MUNDO
Dólar se debilita: La caída del orden económico mundial
Actualidad, por Alberto Gómez R. //
La acelerada caída del poder económico de Estados Unidos y la inminente pérdida de la hegemonía del dólar están desencadenando una transformación profunda en el orden mundial. En el artículo «The world’s economic order is breaking down» del diario The Economist, se detalla cómo los cimientos que han sostenido el liderazgo económico global de Estados Unidos desde la Segunda Guerra Mundial están comenzando a desmoronarse.
Este colapso no solo impacta a Estados Unidos, sino que también está redibujando el mapa geopolítico y económico a nivel global, anunciando el fin de una era caracterizada por la preeminencia estadounidense y el dominio del dólar como moneda de reserva mundial.
EL DECLIVE ECONÓMICO DE ESTADOS UNIDOS
Durante gran parte del siglo XX y las primeras décadas del siglo XXI, Estados Unidos fue el motor económico del mundo. Sin embargo, diversos factores han comenzado a debilitar la estructura sobre la cual se edificaba ese poder. Según The Economist, una de las principales razones detrás de esta caída es la pérdida de competitividad en la industria manufacturera.
A medida que las empresas estadounidenses optaron por deslocalizar sus procesos productivos a regiones con menores costos, como China y otros países de Asia, la base industrial de Estados Unidos se erosionó, dejando a la economía más dependiente de sectores volátiles como el de los servicios financieros y tecnológicos.
El artículo también señala que la deuda pública estadounidense ha alcanzado niveles insostenibles, exacerbada por políticas fiscales expansivas y rescates financieros masivos tras la crisis de 2008 y la pandemia de COVID-19. Esta acumulación de deuda ha puesto en tela de juicio la capacidad de Estados Unidos para mantener su estabilidad económica a largo plazo, erosionando la confianza tanto de los inversores internacionales como de los actores domésticos.
Un tercer factor que The Economist menciona es la creciente fragmentación del comercio internacional, donde la competencia geopolítica, especialmente con China, ha desatado una serie de medidas proteccionistas que han debilitado el multilateralismo comercial. Estados Unidos, que antes era visto como el guardián del libre comercio, ahora adopta políticas que muchos ven como un intento de frenar el ascenso de otras potencias, pero que también han provocado represalias y una disminución del comercio global.
EL DECLIVE DEL DÓLAR
El dólar estadounidense ha sido la columna vertebral del sistema financiero internacional desde los Acuerdos de Bretton Woods en 1944. Su papel como moneda de reserva mundial le ha conferido a Estados Unidos una ventaja significativa en términos de poder financiero y político. Sin embargo, este dominio está siendo desafiado. Según The Economist, uno de los signos más evidentes de este cambio es la creciente diversificación de las reservas internacionales por parte de países emergentes, que buscan reducir su dependencia del dólar y mitigar los riesgos asociados con las fluctuaciones de la política monetaria estadounidense.
Una de las principales razones detrás de esta pérdida de confianza en el dólar es la percepción de que Estados Unidos ha utilizado su moneda como una herramienta de poder geopolítico. Las sanciones impuestas a países como Irán, Rusia y Venezuela han incentivado a estos y otros actores a buscar alternativas al sistema financiero dominado por el dólar.
En lugar de someterse a las restricciones impuestas por Estados Unidos, estas naciones han comenzado a utilizar otras divisas, como el euro o el yuan, para realizar transacciones internacionales y almacenar sus reservas.
El avance de las criptomonedas y las monedas digitales emitidas por bancos centrales también está desafiando el dominio del dólar. Aunque todavía en etapas tempranas, estas formas de dinero podrían proporcionar a los países una alternativa al sistema financiero global actual, que está profundamente interconectado con el dólar. Según The Economist, esto podría acelerar el declive de la moneda estadounidense como referencia en las transacciones internacionales.
