OPINIÓN
Algo tendrá que suceder

Luchas Sociales, por Mónica Ortiz //
¡Violencia! Es la palabra ideal para definir lo que vivimos en todo el país las mujeres, niñas y adolescentes, vivimos en un territorio de feminicidas y agresores cotidianos; el caso de la joven Debanhi Susana es sumamente doloroso, es un caso público y mediático, pero es el ejemplo real de lo que pasa en todo México todos los días, así se vive aquí entre el peligro de perder un ser amado o ser agredida para ser parte de las estadísticas más dolorosas, las desapariciones y los delitos de violencia en razón de género.
Resulta increíble que actualmente la sociedad mexicana se encuentre en un evidente proceso de normalización de la violencia, agresión y abuso contra las mujeres, hoy la desaparición de mujeres que posteriormente aparecen sin vida, se ha vuelto un evento común, todos los días desaparecen dos mujeres en México, los medios de comunicación, los servidores públicos y los gobiernos estos últimos responsables de la seguridad y de garantizar todos los ciudadanos el goce de sus derechos humanos, también normalizan ya sin contrariedad y de manera cruel las desapariciones y los feminicidios, nos estamos habituando a vivir en peligro a saber que cualquier mujer sin importar su edad puede salir y nunca más regresar, convirtiéndose en número de estadística.
Jalisco, no es ajeno el terrible problema de violencia de género que existe en el país entero, las desapariciones y feminicidios son el pan nuestro de cada día, de hecho tenemos una glorieta de los y las desaparecidos que deja constancia del gran índice de violencia de género que sufrimos, habrá que concientizarnos un poco más sobre lo que realmente implica la desaparición de una persona, la importancia de la oportuna y efectiva participación de las autoridades, así mismo lo que implica que a un ser humano le quiten la vida en razón de género, no podemos y no debemos perder la sensibilidad omitiendo lo aterrador y lo grave que en realidad es que una mujer, niña o adolescente pueda morir a manos de uno o varios psicópatas, mientras los gobiernos se deslindan responsabilizando a la familia, la sociedad y su descomposición.
Algo tiene que pasar, la sociedad debe hacerse notar, levantar la mano e indicar que no estamos dispuestos a vivir en peligro todos los días del año, en lugares públicos o privados; la alerta roja de lo que está pasando tiene que hacernos empáticos y reaccionarios para levantar la voz desde donde cada persona pueda opinar y condenar la extrema violencia de género que nos quita la paz, no nos pueden estar matando y re victimizando, no nos pueden volver estadística y sentarse a esperar que la euforia del momento pase y se normalice, sin consecuencias para los gobiernos y los responsables de los actos inhumanos, no existen políticas públicas reales acordes a la actualidad, respecto al derecho a la vida o al cuidado y auxilio de las mujeres en inminente riesgo de violencia, tampoco existe una campaña nacional sobre salud mental con la advertencia firme a manera de informe sobre los trastornos de personalidad que las personas con las que nos relacionamos de forma cotidiana pueden padecer, para advertir las banderas rojas de amistades, parejas, familia o sociedad en general, pudiendo indicar que estamos relacionándonos con un posible sociópata o psicópata que nos puede mantener viviendo violencia emocional y psicológica lo que puede tener un desenlace aterrador.
Seamos conscientes de que la información correcta argumentada en fuentes y la exigencia de justicia, son puntos clave para socializar de manera oportuna que la violencia de género no es normal, es un riesgo y puede tener un desenlace fatal, también necesitamos que nuestros gobiernos sean aptos, capaces y empáticos para hacer frente al problema de la violencia de género recrudecida que vivimos, tienen que encontrar la manera de aplicar políticas públicas audaces e idóneas de prevenir que nuestras mujeres sigan en peligro 24/7, así mismo también debe llegar la justicia a las familias de quienes han dejado de existir, bajo estos actos de abuso, violencia y muerte, no podemos ser ajenos a los casos de feminicidios ni a la justa reclamación de justicia de los colectivos, algo tiene que pasar y no debe ser otro caso como el de Debanhi Susana y las demás jóvenes encontradas en Nuevo León o las que sufrieron lo mismo en Jalisco hasta la fecha.
