MUNDO
Una fuerza viva de transformación: Soñemos

A título personal, por Armando Morquecho Camacho //
En un universo donde los sueños no solo son experiencias nocturnas, sino también fuerzas vivas que influyen en nuestra realidad, la sociedad se ha entretejido con las narrativas oníricas. Estos sueños, tanto personales como compartidos, actúan como una fuerza moldeadora que influye en la cultura, la política y la economía.
Desde los albores de la civilización, las mejores ideas han nacido de sueños creativos, inspirando innovaciones tecnológicas, avances científicos y expresiones artísticas que han elevado la sociedad. Sin embargo, así como los sueños han sido la chispa de la creatividad y el progreso, también han cimentado los momentos más oscuros de nuestra historia.
En los recovecos de la noche, los sueños han incubado visiones distópicas y temores colectivos que han dado lugar a conflictos, regímenes opresivos y decisiones que han marcado a la humanidad con cicatrices indelebles. Las utopías soñadas han alimentado aspiraciones desmedidas que, cuando se confrontan con la realidad, han llevado a desilusiones y desastres.
La competencia por la supremacía de ciertos sueños ha desencadenado no solo innovación, sino también divisiones profundas. En el tejido social, los momentos más oscuros han sido construidos sobre fundamentos oníricos distorsionados, donde los miedos compartidos y las visiones distorsionadas han llevado a decisiones nefastas.
En ese contexto, no podemos olvidar que este tejido interconectado de sueños nos ha llevado a experimentar la gestación y realización de ideas creativas que han impulsado el progreso tecnológico, científico y artístico. Los sueños han actuado como catalizadores, inspirando innovaciones que han elevado la cultura y la calidad de vida desde tiempos inmemoriales.
Desde los albores de la civilización, las mejores ideas han nacido de sueños creativos, como aquellos que inspiraron misiones espaciales ambiciosas explorando la Luna, Marte y más allá, alcanzando lo desconocido con la visión de individuos y organizaciones.
Ejemplos de ello lo encontramos en figuras icónicas como Banksy, Leonardo da Vinci y Steve Jobs, quienes también han demostrado la capacidad transformadora de los sueños en sus respectivos campos.
Por su parte Banksy desafía las normas artísticas convencionales con su arte callejero, mientras que Leonardo da Vinci fusionó arte y ciencia con visiones avanzadas. Steve Jobs, en el ámbito tecnológico, convirtió sueños en realidad, transformando la industria con productos innovadores.
Estos ejemplos ilustran que la capacidad de soñar no solo está ligada a la exploración del espacio, sino que también impulsa la creatividad en el arte, la ciencia y la tecnología, siendo una fuerza constante que inspira a alcanzar lo extraordinario.
Asimismo, los avances médicos han sido impulsados por sueños de curar enfermedades y mejorar la salud humana. Terapias génicas y tratamientos innovadores han surgido de la dedicación de aquellos que soñaron con un mundo sin enfermedades incurables, marcando pautas en la historia de la medicina.
Los sueños de igualdad y justicia han dado origen a movimientos sociales que han transformado sociedades enteras. Desde los derechos civiles hasta las luchas por la igualdad de género, los sueños han sido la fuerza impulsora detrás de cambios significativos, marcando hitos en la evolución de la sociedad.
La conectividad global que disfrutamos hoy en día es resultado de sueños de comunicación instantánea y acceso a la información. Tecnologías que han acercado a las personas y han permitido la difusión rápida de ideas y conocimientos, desde el teléfono hasta internet, han sido concebidas en el reino de los sueños.
Los sueños de un mundo más sostenible han llevado al desarrollo de tecnologías de energía renovable. La energía solar, eólica y otras fuentes limpias son el resultado de la visión de un futuro más respetuoso con el medio ambiente, enriqueciendo la sociedad con soluciones sostenibles.
Iniciativas y programas educativos globales han sido impulsados por sueños de proporcionar acceso a la educación para todos. Proyectos que buscan erradicar el analfabetismo y promover la educación inclusiva han mejorado las oportunidades para comunidades enteras, guiados por el sueño de un conocimiento accesible para todos.
Es por eso por lo que, en estos momentos tan turbulentos en los que la política titubea y los sistemas vacilan, los sueños deben emerger como el motor inquebrantable que impulsa la imaginación y la resiliencia. En estas encrucijadas sociales, la capacidad de soñar se erige como un faro esencial, una fuerza insustituible que nos guía a través de la incertidumbre y nos ofrece la esperanza necesaria para construir un futuro más inclusivo, justo y esperanzador.
Los sueños no son meramente fantasías sin fundamento, sino la manifestación de nuestros deseos más profundos, la expresión de nuestra creatividad y la fuerza motriz que puede catalizar el cambio. La imaginación, alimentada por los sueños, nos invita a explorar posibilidades antes inexploradas y a vislumbrar un camino diferente al que la realidad actual sugiere.
