MUNDO
Los países que más contaminan el mundo: China diplomáticamente desaira cumbre climática en Escocia

Por Jorge López Portillo Basave //
Los efectos de las actividades humanas en la salud del planeta son evidentes e innegables, desde la contaminación de ríos, lagunas y océanos, hasta la contaminación del aire y la caza excesiva que ha llevado a la extinción de especies.
Pero no solo nosotros causamos daño o cambios. El planeta está en constante cambio y evolución desde su creación. No seamos soberbios ni tanto que queme al santo ni tanto que no lo alumbre. Los particulares y los gobiernos debemos encontrar medios de subsistencia y desarrollo cada vez menos dañinos, sin olvidar que todo tiene un efecto, no existe eso de “cero emisiones”.
De cualquier forma, el esfuerzo mundial por frenar lo que se llama el “cambio climático” se concentra en dos escenarios. El privado encabezado por el Foro Económico Mundial (WEF) y el público encabezado por la ONU en lo que se conoce como la COP y que este fin de semana sostiene su 26ª edición.
La llamada COP-26 organizada por la ONU se está efectuando en Glasgow, Escocia, del 31 de octubre al 12 de noviembre. La cumbre se pospuso en el 2020 por la pandemia. Desde hace 5 años en la COP21 (el famoso acuerdo de París), se dijo que cada 5 años, además de evaluar el avance alcanzado, se propondrán nuevos acuerdos y metas para continuar presionando a los países en la cruzada por reducir los llamados gases de efecto invernadero que en exceso como todo, dañan el delicado equilibro de la biósfera terrestre.
Es un gran foro no solo para que los políticos hagan lo que siempre (sea lo que sea), sino para conocer avances y tendencias tecnológicas, estadísticas de asuntos ambientales y otros temas relacionados de mucho interés. Recuerdo con gusto la oportunidad y distinción que tuve al ser electo Vicepresidente fundador del Capítulo México del “Foro mundial de legisladores contra el cambio climático”, espacio en el que con legisladores de todos los partidos mexicanos y de los 20 países más desarrollados del mundo, se discuten proyectos legislativos para trabajar a favor del medio ambiente.
QUE SE AMARREN EL CINTURÓN
Como era de esperarse la nueva súper potencia China simula su apoyo y acepta trabajar en reducir sus emisiones de gases de efecto invernadero, en especial por el uso de carbón pero “despacito”, mientras tanto los demás deben acelerar y mostrar su compromiso. Lo mismo hace Rusia al desdeñar sin acudir a Reino Unido, ambos mandatarios informaron que no asistirán a dicha reunión a la que acuden todos los demás líderes de las demás naciones desarrolladas y de otros países que necesitan la “palomita” de la comunidad internacional.
China es responsable del 30% de gases de efecto invernadero emitidos a la atmósfera día a día por lo que un acuerdo en el que China aporta una miseria en reducciones es un acuerdo casi inútil, pero la comunidad internacional no está dispuesta y ya casi no está ni en posibilidad de exigir nada a China, por eso poco le importa ir a fingir que harán algo, Xi Jinping prefiere esperar a que todos los demás enseñen sus cartas y el sumarse ya que sea política y financieramente conveniente.
Por su lado Vladimir Putin se suma, pero no a Occidente sino a China con quien ahora comparte mucho más que rivales en común.
QUIÉN ES QUIÉN
Como lo hemos indicado, China aporta una parte muy importante de los gases de efecto invernadero emitidos diariamente que son generados por conductas humanas. Más aún, China emite tantos gases como la suma de los cuatro países que le siguen en la lista de más contaminantes que son EUA, India, Rusia y Japón. Esos son los súper emisores de CO2.
En conjunto este grupo de países generan el 60% de los contaminantes atmosféricos. EUA genera el 14%, India el 7%, Rusia 5%, Japón el 4% y el país de la Gran Muralla el 30%.
Recuerdo que algunos días en Beijing o en Seúl el aire es tan denso que parece que hay neblina tibia. En el caso de la capital de China la razón es obvia y auto infringida pero en el caso de Corea del Sur son víctimas del smog que les envía su vecino Corea del Norte, algo así como humo de segunda mano.