Ni una más ni una menos, llevamos años conociendo y advirtiendo el desarrollo de la defensa de la mujer y de las interpelaciones a la justicia para las que ya no están, el dolor, la indiferencia de los gobiernos, la corrupción y la omisión de las autoridades encargadas, también generan gran daño a las víctimas y sus entornos, sin embargo, esto avanza no se detiene, nos están matando por ser mujeres y no ser dignas de la vida, según uno o varios trastornados que necesitan abusar y violentar visualizando a un ser humano como un objeto sin valor, innecesario y reemplazable, quitándonos a nuestras madres, hijas, sobrinas, vecinas y amigas, familias destrozadas para siempre sin resignación, algo tiene que pasar y no debe ser otra víctima más.
Deportes
El VAR no fue la solución: El arbitraje, amo y señor del futbol mexicano

Miscelánea Deportiva, por Esteban Trelles Meza //
Primeramente, debemos establecer la personalidad de los señores nazarenos con esa aura de grandeza y prepotencia con la que se manejan siempre, sintiéndose los “plus ultra” del universo. Los salarios que perciben los árbitros en Primera División por encuentro o partido son de 40 mil pesos, los asistentes 25 mil pesos cada uno y el 4.º árbitro con 10 mil pesos y un sueldo fijo mensual de 27 mil pesos.
Se dice que el llamado “Gato” Ortiz (pedante y odioso, por cierto) obtuvo la cantidad de 150 mil pesos en la final pasada entre Cruz Azul y América en el Torneo Clausura 2024, con una actuación desastrosa, marcando un penal que no fue a favor del América (qué raro, ¿verdad?).
El susodicho VAR no sirve de nada. En el audio de ese encuentro determinó que no existió falta que el aferrado árbitro en cuestión marcó de inmediato; el VAR lo reconoció, fue a las pantallas a revisar, dejando la decisión a su criterio; por supuesto, ratificó su dicho.
Se supone que el VAR, conformado por árbitros también, tienen la última palabra e incluso con la diadema le indican al árbitro una revisión exhaustiva de varias tomas en las cámaras, tienen mejores herramientas tecnológicas para analizar con justicia sus determinaciones, lo dan a conocer al silbante, esperando brevemente e incluso ni siquiera acuden a las pantallas exprofeso para revisar que se encuentran en cancha en una pequeña cabina, subordinándose la decisión de ellos.
Ahora bien, se habla mucho de la multipropiedad que inició el América primero que nadie con su hermano consanguíneo el Necaxa de los ex electricistas que adquirieron y manejaron a su antojo por mucho tiempo.
Al paso de los años se deslindaron de su franquicia necaxista, no por otra cuestión que la económica exclusivamente, que ni los propios familiares acudían a sus encuentros y decidieron por asuntos financieros deshacerse de ellos, teniendo un episodio positivo en el que conjuntaron un equipazo, se supone con “desechos” del América, que el hermano menor salió “respondón” y obtuvieron 3 campeonatos de Liga.
Tiempo después aparece el equipo Pachuca vegetando por décadas en Segunda División hasta lograr su ascenso a la primera y mantenerse incluso como protagonista y animador frecuente obteniendo varios campeonatos de Liga, y el único en obtener como equipo mexicano un torneo sudamericano en su brillante etapa en Primera División
El Grupo Pachuca se expande y compra al equipo León, manteniendo su franquicia en Guanajuato, “Donde la vida no vale nada”, que obtiene como su hermano mayor sendos campeonatos de ligas con Jesús Martínez al frente, su hijo lo nombra presidente y después aparece un hermano y se reparten el pastel (entre los dos equipos).
Ahora bien, por qué menciono esta cuestión del tema arbitral lo de la multipropiedad, la respuesta tiene que ver con la justicia deportiva que debe prevalecer siempre con la frase célebre del Varón Pierre de Coubertin en las olimpiadas “Lo importante no es triunfar sino competir”.
Para los ambiciosos desmedidos, no tiene razón de ser esta frase que habla del espíritu de la competitividad en aras de una formación de sana convivencia a través del deporte, que él mismo nos une como hermanos universales, en una paz y concordia sin distingo de razas y colores, siendo uno mismo el globo terráqueo y sus habitantes.