COLAPSO DEL ORDEN MUNDIAL
El debilitamiento de Estados Unidos y el declive del dólar están marcando el fin del orden mundial que ha prevalecido desde el final de la Segunda Guerra Mundial. Este sistema, que se basaba en instituciones internacionales como el Fondo Monetario Internacional (FMI) y la Organización Mundial del Comercio (OMC), y en el liderazgo indiscutido de Estados Unidos, está siendo desafiado por nuevas potencias emergentes, principalmente China y Rusia. The Economist señala que estos países están construyendo sus propias redes de influencia, a menudo al margen de las instituciones establecidas, lo que está fracturando el consenso global que sustentaba el orden económico internacional.
El auge de China como una potencia económica y geopolítica ha sido un factor crucial en esta transformación. Con su Iniciativa de la Franja y la Ruta, China ha establecido nuevas rutas comerciales y financieras que compiten directamente con las estructuras tradicionales dominadas por Occidente. Este proyecto no solo fortalece la posición de China en Asia, África y Europa, sino que también debilita el control estadounidense sobre las rutas comerciales y las instituciones financieras globales.
Rusia, por su parte, ha jugado un papel importante en el debilitamiento del orden liderado por Estados Unidos, especialmente a través de su capacidad para interrumpir los mercados de energía. Las sanciones económicas impuestas a Rusia tras la invasión de Ucrania han incentivado a Moscú a desarrollar nuevas alianzas económicas y a redirigir sus exportaciones hacia mercados no tradicionales, lo que ha fragmentado aún más el sistema financiero global.
PAPEL DE LOS BLOQUES ECONÓMICOS EMERGENTES
Con la caída del poder económico de Estados Unidos y el colapso del dólar, el mundo está viendo el surgimiento de bloques económicos emergentes que buscan reemplazar o competir con las estructuras dominadas por Occidente. El BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica) es un ejemplo claro de este fenómeno. Según The Economist, este grupo de naciones está impulsando una nueva agenda económica que se aleja del modelo estadounidense, centrada en la cooperación Sur-Sur y en la creación de mecanismos alternativos para el comercio y las finanzas internacionales.
La riqueza total invertible que posee actualmente el bloque de países conocido como BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica) asciende a 45 billones de dólares y se espera que su población millonaria aumente en un 85% en los próximos 10 años, según el informe “BRICS Wealth Report”, publicado por Henley & Partners en colaboración con la firma New World Wealth.
Según recoge el informe, actualmente hay 1,6 millones de personas con activos invertibles superiores al millón de dólares en la agrupación de las principales economías emergentes del mundo, incluidos 4.716 centimillonarios o «centis» (con más de 100 millones de dólares en activos invertibles) y 549 multimillonarios. “El bloque de los BRICS representa ahora más del 45% de la población mundial y suponen casi el 36% del PIB mundial, si se ajusta a la paridad del poder adquisitivo (PPA)”, indica el documento en sus conclusiones.
En opinión de Juerg Steffen, CEO de Henley & Partners, los BRICS son ahora un actor muy influyente en la economía mundial, lo que presenta nuevas y atractivas oportunidades para inversores, empresarios y personas con talento y de elevado patrimonio neto. “La inclusión de los países de Oriente Medio y Norte de África no es sólo un reajuste político, sino un reconocimiento de su creciente importancia económica. La región, históricamente fundamental por sus recursos energéticos, afirma ahora un papel económico más diversificado.
Para los inversores de todo el mundo, la creciente participación de MENA en los BRICS abre un abanico de posibilidades más allá de la región, ofreciendo acceso a mercados de consumo de rápido crecimiento, un posicionamiento geográfico estratégico y entornos culturales y empresariales únicos”, explica Steffen refiriéndose a que la cohorte original de los BRICS, formada por Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica, se ha visto reforzada por la incorporación este mes de Egipto, Etiopía, Irán, Arabia Saudí y los Emiratos Árabes Unidos.
El nuevo informe revela que, en la última década, la riqueza privada creció un notable 92% en China, que ahora alberga a 862.400 millonarios, incluidos 2.352 centimillonarios y 305 multimillonarios. Por su parte, India ocupa el segundo lugar en la clasificación de grandes fortunas de los BRICS, con 326.400 millonarios, de los cuales más de 1.000 son centimillonarios y 120 multimillonarios, y un crecimiento de la riqueza del 85% en los últimos 10 años.