Pero Rusia y China no están dispuestos a sacrificar sus economías para limpiar el aire de todos. ¿Estaremos los ciudadanos del planeta dispuestos a dejar de comprar cosas hechas en China para presionar? Obvio no, porque la mayoría de las empresas globales tienen fábricas en China y desde ahí le exportan al mundo productos muy baratos con una inmensa huella de carbono directa e indirecta.
Rusia y China usarán todo el carbón que puedan porque lo tienen y como los economistas dicen, no hay bien más caro que el que no se tiene. En el caso de Rusia para ellos es mejor vender el gas y el petróleo mientras que usan el carbón, en el caso de China usan el carbón que tienen en abundancia para tratar de importar menos petróleo y gas natural.
Como vemos es un asunto económico, por eso los comunistas y totalitarios lo entienden muy bien pero los capitalistas y democráticos de occidente no. ¿Cómo? Así es, China que es comunista y Rusia que es autoritaria saben después de muchos golpes que la fibra más sensible es la que va de la cabeza al bolsillo y por ello no sacrificarán sus economías por el bien de la gente ni mucho menos por los bien de otros países. Ellos se irán sumando cuando sea realmente necesario y haya costos económicos que pagar.
Para darnos una idea de lo que contamina China, su empresa siderúrgica de aluminio nacional, emite anualmente 30% más CO2 que todos los camiones de pasajeros y de autotransporte de la república mexicana, la empresa nacional de materiales de construcción emite más contaminantes que todo Francia.
Así las cosas, en discurso el Presidente Xi prometió que para el 2060 cambiará de fuente de energético pasando a ser un generador neutral de CO2, dejando el carbón o compensando su contaminación, pero emisión neutra no significa cero, significa que no aumenta, pero habría que ver si es neutra con niveles del 2020 o del 2060. Por lo pronto de aquí al 2030 China planea incrementar su consumo a 100 millones de toneladas anuales de carbón lo que no parece ser muy verde. Pero eso no importa porque nosotros estamos muy ocupados comprando todo lo que se produce allá. De hecho, China incrementó sus emisiones de carbón del 2019 al 2020 en un 2% lo que equivale a incrementar el 50% de todo el CO2 que emite nuestro país en un año. ¡Sí! En 12 meses ese país, cuya economía es envidia de todo el mundo, aumentó sus emisiones a pesar de que 12 meses antes se había comprometido a bajarlas, pero como he dicho, ¿quién le va a reclamar o a ponerle freno? ¡Nadie!
Si medimos la emisión de CO2 per cápita las cosas cambian, ahí China baja al lugar 7º; el ranking sería Qatar, Kuwait, Arabia Saudita, Canadá, así es, la hermosa y muy limpia región del norte de nuestro continente, seguida por EUA, Alemania y China. Es decir que esos países tienen altos niveles de contaminantes en proporción a la población.
Hay otras medidas que buscan ayudarnos en la medición de los contaminantes y la capacidad del planeta para regenerarse o recuperar lo que consumimos como agua, oxígeno y otros básicos anuales, a esa medición se le llama huella ecológica. Así las cosas, durante el 2021 el día que los humanos habíamos consumido todos los recursos que el planeta puede regenerar en un año fue el 29 de julio, esto representa un retroceso con respecto al año anterior y casi dos meses con respecto a 1996 en el que el día fue el 20 de septiembre. El principal problema del 2020-2021 fue el Covid19 que nos ha llevado a consumir cantidades enormes de plásticos, papel, cartón, agua, cloro, alcohol, etc. Pero como todos sabemos y aquí lo anunciamos, la pandemia justificó de todo, desde las crisis económicas hasta las ambientales que no se han reconocido pero que tendrán sus efectos aunque nos neguemos a verlos.
LOS MÁS SOFISTICADOS
En efecto las estufas de leña contaminan mucho, pero también nuestras suburban V8 y nuestros viajes semanales a la playa, incluso esos que hacemos en los minicooper, ni qué decir los que hacemos en avión.
