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MUNDO

El choque entre dos pesos completos: Soros vs Trump

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Por Alfredo Jalife-Rahme (Cortesía de Sputnik Mundo) //

El pleito a muerte entre Soros y Trump se expresa en el inicio del ‘impeachment’ en la Cámara de Representantes, donde Adam Schiff, jefe del Comité de Espionaje, ha recibido financiamiento del connotado megaespeculador ‘globalista’ Soros a quien vinculan con la identidad del ‘soplón anónimo’ del ‘Ucraniagate’ que sustituye al ‘fake Russiagate’.

EEUU vive momentos dramáticos, que aún no alcanzan su paroxismo electoral, en una casi guerra civil entre dos poderosos grupos —el de George Soros de 89 años y el de Donald Trump de 73 años—, que afecta e infecta varios puntos del planeta: desde México hasta Ucrania.

La maquinaria del Partido Demócrata se encuentra bajo la férula de Soros, desnudado como vulgar instrumento de la CIA por el investigador Wayne Maddsen, anterior espía de la Agencia de Seguridad Nacional (NSA).

Soros busca decapitar a Trump —quien ha indispuesto al Deep State—, alienta el impeachment y busca impedir la reelección de Trump, con un objetivo geopolítico nítido: paralizar el acercamiento de EEUU con Rusia.

Mas allá de las filias y fobias, en el más depurado análisis geopolítico, el triunfo del grupo Soros—los Clinton, Obama, etc.— significaría un choque frontal contra Rusia y un mayor acercamiento con China, mientras que la supervivencia de Trump simbolizaría un mayor acercamiento con Rusia y un alejamiento y/o hasta una guerra contra China, como acaba de enunciar Henry Kissinger ante la Comisión de Seguridad Nacional sobre Inteligencia Artificial. 

El mismo Trump —que tiene como aliados a Kissinger, al casinero Sheldon Adelson, a su yerno talmúdico Jared Kushner y al hoy alicaído primer ministro israelí Benjamín Netanyahu con severos problemas judiciales por estafa— conminó a China a un acuerdo gradual antes del 15 de diciembre (fecha límite para asestar las tarifas contra Beijing) y que cese de coquetear con su derrota electoral, ya que en caso de su reelección sería más duro cuando quebrantaría la cadena de suministro de China que acabaría en la ruina. 

Aunque parezca inverosímil, la suerte del planeta advendrá del resultado del pleito del grupo globalista —de la dupla Rothschild-Soros— y del heterogéneo grupo nacionalista que en su variedad económica encabeza Trump.

De allí que no sea ocioso penetrar los dédalos y los intereses de ambos grupos. El sistema legal estadounidense es peculiarmente sui generis y las reglas, tanto de la Cámara de Representantes como del Senado, pueden alcanzar inconcebibles niveles hieráticos como es el caso notorio del soplón (whistleblower) quien, sin exhibir su identidad, desencadenó los procedimientos para el impeachment de Trump.

Lo más hilarante, para quienes son ajenos a dicho sistema judicial de la persecutoria política estadounidense, es que el Partido Demócrata se obstina en ocultar el nombre del soplón anónimo, mientras que las exigencias del Partido Republicano para revelar su anonimato carecen de eco legal.

Los abogados del soplón anónimo, Mark Zaid y Andrew Bakaj, sentencian que su cliente está «legalmente capacitado al anonimato» y que la exhibición de su identidad puede ocasionar un «peligro físico mayor».

Todavía más hilarante es que todo el mundo conoce la identidad del soplón anónimoEric Ciaramella, un experto en asuntos ucranianos, quien recibió financiamiento de George Soros y trabajó con el anterior director de la CIA John Brennan —un furibundo anti-Trump— quien participó en la cocción de la tramposa colusión rusa, que incluye la documentación fake del británico Christopher Steele, además de haber sido empleado de Susan Rice, consejera de Seguridad Nacional de Obama. 

También, el paradójicamente conocido soplón anónimo Ciaramella laboró para Victoria Nuland, asistente del secretario de Estado de EEUU para Asuntos Europeos que operó el golpe civil en Ucrania, como se desprende de una serie de correos de la Open Society Foundations, que controla Soros. 