Según el informe, la población millonaria de los EAU (Emiratos Árabes Unidos) también se ha disparado desde 2013, un 77%, y el principal centro de riqueza de Oriente Medio alberga ahora a 116.500 millonarios, incluidos más de 300 centis. “En la última década también se ha producido un fuerte crecimiento de la riqueza privada en Arabia Saudí y Etiopía, con un aumento de la población millonaria del 35% y el 30%, respectivamente”, indica. (fundssociety.com)
Uno de los proyectos más ambiciosos del BRICS es la creación de una moneda común que podría desafiar al dólar en el comercio internacional. Esta moneda tiene el potencial de reducir la dependencia de estos países del sistema financiero controlado por Estados Unidos, lo que a su vez podría acelerar la desdolarización de la economía global.
Al mismo tiempo, otros actores, como la Unión Europea, están buscando fortalecer sus propias monedas y reducir su exposición al dólar. El euro ha ganado terreno como una alternativa viable en las transacciones internacionales, y varios países europeos están explorando la posibilidad de aumentar el uso de monedas digitales para competir con el dólar y fortalecer sus economías frente a la volatilidad global.
CONSECUENCIAS A LARGO PLAZO
El colapso del poder económico de Estados Unidos y el dólar tendrá profundas implicaciones para la economía mundial. Según The Economist, una de las principales consecuencias será el aumento de la volatilidad en los mercados internacionales. A medida que más países busquen alejarse del dólar y diversificar sus reservas, los mercados de divisas podrían volverse más inestables, lo que podría dificultar la planificación económica a largo plazo y aumentar los costos de los préstamos internacionales.
En el ámbito geopolítico, la fragmentación del sistema financiero global también podría conducir a una mayor competencia entre los bloques económicos emergentes, lo que podría exacerbar las tensiones internacionales. Sin un consenso global claro, es probable que las disputas comerciales y financieras se intensifiquen, lo que podría dar lugar a conflictos prolongados y a una mayor incertidumbre económica.
Finalmente, el declive de Estados Unidos como potencia económica dominante también podría tener repercusiones en la política interna del país. La creciente desigualdad de ingresos, el estancamiento de los salarios y el aumento de la deuda pública están generando un clima de descontento social que podría desestabilizar aún más la economía estadounidense. Si bien Estados Unidos sigue siendo una de las economías más grandes del mundo, su capacidad para liderar en el escenario global está cada vez más en duda.
El colapso del poder económico de Estados Unidos y el dólar está reconfigurando el orden mundial. El surgimiento de nuevas potencias, la fragmentación del comercio internacional y el desarrollo de alternativas financieras están marcando el inicio de una nueva era en la que el dominio estadounidense ya no es incuestionable. Las próximas décadas estarán definidas por la capacidad de las naciones para adaptarse a este nuevo equilibrio global.
MUNDO
El nacionalismo de Donald Trump: ¿Una solución o un riesgo?
Opinión, por Samantha Contreras Guerrero //
La victoria de Donald Trump, basada en un mensaje de fuerte nacionalismo, marca un cambio que impactará tanto a Estados Unidos como al resto del mundo. Sus promesas de traer empleos de vuelta y proteger la economía estadounidense responden al descontento de muchos de sus votantes.
Su idea de “América Primero” busca hacer que Estados Unidos sea más independiente y fuerte, pero en un mundo tan conectado, esta visión enfrenta muchos retos y posibles problemas.
Para los estadounidenses, en un mercado donde casi todo se produce a través de cadenas internacionales, enfocarse en lo nacional podría hacer que los precios aumenten y haya menos opciones para los consumidores. Este tipo de enfoque proteccionista no solo implica costos altos para las empresas, sino que podría dar una falsa idea de seguridad económica, ya que el crecimiento estaría limitado solo al mercado interno, dejando de lado oportunidades con otros países.
En el ámbito internacional, el enfoque nacionalista de Estados Unidos genera preocupación entre sus aliados. Países como México, que dependen en gran medida del comercio y la inversión estadounidense, ven en riesgo la posibilidad de mantener relaciones estables e igualitarias.