Qué decir de los artículos que compramos por toneladas y que son importados desde otros países o continentes, el transporte marítimo y terrestre contribuye con el 30% de los contaminantes y otro 25% las actividades industriales por lo que si uno adquiere artículos fabricados debe uno admitir que esos productos producen cuando menos un 30% más que los mismos producidos en nuestro país. Si queremos bajar las emisiones debemos usar productos locales, eso incluye los combustibles pero también los artículos cotidianos y ahí es donde las grandes empresas no estarán de acuerdo.
LA MODA ELÉCTRICA, OTRO CONTAMINANTE
Naturalmente todos queremos dejar de usar motores contaminantes entendiendo esa contaminación como la emisión de CO2, pero los motores eléctricos también contaminan, en especial las baterías de litio altamente tóxicas.
Esperemos que pronto se produzcan las baterías de Magnesio o de Sodio que contaminan menos que las de Litio, pero que tampoco son cero emisiones ya que todos estos minerales deben ser extraídos y eso implica un proceso industrial con gran consumo de agua y transporte de mercancías de un lado al otro del planeta hasta dos vueltas desde su extracción, proceso, fabricado y ensamblado en plantas automotrices.
Como ejemplo, para extraer cada kilo de litio se requieren más de 2 mil litros de agua. Una batería de Tesla pesa algo así como 540 kilos, solo para existir se utilizan más de 1 millón de litros de agua, algo así como la cantidad de agua que un mexicano promedio consumiría en más de 7.5 años. Eso sin contar el consumo de agua para construir y mantener las redes eléctricas que llevarán la energía a las casas.
Como ve no todo es verde en las energías verdes. Mi opinión es que todos los modelos de energía deben ir mejorándose y usar los que sean más accesibles en la región con lo que no se depreda y gasta en la transportación de energéticos de un lado a otro. Ese error se cometió con el petróleo y ahora se puede cometer con las energías verdes.
Lamentablemente la mayoría de las iniciativas son propuestas para quedar bien aunque no sean de fondo viables para todos en todo el mundo. Pero eso sí, si no las adoptamos no estaremos en el club de los “responsables”. Mejor vernos bien aunque nos cargue la fregada en la economía social, que ir en contra de las tendencias industriales del mundo.
Estoy seguro de que los motores eléctricos irán mejorando como sucedió con los de combustión interna y poco a poco generaremos electricidad con equipos más eficientes, pero no todo será miel sobre hojuelas. Por eso es que China que es el gran proveedor del mundo, no se deja atar y seguirá usando carbón hasta que se le dé la gana.
El tiempo se acaba, aprenda mandarín o de menos incúlquelo a sus hijos. En poco tiempo será como el inglés. Por lo pronto yo me estoy preparando para hacer algunos buenos tratos comerciales con el nuevo Goliat ya luego le platico de qué se trata.
MUNDO
Cónclave: Ganan terreno los moderados ante los radicales

Los Juegos del Poder, por Gabriel Ibarra Bourjac //
Este miércoles 7 de mayo inicia el Cónclave para elegir al nuevo Papa, cumpliendo con las normas vaticanas que establecen que debe comenzar entre 15 y 20 días después del fallecimiento del Papa, ocurrido el pasado 21 de abril de 2025.
El Cónclave arranca con una misa en la Basílica de San Pedro, seguida del ingreso de los cardenales electores a la Capilla Sixtina, donde quedarán aislados bajo estrictas medidas de secreto. Actualmente, 133 cardenales menores de 80 años participarán en las votaciones, que requieren una mayoría de dos tercios para elegir al nuevo Pontífice. ¿Quiénes son los favoritos para suceder a Francisco?
Entre los perfiles que dividen al Colegio Cardenalicio, los progresistas tienen ventaja numérica, ya que Francisco nombró al 80% de los electores, pero los conservadores y moderados también buscan influir. La gran interrogante es qué tipo de Papa buscan los cardenales: un perfil radical, ya sea progresista o conservador, podría fracturar a la Iglesia Católica, por lo que los moderados ganan terreno como opción de consenso.