Quien tiene más peso específico y ventajas en este fútbol nuestro, la multipropiedad o las televisoras dueños de equipos que transmiten sus encuentros en el que tienen la manipulación tendencias y simpatías gracias a los comentaristas que son en realidad la “mafia del poder”, que ya no sutilmente sino de manera descarada crean afición con la difusión y promoción de sus equipos, que engañan, mienten y manipulan a su antojo.
Los miles de millones de dólares invertidos por los dueños de equipos no pueden estar a manos de un arbitraje comprado, que favorece a los grandes equipos que invierten cada temporada, que uno en especial tiene las preferencias y simpatías que los que conocen del fútbol saben a quién me refiero.
La crisis del arbitraje es desde siempre, puesto que no existe la justicia deportiva ni mucho menos la ética y el profesionalismo entre el cuerpo arbitral del máximo circuito en este país.
Públicamente, se dio a conocer a equipos como el “Alebrijes” en la Liga de Expansión con audios y vídeos, pactando resultados para favorecer apuestas (directivos), que, por otro lado, también sucede en las mejores familias (Italia, España, Alemania, entre muchos).
El arbitraje mexicano de inicio está viciado desde siempre con personajes al frente de la Comisión de Arbitraje recordando al exfutbolista el “Gansito” Aarón Padilla como Presidente de árbitros un tiempo, como actualmente sucede 2025 con el exfutbolista Juan Manuel Herrero que los nombra la FMF, que también sabemos quién controla el futbol mexicano y los derechos de transmisión de la selección nacional.
El actuar de los árbitros se inclina casi siempre por el anfitrión que recibe a sus equipos contrincantes de visita y los favorece, confabulados por los comentaristas televisivos, maquillando sus apreciaciones.
Los equipos importantes, por supuesto, llevan ventaja siendo elogiados con exageración; los árbitros se “cuadran” en alguna decisión polémica y los rodean varios jugadores para presionar y amedrentar sus decisiones (América, UANL, Monterrey, Toluca, entre otros).
Existen jugadores que “pesan” para los árbitros y se imponen, como el caso del francés André Pierre Gignac, que los censura, insulta y amedrenta, o el pandillero jugador que hace honor a sus tatuajes, el español Sergio Ramos, que “descuenta” adversarios en los forcejeos en el área cuando va al ataque, partido tras partido, que los árbitros cobardes ni siquiera lo amonestan.
Lo más increíble y para Ripley que varios tienen gafete internacional, que al parecer sacan sus nominaciones en una bolsa de papitas o frituras.
El perfil de los árbitros marca mayormente en el trabajo de gimnasio, que algunos hasta “fortachones” se ven, dejando de aplicar el reglamento que por cierto sus criterios son dispares calificando de diferente manera una misma jugada, algunos en expulsión para los equipos débiles o inferiores, ya que los equipos importantes les tienen demasiado respeto, notándose su parcialidad.
El jugar fútbol profesional o semiprofesional es ventaja para quien lo hace lo mismo que ser comentarista o analista deportivo, los árbitros son sin excepción personajes que nunca practicaron nada a excepción del “bebeleche”, canicas, trompo o yoyo.
El VAR es un verdadero fraude, teniendo personajes del mismo cuerpo arbitral que se manejan con un lenguaje soez y corriente gracias a los audios que se han difundido públicamente y demuestran su pobreza y limitación de mentes limitadas.
Hugo Sánchez tiene toda la razón al comentar como analista (ESPN) y excepcional exfutbolista y entrenador que los personajes del VAR deben tener un mínimo de dos exfutbolistas para entender en esencia pura, las circunstancias naturales de determinadas faltas, algunas accidentales y otras con alevosía y ventaja, así como la línea que la ponen a conveniencia para “justificar” una decisión polémica, y máxime si intervienen los comentaristas serviles y manipuladores para influir en determinada jugada, en este caso un fuera de lugar o penal.
Él “valemadrismo” del mexicano común hace la diferencia donde abundan personajes sin criterio y conocimiento de causa que, por supuesto no tienen la racionalidad que las circunstancias exigen en un deporte de alto rendimiento y requiere personajes decentes, honestos que no tengan preferencias y simpatías por algún color escudo o “nómina clandestina”, que nuble su juicio e incida en manipulaciones y falacias ante los telespectadores.
