermos, pero saben cuál es el principal problema, que en los hechos no se acepta, cuando la indiferencia nos está anidado en nuestro ser.
Sí, nos estremece este asesinato: ¿Y qué vamos a hacer contra este estado de cosas para que ya no haya más hechos tan crueles y dolorosos?
A Luz Raquel le fallamos y como veo, habrá otras Luz Raquel, somos reactivos ante un suceso estremecedor, y luego como la ola, pasa el momento y ya no hicimos nada.
¿Dónde queda ese coraje y esa indignación? ¿Cómo transformarla en una inercia positiva?