El favorito es el cardenal italiano Pietro Parolin, de 70 años, actual secretario de Estado del Vaticano. Considerado un candidato de continuidad moderada respecto al legado de Francisco, Parolin destaca por su experiencia diplomática y su capacidad para unir facciones, aunque algunos cuestionan su falta de carisma y experiencia pastoral directa. Andrea Riccardi, fundador de la Comunidad de Sant’Egidio, lo señala como el principal contendiente y un «candidato de unidad» por su enfoque pragmático.
Otro nombre destacado es el cardenal filipino Luis Antonio Tagle, de 67 años, apodado «el Francisco asiático». Exarzobispo de Manila y actual jefe del Dicasterio para la Evangelización, Tagle es popular entre los progresistas por su apertura hacia la comunidad LGBTQ+ y su énfasis en la justicia social. Con el respaldo de los cinco cardenales filipinos, su candidatura podría hacer historia al convertirse en el primer Papa asiático.
Del lado conservador, el cardenal húngaro Péter Erdő, de 72 años, arzobispo de Esztergom-Budapest, emerge como favorito. Respetado intelectual con doctorados en teología y derecho canónico, Erdő defiende la ortodoxia doctrinal, oponiéndose a las bendiciones de parejas del mismo sexo y a la comunión para divorciados vueltos a casar. Su experiencia en dos cónclaves previos y sus conexiones con cardenales europeos y africanos lo posicionan como un posible candidato de compromiso para los conservadores.
Otros nombres que resuenan entre los 133 cardenales electores son el cardenal francés Jean-Marc Aveline, de 66 años, arzobispo de Marsella, y el cardenal italiano Matteo Zuppi, de 69 años, arzobispo de Bolonia. Aveline, considerado el favorito de Francisco, destaca por su enfoque en la inmigración y el diálogo interreligioso, aunque su cautela sobre las bendiciones a parejas del mismo sexo podría limitar su apoyo entre los progresistas. Zuppi, por su parte, es un progresista conocido por su labor como enviado de paz de Francisco en Ucrania y su inclusividad hacia parejas del mismo sexo, además de su trabajo con los marginados.
Desde África, el cardenal ghanés Peter Turkson, de 76 años, y el cardenal congoleño Fridolin Ambongo Besungu, de 65 años, representan opciones con posturas más tradicionales. Turkson, defensor de la justicia social y el medio ambiente, podría convertirse en el primer Papa negro en siglos. Ambongo, un líder outspoken en África, critica abiertamente la corrupción y el statu quo, pero su conservadurismo en temas como las bendiciones a parejas homosexuales podría generar división.
Pronto conoceremos al nuevo Papa y líder de la Iglesia Católica, que representa a más de 1,400 millones de fieles en el mundo. La fumata blanca y el anuncio del «Habemus Papam» marcarán el inicio de un nuevo capítulo para la Iglesia.
MUNDO
La moderación sobre el radicalismo

Opinión, por Miguel Anaya //
Durante años, en muchos rincones del mundo, la política pareció perder el centro. Ante el desencanto con partidos tradicionales y líderes que parecían cada vez más desconectados de las necesidades reales de la población, surgieron figuras que ofrecían rupturas radicales. Hombres y mujeres que hablaban con fuerza, que desafiaban las reglas, que prometían sacudir el sistema.
Y durante un tiempo, muchos ciudadanos, cansados de discursos acartonados que no resolvían de fondo las cosas, votaron candidaturas radicales.
El fenómeno no fue exclusivo de una región. En Estados Unidos, Donald Trump desafió el statu quo con un estilo confrontativo que rompió moldes. En Argentina, Javier Milei llegó a la presidencia con un discurso antisistema que canalizó la frustración de millones. En Italia, Giorgia Meloni representó un giro radical con raíces nacionalistas profundas, incluso en Nuevo León se eligió a Samuel García. Estas victorias compartían un mismo origen: la idea de que la política tradicional había fallado.
No solo fueron los errores de gestión o la corrupción los que abrieron paso a este péndulo hacia los extremos. También influyó la imposición de ciertas visiones ideológicas que no terminaron de convencer a la mayoría. Muchos ciudadanos sintieron que los discursos públicos dejaron de reflejar sus inquietudes reales, que los gobiernos se ocupaban más de debates abstractos que de cosas concretas: el precio de los alimentos, la calidad de la educación, la inseguridad en las calles. Ante eso, muchos decidieron voltear al extremo, al que gritaba más fuerte, al que prometía barrer con todo, al que hacía más espectáculo.