A través de la innovación del llamado VAR este órgano auxiliar toma decisiones directas que transmite al árbitro central para dictaminar una jugada de gol, expulsión, fuera de lugar, etc., y el árbitro está obligado a atender sin objeción.
La FMF, órgano jurisdiccional de la Liga MX y la propia FIFA no son garantes de justicia, sino todo lo contrario, envueltos en corrupción desde siempre a conveniencia de las potencias futbolísticas sumisas y entreguistas, no son nada democráticos, repiten sedes mundialistas y tienen más agremiados junto al movimiento olímpico que la misma ONU.
Por último, la hipocresía del América, su prepotencia y arrogancia, despidieron a Leo Beenhakker y ahora lo homenajean ante su deceso. Cuando lo sacaron del equipo fue por capricho de la familia Azcárraga (del “Güero” Burillo), por no acatar una decisión administrativa.
E-mail: etrememodelos@hotmail.com
JALISCO
Un comienzo con luces y sombras de Lemus en tragedia de desaparecidos

Los Juegos del Poder, por Gabriel Ibarra Bourjac //
La crisis de desapariciones en México, y particularmente en Jalisco, es una herida abierta que refleja la descomposición del tejido social y la incapacidad del Estado para garantizar la seguridad y la justicia con gobernantes que han evadido su responsabilidad, minimizando el grave problema.
La llegada de Pablo Lemus al Gobierno de Jalisco despierta una mezcla de esperanza y escepticismo en un estado que carga con la vergüenza de ser líder nacional en desapariciones, con más de 15,000 personas perdidas en las sombras.
Lemus ha dado pasos iniciales que, al menos en el discurso, reconocen la gravedad del problema, algo que su predecesor, Enrique Alfaro, evitó con frases desafortunadas que culpaban a las víctimas, culpando a los medios de magnificar el problema.
La creación de la Secretaría de Inteligencia y Búsqueda de Personas Desaparecidas, aprobada en octubre de 2024 y jefaturada por Edna Montoya Sánchez, es una señal de intenciones. Promete centralizar esfuerzos, integrar tecnología forense y coordinarse con colectivos de buscadores, como Guerreros Buscadores de Jalisco. Reuniones con líderes como Indira Navarro, quien ha encontrado más fosas que muchas fiscalías, muestran una apertura que contrasta con el cerco de la administración anterior.
Sin embargo, las promesas no son nuevas. En 2018, Alfaro también anunció una “estrategia integral” que nunca llegó a puerto. La secretaría de Lemus, aunque bien intencionada, nace con dudas: el presupuesto de 65 millones 200 mil pesos se ve muy bajo si se trata de enfrentar y buscar solución al principal problema de Jalisco.
¿Evitará la burocracia que asfixia a la Comisión de Búsqueda? El anuncio de mesas de trabajo con la Universidad de Guadalajara y la FEU es positivo, pero suena a eco de iniciativas pasadas que se diluyeron en foros sin impacto.
Más preocupante es la falta de claridad sobre cómo enfrentará a la criminalidad tan poderosa en la entidad. Su respaldo a la investigación federal sobre el campo de entrenamiento y supuesto crematorio en el Izaguirre Ranch de Teuchitlán en marzo de 2025 sugiere disposición a colaborar con la Federación, pero delegar responsabilidades no basta en un estado donde la complicidad local es un secreto a voces.
Recursos, pero con condiciones
Jalisco no es cualquier estado. Con un presupuesto de 174 mil millones de pesos en 2024 y una economía pujante, Lemus tiene los medios para marcar una diferencia, pero solo si los usa con audacia. Puede transformar la Fiscalía Especial en Personas Desaparecidas, hoy un elefante blanco, con investigadores capacitados y libres de nexos con el crimen.
Puede invertir en un Centro Regional de Identificación Humana, como el de Coahuila, para procesar los restos de las más de 1,000 fosas clandestinas halladas en el estado desde 2018. Puede, también, liderar un esfuerzo legislativo que garantice derechos a las familias de los desaparecidos, desde permisos laborales hasta fondos de reparación, algo que estados como Chihuahua han implementado con éxito.
