MUNDO
El papado y muerte de Benedicto XVI: ¡Signiore te amo! (señor te amo)
Política Global, por Jorge López Portillo Basave //
Aproximadamente a las tres de la mañana del último día del año 2022 se escuchó la voz suave pero clara del Papa Emérito Benedicto XVI diciendo “Señor, te amo”. Esas fueron las últimas palabras del hombre Joseph Ratzinger, hijo de María Peintner y José Ratzinger quien nació en un sábado de Gloria, el 16 de abril de 1927, siendo bautizado el mismo día.
Después de esa declaración ya no se le pudo escuchar más. Recordemos que quien tiene fe, nunca está solo. Poco antes de las doce del día, del pasado 31 de diciembre del 2022, a sus 95 años y 9 meses de edad expiró Benedicto XVI, Papa Emérito de la Iglesia Católica Romana.
Por lo general en este espacio escribimos de asuntos internacionales que tendrán impacto material, especialmente económico en los bolsillos de los mexicanos. A pesar de la visita que el día de ayer realizó el presidente de los EUA a la zona fronteriza con nuestro país motivada tal vez a raíz de las detenciones del hermano del Mencho y del hijo del Chapo, de lo que hablaremos la próxima semana, decidí escribir de un tema mucho más íntimo y para mi importante. La semana próxima nos haremos la pregunta si las detenciones de estos dos personajes son parte de la lista de regalos de México a EUA por la próxima visita de Biden a nuestro país o si son un manotazo del actual gobierno en contra de los dos principales carteles causantes de una importante ola de violencia en los últimos meses.
Después de estas dos semanas de vacaciones, creí importante retornar escribiendo sobre esta noticia que impactó y conmovió a la comunidad católica de todo el mundo. A los 85 años de edad y después de haber dirigido a la Iglesia Católica por poco menos de 8 años -2005 al 2013-, el sumo pontífice Benedicto XVI decidió hacer algo insólito y no visto en los últimos 600 años. Benedicto XVI renunció al papado un día 28 de febrero del 2013.
En seis siglos no se había dado un momento en el que el sucesor de San Pedro dejase el cargo. Menos aún, no se había visto que un hombre tan poderoso e influyente dejase por voluntad el liderazgo de por vida de más de mil trescientos millones de personas en el mundo. El Papa es una persona muy poderosa y que sólo le responde a Dios, pero aun así Benedicto decidió que su tiempo para servir en esa importante posición había culminado.
En dos mil años de historia de la Iglesia católica esto no ha sucedido. Las otras ocasiones en las que un Papa dejó el puesto -hay dudas en si fueron unas dos o cuatro-, fueron por presiones o por exilios, pero no hay registro de una renuncia tan meditada por lo que a pesar de no haber sido un Papa tan carismático como Juan Pablo Segundo debemos reconocer que Joseph Ratzinger se ganará su espacio entre los grandes filósofos y teólogos de La Iglesia.
Como usted sabe El Papa es electo por votación secreta de los integrantes del llamado colegio de cardenales. El cargo es de por vida y al asumirlo el personaje electo decide qué nombre usará de ahí en adelante. Como usted recuerda el nombre de Benedicto XVI era Joseph Ratzinger nacido en Alemania unos años antes de la Segunda Guerra Mundial. A los 16 años -edad en la que el gobierno mandataba el servicio militar a sus ciudadanos-, fue reclutado por la fuerza por el ejército nazi, unos meses después y sin haber participado en la guerra en el frente, decidió desertar. Fue detenido por el gobierno de Hitler y encarcelado hasta el final de la guerra, cuando fue liberado por las fuerzas aliadas.
Ratzinger era muy cercano al Papa Juan Pablo II, fue su Secretario de Estado y en tal condición fue quien ofició la misa en su funeral y también quien realizó la investigación que desenmascaró las redes de corrupción y encubrimiento por pederastia en contra de las que luchó desde su pontificado.
Ratzinger sabía que al dejar el papado se le criticaría, pero también sabía que su capacidad de servir como sumo pontífice había terminado. Sus primeras palabras como Papa desde el balcón de la Basílica de San Pedro fueron “…después del gran Juan Pablo II…”, es decir que estaba consciente de que era un Papa de transición que debía preparar a la Iglesia para una nueva era.
