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OPINIÓN

Una nueva Constitución: Cambio de paradigma

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Por Juan Raúl Gutiérrez Zaragoza //

Estimados lectores como era previsible el tema que abarcará tiempo, tinta y espacio será el que corresponde a la posibilidad de la elaboración de una nueva Constitución para el estado de Jalisco, habrá posiciones a favor y otras en contra, ambas posturas muy respetables. De materializarse esta posibilidad representaría per se un cambio de paradigma, que estoy seguro todos los que leemos ahora este espacio nunca lo hemos vivido.

A través de diversas experiencias profesionales que he pasado (como otros tantos) sabemos que darle forma a un modelo distinto implica pasar por diversas etapas, que éste es progresivo, que atraviesa fases sucesivas, estos antecedentes vividos me permiten aventurar por las que va a pasar el tópico constitucionalista en Jalisco, siguiendo a Groos mencionaré: Presentimiento, Shock, Resistencia, Aceptación racional, Aceptación emocional, Apertura e Integración.

Después de señalar estas fases o etapas, permítanme decir que, en mi concepto, siendo la sociedad predecible, veremos que diversos de sus actores actuarán conforme lo marcan las antes descritas cuando existe la pretensión de instrumentar un cambio de paradigma.

Veremos que los académicos, historiadores, politólogos, juristas y demás interesados en el tema empezarán a escudriñar desde lo semántico hasta los antecedentes de cambios de constitución en el mundo, en México y en Jalisco, pasando por las menciones de inconstitucionalidad que nunca faltarán.

Los abogados se asomarán a estudiar la viabilidad jurídica del proceso de construcción de este nuevo paradigma.

Otros más encontrarán la forma de cuestionar la viabilidad política de una Nueva Constitución.

Los distintos medios de comunicación actuarán “by the book”, es decir, en un ejercicio muy legítimo de su profesión, cuestionarán desde un punto y coma hasta la conformación del Congreso Constituyente y por supuesto el contenido que se trate en esa nueva asamblea.

No pocos se preguntarán por qué pensar en una nueva Constitución antes de resolver problemas urgentes como la inseguridad, el desempleo, la economía, el medio ambiente, paridad de género, etc.

En principio mencionaría como respuesta que es muy fácil confundir lo urgente de lo importante, la posibilidad de darnos como sociedad una herramienta jurídica para que, en su caso, se elabore una nueva Constitución para nuestro Estado, lo estimo dentro de lo importante. Texto que deberá contener los temas antes señalados en los primeros párrafos de esta entrega y algunos otros que surjan de la deliberación que se dé en torno a la construcción de un nuevo y moderno andamiaje jurídico.

Reitero, es fundamental atender primero lo importante para de ahí resolver lo urgente.

Es menester hacer hincapié en que los promoventes de dicha iniciativa deberán de responder a todos y cada uno de los cuestionamientos que se les hagan, transmitiendo en muchas ocasiones la responsabilidad de su entendimiento al ente cuestionador.

Estos son algunos de los obstáculos que deberá sortear el Congreso Constituyente y el órgano Técnico-académico previsto en la iniciativa aprobada, para tal efecto se habrá de recurrir a expertos constitucionalistas y conocedores de políticas públicas, a mi me ha tocado convivir en distintos espacios académicos con gente de la talla de los doctores Luis Fernando Aguilar, Javier Hurtado, Carlos Moyado Zapata, Lucía Almaraz, Freddy Mariñez, Carlos Ruiz Moreno, Roberto Arias, Edmundo Romero, Armando Cruz, Guillermo Gatt, entre otros.

Entendiendo y aceptando el riesgo de profeta para alejarme de la comodidad del escritor de historias, avizoro una contundente aprobación de los Municipios antes de que concluya la próxima semana, para que dicha iniciativa avance en su camino de legalidad y sea publicada por el Titular del Ejecutivo.

Así las cosas estimados lectores, nos percataremos a medida que transcurra el tiempo marcado por la iniciativa que algunos se mantendrán en su posición original de ir en contra (no faltarán los agoreros del fracaso), otros se sostendrán a favor del cambio, unos más esperarán el devenir de los acontecimientos para ir administrando su apoyo al nuevo proyecto.

Finalmente, para todos aquellos que todavía dudan de la posibilidad o no de que una Constitución prevea su propia extinción, quiero traer a la memoria el artículo 28 de la Constitución francesa de 1793, que mi amigo Gilberto Ortega Valdés me recordó:

Un pueblo siempre tiene el derecho de revisar, reformar y cambiar su Constitución. No puede una generación sujetar a sus leyes a las generaciones futuras”.

Cada quien deberá tomar su decisión, por mi parte prefiero continuar invirtiendo esfuerzos en ayudar a la construcción del bosque que perder el tiempo buscándole problemas al árbol.

¿Usted? Luche por hacer que las cosas ocurran.

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