CULTURA
Pobres resultados de México en Tokio: Los olímpicos y las lecciones de vida

Educación, por Isabel Venegas //
La convivencia diaria implica juegos, reglas, conflictos, mediación, etc. y se entienden como parte de la enorme riqueza que integra la educación.
Desde el preescolar la formación de los niños se basa en la premisa del desarrollo próximo, constructo elaborado principalmente por teóricos como Vigostky, la cual se refiere a la distancia que existe entre el desarrollo psíquico actual del sujeto y su estado potencial; lo que el ser humano construye a partir del otro, de superar el pensamiento egocentrista para concebirse como parte importante de un complejo social el cual instrumenta de manera organizada, el juego a través del deporte.
Cuando por ejemplo, la sociedad concibe al niño como un “adulto pequeño” con las mismas obligaciones que los mayores, pero con pocas capacidades desarrolladas aún, se sabe de la necesidad de una buena enseñanza para cubrir esas carencias lo más rápidamente posible, de tal manera que pueda insertarse al ámbito laboral y productivo de manera eficaz. Pensar que los niños responden a las prerrogativas de los adultos, que son capaces de manejar las presiones de la misma manera o que pueden exigirse a sí mismos sin límite, son retrocesos en nuestra evolución como seres humanos que han reflexionado sobre su propio proceso de crecimiento.
Llegaron a su fin las competencias deportivas más importantes del mundo: las Olimpiadas de Tokio 2020, desfasadas por la pandemia, con estadios construidos para miles de personas y vacíos por la nueva ola de contagios, pero principalmente, con lecciones de atletas que decidieron manifestar su necesidad de vivir sin la presión del deporte como el concepto que comienza siendo liberador y perfeccionador de la persona, pero termina siendo esclavizante y cruel.
Atletas que llegan a la justa internacional cada vez más jóvenes, lo que significa que mucho tiempo atrás se han sometido a rigurosos entrenamientos, a vidas de contemplación de cada disciplina y a riesgos en todos los sentidos. Simón Biles, fue la gimnasta que a pesar de destacar como una de las mejores del mundo, se presentó a la contienda de los juegos en Tokio con el antecedente de denuncias sobre los abusos de uno de los médicos que apoyaban en el equipo de entrenamiento, y retirándose de la competencia para darse espacio a un respiro que le permitiera bajar los niveles de estrés y ansiedad.
El mensaje que esta joven campeona le da al mundo va en el sentido de no querer ser siempre la mejor, no si en ello va la dignidad, la paz o la propia vida. ¿Hasta cuándo y hasta dónde se está permitido “presionar u obligar” a las personas a ser las mejores en cada cosa? La vida se vive en plenitud, en la medida en la que cada quien establece con libertad los límites que está dispuesto a tolerar, las marcas que quiere y puede sobrepasar.
Otro caso en la misma disciplina fue la mexicana Alexa Moreno, quien también dio ejemplo de fortaleza y determinación; ella por su parte ha ido sorteando la gigantesca ola de ofensas y desprecios que le han hecho por su figura, a pesar de ser una de las mejores gimnastas de nuestra historia. Su talento se ve opacado por una serie de apreciaciones que vuelven a reducir a las personas en objetos que deben cumplir estándares que no se corresponden con la realidad.
Ciertamente ambas competidoras no son unas niñas, Simón ya tiene 24 años y cuenta con 19 títulos de campeona mundial y 25 medallas ganadas en campeonatos mundiales, Biles es la gimnasta más laureada de todos los tiempos; por su parte Alexa de 26 años se registra como la primer mujer mexicana en lograr un podio en el Mundial de Gimnasia Artística del 2018, así como aparecer entre las 100 mujeres más poderosas de México, según la revista Forbes. Sus historias han sido marcadas por infancias determinantes en su valoración como seres humanos, como personas que se saben más valiosas por lo que son, que por la manera en que se ven, o los trofeos que puedan ganar.
La lección entonces va en tres vertientes: Una es la de procurar a nuestros niños los entornos adecuados para que puedan desarrollar las herramientas con las que tendrán que defenderse a sí mismos de una cantidad de manipulaciones, extorsiones y presiones que la sociedad impone en casi todos los aspectos. Otra, es la idea de que el deporte en nuestros niños no debe escalar la explotación y la esclavitud a fin de que sean los primeros, los campeones, los ganadores de todo; en ese sentido es que también se vuelve a coincidir con la necesidad de preservar el equilibrio y la salud mental para que el mismo niño pueda ir manejando los niveles con los que se exige a sí mismo como forma de superación, pero no excede algo que no le convenga como persona.