Si Juan Pablo II fue el gran Papa del diálogo ecuménico entre religiones, quien con Reagan, Thatcher y Gorbachov derrotó al comunismo y nos advirtió de los excesos del capitalismo, Ratzinger fue el Papa que dio seguimiento a la reforma interior en la Iglesia, luchando contra las redes de pederastas y de corrupción que desde años antes había identificado por instrucciones de su antecesor.
Hoy la Iglesia católica se queda sin un gran teólogo y filósofo, pero no se queda sin Papa porque por primera vez en la historia tenemos un Papa en funciones oficiando la misa funeraria de su predecesor.
En un sentido parece que el trabajo de Benedicto era finalizar con las tareas pendientes de su amigo Juan Pablo II y dar paso a un nuevo estilo de papado.
Nos podemos preguntar si la renuncia de Benedicto no contradice la doctrina de la Iglesia y las declaraciones del propio Juan Pablo II quien ante las presiones para dejar el papado ya que era mayor y enfermo dijo que “…Cristo no se bajó de la cruz…” a pesar de las presiones del mundo y la tentación de su vecino de crucifixión quien le decía que si de verdad era el Mesías se salvase asimismo y que los salvara a ellos.
Ahí en eso estriba la diferencia y la congruencia de los dos. A Cristo y a Juan Pablo -guardadas las grandes diferencias-, les ofrecían una vida tranquila si se bajaban de la Cruz. Es decir, si abdicaban por su propio interés. A Ratzinger ningún ser humano le presionó para dejar el cargo, estoy seguro que como Benedicto lo dijo, tomó la decisión después de profunda meditación y oración. Así siguiendo con su tradición de vida siguió su vocación de servicio y dejó los reflectores del papado para orar en una vida como la de un monje, de encierro, de meditación y de escritura como el primer Papa emérito por más tiempo que lo que fue su pontificado.
El Papa Francisco sucesor de Benedicto, ahora tiene más o menos la misma edad de Benedicto cuando este se retiró y su salud es delicada incluso ha dicho que ya firmó un documento mediante el cual ha renunciado en caso de quedar incapacitado para desempeñar sus labores. Así las cosas, Benedicto pone un peso extra en sus sucesores, que es el de reconocer cuando ya no puedan ser efectivos.
El funeral al que solo asistieron dos jefes de Estado -Alemania e Italia-, ya que el Papa Emérito había pedido que su funeral fuese sencillo. Él sabía que a su funeral de sumo pontífice, podrían acudir miles de personas y decenas de jefes de Estado, pero en una muestra de congruencia con su decisión de no ser Jefe del Estado Vaticano desde el 2013, pidió que su funeral fuese distinto. A pesar de esto la plaza de San Pedro estaba totalmente llena y lo mismo la avenida que llega desde ahí hasta el castillo del Ángel.
Para los que somos católicos las palabras de Juan Pablo Segundo y de Ratzinger son una guía que además debe ser recordada en las alturas del poder mundano. Los fieles no siguen al Papa, la Iglesia no sigue al sucesor de Pedro, seguimos a Cristo. Así a su modo y en sus capacidades limitadas como cualquier ser humano, el muy culto e inteligente Ratzinger siguió a Cristo hasta el final. Me conmueven y sirven de ejemplo las palabras que en sus últimas horas profirió Benedicto XVI “Señor, te amo”. Esta expresión que recuerda una inocencia y confianza como la de un niño a su padre. Ese es el ejemplo y la instrucción que nos dio nuestro Señor Jesucristo al decir que para entrar al Reino de los Cielos debíamos volver a nacer, ser como niños. Hablar al Padre y a nuestro Señor con la confianza que un niño habla a sus padres.
En la celebración eucarística del pasado jueves cinco de enero, la misa presidida por el Papa Francisco I, fue concelebrada por más de 3900 sacerdotes y 450 obispos, lo que la convierte en la más concelebrada en la historia de la Iglesia católica. Al final de la misma una ovación de aplausos se escuchó a la salida del féretro del Papa Benedicto, quien sin haber tenido el carisma de Juan Pablo II o del actual Papa, nos dejó un ejemplo de valor y de humildad en momentos claves.