Un plan sin excusas
Si Pablo quiere ser recordado como el gobernador que enfrentó la crisis de desaparecidos, debe actuar con medidas concretas y medibles, no con discursos. Primero, dotar a la Secretaría de Inteligencia y Búsqueda de al menos 500 millones de pesos anuales, suficientes para contratar forenses, analistas de inteligencia y equipo de geolocalización. Esta secretaría debe rendir cuentas trimestrales, con metas claras: localizar 1,000 personas vivas o restos identificados en dos años. Los colectivos, que han hecho el trabajo del Estado, deben tener un asiento permanente en su consejo asesor, no solo reuniones protocolarias.
Auditar la Fiscalía Estatal y la Comisión de Búsqueda. Casos como el de Teuchitlán, donde colectivos hallaron restos ignorados por las autoridades, son una bofetada a la confianza ciudadana. Depurar a funcionarios corruptos o negligentes es impostergable.
Crear un fondo estatal de 100 millones de pesos para las familias de los desaparecidos, cubriendo asistencia psicológica, legal y económica, como lo pidió Blanca Yolanda, cuyo caso sigue sin respuesta desde 2024.
Las buscadoras, como Indira Navarro, necesitan escoltas en zonas de riesgo, tras episodios como la emboscada de Tlajomulco en 2023 que dejó seis policías muertos. Quinto, impulsar una campaña estatal que use estadios, escuelas y medios para educar y movilizar. Los Charros de Jalisco podrían dedicar juegos a las víctimas, y los artistas locales, como Alejandro Fernández, podrían sumarse a un mensaje de unidad.
El papel de la sociedad
La sociedad también tiene un rol. He visto cómo la indiferencia ciudadana perpetúa estas tragedias. Lemus debe convocar a los jaliscienses a romper el silencio, denunciando anónimamente fosas o apoyando a colectivos. Pero no puede cargar solo con la responsabilidad: la Comisión Estatal de Derechos Humanos, que dirige Luz del Carmen Godínez, designada en los tiempos del gobernador Enrique Alfaro, que ha sido tibia en el tema de los desaparecidos, debe asumir una actitud responsable y comprometida con las víctimas y un rol más protagónico, ya que se requiere su voz a favor de la justicia y poner un alto a esta tragedia que tanto dolor ha ocasionado entre las familias jaliscienses.
Pablo tiene mucho por hacer y sin duda este tema de los desaparecidos es su principal desafío: si logra resolverlo pasará a la historia como el mejor gobernador de los nuevos tiempos, un gobernador comprometido y responsable. Eso es lo que anhelan los jaliscienses, que hable menos y actúe con más determinación, con metas y resultados tangibles y medibles.
JALISCO
Simulación vestida de protocolo: Los balcones del poder y la tragedia de los desaparecidos

Crónicas de Pacheco, por Daniel Emilio Pacheco //
Nada más ridículo, nada más infame, que la simulación vestida de protocolo. El jueves 10 de abril, mientras 20 rostros de estudiantes desaparecidos clamaban justicia desde las fichas pegadas en los muros del centro de Guadalajara, el equipo de comunicación del gobernador de Jalisco, Pablo Lemus, montó su propio espectáculo desde el balcón del Palacio de Gobierno. No fue un acto de Estado. Fue un montaje. Un burdo teatro de crisis con telón de fondo, luces naturales y actores de reparto con cargo académico.
Allí estaban: la rectora general de la Universidad de Guadalajara, Karla Planter Pérez; la presidenta de la Federación de Estudiantes Universitarios, Zoé García Romero; y el secretario general universitario, César Barba Delgadillo. Todos ellos en fila, al sol, como si el guion les exigiera mostrar compromiso a base de insolación y sonrisa. Abajo, el dolor; arriba, la pose.
La escena no fue casual, fue deliberada. Y como suele ocurrir con las puestas en escena del poder, el tiempo fue el mejor cómplice. La cita originalmente pactada entre la rectora y el gobernador se iba a realizar en Casa Jalisco a las 11:30. Pero –¡oh divina coincidencia! – el encuentro se trasladó a Palacio de Gobierno a las 13:00 horas: justo cuando los estudiantes y familiares, con lágrimas y pancartas, tenían planeada su concentración frente al mismo edificio… ¡pura coincidencia!