La construcción de un mundo más inclusivo, justo y esperanzador no es solo una posibilidad, sino una necesidad que se nutre de la energía positiva que los sueños generan. La inclusividad surge cuando los sueños nos invitan a imaginar sociedades donde cada voz es escuchada y cada individuo es respetado. La justicia se vislumbra cuando los sueños nos llevan a concebir sistemas equitativos que trascienden las limitaciones del presente. La esperanza florece cuando los sueños nos muestran un futuro donde la superación de desafíos globales es posible a través de la colaboración y la comprensión mutua.
En momentos de crisis social, los sueños se revelan como la semilla de la renovación. La capacidad de soñar nos permite visualizar nuevas estructuras sociales, sistemas políticos más robustos y formas de coexistencia más armoniosas. Estos sueños, lejos de ser ilusiones fugaces, son la base sobre la cual podemos construir una realidad transformada y mejorada.
No perder la capacidad de soñar es abrazar la esencia misma de la resistencia y la renovación. En esos momentos más desafiantes de nuestra existencia, recordar la fuerza inherente de los sueños nos empodera para construir el mañana que anhelamos. En cada sueño reside la promesa de un mundo que aún no hemos alcanzado, pero que, con la guía de nuestra imaginación y resiliencia, estamos destinados a crear.
JALISCO
Lleva Ballet Folclórico de Guadalajara cultura y tradición a Estados Unidos

– Por Mario Ávila
El Ballet Folclórico de Guadalajara se presentó en el Rosemont Theatre de Chicago, en el evento estelar de la Segunda Ruta de la Gira Internacional 2025, México en el Corazón.
Los bailarines tapatíos compartieron escenario con el Mariachi Estelar de México en el Corazón y la Banda Orquesta Colores, y presentaron estampas, música y canciones de Guanajuato, Yucatán y Jalisco ante los más de 4 mil 400 asistentes.
Este espectáculo se realiza anualmente e incluye al Mariachi Estelar como uno de sus principales artistas, junto con el Ballet Folclórico Guadalajara y la Banda Orquesta Colores.
Participaron en el evento Sergio Suárez, presidente de NAIMA (North American Institute for Mexican Advancement); Ron Serpico, alcalde de Melrose Park; Susana Mendoza de Illinois Comptroller; Reyna Torres, cónsul general de México en Chicago; Andrea Blanco, coordinadora del Gabinete Social del Gobierno de Jalisco; y Manuel Romo, secretario de Gobierno del Gobierno de Guadalajara.
Esta es la segunda parada de la ruta de México en el corazón, la primera fue en la Ciudad de Sioux City, en Iowa en donde se presentó por primera vez, y más de mil personas asistieron a disfrutar de este espectáculo.
La gira continuará por el Medio Oeste, Sur y la Costa Este de los Estados Unidos.
Para fechas y ciudades entrar en este sitio web: http://www.mexicoenelcorazon.org
CARTÓN POLÍTICO
Edición 805: Entrevista a Mirza Flores: «La silla del poder es prestada; no olvidemos de dónde venimos»
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LAS CINCO PRINCIPALES:
Arranca el Sistema Estatal de Participación Ciudadana en Jalisco
La corrupción urbanística: Valle de los Molinos y Colomos III
MUNDO
La tradición del saqueo: Naturaleza depredadora del poder imperial

– Actualidad, por Alberto Gómez R.
(Parte 1) A lo largo de la historia de la humanidad, el poder económico de los grandes imperios se ha construido frecuentemente sobre pilares tan sombríos como la guerra, el saqueo sistemático y el sometimiento de pueblos enteros.
Este patrón de comportamiento, visible desde los primeros imperios de la antigüedad hasta las potencias contemporáneas, revela una lógica de acumulación basada en la extracción violenta de recursos más que en la productividad o la innovación endógena.
El historiador económico Douglas North, citado en uno de los documentos analizados, señalaba que los imperios antiguos establecían sistemas burocráticos sofisticados que permitían la expropiación sistemática de excedentes de las regiones conquistadas.
En el mundo actual, Estados Unidos representa la última encarnación de este impulso imperial, aunque sus métodos hayan evolucionado hacia formas más sofisticadas de dominación económica y militar.
Como se advierte en el panorama actual, esta potencia estaría experimentando un rápido declive relativo en el escenario global, lo que intensificaría sus comportamientos depredadores hacia naciones ricas en recursos que se resisten a someterse a su hegemonía.
Venezuela, con las mayores reservas petroleras certificadas del planeta, se encontraría en la mira de este mecanismo de saqueo contemporáneo, al igual que lo estuvieron Irak, Libia y Siria en las últimas décadas, solo por citar algunos ejemplos.
LOS CIMIENTOS HISTÓRICOS DEL SAQUEO IMPERIAL
Los primeros grandes imperios de la historia establecieron las bases de lo que sería una larga tradición de explotación económica mediante la conquista. En Mesopotamia, Egipto, China y la India, surgieron estructuras estatales centralizadas que «legislaban, impartían justicia y ejecutaban sobre un extenso territorio que agrupaba a muchas ciudades» (eumed.net).
Estos imperios perfeccionaron sistemas de extracción de riqueza mediante tributos, esclavitud y control de las rutas comerciales.