Cada Papa inicia su pontificado desde el Balcón central de la Basílica y al ser enterrado entra por la puerta principal ubicada por debajo de ese mismo balcón. En el centro de dicha entrada estaba colgada una imagen de la resurrección de nuestro Señor Jesucristo por ser la imagen favorita del Papa Benedicto. El salmo responsorial fue el hermoso número 23, que nos recuerda “…El Señor es mi pastor, nada me falta…” Las lecturas de Isaías y de las cartas de San Pedro nos recuerdan que la herencia está garantizada en el Cielo para los que confiamos en El Señor, para los que confían plenamente y le siguen plenamente como un niño lo hace con sus padres. El Evangelio de San Lucas nos habla del buen ladrón, ese momento en el que Cristo sublime, da ejemplo de hacer el bien, de escuchar al arrepentido incluso en medio del martirio al que él mismo estaba siendo sometido. Por eso es que las últimas palabras de Benedicto -Señor, Te Amo-, siguen las palabras de Jesús en la Cruz, encomendando su espíritu al Padre con su último aliento. Benedicto lo sigue y le expresa su amor y confianza con sus últimas palabras antes de quedar en silencio.
Ratzinger era considerado como un Papa muy conservador pero continuó con el diálogo ecuménico entre las distintas religiones iniciado por Juan Pablo Segundo y fue el primer Papa en dar sermones y bendiciones en Árabe para la población de esas naciones, pero por congruencia se negó firmemente a aceptar algunas políticas públicas que se han venido promoviendo y legalizando en los países más desarrollados del mundo, incluso con el apoyo de líderes políticos de filiación católica quienes ven a Francisco como menos “anticuado”.
Como Papa Benedicto luchó en contra programas de salud que promovían el aborto hasta el noveno semestre, la supresión química de la pubertad a menores de edad -entre los cinco y los diez años de edad-, que alteran su desarrollo hormonal natural bajo el argumento de la diversidad sexual y en contra de la trivialización y promoción activa de la eutanasia para casos de depresión, de discapacidad y de angustias económicas, lo que se está usando para reducir los gastos del gobierno en algunos países, así como la normalización de la pederastia bajo el argumento de preferencia sexual. Todas estas conductas -para mi lamentables-, cobijadas bajo el emblema de la libertad.
El Papa Francisco ha preferido no inmiscuirse demasiado públicamente en esos temas, lo que le ha ganado mejores relaciones con líderes como Joe Biden -segundo presidente católico en la historia de EUA-, quien declaró el miércoles pasado, que su relación con el Papa Francisco era mejor que con Benedicto por las diferencias en cuanto a la postura de la Iglesia con respecto a temas de fe.
El cuerpo de Benedicto es enterrado a unos metros de la tumba de San Pedro, en la misma tumba en la que antes estuvo su amigo Juan Pablo II quien ahora está enterrado en el piso principal de la Basílica de San Pedro.
Para este 2023 mi mejor deseo es que nos permitamos decir te quiero más veces y a mucha gente y que de manera cotidiana, sin miedo o pena digamos a Dios ¡TE AMO! y ¡EN TI CONFÍO!
MUNDO
El nacionalismo de Donald Trump: ¿Una solución o un riesgo?
Opinión, por Samantha Contreras Guerrero //
La victoria de Donald Trump, basada en un mensaje de fuerte nacionalismo, marca un cambio que impactará tanto a Estados Unidos como al resto del mundo. Sus promesas de traer empleos de vuelta y proteger la economía estadounidense responden al descontento de muchos de sus votantes.
Su idea de “América Primero” busca hacer que Estados Unidos sea más independiente y fuerte, pero en un mundo tan conectado, esta visión enfrenta muchos retos y posibles problemas.