El lodo es bidireccional de parte de los dos grupos antagónicos: se han perdido las formas a grado tal que Adam Schiff, a cargo del inicio de la investigación del impeachment por el Comité de Inteligencia de la Cámara —quien por cierto ha recibido financiamientos de Soros — calificó a Trump de «charlatán» y prometió regresarlo a su «trono dorado de donde vino». 

Trump en uno de sus volcánicos tuits se burla de Schiff quien, con tal de cumplir su venganza agendada, puede llevar a una depresión económica a EEUU en caso de que tenga éxito el impeachment.

Lo más perturbador radica en que el destapado soplón anónimo Eric Ciaramella se había reunido con el gabinete de Adam Schiff. Con todo y que ha sido mancillado con el lodo ucraniano, el abogado de Trump Rudy Giuliani, en una entrevista con el comentarista conservador Glenn Beck, afirmó que los diplomáticos estadounidenses que han atestiguado en contra de Trump en el circo camaral forman parte de las «subastas de Soros» en Ucrania mediante un esquema «masivo de pagar por jugar», que incluye falsificar evidencias en contra del presidente Trump.

El fuego cruzado apenas empezó y pesará mucho la percepción de la opinión publica con efectos en las elecciones del primer martes de noviembre del 2020.

Cada día, los dos grupos arrojan más leña a las brasas incandescentes e indecentes, mientras Trump ha recibido un severo revés con la condena de su confidente Roger Stone.

Han sido desfavorables a Trump los primeros testimonios de varios diplomáticos implicados en el Ucraniagate, donde presuntamente operó un quid pro quo de aportar mayor ayuda militar por 400 millones de dólares al presidente ucraniano Volodímir Zelenski, un comediante de profesión, a cambio de obtener el fétido expediente criminal de Hunter Biden —hijo de Joe Biden, vicepresidente con Obama y hoy uno de los candidatos demócratas a la presidencia—, por sus tratativas mafiosas con la empresa gasera ucraniana Burisma.

Es interesante que el Gobierno de Zelenski, que ha operado un espectacular acercamiento con el presidente ruso Vladímir Putin, haya declarado que no existe tal quid pro quo, lo que desdeña la mayoría del Partido Demócrata que controla la Cámara de Representantes que busca mediante el impeachment mancillar al máximo la dañada imagen de Trump con el fin de impedir su reelección.

El epílogo en la Cámara de Representantes está más que anunciado con el impeachment de Trump, al menos que suceda algo inesperado.

Al corte de caja de hoy, el impeachment, como en el caso de Clinton, no tiene esperanza de prosperar en el Senado, donde predomina el Partido Republicano y se requieren dos terceras partes para concretar la defenestración.

También al corte de caja de hoy, los demócratas en el Senado necesitan 20 votos que no tienen cuando algunos analistas filtran que existen cinco senadores republicanos, entre ellos el mormón Mitt Romney y el cubano Marco Rubio de Florida, quienes pueden desertar.

Todavía falta un año y se espera el revire feroz del procurador William Barr, quien sin tapujos acusó a los congresistas demócratas de sabotear a la Administración Trump.

Se encuentra en puerta, para el mes de diciembre, la publicación de la investigación de Barr sobre el papel criminal que jugaron varios centros de espionaje de EEUU en la etapa de Obama, desde el FBI hasta la CIA, en la cocción de la infame documentación fake del Russiagate.

Curioso: el Ucraniagate lo ostentan hoy los demócratas, mientras que el fake Russiagate lo tienen en sus manos los republicanos. ¿Cuál de los dos prevalecerá?

LA OPINIÓN DEL AUTOR NO COINCIDE NECESARIAMENTE CON LA DE SPUTNIK

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JALISCO

Lleva Ballet Folclórico de Guadalajara cultura y tradición a Estados Unidos

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– Por Mario Ávila

El Ballet Folclórico de Guadalajara se presentó en el Rosemont Theatre de Chicago, en el evento estelar de la Segunda Ruta de la Gira Internacional 2025, México en el Corazón.

Los bailarines tapatíos compartieron escenario con el Mariachi Estelar de México en el Corazón y la Banda Orquesta Colores, y presentaron estampas, música y canciones de Guanajuato, Yucatán y Jalisco ante los más de 4 mil 400 asistentes.

Este espectáculo se realiza anualmente e incluye al Mariachi Estelar como uno de sus principales artistas, junto con el Ballet Folclórico Guadalajara y la Banda Orquesta Colores.