Por último, la forma en la que tratamos a las figuras mediáticas, personajes a los que, por ser “públicos”, se les suele atribuir la idea de que nos pertenecen o de que tenemos autoridad para opinar sobre sus personas; nadie tiene derecho a llamar de manera ofensiva a Alexa porque su físico no les parece el ideal de una gimnasta, ella se ha quedado a una décima del bronce a nivel mundial, eso significa que se ha exigido a sí misma un trabajo dedicado y arduo para llegar a donde está, pero ya sea en texto, verbalizado o por un meme, la mayoría ha formado parte de esta agresión descomunal.
México tuvo una pobre participación en esta justa deportiva, no se ha llevado más que cuatro medallas de bronce, quedando en el lugar 84 del tablero mundial; importante momento para reflexionar sobre nuestras formas de promover el deporte, las disciplinas que tienen más o menos difusión, los apoyos que reciben los atletas de alto rendimiento y las políticas públicas que pueden difundir el ejercicio como un mecanismo de cohesión social, de liberación de estrés y por ende, reducción en los índices de violencia, drogadicción y delitos.
Mat. y M. en C. Isabel Alejandra María Venegas Salazar
E-mail: isa_venegas@hotmail.com
CULTURA
Consuelo Montero, la maestra que sembró arte y esperanza en Tlaquepaque

– Por Francisco Junco
San Pedro Tlaquepaque se vistió de memoria y gratitud para rendir homenaje a María Consuelo Montero Larios, mujer que con pinceles, entusiasmo y visión sembró el arte en generaciones de jóvenes y adultos. A casi cuatro décadas de la fundación de la Escuela de Artes Plásticas, Artesanías y Oficios “Ángel Carranza”, su nombre volvió a resonar entre aplausos, recuerdos y abrazos, como testimonio vivo de su legado.
El acto, cargado de emotividad, reunió a exalumnos, colegas, autoridades educativas y miembros de la comunidad artística que evocaron el papel esencial de Montero como semillero educativo: “Ella fue la fundadora en 1986… gracias a ella se logró y se consumó esta escuela”, recordó Jaime Sandoval López, subdirector de Promoción y Difusión Cultural del gobierno municipal, al resaltar el impulso visionario con el que la maestra logró convertir un pequeño grupo de entusiastas en una institución que hoy ofrece más de medio centenar de talleres.
Consuelo Montero fue mucho más que fundadora: fue guía, maestra y faro creativo. Inició impartiendo un taller de dibujo para niños y, más tarde, clases de pintura para jóvenes y adultos. Lo que comenzó como un espacio improvisado en domicilios del Centro del municipio, pronto se transformó en la semilla de un proyecto institucional que abriría sus puertas en 1986 con apoyo del Gobierno Municipal de San Pedro Tlaquepaque.
Su trayectoria también estuvo marcada por el liderazgo. Tras impartir clases y consolidar programas artísticos, Montero asumió la dirección de la escuela, dedicando 32 años de trabajo constante a impulsar la formación artística en la región. Incluso después de su retiro, en 2015, continuó enseñando desde su hogar a través del grupo “Dr. Atl”, conformado en 1980 junto con sus amigas del Club Rotario.
El homenaje recordó también las anécdotas de sus primeros pasos: la entrega de las llaves en Donato Guerra, la improvisación de salones y el crecimiento paulatino de los talleres.
“Ella formó su grupito con puras esposas de los rotarios… y empezó con el taller de pintura, ella dando clases”, evocó Sandoval, mostrando la sencillez con que surgió una escuela que hoy alberga más de 53 talleres de artes plásticas, música, danza y oficios.
Hoy, al recordarla, no se habla solo de la fundadora de una institución, sino de una mujer que enseñó a ver el mundo con ojos de color y esperanza. Consuelo Montero sembró arte, pero también sembró humanidad.
Y esa cosecha vive en cada pincelada de quienes fueron sus alumnos, en cada niño que descubrió un talento y en cada corazón que aprendió con ella que el arte, más que oficio, es un camino para dignificar la vida.
Pero la celebración mayor se realizará la tarde de este viernes, en un evento que llevará a cabo entre las 5 y las 7 pm, con danza, exposiciones, música e invitados especiales; “ella fue muy querida en la comunidad artística”, destacó Sandoval López.