Para los estadounidenses, en un mercado donde casi todo se produce a través de cadenas internacionales, enfocarse en lo nacional podría hacer que los precios aumenten y haya menos opciones para los consumidores. Este tipo de enfoque proteccionista no solo implica costos altos para las empresas, sino que podría dar una falsa idea de seguridad económica, ya que el crecimiento estaría limitado solo al mercado interno, dejando de lado oportunidades con otros países.
En el ámbito internacional, el enfoque nacionalista de Estados Unidos genera preocupación entre sus aliados. Países como México, que dependen en gran medida del comercio y la inversión estadounidense, ven en riesgo la posibilidad de mantener relaciones estables e igualitarias.
El decremento en sectores como el nearshoring —donde América Latina ha visto una oportunidad de crecimiento— podrían ser afectados con este tipo de políticas. Además, al alejarse de acuerdos internacionales, Estados Unidos podría debilitar el sistema de cooperación global, necesario para enfrentar problemas complejos como el conflicto en Oriente Medio o la crisis climática.
La gran pregunta es si este regreso al proteccionismo es una solución real a los problemas económicos actuales. La inflación y la desigualdad están en aumento en todo el mundo, y Estados Unidos no es la excepción. En lugar de cerrarse, podría beneficiarse de una política que tome en cuenta las necesidades de todos sus sectores, buscando reducir las diferencias internas como la acumulación de riquezas, sin renunciar a los beneficios del comercio global.
El nacionalismo de Trump es una reacción a los problemas de un sistema económico que ha dejado atrás a muchas personas en Estados Unidos. Sin embargo, en un mundo hiperconectado, el aislamiento no puede evitar generar preocupación. Aunque la intención de proteger a los ciudadanos es válida, esta ideología corre el riesgo de afectar a largo plazo a aquellos mismos sectores que busca ayudar, reduciendo la capacidad de Estados Unidos para influir y crecer en la economía global.
E-mail: samcg2002@gmail.com
MUNDO
Querámoslo o no, Donald Trump ha vuelto
Desde los campos del poder, por Benjamín Mora Gómez //
Lo recuerdo, era mi cumpleaños 20 y también domingo, y corría el año de 1973, y mi padre me regalaba “El Gran Gatsby”, la muy apasionante novela de F. Scott Fitzgerald, dos de sus ejes contenidos me cautivaron: La alienación y el impulso de Jay Gatsby por sentirse aceptado por una alta sociedad segregante, aun y a pesar de ser inmensamente rico, realidad que quizá se expresa más claramente en una frase de la obra: “La vida es una lucha de apariencias, una lucha de lograr y de tener más de lo que uno merece”.
Donald Trump es un claro ejemplo, muy actual y presente en el mundo, de la fuerza del impulso de tenerlo todo: Poder económico y poder político. Donal Trump está entre los hombres más ricos de Estados Unidos, y fue el 45º y será el 47º presidente de aquella nación.
Donald, quien perdió en 2020 ante Joe Biden al buscar reelegirse como presidente de Estados Unidos, cuatro años después descarriló a Biden en su también anhelada reelección, obligándolo a abandonar la carrera presidencial, y derrotó ampliamente a Kamala Harris, la relevo en el Partido Demócrata.
Donald Trump ha vuelto al poder más fuerte de lo jamás imaginado para cumplir con sus planes de preeminencia y grandeza norteamericana e imponer su visión conservadora de Estados Unidos ante sí mismo y ante el mundo. Trump es un hombre transparente; jamás deja nada a la imaginación y dudas de sus seguidores y detractores. Así, por ejemplo, para él, la Teoría de Género tiene los días contados en EEUU y sus promotores sabrán que tienen ante sí a su peor pesadilla.
El presidente Donald Trump, a partir del 20 de enero próximo, actuará con todo el poder para poner orden en su frontera con México en dos temas fundamentales, las acciones de los cárteles de la droga, declarándolos terroristas, y el tráfico humano, ambos vistos como gravísimas omisiones del expresidente Andrés Manuel López Obrador. Marco Rubio, próximo secretario de Estado norteamericano, lo ha acusado públicamente, y nos lo recordará todos los días. Rubio es de palabra dura y mano aún más dura. Para Trump y Rubio los narcotraficantes son terroristas y los perseguirá con toda la fuerza del Estado norteamericano.
