OPINIÓN
Usos y abusos de traumas escogidos en política: Los peligros de AMLO y FRENA
Comuna México, por Benjamín Mora Gómez //
No hay otro camino hacia la dignidad como personas y como sociedad que el sanar. Todas y todos hemos sufrido de mal tratos y abusos a lo largo de nuestras vidas que nos duelen y marcan destinos; por ello, todas y todos debemos trabajar en su solución hasta ser capaces de enfrentar sus causas con madurez y eficacia, rompiendo todo círculo de dependencia.
El convertirnos en mujeres y hombres responsables, nos exige liberarnos de todo trauma oculto en nuestro inconsciente. El miedo a lo que podríamos encontrar dentro de nosotros es aún más poderoso que el temor a lo que habita fuera de nuestra intimidad; en la realidad cotidiana. Recuperar aquellos recuerdos que, inconscientemente, decidimos ocultar, negándolos, quizá podría hacernos sentir peor; sin embargo, siempre es parte del proceso de maduración y realización personal.
En enero de 2012, en Tbilisi, capital de la república de Georgia, durante la Segunda Conferencia Internacional sobre Salud y Derechos Humanos, Vamik Volkan, norteamericano de origen chipriota, psicoanalista y profesor emérito de psiquiatría de la Universidad de Virginia, cuatro veces candidato al Premio Nobel de la Paz, dio una extraordinaria conferencia en que habló del “trauma designado o escogido” como aquella representación mental sobre un hecho histórico traumático compartido por un número significativo de personas dentro de una comunidad, que los líderes políticos reavivan e inflaman, siempre a su conveniencia, en algo que se conoce como “ideología de la reivindicación o la queja”.
Durante el gobierno de Enrique Peña Nieto hubo abusos de poder innegables, corrupción evidenciada por las redes sociales y complicidad público-privada que se conoció ampliamente. Alimentados desde un discurso reivindicatorio pero cercano a la locura autodestructiva de Casandra en Las Troyanas de Eurípides, y desde un resentimiento sin tregua ni piedad, el pueblo castigó al partido de Peña Nieto, eligió a un mesías falso y se condenó a males más graves y peligrosos.
Eurípides decide, en Las Troyanas, que Poseidón nos advierta: “Ahora vais a pagar. Haced la guerra, mortales imbéciles. Destrozad los campos y las ciudades. Violad los templos, los sepulcros, y torturad a los vencidos. Haciéndolo así reivindicareis”. ¿Y qué, acaso no es esto lo que vivimos con Andrés Manuel López Obrador y su gobierno de la 4T al mandar al diablo a las instituciones, destruyéndolas, cancelando obras de gran y trascendente impacto económico positivo y torturando, cada mañana, a los vencidos, amenazándolos y denigrándolos con palabras de exclusión y enemistad?
Una vez escuché “no sueltes a los perros si no sabes cómo encerrarlos”.
López Obrador ha pretendido ser maestro en aquello de revivir traumas históricos de nuestro devenir patrio. El 25 de marzo de 2019, envió cartas al Papa Francisco y al rey de España Felipe VI, exigiéndoles que, tras un relato de los agravios a los pueblos originarios de México, pidieran perdón por la violación de sus derechos humanos en la Conquista de España a México. Nada pasó, tal como era de esperarse desde un primer momento.
Yo, como muchos de mis compañeros de escuela primaria, crecí creyendo en el agravio de la Conquista española hasta que un buen día mi padre me invitó a no pelearme con mi pasado, reconociéndolo como origen de mi identidad y pertenencia, y luz en mi destino. Así, me sentí orgulloso del peregrinar azteca por gran parte de nuestro territorio de hoy, durante dos siglos; me maravillé al saber que el pueblo purépecha –mi padre nació en Michoacán- posiblemente tendría su origen en el sur del continente; me sentí orgulloso de mis raíces sefarditas y catalanas; agradecí mi fe católica y amor guadalupano que me infunde la necesidad de comprender el por qué María decidió legarnos su imagen preñada del Dios vivo, haciendo de su cuerpo el más preciado altar; y me sentí comprometido con la lengua de Cervantes, Tirso de Molina, Sor Juana, Carlos Fuentes, Rosario Castellanos, Juan José Arreola, con quien compartí una deliciosa charla y unas cuantas copas de buen vino en un viaje en avión.
En la esencia de López Obrador no hay soluciones posibles que no estén sustentadas en su ideología personal inacabada, ni dignidad en las aspiraciones que el dinero pudiera medir. Confórmate con un par de zapatos… no aspires a más… confórmate, confórmate, limítate, así es el camino que nos llevará al reino celestial y aquí nos liberará de todo mal, incluido el coronavirus. En la 4T, la solución de los conflictos rompería con la dependencia. AMLO promueve la idolatría a un Estado nación regresivo e idílico, encerrado en sí mismo, narcisista e incambiable. En AMLO solo cabe un principio: “Lo tuyo es nuestro, lo nuestro es mío y lo mío, también”, y por ello es un peligro real para México.
Pero del otro lado también se anida la locura de la autodestrucción.
LOS ILUMINATI
FRENA cree que en verdad existen los iluminati y que en todo México son tan solo 67, y por ello están en su reclutamiento, miento, miento, miento… Los iluminati de FRENA escogen y juegan con los traumas y temores sociales, los exacerban y hacen vibrar al son de cláxones en marchas largas, largas, largas; tan largas como la pandemia y tan crecientes como la curva aplanada de López Gatell.
En FRENA son evidentes los procesos de manipulación de masas, desde los sentimientos de pertenencia social, apoyados por sistemas técnicos psicosociales y, de manera muy evidente, de la psicopolítica. Lo que no entiendo es la miopía de los presidentes de los partidos políticos de oposición que no alcanzan a mirar los peligros de FRENA y frenan a sus iluminati, apagándolos, al evidenciar sus falsedades, mentiras e inconsistencias constitucionales. Entendamos que no todos los opositores de AMLO tienen una causa digna y buena.
E-mail: benja_mora@yahoo.com