Participaron en el evento Sergio Suárez, presidente de NAIMA (North American Institute for Mexican Advancement); Ron Serpico, alcalde de Melrose Park; Susana Mendoza de Illinois Comptroller; Reyna Torres, cónsul general de México en Chicago; Andrea Blanco, coordinadora del Gabinete Social del Gobierno de Jalisco; y Manuel Romo, secretario de Gobierno del Gobierno de Guadalajara.

Esta es la segunda parada de la ruta de México en el corazón, la primera fue en la Ciudad de Sioux City, en Iowa en donde se presentó por primera vez, y más de mil personas asistieron a disfrutar de este espectáculo.

La gira continuará por el Medio Oeste, Sur y la Costa Este de los Estados Unidos.

Para fechas y ciudades entrar en este sitio web: http://www.mexicoenelcorazon.org

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CARTÓN POLÍTICO

Edición 805: Entrevista a Mirza Flores: «La silla del poder es prestada; no olvidemos de dónde venimos»

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Edición 805: Entrevista a Mirza Flores: «La silla del poder es prestada; no olvidemos de dónde venimos»

LAS CINCO PRINCIPALES:

Los retos de Mirza Flores como líder de MC: «La silla del poder es prestada; no olvidemos de dónde venimos»

Arranca el Sistema Estatal de Participación Ciudadana en Jalisco

95 aniversario del natalicio de Porfirio Cortés Silva: Deja legado de política, amistad y generosidad

La disputa del agua entre Jalisco y Guanajuato: Debe ser un reparto justo, no uno político, Arturo Gleason

La corrupción urbanística: Valle de los Molinos y Colomos III

 

 

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MUNDO

La tradición del saqueo: Naturaleza depredadora del poder imperial

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– Actualidad, por Alberto Gómez R.

(Parte 1) A lo largo de la historia de la humanidad, el poder económico de los grandes imperios se ha construido frecuentemente sobre pilares tan sombríos como la guerra, el saqueo sistemático y el sometimiento de pueblos enteros.

Este patrón de comportamiento, visible desde los primeros imperios de la antigüedad hasta las potencias contemporáneas, revela una lógica de acumulación basada en la extracción violenta de recursos más que en la productividad o la innovación endógena.

El historiador económico Douglas North, citado en uno de los documentos analizados, señalaba que los imperios antiguos establecían sistemas burocráticos sofisticados que permitían la expropiación sistemática de excedentes de las regiones conquistadas.

En el mundo actual, Estados Unidos representa la última encarnación de este impulso imperial, aunque sus métodos hayan evolucionado hacia formas más sofisticadas de dominación económica y militar.

Como se advierte en el panorama actual, esta potencia estaría experimentando un rápido declive relativo en el escenario global, lo que intensificaría sus comportamientos depredadores hacia naciones ricas en recursos que se resisten a someterse a su hegemonía.

Venezuela, con las mayores reservas petroleras certificadas del planeta, se encontraría en la mira de este mecanismo de saqueo contemporáneo, al igual que lo estuvieron Irak, Libia y Siria en las últimas décadas, solo por citar algunos ejemplos.

LOS CIMIENTOS HISTÓRICOS DEL SAQUEO IMPERIAL

Los primeros grandes imperios de la historia establecieron las bases de lo que sería una larga tradición de explotación económica mediante la conquista. En Mesopotamia, Egipto, China y la India, surgieron estructuras estatales centralizadas que «legislaban, impartían justicia y ejecutaban sobre un extenso territorio que agrupaba a muchas ciudades» (eumed.net).

Estos imperios perfeccionaron sistemas de extracción de riqueza mediante tributos, esclavitud y control de las rutas comerciales.

El Imperio de Alejandro Magno ofrece un ejemplo temprano de cómo la conquista militar servía como vehículo para la acumulación de riqueza. Como se describe en los documentos, Alejandro y sus falanges macedonias conquistaron todo el Imperio persa en tan sólo ocho años, apoderándose de inmensos tesoros y estableciendo un sistema de control sobre territorios que se extendían hasta la India. Patrón similar exhibiría el Imperio Romano, que transformó el Mediterráneo en su «Mare nostrum» y extrajo recursos de todos los territorios conquistados, desde las minas de plata hispanas hasta los graneros egipcios.