La esperanza nunca debería sustentarse en la venganza. No entiendo a quiénes cifran la satisfacción de su venganza hacia López Obrador en Marco Rubio. Sea cual fuere el resultado de la dureza del nuevo secretario de Estado norteamericano, es mi deseo que México vuelva, de mutuo propio, al orden y la paz, y que el gobierno y el congreso mexicanos no nos convoquen a rasgarnos las vestiduras ante las exigencias norteamericanas. Son justas.
En México, muchos de quienes estaban a favor de Kamala Harris, hoy se muestran muy a favor de Donald Trump. Su nacionalismo se mantiene muy firme; sin embargo, aceptan que ya es tiempo de poner en orden las cosas en México pues el estado mexicano, sin duda, está doblegado y resquebrajado ante los cárteles de la droga. Claudia Sheinbaum no ha demostrado estar dispuesta a cumplir a cabalidad con su mandato presidencial en materia de seguridad a pesar de los buenos oficios de Omar García Harfuch pues, peor, no desea tomar el mando que aun detenta López Obrador.
Sheinbaum deberá entender que solo tiene de dos sopas, o se arma de valor ante los cárteles y los traficantes de gente y los combate con toda la fuerza del Estado mexicano, o los gringos cumplirán con esa su obligación constitucional, interviniendo aun en nuestro territorio. Que de nada le valdrán las bravatas de Marcelo Ebrard en materia económica ante los gobiernos norteamericano y canadiense.
Que esto nos es pleito entre escolapios en donde uno echará al otro a su padre que es bombero y lo mojará con su manguera, y el otro a su padre que es policía y lo llevará a la cárcel. Que en cosas de gobierno se actúa conforme a la ley y se cumple con los tratados internacionales. Que Naciones Unidas tiene un centro en contra del terrorismo que a México obliga.
Un adelanto de la presión internacional que el gobierno de México enfrentará en los años próximos ya lo recibimos en esta semana. La calificadora Moody’s cambió de estable a negativa la perspectiva económica de México por el debilitamiento de nuestro Estado de derecho por la reforma judicial y el deteriorado entorno institucional gubernamental, el esperado aumento en el costo de la deuda internacional de México y la mayor rigidez del gasto público, que podrían socavar nuestros resultados fiscales y económicos.
Tanto Moody’s, como los principales analistas de los futuros económicos en el mundo, coinciden en calificar como de muy alto riesgo la reciente reforma aprobada por Morena, PT y Verde al Poder Judicial. Sheinbaum, obedeciendo a López Obrador, ha decidido alterar los controles y equilibrios del poder político y económico en México, y eso se le, se nos, cobrará muy caro.
Quiero invitarte a pensar en que Trump no está para salvarnos, ni Rubio para vengarnos. Ellos tienen sus tareas más allá del Rio Bravo. De este lado, todo depende de nosotros. Vamos, ni Sheinbaum hará nada para salvarnos; a ella solo le interesa obedecer a López.
MUNDO
En riesgo la hegemonía estadounidense: El retorno de Donald Trump; retos económicos y sociales
Actualidad, por Alberto Gómez R. //
En los últimos cuatro años, la economía y la cohesión social de Estados Unidos han enfrentado un deterioro significativo, marcando uno de los periodos más complicados en su historia reciente.
La administración de Joe Biden, aunque intentó implementar políticas para estimular la recuperación tras la pandemia de COVID-19, dejó profundas brechas económicas y sociales que ahora desafían al presidente electo Donald Trump. Con un escenario global en transformación y un entorno interno polarizado, Estados Unidos se encuentra en un momento crítico de redefinición de su papel como potencia mundial.
LA ECONOMÍA BAJO LA ADMINISTRACIÓN DE BIDEN
La inflación se convirtió en uno de los mayores retos durante la administración Biden. La epidemia de Covid-19 dejó tras de sí trastornos económicos; en junio de 2022, la inflación alcanzó un pico histórico del 9.1%, las tasas más altas que los estadounidenses han experimentado en 40 años, según la Oficina de Estadísticas Laborales (BLS) lo que, por supuesto, en la práctica suponía un recorte salarial. La explosión del gasto militar para apoyar las guerras en Ucrania y Gaza también ha alimentado la inflación.