El Imperio de Alejandro Magno ofrece un ejemplo temprano de cómo la conquista militar servía como vehículo para la acumulación de riqueza. Como se describe en los documentos, Alejandro y sus falanges macedonias conquistaron todo el Imperio persa en tan sólo ocho años, apoderándose de inmensos tesoros y estableciendo un sistema de control sobre territorios que se extendían hasta la India. Patrón similar exhibiría el Imperio Romano, que transformó el Mediterráneo en su «Mare nostrum» y extrajo recursos de todos los territorios conquistados, desde las minas de plata hispanas hasta los graneros egipcios.
Con la era de los descubrimientos, las potencias europeas perfeccionaron el arte del saqueo imperial a escala global. España y Portugal inauguraron lo que podría considerarse el primer «imperio global» de la historia: «por primera vez un imperio abarcaba posesiones en todos los continentes del mundo» (eumed.net).
El flujo de metales preciosos desde América hacia Europa financió las guerras y el desarrollo económico europeo durante siglos, a costa del exterminio y la explotación de poblaciones indígenas.
El Imperio británico llevaría este modelo a su máxima expresión, estableciendo una red global de colonias y territorios controlados que proveían de recursos naturales y mercados cautivos a la metrópoli. El comercio de esclavos, la extracción de recursos en condiciones de cuasi-esclavitud y la destrucción de industrias locales competitivas fueron algunas de las estrategias empleadas para consolidar su hegemonía económica.
ESTADOS UNIDOS, LA SUPERPOTENCIA DEPREDADORA
Estados Unidos emergió como potencia global practicando una versión modernizada del juego imperial tradicional. Bajo la Doctrina Monroe y su corolario Roosevelt, se autoproclamó potencia hegemónica en América Latina y el Caribe, interviniendo militarmente en múltiples ocasiones para proteger sus intereses económicos. La diplomacia de las cañoneras y las intervenciones directas aseguraban el acceso a mercados, recursos y rutas comerciales estratégicas.
Tras la Segunda Guerra Mundial, con las potencias europeas debilitadas, Estados Unidos ascendió a la condición de superpotencia global, rol que se consolidaría tras el colapso de la Unión Soviética.
Como se señala en uno de los documentos, «después de que se desintegrase la Unión Soviética a principios de 1990, Estados Unidos quedó como la única superpotencia restante de la Guerra Fría». Esta posición hegemónica le permitió moldear las instituciones internacionales a su medida y establecer un sistema económico global que privilegiara sus intereses.
La economía estadounidense se ha vuelto profundamente dependiente de lo que el presidente Eisenhower denominó el «complejo militar-industrial». Con un presupuesto militar que supera al de los siguientes diez países combinados, Estados Unidos ha convertido la guerra en un negocio extraordinariamente lucrativo para sus corporaciones de defensa.
Como se documenta en uno de los artículos revisados, la administración Biden ha solicitado al Congreso «842 mil millones de dólares para el Pentágono en el año presupuestario 2024», lo que representa «la solicitud más grande desde el pico de las guerras de Irak y Afganistán» (france24.com).
Este apetito insaciable por el gasto militar requiere enemigos externos y conflictos perpetuos, creando un círculo vicioso de intervencionismo que justifique tales desembolsos. Los resultados son visibles en las sucesivas guerras e intervenciones que han marcado las últimas décadas, desde Vietnam hasta Afganistán, pasando por Irak, Libia y Siria.
EL SAQUEO CONTEMPORÁNEO
La invasión de Panamá en 1989 constituye un ejemplo paradigmático de cómo Estados Unidos utiliza pretextos para justificar intervenciones militares que persiguen objetivos geoeconómicos estratégicos. Como se documenta extensamente en varios de los materiales consultados, la llamada «Operación Causa Justa» fue oficialmente justificada como una medida necesaria para detener el narcotráfico y defender la democracia.
El general Manuel Antonio Noriega, quien había sido durante años un aliado útil para Washington y colaborador de la CIA, fue convertido de pronto en enemigo público número uno. Como se describe en los documentos, Noriega «había sido aliado clave de Estados Unidos durante el final de la Guerra Fría, trabajando como agente de la CIA, al tiempo que tejía vínculos con el narcotráfico» (elnacional.com). Cuando dejó de ser funcional a los intereses estadounidenses, fue acusado de narcotráfico y derrocado mediante una invasión militar que causó entre 500 y 4 mil víctimas panameñas, según distintas fuentes.
El verdadero objetivo de la invasión, sin embargo, habría sido asegurar el control estratégico del Canal de Panamá en vísperas de su traspaso completo a soberanía panameña, previsto para el año 2000 según los Tratados Torrijos-Carter de 1977. Como se señala en uno de los documentos, estos tratados «condicionaba la defensa del canal de manera conjunta, a través de un tratado adicional, dando la posibilidad de intervenir militarmente en Panamá si la operación del canal se viese comprometida».
La invasión aseguró que, aunque panameño en papel, el canal permaneciera bajo control efectivo estadounidense.
Continuará…