CULTURA
Descubren ciudad sumergida de más de 2,000 años frente a Alejandría

– Por Redacción Conciencia Pública
Un hallazgo arqueológico de gran relevancia ha salido a la luz en Egipto: los restos de una ciudad sumergida en la bahía de Abukir, frente a Alejandría.
Se trata de una urbe que habría formado parte de la antigua urbe de Canopo, célebre en la época ptolemaica y romana por su riqueza cultural, sus templos y su intensa vida social.
El descubrimiento ha sido anunciado por el Ministerio de Turismo y Antigüedades de Egipto, en coordinación con arqueólogos submarinos que trabajan bajo el apoyo de la UNESCO.
Entre los vestigios encontrados destacan templos, viviendas, depósitos de agua y un muelle de unos 125 metros de largo que da cuenta del desarrollo urbano alcanzado por esta ciudad.
También fueron localizadas estatuas, incluidas esfinges y figuras dañadas por el paso del tiempo, que confirman la importancia simbólica y religiosa que tuvo la zona.
Según los expertos, estas piezas datan de más de 2,000 años de antigüedad y permanecieron ocultas bajo el mar durante siglos.
Los investigadores sostienen que el hundimiento de la ciudad ocurrió entre los siglos III y VIII D.C., a consecuencia de una combinación de fenómenos naturales: terremotos, el hundimiento progresivo del delta del Nilo y el ascenso del nivel del mar.
Estas catástrofes provocaron que extensos territorios costeros quedaran sumergidos, sepultando bajo el agua ciudades que fueron en su tiempo centros de comercio y devoción.
El equipo arqueológico responsable del rescate de estos vestigios enfatizó que la investigación se ha realizado con sumo cuidado para preservar el patrimonio.
Algunas piezas ya han sido recuperadas y serán exhibidas en museos egipcios, mientras que otras permanecerán bajo el mar para asegurar su conservación. Este proyecto se enmarca en la Convención de la UNESCO sobre patrimonio cultural subacuático.
El descubrimiento de Canopo se suma a otros hallazgos realizados en las últimas décadas en la costa de Alejandría, como las ciudades sumergidas de Thonis-Heracleion y Menutis, así como los restos de la isla de Antirhodos, donde se encontraba un palacio atribuido a Cleopatra.
También se han recuperado fragmentos del legendario Faro de Alejandría, una de las Siete Maravillas del Mundo Antiguo.
Con cada nuevo hallazgo, Egipto no solo enriquece la comprensión de su pasado, sino que refuerza su atractivo como destino cultural y turístico.
Las ciudades sumergidas de Alejandría ofrecen una ventana fascinante a un capítulo perdido de la historia, revelando cómo la grandeza de la civilización egipcia también quedó grabada bajo las aguas del Mediterráneo.
CULTURA
Obra de Ernesto Ríos: «Códigos», lo que hay detrás de lo que vemos

-Por Gabriela Andrade
Desde el 3 de julio de 2025, el Centro de las Artes de San Luis Potosí alberga una muestra que no solo reúne obra visual, sino también pensamiento crítico, investigación y sensibilidad poética. Se trata de “CÓDIGOS”, exposición individual del artista, investigador y académico Ernesto Ríos, que se presenta en la Galería Central del CEART con entrada libre y una duración extendida durante el verano.
La exhibición ha sido curada por Gabriela Gorab, quien propone una lectura del trabajo de Ríos como un acto de desciframiento de los lenguajes invisibles que componen el mundo: desde algoritmos hasta estructuras celulares, pasando por patrones ancestrales y símbolos tecnológicos. En palabras de Gorab, esta obra se entreteje con el latido profundo de lo que no vemos, un lenguaje encriptado en la biología, el arte y la conciencia.
UN ARTE QUE PIENSA, RESPIRA Y CALCULA
La exposición toma como punto de partida el cruce entre arte, ciencia y espiritualidad. Cada obra puede entenderse como una suerte de “interface” visual entre lo humano y lo inmaterial. Ernesto Ríos investiga desde hace años la naturaleza del patrón, tanto en lo visual como en lo conceptual. En “CÓDIGOS”, esto se manifiesta en una serie de pinturas monocromáticas que integran formas geométricas, estructuras fractales, matrices numéricas y efectos ópticos.