¿Quién cree en coincidencias en política? Nadie con tres neuronas activas. Lo que vimos no fue la interrupción de una reunión para atender una protesta, sino la escenificación planeada de una falsa atención.
Lemus salió al balcón solo después de que los gritos desde la plaza lo obligaran. “¡gobernador, escúchanos, por favor!”, “¡somos estudiantes, no somos delincuentes!”, clamaban. Pero Lemus no se bajó a la plaza. En cambio, montó una mesa de trabajo a cielo abierto, en pleno balcón, como si los rayos del sol purificaran la hipocresía. ¿A quién carajos se le ocurrió ese patético espectáculo?
¿Y qué resultó de ese bochornoso espectáculo? La promesa de que habrá mesas de trabajo. Que habrá información. Que habrá coordinación con los tres niveles de gobierno. Palabrería hueca, reciclada de las promesas que no han impedido que Jalisco sea epicentro nacional de desapariciones. Que lo diga Teuchitlán. Que lo griten las familias que ya no duermen, que buscan en fosas y hospitales, en redes sociales y servicios forenses sobrepasados de cuerpos.
Lo más triste no fue Lemus. Fue ver a la rectora Karla Planter, a la dirigente estudiantil Zoé García y al secretario César Barba prestarse para semejante pantomima. ¿Qué hace una rectora sentada en un balcón mientras sus estudiantes exigen respuestas desde la calle? ¿A quién representa una líder estudiantil que se deja retratar como ornamento de la simulación institucional? ¿Dónde está la autonomía universitaria si el rectorado y su representación estudiantil se convierten en comparsa del Ejecutivo?
Planter, en un tuit posterior, habló de “coincidencias”. García Romero no cuestionó el cambio de sede ni de hora. Barba, en silencio. Y mientras tanto, la FEU difundía en sus redes: “¡Nos faltan estudiantes!”. ¿Nos faltan? Sí. Pero también nos sobran funcionarios indiferentes y dirigentes estudiantiles obedientes.
Los manifestantes pedían justicia, no una sesión de fotos. Exigían presencia del Estado, no una escena grotesca de conciliación ficticia. Lemus, experto en manejar el escaparate político, hizo lo que mejor sabe: montarse en una crisis para aprovechar una oportunidad. Nada nuevo. Así gobernó Zapopan. Así deslumbró en Guadalajara. Así inaugura su sexenio en Jalisco: entre cortinas, cámaras y balcones.
El mensaje no fue para las familias. Fue para los likes, para los reels, para los medios. Lo que logró el equipo de comunicación del gobierno de Jalisco fue una producción de redes sociales disfrazada de política pública. Una respuesta oportunista a una crisis estructural.
Pero lo más ofensivo fue que todo ocurrió unos días antes de Semana Santa, cuando los estudiantes están de vacaciones, cuando las escuelas están cerradas, cuando los pasillos universitarios están vacíos.
Este es el fondo del problema: mientras el dolor se expresa con marchas, el poder responde con puestas en escena. Mientras los familiares pegan fichas de búsqueda, el equipo de comunicación del gobernador pega frases hechas. Mientras se juega con el sufrimiento ajeno, se manipula a los medios con imágenes producidas desde Casa Jalisco.
Y no se engañen. Esto no es un error de cálculo, ni una falla de protocolo. Es estrategia. Es una narrativa de control que busca normalizar el horror con mesas, actas, sillas al sol y comunicados institucionales.
Pero hay cosas que no se maquillan. La ausencia de 20 estudiantes no se borra con videos. La responsabilidad del Estado no se elude con balconazos. La dignidad de una universidad pública no se entrega por un lugar en la escenografía oficial, olvidando que el líder moral del Grupo Universidad prefirió morir antes que claudicar… precisamente aprovechando las vísperas de una Semana Santa.
La gran pregunta que queda es: ¿hasta dónde están dispuestos los actores universitarios a prestarse al juego del Ejecutivo? Porque hoy, frente a todo Jalisco, su papel no fue el de contrapeso, sino el de patiños. Y si ese será el tono de los próximos seis años, entonces el guion está claro: los balcones seguirán llenos de sonrisas vacías, mientras las calles se llenan de nombres, rostros y ausencias.
Y ahí sí, ni con todos los reflectores del mundo podrán ocultar el vacío.
En X @DEPACHECOS
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