Como resultado, el nivel de vida de las y los trabajadores estadounidenses ha disminuido bajo la administración Biden, mientras que el auge del mercado de valores ha ayudado a las y los estadounidenses más ricos a hacerlo bastante bien. Este fenómeno, impulsado por interrupciones en las cadenas de suministro globales, estímulos fiscales masivos y el aumento de los precios de la energía, erosionó el poder adquisitivo de las familias estadounidenses. Aunque las medidas de la Reserva Federal lograron reducir la inflación a un 3.7% al cierre de 2024, esta cifra seguía por encima del objetivo del 2%, lo que refleja un entorno económico aún frágil.
El aumento del costo de vida se manifestó en productos esenciales. Según la Administración de Información Energética (EIA), el precio promedio de la gasolina aumentó un 40% entre 2020 y 2024. Asimismo, los alimentos básicos experimentaron un incremento promedio del 25%, afectando especialmente a las familias de ingresos medios y bajos. Esta situación exacerbó la desigualdad, ya que los salarios reales apenas crecieron un 3% durante el mismo periodo, según el Economic Policy Institute.
DÉFICIT FISCAL Y DEUDA PÚBLICA
El déficit fiscal alcanzó los $1.7 billones en 2024, mientras que la deuda pública superó los $36 billones, según la Oficina de Presupuesto del Congreso (CBO), un incremento alarmante respecto a los $27 billones reportados al inicio de la administración Biden. Este nivel de endeudamiento, alimentado por programas de estímulo económico y políticas de infraestructura, limita la capacidad del gobierno para responder a futuras crisis económicas. Además, el creciente costo del servicio de la deuda, derivado del aumento de las tasas de interés, se ha convertido en una carga significativa para el presupuesto federal.
La brecha económica continuó ampliándose durante la administración Biden. El 1% más rico de la población concentró el 38% de la riqueza total en 2023, mientras que los sectores más vulnerables enfrentaron mayores dificultades para acceder a empleos estables, y apenas aumentaron un 4% en términos reales, según un informe de la Oficina del Censo. Según el Departamento de Trabajo, el empleo precario representó el 30% de los nuevos puestos creados entre 2020 y 2024, con un aumento notable en los contratos temporales y trabajos a tiempo parcial. Esto ha exacerbado la pobreza en comunidades vulnerables, con un índice de pobreza que aumentó del 11.4% en 2020 al 14.7% en 2024.
En 2016, Hillary Clinton demostró su desprecio por los partidarios de Trump, entonces abrumadoramente blancos, etiquetándolos como “los deplorables”, en lugar de tratar de reconocer la fuente de su ira: la gran desigualdad en el statu quo económico. Ocho años después, con un apoyo a Trump mayor en prácticamente todos los grupos demográficos, es imposible ignorar la desesperación económica que alejó del Partido Demócrata a las y los electores, cuando Biden seguía presumiendo de que la economía estadounidense durante su mandato es “la más fuerte del mundo”.
FACTORES SOCIALES: POLARIZACIÓN Y RADICALIZACIÓN
La polarización política se ha intensificado, dando lugar a movimientos separatistas que, aunque minoritarios, representan una amenaza para la unidad del país. Uno de los fenómenos más alarmantes es el resurgimiento de movimientos secesionistas en estados como Texas y California.
Líderes locales y organizaciones políticas han planteado referendos para separarse de la unión federal, alegando incompatibilidades políticas y económicas. Aunque estos movimientos no tienen un apoyo mayoritario, su existencia refleja una fragmentación preocupante en la unidad nacional. Grupos como «Texit», que abogan por la independencia de Texas, han ganado tracción en sectores conservadores descontentos con las políticas federales. Estas iniciativas reflejan el creciente desencanto con el sistema político.