Estas imágenes no están hechas solo para ser contempladas, sino para ser interpretadas. Sus secuencias recuerdan lo que podríamos encontrar en un microscopio o en un telescopio: células en mutación, tejidos en movimiento, constelaciones, redes neuronales. Sin embargo, nada es literal. Ríos sugiere más que describe. Como él mismo ha expresado en otras ocasiones, su obra busca que el espectador complete el sentido, como si el arte fuera una suerte de código que necesita ser traducido desde la intuición.
CERÁMICA COMO ALQUIMIA
Además de su producción pictórica, “CÓDIGOS” incorpora una serie de esculturas cerámicas realizadas con la técnica del raku, una práctica japonesa que implica la cocción a alta temperatura, la quema con fuego abierto y el enfriamiento abrupto. Este proceso, controlado solo parcialmente por el artista, permite resultados inesperados: craquelados, texturas quemadas, tonalidades metálicas, superficies carbonizadas.
El resultado es un conjunto de piezas que, aunque nacen del fuego, parecen emerger de tiempos arcaicos, como si fueran vestigios de una civilización futura o mensajes enviados desde una dimensión paralela. Según Ríos, esta técnica le permite introducir el azar en su proceso creativo, estableciendo una conversación directa con los elementos: tierra, agua, aire y fuego. “Trabajar con raku es aceptar que no todo está en mis manos”, comentó el artista en una entrevista previa. “Es un diálogo con la materia”.
RESONANCIAS DE PANDEMIA Y TRANSFORMACIÓN
Una de las obras más significativas de la exposición es “Skull SARS‑CoV‑2”, una pieza que retoma la forma de un cráneo humano para integrarle el código genético del virus del COVID-19. No se trata de una representación mórbida, sino de una reflexión sobre cómo la biología, la ciencia y la historia se entrelazan. Para Ríos, la pandemia fue un momento que nos obligó a mirar los sistemas que sostienen la vida y también a repensar el lenguaje del miedo, de la resistencia y de la adaptación.
“La obra no busca retratar una amenaza, sino señalar un proceso de reconfiguración”, explicó. “El virus fue también un catalizador para reentender la vulnerabilidad humana y la interconexión del planeta. Lo que parece desorden puede ser parte de un nuevo equilibrio”.
UNA CURADURÍA DE ESCUCHA PROFUNDA
Gabriela Gorab, curadora de la exposición, ha enfatizado que “CÓDIGOS” no se limita a una exhibición estética. “Es una experiencia sensorial, filosófica y espiritual. Las obras de Ernesto están hechas con los ojos abiertos, pero también con los poros, con la memoria, con el cuerpo”, ha declarado. La muestra, en ese sentido, propone que cada visitante realice su propia lectura, encontrando en las formas abstractas una resonancia íntima, un eco de algo que quizás aún no sabe nombrar.
Para Gorab, el trabajo de Ríos crea una coreografía visual en la que todo está relacionado: la geometría con la biología, el sonido con la vibración, el pasado con el porvenir. “Este arte no nos dice qué pensar, pero sí nos invita a pensar distinto”, expresó.
TRAYECTORIA SÓLIDA, MIRADA INQUIETA
Ernesto Ríos nació en Cuernavaca, Morelos, y es doctor en Artes Visuales por el Royal Melbourne Institute of Technology (RMIT), en Australia. Su obra ha sido expuesta en México, Argentina, Australia, Alemania, Chile y otros países, en más de 70 exposiciones colectivas y 29 individuales. Fue el primer artista latinoamericano en ganar el Premio Siemens-RMIT de Artes Visuales en 2010.
Actualmente, combina su práctica artística con la docencia y la investigación como profesor en la Facultad de Artes de la Universidad Autónoma del Estado de Morelos (UAEM), donde impulsa proyectos de arte contemporáneo con un enfoque transdisciplinario.
EL ARTE COMO CÓDIGO VIVO
“CÓDIGOS” es, al mismo tiempo, una exposición sobre el presente, una mirada hacia el futuro y una evocación de los saberes antiguos. Nos recuerda que todo lo que vemos —y lo que no— responde a estructuras, algoritmos, vibraciones. Nos propone que el arte puede ser también una herramienta de investigación, una vía para abrir portales y formular nuevas preguntas.
Disponible durante varias semanas en el CEART de San Luis Potosí, esta muestra no solo merece ser visitada: merece ser leída, descifrada y sentida.