El decremento en sectores como el nearshoring —donde América Latina ha visto una oportunidad de crecimiento— podrían ser afectados con este tipo de políticas. Además, al alejarse de acuerdos internacionales, Estados Unidos podría debilitar el sistema de cooperación global, necesario para enfrentar problemas complejos como el conflicto en Oriente Medio o la crisis climática.
La gran pregunta es si este regreso al proteccionismo es una solución real a los problemas económicos actuales. La inflación y la desigualdad están en aumento en todo el mundo, y Estados Unidos no es la excepción. En lugar de cerrarse, podría beneficiarse de una política que tome en cuenta las necesidades de todos sus sectores, buscando reducir las diferencias internas como la acumulación de riquezas, sin renunciar a los beneficios del comercio global.
El nacionalismo de Trump es una reacción a los problemas de un sistema económico que ha dejado atrás a muchas personas en Estados Unidos. Sin embargo, en un mundo hiperconectado, el aislamiento no puede evitar generar preocupación. Aunque la intención de proteger a los ciudadanos es válida, esta ideología corre el riesgo de afectar a largo plazo a aquellos mismos sectores que busca ayudar, reduciendo la capacidad de Estados Unidos para influir y crecer en la economía global.
E-mail: samcg2002@gmail.com
MUNDO
Querámoslo o no, Donald Trump ha vuelto
Desde los campos del poder, por Benjamín Mora Gómez //
Lo recuerdo, era mi cumpleaños 20 y también domingo, y corría el año de 1973, y mi padre me regalaba “El Gran Gatsby”, la muy apasionante novela de F. Scott Fitzgerald, dos de sus ejes contenidos me cautivaron: La alienación y el impulso de Jay Gatsby por sentirse aceptado por una alta sociedad segregante, aun y a pesar de ser inmensamente rico, realidad que quizá se expresa más claramente en una frase de la obra: “La vida es una lucha de apariencias, una lucha de lograr y de tener más de lo que uno merece”.
Donald Trump es un claro ejemplo, muy actual y presente en el mundo, de la fuerza del impulso de tenerlo todo: Poder económico y poder político. Donal Trump está entre los hombres más ricos de Estados Unidos, y fue el 45º y será el 47º presidente de aquella nación.
Donald, quien perdió en 2020 ante Joe Biden al buscar reelegirse como presidente de Estados Unidos, cuatro años después descarriló a Biden en su también anhelada reelección, obligándolo a abandonar la carrera presidencial, y derrotó ampliamente a Kamala Harris, la relevo en el Partido Demócrata.
Donald Trump ha vuelto al poder más fuerte de lo jamás imaginado para cumplir con sus planes de preeminencia y grandeza norteamericana e imponer su visión conservadora de Estados Unidos ante sí mismo y ante el mundo. Trump es un hombre transparente; jamás deja nada a la imaginación y dudas de sus seguidores y detractores. Así, por ejemplo, para él, la Teoría de Género tiene los días contados en EEUU y sus promotores sabrán que tienen ante sí a su peor pesadilla.
El presidente Donald Trump, a partir del 20 de enero próximo, actuará con todo el poder para poner orden en su frontera con México en dos temas fundamentales, las acciones de los cárteles de la droga, declarándolos terroristas, y el tráfico humano, ambos vistos como gravísimas omisiones del expresidente Andrés Manuel López Obrador. Marco Rubio, próximo secretario de Estado norteamericano, lo ha acusado públicamente, y nos lo recordará todos los días. Rubio es de palabra dura y mano aún más dura. Para Trump y Rubio los narcotraficantes son terroristas y los perseguirá con toda la fuerza del Estado norteamericano.
La esperanza nunca debería sustentarse en la venganza. No entiendo a quiénes cifran la satisfacción de su venganza hacia López Obrador en Marco Rubio. Sea cual fuere el resultado de la dureza del nuevo secretario de Estado norteamericano, es mi deseo que México vuelva, de mutuo propio, al orden y la paz, y que el gobierno y el congreso mexicanos no nos convoquen a rasgarnos las vestiduras ante las exigencias norteamericanas. Son justas.