Pero esa misma fuerza que los llevó al poder, en muchos casos, también los expuso. Las promesas imposibles, el tono agresivo, la falta de resultados tangibles, los shows montados cada vez más vacíos, terminaron desilusionando a buena parte de sus electores. Poco a poco comenzó el retorno a la moderación. No como una vuelta nostálgica al pasado, sino como una necesidad práctica.
La reciente elección en Canadá es un reflejo claro de este giro. Contra lo impensable hace apenas unas semanas, el liberal Mark Carney, un tecnócrata sin experiencia electoral, venció al conservador Pierre Poilievre, quien había liderado las encuestas durante meses con un discurso duro, directo y populista.
Carney no es un político de carrera, es un economista de prestigio internacional, exgobernador de los bancos centrales de Canadá y del Reino Unido. Su estilo no es carismático ni electrizante. Pero en un momento en que el país enfrenta incertidumbres económicas y tensiones diplomáticas, su figura representó algo muy valioso: confianza, estabilidad y claridad.
Poilievre, por su parte, apostó por una narrativa confrontativa. Atacó al gobierno saliente, prometió recortes masivos y se mostró abiertamente cercano a la agenda trumpista. En tiempos recientes, eso había sido una receta ganadora. Pero esta vez la estrategia no funcionó. La gente no quiso más ruido.
Esa reacción del electorado canadiense no es un hecho aislado. En Francia, el presidente Macron logró frenar a los radicales. En España, el PSOE logró mantener el poder pese a la presión de una coalición entre conservadores y extremistas. Incluso en países donde estas opciones si ganaron las elecciones, hoy enfrentan desgaste acelerado.
¿Por qué? Porque la gente quiere vivir en paz. Quiere que la política se ocupe de lo importante: la salud pública, la educación, la seguridad en las calles, la posibilidad de tener un empleo digno. Ni la revolución constante ni el inmovilismo absoluto ofrecen eso. El equilibrio sí.
La mesura no es una debilidad. Es una forma de reconocer la complejidad del mundo. Gobernar así es difícil, porque implica negociar, escuchar, ceder a veces. Pero también es la única forma sostenible de liderar sociedades diversas y modernas sin vivir en conflicto permanente. Las sacudidas son importantes, pero no se puede vivir en la incertidumbre constante (las caídas de las bolsas de Nueva York nos lo muestran claramente).
Lo de Canadá es una historia que vale la pena contar, no porque sea espectacular, sino precisamente porque no lo es. Es el relato de una sociedad que eligió con la cabeza fría, que prefirió a alguien que no buscó incendiar el país, sino repararlo. Cuando se apagan los gritos y las luces de la espectacularidad, lo que queda son las decisiones y acciones que realmente cambian la vida de las personas.
Quitemos el show de la política, de las decisiones públicas. Pensemos en sociedad, en agendas que favorezcan a la mayoría a largo plazo, seamos empáticos, construyamos desde la comunidad y desde el entendimiento. No es una receta mágica, es un remedio lógico.
MUNDO
God bless you, Mr. Trumpapa

Conciencia con Texto, por José Carlos Legaspi Íñiguez //
A quienes los dioses quieren destruir, primero lo vuelven loco, sentenciaron los griegos antiguos. Si aunamos la soberbia, la locura a la estupidez, podremos comprender la foto que la cuenta oficial del presidente Donald Trump publicó, en la que aparece como el nuevo Papa.
Burlarse de las creencias de la gente, sea cual fuere su religión, no es cualquier cosa. La reacción de los católicos a lo que se considera una blasfemia es una de las primeras manifestaciones de rechazo.
¿En qué cabeza cabe hacer este tipo de “chistosadas”? No es un meme que “alguien” publicó. Proviene de una cuenta oficial de Trump. En momentos donde todavía la grey católica mundial llora la muerte del Papa Francisco y en espera que se nombre al nuevo Vicario de Cristo, se antoja que, efectivamente, lo haya confeccionado y aprobado un loco, ensoberbecido por el poder del imperio otrora amo del mundo.