Con la era de los descubrimientos, las potencias europeas perfeccionaron el arte del saqueo imperial a escala global. España y Portugal inauguraron lo que podría considerarse el primer «imperio global» de la historia: «por primera vez un imperio abarcaba posesiones en todos los continentes del mundo» (eumed.net).

El flujo de metales preciosos desde América hacia Europa financió las guerras y el desarrollo económico europeo durante siglos, a costa del exterminio y la explotación de poblaciones indígenas.

El Imperio británico llevaría este modelo a su máxima expresión, estableciendo una red global de colonias y territorios controlados que proveían de recursos naturales y mercados cautivos a la metrópoli. El comercio de esclavos, la extracción de recursos en condiciones de cuasi-esclavitud y la destrucción de industrias locales competitivas fueron algunas de las estrategias empleadas para consolidar su hegemonía económica.

ESTADOS UNIDOS, LA SUPERPOTENCIA DEPREDADORA

Estados Unidos emergió como potencia global practicando una versión modernizada del juego imperial tradicional. Bajo la Doctrina Monroe y su corolario Roosevelt, se autoproclamó potencia hegemónica en América Latina y el Caribe, interviniendo militarmente en múltiples ocasiones para proteger sus intereses económicos. La diplomacia de las cañoneras y las intervenciones directas aseguraban el acceso a mercados, recursos y rutas comerciales estratégicas.

Tras la Segunda Guerra Mundial, con las potencias europeas debilitadas, Estados Unidos ascendió a la condición de superpotencia global, rol que se consolidaría tras el colapso de la Unión Soviética.

Como se señala en uno de los documentos, «después de que se desintegrase la Unión Soviética a principios de 1990, Estados Unidos quedó como la única superpotencia restante de la Guerra Fría». Esta posición hegemónica le permitió moldear las instituciones internacionales a su medida y establecer un sistema económico global que privilegiara sus intereses.

La economía estadounidense se ha vuelto profundamente dependiente de lo que el presidente Eisenhower denominó el «complejo militar-industrial». Con un presupuesto militar que supera al de los siguientes diez países combinados, Estados Unidos ha convertido la guerra en un negocio extraordinariamente lucrativo para sus corporaciones de defensa.

Como se documenta en uno de los artículos revisados, la administración Biden ha solicitado al Congreso «842 mil millones de dólares para el Pentágono en el año presupuestario 2024», lo que representa «la solicitud más grande desde el pico de las guerras de Irak y Afganistán» (france24.com).

Este apetito insaciable por el gasto militar requiere enemigos externos y conflictos perpetuos, creando un círculo vicioso de intervencionismo que justifique tales desembolsos. Los resultados son visibles en las sucesivas guerras e intervenciones que han marcado las últimas décadas, desde Vietnam hasta Afganistán, pasando por Irak, Libia y Siria.

EL SAQUEO CONTEMPORÁNEO

La invasión de Panamá en 1989 constituye un ejemplo paradigmático de cómo Estados Unidos utiliza pretextos para justificar intervenciones militares que persiguen objetivos geoeconómicos estratégicos. Como se documenta extensamente en varios de los materiales consultados, la llamada «Operación Causa Justa» fue oficialmente justificada como una medida necesaria para detener el narcotráfico y defender la democracia.

El general Manuel Antonio Noriega, quien había sido durante años un aliado útil para Washington y colaborador de la CIA, fue convertido de pronto en enemigo público número uno. Como se describe en los documentos, Noriega «había sido aliado clave de Estados Unidos durante el final de la Guerra Fría, trabajando como agente de la CIA, al tiempo que tejía vínculos con el narcotráfico» (elnacional.com). Cuando dejó de ser funcional a los intereses estadounidenses, fue acusado de narcotráfico y derrocado mediante una invasión militar que causó entre 500 y 4 mil víctimas panameñas, según distintas fuentes.

El verdadero objetivo de la invasión, sin embargo, habría sido asegurar el control estratégico del Canal de Panamá en vísperas de su traspaso completo a soberanía panameña, previsto para el año 2000 según los Tratados Torrijos-Carter de 1977. Como se señala en uno de los documentos, estos tratados «condicionaba la defensa del canal de manera conjunta, a través de un tratado adicional, dando la posibilidad de intervenir militarmente en Panamá si la operación del canal se viese comprometida».

La invasión aseguró que, aunque panameño en papel, el canal permaneciera bajo control efectivo estadounidense.

Continuará…

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