OPINIÓN
El incierto futuro de la alianza: Crónica de una traición anunciada
A título personal, por Armando Morquecho Camacho //
Alejandro Moreno, mejor conocido por sus amigos como «Alito», definitivamente pasará a la historia del PRI y de la política nacional, pero no como el héroe patrio al que le sobra carácter y algo más, sino como el personaje que dio una apuñalada en la espalda a la oposición y a la sociedad civil en aras de salvaguardar su bienestar y conservar su estatus social, ecónomico y político.
Desde que empezó este año todos atestiguamos como Alejandro Moreno Cárdenas comenzó a elevar su tono en contra del Gobierno Federal y su proyecto de nación, sin embargo, pese a sus declraciones, posicionamientos y su voto en contra de la reforma energética (que ya había sido sepultada por Estados Unidos con anticipación) había algo en la ruta del diputado federal que simplemente no terminaba de convencer ni a la opinión pública ni a algunos pesos pesados del PRI, como el caso de Osorio Chong.
Por esta razón, los audios filtrados por la gobernadora de Campeche, Layda Sansores, con los que se expuso la vida de lujos del diputado federal, así como las investigaciones emprendidas tanto por la Fiscalía del Estado de Campeche, como por la Fiscalía General de la República en contra de Ismael Ramos, secretario de finanzas en la administración de Ruben Moreira (mano derecha de Alito) por peculado y uso ilÍcito de atribuciones, no solo confirmaron el excepticismo de algunos críticos de la dirigencia nacional del PRI, sino que también, colocaron sobre la cabeza de estos dos personajes la espada de Damocles.
Es así, que las cabezas de la bancada de diputados del PRI y de la dirigencia nacional del mismo partido, comenzaron a calentar para poner en marcha el espectáculo de maromas más grande en la historia de la oposición en México, y a través de la diputada Yolanda de la Torre, se presentó una propuesta respaldada por toda la bancada de diputados, la cual lejos de poner fin a la militarización del país, la prolongaba hasta el 2028, traicionando así no solo a la alianza Va por México y su increíble moratoria constitucional, sino a todos aquellos grupos de la sociedad civil que han luchado, desde el gobierno de Felipe Calderón, contra la militarización del país.
No obstante, pese a lo polémico de esta iniciativa del PRI, la realidad es que esto no debería de sorprendernos tanto, ya que la historia de la oposición, el ascenso de Alejandro Moreno, así como la historia de la alianza Va por México, no son nada más que la crónica de una traición anunciada debido a los múltiples señalamientos que pesan sobre ellos, los cuales son demasiado grande como para ser ignorados.
Los días de la alianza opositora están contados y el futuro del PRI está más comprometido que cuando éste era dirigido por la “cúpula” a la que tanto criticó Alejandro Moreno, y esto no es nada más que la consecuencia de ceder espacios de representación tan importantes a personajes con un pasado cuestionable que de paso pone en duda su calidad moral en la escena política.
Ahora bien, probablemente en estos momentos muchos pensarán que Alejandro Moreno y Rubén Moreira no son el PRI, y tienen mucha razón, las instituciones son una cosa, y quienes las corrompen son otra totalmente distinta y son quienes únicamente deberían cargar con el peso de la historia, pero lo que también es cierto, es que en México separar a la persona y a la institución es un trabajo casi imposible y el futuro de cualquier partido está intimamente ligado a la calidad moral, al liderazgo y a las circunstancias personales de quienes lo dirigen.
En virtud de lo anterior, es necesario precisar que hoy por hoy, este dúo dinámico goza de un control total de la voluntad, tanto de diputados, como de casi toda la estructura del partido, circunstancia que que les permite manejar libremente el rumbo de la institución, de tal forma que ésta se convierta en su chaleco antibalas o bien, en su sistema antimisiles.
Debido a esto, es imposible desasociar su actuar del futuro del partido, el cual sin lugar a duda ha sido sentenciado por estos dos personajes que han puesto en práctica la máxima de José Ortega y Gasset: ‘’ yo soy yo y mis circunstancias, y si no la salvo a ella, no me salvo yo’’.
Por lo tanto, en lo que respecta a lo que queda de la oposición, el anticipado debacle del PRI les da la posibilidad de repensar las próximas alianzas de tal forma que, en esta ocasión, previo al 2023 y al 2024, puedan construir un grupo opositor que plantee un verdadero proyecto de país con la capacidad de contrarrestar el proyecto de Morena y de quien quiera que sea su candidato o candidata en el 2024.
Mientras que para el PRI el panorama es más gris, ya que tras esta traición a la oposición por parte de la versión 2.0 del nuevo nuevo PRI, deja al resto de la militancia en una disyuntiva, ya que de continuar con este tipo de personajes al frente del partido, el protagonismo se ve cada vez más lejano, pero el ser un partido satélite se ve cada vez más cerca.
La oposición no tiene el camino fácil, y hasta el momento no hay alguna fórmula que les garantice un rotundo éxito en los próximos dos años, pero al margen de las victorias, o bien, de las derrotas, en esta ocasión tienen una invaluable oportunidad de construir un proyecto a largo plazo con bases sólidas capaz de ayudarlos a enfrentar el incierto futuro.