En México, muchos de quienes estaban a favor de Kamala Harris, hoy se muestran muy a favor de Donald Trump. Su nacionalismo se mantiene muy firme; sin embargo, aceptan que ya es tiempo de poner en orden las cosas en México pues el estado mexicano, sin duda, está doblegado y resquebrajado ante los cárteles de la droga. Claudia Sheinbaum no ha demostrado estar dispuesta a cumplir a cabalidad con su mandato presidencial en materia de seguridad a pesar de los buenos oficios de Omar García Harfuch pues, peor, no desea tomar el mando que aun detenta López Obrador.
Sheinbaum deberá entender que solo tiene de dos sopas, o se arma de valor ante los cárteles y los traficantes de gente y los combate con toda la fuerza del Estado mexicano, o los gringos cumplirán con esa su obligación constitucional, interviniendo aun en nuestro territorio. Que de nada le valdrán las bravatas de Marcelo Ebrard en materia económica ante los gobiernos norteamericano y canadiense.
Que esto nos es pleito entre escolapios en donde uno echará al otro a su padre que es bombero y lo mojará con su manguera, y el otro a su padre que es policía y lo llevará a la cárcel. Que en cosas de gobierno se actúa conforme a la ley y se cumple con los tratados internacionales. Que Naciones Unidas tiene un centro en contra del terrorismo que a México obliga.
Un adelanto de la presión internacional que el gobierno de México enfrentará en los años próximos ya lo recibimos en esta semana. La calificadora Moody’s cambió de estable a negativa la perspectiva económica de México por el debilitamiento de nuestro Estado de derecho por la reforma judicial y el deteriorado entorno institucional gubernamental, el esperado aumento en el costo de la deuda internacional de México y la mayor rigidez del gasto público, que podrían socavar nuestros resultados fiscales y económicos.
Tanto Moody’s, como los principales analistas de los futuros económicos en el mundo, coinciden en calificar como de muy alto riesgo la reciente reforma aprobada por Morena, PT y Verde al Poder Judicial. Sheinbaum, obedeciendo a López Obrador, ha decidido alterar los controles y equilibrios del poder político y económico en México, y eso se le, se nos, cobrará muy caro.
Quiero invitarte a pensar en que Trump no está para salvarnos, ni Rubio para vengarnos. Ellos tienen sus tareas más allá del Rio Bravo. De este lado, todo depende de nosotros. Vamos, ni Sheinbaum hará nada para salvarnos; a ella solo le interesa obedecer a López.
MUNDO
En riesgo la hegemonía estadounidense: El retorno de Donald Trump; retos económicos y sociales
Actualidad, por Alberto Gómez R. //
En los últimos cuatro años, la economía y la cohesión social de Estados Unidos han enfrentado un deterioro significativo, marcando uno de los periodos más complicados en su historia reciente.
La administración de Joe Biden, aunque intentó implementar políticas para estimular la recuperación tras la pandemia de COVID-19, dejó profundas brechas económicas y sociales que ahora desafían al presidente electo Donald Trump. Con un escenario global en transformación y un entorno interno polarizado, Estados Unidos se encuentra en un momento crítico de redefinición de su papel como potencia mundial.
LA ECONOMÍA BAJO LA ADMINISTRACIÓN DE BIDEN
La inflación se convirtió en uno de los mayores retos durante la administración Biden. La epidemia de Covid-19 dejó tras de sí trastornos económicos; en junio de 2022, la inflación alcanzó un pico histórico del 9.1%, las tasas más altas que los estadounidenses han experimentado en 40 años, según la Oficina de Estadísticas Laborales (BLS) lo que, por supuesto, en la práctica suponía un recorte salarial. La explosión del gasto militar para apoyar las guerras en Ucrania y Gaza también ha alimentado la inflación.