Roma comenzó su decadencia con los emperadores insanos, con Tiberio a la cabeza; enseguida otro no menos “zafado” como lo fue Calígula; Nerón, el piromaníaco incestuoso con su propia madre; Cómodo, el narcisista, también incestuoso con su propia hermana y el adolescente Heliogábalo, señalado como pedófilo, homosexual, sátiro y que se propuso imponer a su Dios (él nació en Siria y fue proclamado emperador a los 14 años) por encima de los dioses romanos.
¿A qué viene todo esto? Al imperio yanqui, otrora dueño del planeta, sólo le faltaba un “emperador” de la talla de los antes señalados para comprobar la decadencia que vive este “reino” en estos tiempos.
Esta pifia no va a pasar desapercibida. No es una “bromita” cualquiera. Es una declaración de guerra en contra de los católicos y en Estados Unidos de Norteamérica hay millones, sobre todo los de origen irlandés, italiano y latinoamericano.
José Saramago, escritor portugués, escribió en uno de sus geniales textos: “Los dioses, pienso yo, sólo existen en el cerebro humano, prosperan o se deterioran dentro del mismo universo que los ha inventado, pero ‘el factor Dios’ está presente en la vida como si, efectivamente, fuese dueño y señor de ella. No es un Dios, sino ‘el factor Dios’ el que se exhibe en los billetes de dólar y se muestra en los carteles que piden la bendición divina para América (la de Estados Unidos, no la otra).
Y fue el factor Dios lo que se transformó el dios islámico, que lanzó contra las torres del World Trade Center los aviones suicidas contra los desprecios y en venganza por las humillaciones sufridas por creer en ese dios.
Ese factor Dios es terriblemente igual en todos los seres humanos, dondequiera que estén y sea cual fuere la religión que profesen. Ese que ha intoxicado el pensamiento y abierto las puertas a la intolerancia más sórdida, que solo respeta aquello que se le manda creer; el que, después de presumir haber hecho de la bestia un hombre, terminó por hacer del hombre una bestia.
Esa “bestialidad” del hombre surge al volverse irracional y una de las condicionantes para perder la mesura es que “alguien” se atreva a burlarse de su dios, de su religión, de su clero.
Ahmed Salman Ruashdie, escritor hindú, de nacionalidad inglesa, sufrió por años el claustro obligado, luego de la sentencia de muerte que le fue proferida por los altos clérigos islámicos, quienes consideraron que su libro Versos Satánicos atentaba en contra del Islam.
En México no cantamos mal las rancheras. La guerra cristera se dio por varios y variados factores que motivaron a los católicos, sobre todo a los de la zona de Los Altos de Jalisco y el Bajío.
Muerte, destrucción, barbarie, fueron los resultados de esta guerra en la que participaron incluso sacerdotes católicos que desestabilizó la paz social en los años 20.
Donald Trump no es ningún comediante. Adolece de humor y no tiene vis cómica. Por tanto, su gracejada no será sólo anecdótica. Tendrá consecuencias políticas, sociales y quizá hasta económicas.
La grey católica no dejará pasar la oportunidad de arremeter contra Donald. Esa irreverencia, esa blasfemia (así la consideran los católicos) ha dolido en lo más profundo de la sensibilidad de los creyentes.
Entonces, bajo esa óptica, el imperio de los Estados Unidos de Norteamérica ya tiene su “emperador” demente. Ya solo falta ver cómo y cuándo se derrumba, y no por el escándalo que ha generado su meme donde aparece como el Papa, sino por las “locuras” económicas que ha impuesto “su majestad” y que -dicen los enterados de la economía- habrán de regresarse con creces y de manera destructiva a su nación.
¿No tendrá Donald Trump alguien con mediana inteligencia en su staff de asesores como para que le adviertan que su soberbia, su demencia le acarreará la perdición, no solo a su persona, sino a su país? Ahí se deja esa interrogante.
God bless you, Mr. Trumpapa.
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