La radicalización ideológica también se ha intensificado. Los crímenes de odio aumentaron un 18% entre 2020 y 2024, según el FBI, afectando principalmente a comunidades afroamericanas, asiáticas, judías y musulmanas. Este aumento está vinculado al resurgimiento de grupos extremistas y al uso de las redes sociales como plataformas para propagar discursos de odio.
RETOS ECONÓMICOS Y SOCIALES
Con la reelección de Donald Trump, Estados Unidos se adentra en un periodo de grandes desafíos. Su promesa de «recuperar la grandeza estadounidense» enfrenta múltiples obstáculos, tanto internos como externos.
Trump ha anunciado un ambicioso plan para reindustrializar Estados Unidos y reducir la dependencia de las cadenas de suministro globales. Sin embargo, implementar esta estrategia requerirá superar barreras como la resistencia de aliados comerciales y la necesidad de inversiones masivas en infraestructura. También deberá manejar las tensiones con China, el principal socio comercial de Estados Unidos, en un momento en que las relaciones bilaterales están en su punto más bajo en décadas.
El presidente electo ha prometido recortes de impuestos para estimular el crecimiento económico, pero esta medida podría agravar el déficit fiscal si no se acompaña de reducciones en el gasto público. Además, la capacidad de implementar estas políticas dependerá de su habilidad para negociar con un Congreso dividido, donde los demócratas probablemente resistirán cualquier iniciativa que reduzca programas sociales.
El enfoque de Trump en políticas ultraderechistas, incluida la restricción de la inmigración y la eliminación de regulaciones ambientales, podría generar más divisiones. Aunque estas medidas cuentan con el apoyo de su base electoral, enfrentan la oposición de sectores progresistas y moderados, lo que podría derivar en mayores tensiones sociales.
EL FIN DE LA HEGEMONÍA ESTADOUNIDENSE
El bloque BRICS+ ha emergido como un desafío significativo para la hegemonía estadounidense. Con la inclusión de nuevos miembros como Arabia Saudita, este grupo busca crear un sistema financiero alternativo que reduzca la dependencia del dólar. Según el Banco Mundial, el comercio intrabloque creció un 15% anual durante los últimos cuatro años, fortaleciendo su influencia económica y política.
El dólar, pilar del sistema financiero internacional, está perdiendo su posición dominante. Según el Fondo Monetario Internacional (FMI), la proporción de reservas globales en dólares cayó del 61% en 2020 al 55% en 2024. Este descenso refleja una creciente diversificación hacia monedas como el yuan chino y el euro, impulsada por iniciativas del BRICS+ y otros bloques emergentes.
En el ámbito militar y geopolítico, Estados Unidos enfrenta el ascenso de China como potencia dominante en el Pacífico y la reactivación de Rusia en Europa del Este. Además, la influencia de potencias regionales como Irán y Arabia Saudita en el Medio Oriente limita la capacidad de Estados Unidos para mantener su dominio en esta región estratégica.
El futuro socioeconómico de Estados Unidos dependerá en gran medida de la capacidad de la administración Trump para manejar una economía debilitada, una deuda insostenible y una sociedad fracturada. La reconciliación política y la creación de un camino inclusivo para el desarrollo serán cruciales para evitar una crisis prolongada.
Aunque Trump tiene un historial de promover el crecimiento económico, los riesgos asociados con su estilo confrontacional y sus políticas divisivas no pueden ser ignorados. El equilibrio entre reformar el status quo y evitar una mayor radicalización será la prueba definitiva para su liderazgo.
Estados Unidos enfrenta uno de los periodos más complejos de su historia contemporánea. La administración Biden dejó un legado de desafíos económicos y sociales que el presidente electo Donald Trump deberá abordar en un contexto de polarización interna y competencia internacional.
El éxito o fracaso de las políticas de Trump determinará no solo el rumbo de Estados Unidos, sino también el equilibrio de poder en el mundo. Sin embargo, para superar estos retos, será necesario un liderazgo que trascienda la retórica divisiva y busque soluciones inclusivas y sostenibles. En un mundo cada vez más multipolar, el destino de Estados Unidos dependerá de su capacidad para adaptarse a las nuevas realidades globales sin perder de vista los principios democráticos y la cohesión interna que alguna vez lo definieron como nación.
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