Como resultado, el nivel de vida de las y los trabajadores estadounidenses ha disminuido bajo la administración Biden, mientras que el auge del mercado de valores ha ayudado a las y los estadounidenses más ricos a hacerlo bastante bien. Este fenómeno, impulsado por interrupciones en las cadenas de suministro globales, estímulos fiscales masivos y el aumento de los precios de la energía, erosionó el poder adquisitivo de las familias estadounidenses. Aunque las medidas de la Reserva Federal lograron reducir la inflación a un 3.7% al cierre de 2024, esta cifra seguía por encima del objetivo del 2%, lo que refleja un entorno económico aún frágil.
El aumento del costo de vida se manifestó en productos esenciales. Según la Administración de Información Energética (EIA), el precio promedio de la gasolina aumentó un 40% entre 2020 y 2024. Asimismo, los alimentos básicos experimentaron un incremento promedio del 25%, afectando especialmente a las familias de ingresos medios y bajos. Esta situación exacerbó la desigualdad, ya que los salarios reales apenas crecieron un 3% durante el mismo periodo, según el Economic Policy Institute.
DÉFICIT FISCAL Y DEUDA PÚBLICA
El déficit fiscal alcanzó los $1.7 billones en 2024, mientras que la deuda pública superó los $36 billones, según la Oficina de Presupuesto del Congreso (CBO), un incremento alarmante respecto a los $27 billones reportados al inicio de la administración Biden. Este nivel de endeudamiento, alimentado por programas de estímulo económico y políticas de infraestructura, limita la capacidad del gobierno para responder a futuras crisis económicas. Además, el creciente costo del servicio de la deuda, derivado del aumento de las tasas de interés, se ha convertido en una carga significativa para el presupuesto federal.
La brecha económica continuó ampliándose durante la administración Biden. El 1% más rico de la población concentró el 38% de la riqueza total en 2023, mientras que los sectores más vulnerables enfrentaron mayores dificultades para acceder a empleos estables, y apenas aumentaron un 4% en términos reales, según un informe de la Oficina del Censo. Según el Departamento de Trabajo, el empleo precario representó el 30% de los nuevos puestos creados entre 2020 y 2024, con un aumento notable en los contratos temporales y trabajos a tiempo parcial. Esto ha exacerbado la pobreza en comunidades vulnerables, con un índice de pobreza que aumentó del 11.4% en 2020 al 14.7% en 2024.
En 2016, Hillary Clinton demostró su desprecio por los partidarios de Trump, entonces abrumadoramente blancos, etiquetándolos como “los deplorables”, en lugar de tratar de reconocer la fuente de su ira: la gran desigualdad en el statu quo económico. Ocho años después, con un apoyo a Trump mayor en prácticamente todos los grupos demográficos, es imposible ignorar la desesperación económica que alejó del Partido Demócrata a las y los electores, cuando Biden seguía presumiendo de que la economía estadounidense durante su mandato es “la más fuerte del mundo”.
FACTORES SOCIALES: POLARIZACIÓN Y RADICALIZACIÓN
La polarización política se ha intensificado, dando lugar a movimientos separatistas que, aunque minoritarios, representan una amenaza para la unidad del país. Uno de los fenómenos más alarmantes es el resurgimiento de movimientos secesionistas en estados como Texas y California.
Líderes locales y organizaciones políticas han planteado referendos para separarse de la unión federal, alegando incompatibilidades políticas y económicas. Aunque estos movimientos no tienen un apoyo mayoritario, su existencia refleja una fragmentación preocupante en la unidad nacional. Grupos como «Texit», que abogan por la independencia de Texas, han ganado tracción en sectores conservadores descontentos con las políticas federales. Estas iniciativas reflejan el creciente desencanto con el sistema político.
La radicalización ideológica también se ha intensificado. Los crímenes de odio aumentaron un 18% entre 2020 y 2024, según el FBI, afectando principalmente a comunidades afroamericanas, asiáticas, judías y musulmanas. Este aumento está vinculado al resurgimiento de grupos extremistas y al uso de las redes sociales como plataformas para propagar discursos de odio.
RETOS ECONÓMICOS Y SOCIALES
Con la reelección de Donald Trump, Estados Unidos se adentra en un periodo de grandes desafíos. Su promesa de «recuperar la grandeza estadounidense» enfrenta múltiples obstáculos, tanto internos como externos.
