OPINIÓN
Golpismo en la 4T
Comuna México, por Benjamín Mora Gómez //
Felipe Victoriano Serrano, en su interesante Estado, golpes de Estado y militarización en América Latina: una reflexión histórico política, nos recuerda que ambos hechos -los golpes de Estado y la militarización latinoamericana entre 1960 a 1970- estuvieron caracterizados por “la desagregación progresiva del papel que desempeñaba el Estado como articulador de la vida pública y promotor del desarrollo económico” que hoy se reviven en México como resultado de un presidente que nos confronta como sociedad y detiene el desarrollo económico nacional y la competitividad internacional del país.
En los años del golpismo latinoamericano y en el gobierno de la Cuarta Transformación hay coincidencias preocupantes como el desprecio y la persecución gubernamental de la sociedad civil y las prácticas antidemocráticas presentes. Hoy, el propio presidente desmiembra lo que nos cohesiona y alimenta lo que nos confronta. Lo reconoce, unas veces de forma abierta y otras de manera oculta, que no le gusta ni la sociedad civil ni el Instituto Nacional Electoral, y los ataca con el propósito firme del desmantelamiento del Estado mexicano.
En la Cuarta Transformación se advierte el deseo unipersonal y unidireccional del presidente Andrés Manuel López Obrador de imponernos un desordenamiento/reordenamiento social como los de Venezuela y Bolivia, por citar dos ideales para los morenistas.
Hoy, como en el más rampante totalitarismo, la verdad oficialista es única y solo se gesta en voz del presidente, y curiosamente, en las primeras horas del día.
La visión de la verdad oficial es tan absurda como la de llamarnos al respeto de los delincuentes, pero menosprecia la denuncia ciudadana de inseguridad por motivos de género, el desabasto –hoy- de medicamentos y -ayer- de gasolina, el desempleo creciente, la detención económica del país y los capitales ahuyentados, la deshonestidad de algunos en su círculo cercano… Esta miopía oficial, además, no le permite mirar lo que sucede al interior de nuestras fuerzas armadas.
El Ejército Mexicano y la Marina Armada de México están agraviados por el presidente Andrés Manuel López Obrador y por miles de quienes deberían agradecer su entrega, protección y cuidado en momentos de desastres naturales o acciones de delincuentes y criminales. El Ejército Mexicano y la Marina Armada de México están agraviados y el presidente está informado de sus alcances y peligros, pero no recapacita ni enmienda sus torpezas. Hoy, como no en muchos sexenios, México sí está en peligro de un golpe de Estado.
El presidente López Obrador no entiende y ni creo que pueda llegar a comprender que con la dignidad de nadie se juega ni puede ordenar a nadie aceptar ser ofendido, vilipendiado o sobajado como lo hace con nuestras fuerzas armadas.
Dicen que el Ejército y la Marina no se mandan solos; sin embargo, sí pueden dejar de obedecer y hasta levantarse en armas y deponer a un gobierno que ha roto con el Estado de Derecho.
Decía mi madre “hay que tener cuidado al elegir a los enemigos” y más cuidado en hacerse de más enemigos que de amigos. Hoy, el presidente de México no repara en el hecho de que sus ofensas a unos y otros han llevado a un punto de inflexión y ruptura del vínculo social; siembra ansias de venganza y alienta, permanente, hostilidad, rencor y resentimiento de los suyos hacia los extraños. Las pintas en las puertas y muros del Palacio Nacional por feministas agraviadas es una muestra tangible y reciente del grado de rompimiento social provocado por el propio presidente. Así, pregunto, ¿en verdad, el presidente López Obrador es un eficaz comunicador? No, no lo creo pues cae en lo vulgar y deplorable cuando se “incomunica con sus enemigos imaginarios de su ego mayúsculo” y suma en su contra a las otrora aliadas de la izquierda mexicana como son las feministas.
En los insultos mañaneros… de la tarde y en la noche… López Obrador encuentra formas de contrapuntearnos unos y otros, y, al creerse gracioso en sus dichos juveniles, su “justicia social se priva de sentido y destinatarios”; me canso ganso y fuchi caca son dos ejemplos.
Desde hace tiempo, con gran preocupación he mirado cómo se ofende al Ejército Mexicano y la Marina Armada de México, que pidieron volver a sus cuarteles por salud pública y orden constitucional. No son solo los hechos en que se les desarma, grita y golpea por “el pueblo bueno” sino las órdenes de no actuar en contra de los delincuentes y asesinos, de liberarlos habiéndoseles detenido fragrantes.
Andrés Manuel López Obrador no comprende que ni el Ejército Mexicano ni la Marina Armada de México quieren ser cómplices del delito y que sus altos mandos y tropa eligieron las armas para servir y defender a la Patria. Obligarlos a actuar en contra de su vocación es ofenderles profundamente y ello no se perdona.
Con motivo del Día del Ejército Mexicano, Andrés Manuel López Obrador agradeció a las Fuerzas Armadas estar con la Cuarta Transformación y “por no escuchar el canto de las sirenas y dar la espalda a la traición y el golpismo”. ¡Algo hay tras de esa declaración no pedida! Ese mismo 19 de febrero, en privado, altos mandos del Ejército dijeron, con enojo, a un gran amigo: “Ese señor (AMLO) será tu presidente (de mi amigo)… no es el nuestro”. ¡Peligrosa y precisa declaración!
Entendamos, las instituciones republicanas no están para proteger a la Cuarta Transformación, ni obedecer a un presidente que se salta los límites de la Constitución Política.
Estamos en una realidad que no es justa, ni democrática, ni libre, como podría tomarse de lo declarado por Arturo Zaldivar, ministro presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, en relación a los crímenes en contra de la mujer.
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