Trump ha anunciado un ambicioso plan para reindustrializar Estados Unidos y reducir la dependencia de las cadenas de suministro globales. Sin embargo, implementar esta estrategia requerirá superar barreras como la resistencia de aliados comerciales y la necesidad de inversiones masivas en infraestructura. También deberá manejar las tensiones con China, el principal socio comercial de Estados Unidos, en un momento en que las relaciones bilaterales están en su punto más bajo en décadas.
El presidente electo ha prometido recortes de impuestos para estimular el crecimiento económico, pero esta medida podría agravar el déficit fiscal si no se acompaña de reducciones en el gasto público. Además, la capacidad de implementar estas políticas dependerá de su habilidad para negociar con un Congreso dividido, donde los demócratas probablemente resistirán cualquier iniciativa que reduzca programas sociales.
El enfoque de Trump en políticas ultraderechistas, incluida la restricción de la inmigración y la eliminación de regulaciones ambientales, podría generar más divisiones. Aunque estas medidas cuentan con el apoyo de su base electoral, enfrentan la oposición de sectores progresistas y moderados, lo que podría derivar en mayores tensiones sociales.
EL FIN DE LA HEGEMONÍA ESTADOUNIDENSE
El bloque BRICS+ ha emergido como un desafío significativo para la hegemonía estadounidense. Con la inclusión de nuevos miembros como Arabia Saudita, este grupo busca crear un sistema financiero alternativo que reduzca la dependencia del dólar. Según el Banco Mundial, el comercio intrabloque creció un 15% anual durante los últimos cuatro años, fortaleciendo su influencia económica y política.
El dólar, pilar del sistema financiero internacional, está perdiendo su posición dominante. Según el Fondo Monetario Internacional (FMI), la proporción de reservas globales en dólares cayó del 61% en 2020 al 55% en 2024. Este descenso refleja una creciente diversificación hacia monedas como el yuan chino y el euro, impulsada por iniciativas del BRICS+ y otros bloques emergentes.
En el ámbito militar y geopolítico, Estados Unidos enfrenta el ascenso de China como potencia dominante en el Pacífico y la reactivación de Rusia en Europa del Este. Además, la influencia de potencias regionales como Irán y Arabia Saudita en el Medio Oriente limita la capacidad de Estados Unidos para mantener su dominio en esta región estratégica.
El futuro socioeconómico de Estados Unidos dependerá en gran medida de la capacidad de la administración Trump para manejar una economía debilitada, una deuda insostenible y una sociedad fracturada. La reconciliación política y la creación de un camino inclusivo para el desarrollo serán cruciales para evitar una crisis prolongada.
Aunque Trump tiene un historial de promover el crecimiento económico, los riesgos asociados con su estilo confrontacional y sus políticas divisivas no pueden ser ignorados. El equilibrio entre reformar el status quo y evitar una mayor radicalización será la prueba definitiva para su liderazgo.
Estados Unidos enfrenta uno de los periodos más complejos de su historia contemporánea. La administración Biden dejó un legado de desafíos económicos y sociales que el presidente electo Donald Trump deberá abordar en un contexto de polarización interna y competencia internacional.
El éxito o fracaso de las políticas de Trump determinará no solo el rumbo de Estados Unidos, sino también el equilibrio de poder en el mundo. Sin embargo, para superar estos retos, será necesario un liderazgo que trascienda la retórica divisiva y busque soluciones inclusivas y sostenibles. En un mundo cada vez más multipolar, el destino de Estados Unidos dependerá de su capacidad para adaptarse a las nuevas realidades globales sin perder de vista los principios democráticos y la cohesión interna que alguna vez lo definieron como nación.
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Javier Hernandez
24 de septiembre de 2024 at 18:56
Muy interesante este tema lo que sí EEUU no considero que se vaya a quedar quieto ante todo esto, yo considero que ya está moviendo muchas de sus piezas en oriente medio y fabricará guerras para desestabilizar esta parte del mundo.